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Chapter 36 - [Anciano con alzheimer]

Era un sitio extremadamente peligroso, donde las bestias rugian exponencialmente, los pájaros silbaban diariamente y los mamíferos se lavaban en aguas profundas.

Pero de un momento a otro el silencio predominaba. No existía elixir que pudiera remediar la situación.

Como si las fauces de una aterradora bestia amenazaran con la vida de cada ser viviente.

Un cuchillo colgando del cielo para cortar a este en dos. Una amenaza celestial qué convenia a toda la existencia dada y por dar.

Una situación tensa se levantaba, en la cual participaban cuatro individuos. Federick, Christopher, Carlos II y Emperador Antiguo.

Figuras de extremo prestigio.

El rostro de Carlos II no expresaba mucho, siendo una diferencia cuantitativa a raíz de comparación con la de Christopher, al ser un mar de emociones complejas.

Ocaso momento fue, cuando una tos violenta significó el fin, al interrumpir en el momento oportuno.

Como si se tratara de un ensayo, una estridente risa protagonizó el General de ejércitos.

Una escena surrealista e irónica digna de estas reacciones. De la cual, quién había sido el principal protagonista de estos sucesos, no mantenía ningún peso moral.

[Alexandro Godbattlemman: Un anciano extremadamente lisiado y longevo; Sin movilidad alguna, mudo y ciego de un ojo.

Antiguamente una figura prominente, ilustre en las artes de las cuatros direcciones; mitos sepultados en la historia, a través del despiadado tiempo.

En días desconocidos, mantuvo el cetro de interminables territorios, siendo uno de los pilares que mantuvo al mito antiguo]

"Perdón, anciano, por la insolencia del príncipe actual. Prometo que no volverá a suceder". Dijo Carlos II.

Al instante que su tos se desvaneciera como un recuerdo, Alexandro respondió con un comando mental.

"No te preocupes, este anciano cuerpo no soportaría una emoción negativa como el rencor. Sabes, me tengo que cuidar". Comunicó Alexandro a Carlos II.

Mensaje que no compartió, sepultandolo en un silencioso intercambio de miradas.

"Espero que vuelvan pronto". Dijo Carlos II.

Su intención era obvia, intentando finalizar la reunión.

"Bien, escuchaste muchacho; acabas de insultar el glorioso nombre de nuestra familia, así que tendremos que sacrificarte". Christopher dijo.

Federick observó con detenimiento su expresión, para agregar a su oración: "Escuchaste, viejo".

Sí, se refería a "Alexandro".

"..."

"..."

...

Con una mirada de Carlos II, Christopher entendió; como si fueran almas gemelas.

A partir de esto, le proporcionó un golpe al desprevenido joven; sin intención de proporcionar un golpe severo, pero que le valió dos segundos de inconsciencia a Federick.

"Me agrada el ímpetu de los jóvenes. Me recuerda a los anteriores tiempos. Magnífico, magnífico". Alexandro comunicó a Carlos II.

"Informales: En el noroeste del "Bosque de las cenizas", se extiende una enorme cueva; desde la antigüedad ha sido foco de enigma, pero en proporciones similares, de éxito. Un día, olvidé mí copa de gran valor allí... Pregúntales si pueden ir a por ella". Alexandro prosiguió con su monólogo.

Esto sorprendió a Carlos II, pero quién no dudó en informarles su comunicado. Sabía sobre dicho lugar, a partir de los registros de la familia.

Ante esto, Federick y Christopher solo necesitaron intercambiar miradas ocasionales, cuando su decisión era obvia

Agradecieron, se despidieron y con Federick subiendo sobre los hombros del anciano, dejaron una estela por donde pasaban.

Se encaminaron a su aventura, el caballero y su fiel escudero. Con realidades totalmente alteradas y la promesa de una cueva.

...

Dos personas completamente distintas, Christopher y Federick , habían añorado explorar la mítica, bella y antigua "Cueva del Venerable Padre Ancestral del Origen Primordial caído". Por ello, se dispusieron a enfrentar toda dificultad con valentía, pero su entusiasmo duró poco. Rápidamente se enteraron de una variable, que resultaba en una pieza faltante para resolver un rompecabezas: No conocían la ubicación exacta, sólo una dirección.

