Sus reflejos eran increíbles, como algo fuera de este mundo.
Apenas pudo ver su sombra cuando ella esquivó su ataque y lo desarmó en tan solo segundos.
Ahora estaba completamente indefenso y con grandes posibilidades de morir.
Qué inocente había sido al pensar que podría matar a una asesina que seguramente estaba entrenada.
—¿Puedes explicarme que carajos estabas haciendo? No, espera, eso ya lo sé, intentabas matarme. ¿Puedes explicarme por qué intentabas matarme? ¿Sabes? Creo que ya lo sé. Es por todo eso que te inventaste sobre ser una asesina, ¿cierto? A mi parecer esta tripulación debería tener más cuidado contigo que conmigo, no vaya a ser que uno de ellos haga algo sospechoso e intentes apuñalarlos por la espalda también.
Ether iba a replicar, no tenía idea de que decir, pero igual iba a hacerlo.
—¿Salieron a tomar aire? —la