Pero decididos a llegar a su destino, decidieron embarcarse en un peligroso viaje por infinidades de territorios peligrosos. Se enfrentaron a tormentas traicioneras, criaturas feroces y quemaduras de sol implacables, pero sus determinaciones les hicieron seguir adelante.

Tras horas de inspección sobre kilómetros y kilómetros, por fin llegaron a a la dichosa cueva, exhaustos pero exultantes. Fueron recibidos por el cálido abrazo de los cristalinos minerales de la cueva y la serena belleza de su exuberante naturaleza que rodeaba su exterior.

De pie frente a una abismal imagen oscura que llevaba al interior de la cueva, tomaron el sol, contemplando la naturaleza verde esmeralda, supieron que el anciano los había engañado. Luego de innumerables retos, al poner un pie sobre los terrenos baldíos, fue su tumba; tumba simbólica, al la decepción brillar en sus ojos...

Saltarín como trampolín, se transportaba un grillo. En dirección a su dulce hogar, observó y analizó la escena, dictaminando una conclusión:

"Basado". El grillo dijo, con un pucho en su boca.

"Del tamaño de la Torre Eiffel". Acompañó su compañero grillo.

...

Federick y Christopher intercambiaron miradas, llegando a un acuerdo mutuo inmediato. Sepultarian su decepción junto a este suceso en sus memorias.

Su entusiasmo había muerto, el deseo velado. Volvieron a sus pies con mirada baja, los retos y dificultades ya no existían.

La expresión del anciano era nula, no tenía ánimos para hablar.

Pero para consternación del joven, no se dirigieron a la ubicación de su Abuelo y Alexandro. En cambio a una dirección completamente diferente

"inicialmente iba a aprovechar la sangre previamente derramada, pero esta situación humillante supuso un cambio en mis planes originales. Si no son mis viejos huesos los que tendrán que ponerse en acción, será tu joven rostro, Federick". Christopher dijo de forma melancólica.

Era una sentencia, un veredicto final para la acción.

Federick contempló asombrado como Christopher, el Gran General de Athenas, asesinaba brutalmente a una bestia que había estado descansando en aguas profundas. El anciano, había recurrido a una presión inmensa, producida debido a su aura, para atar al suelo a la bestia, una criatura horripilante y de características extrañas.

Los ojos del anciano brillaban con una luz de otro mundo mientras su sonrisa despiadada se ampliaba, cada vez más fuerte y energético.

La bestia, una criatura retorcida y grotesca de brillantes ojos rojos, luchaba contra las atadura impuesta, pero el entusiasmo del anciano se mantenía firme. La criatura lanzó un grito espeluznante cuando el anciano levantó la mano y su palma desnuda salió disparada, golpeando a la bestia con una precisión mortal.

El cuerpo de la criatura se convulsionó y crispó al extinguirse su fuerza vital.

Su sangre se derramó desde nueve diferentes aberturas dispuestas en diferentes ubicaciones. Espalda, cuello, pecho y estómago.

"Escucha, Joven Federick: La magia es compleja, sus variaciones infinitas y creativas. Estas siguen la orden de su lanzador a partir de su deseo y genialidad interior. El camino está plagado de baches sin fin, pero innumerables soluciones a los mismos". Christopher sermoneaba ilustra mente.

Sus movimientos eran finos, la sangre seguía el movimiento de sus manos.

No había necesidad de tales bárbaros métodos, pero era intuitivo para un practicante.

"Diferentes caminos han sido revelados a través del esfuerzo, sudor y lágrimas, por el oráculo del pasado; figuras ilustres que han tenido su éxito y perecer en las mismas tierras que habitas. Numerosos, en base al conocimiento interior, los números, minerales o hierbas... Cualquier cosa, son válidos si parten de tu creatividad". Christopher finalizó.

Ahora, sobre los terrenos se extendían conjuntos de líneas que formulaban una forma, rodeada de símbolos. Sobre el arco principal, escrito: "Federick, mono culo calvo".

"Ahora acompáñame. Iremos a agregar otra discapacidad a ese viejo". Christopher dijo, con el temple de un maestro sabio.

Era una matriz unidireccional, que conectaba a un destino desconocido.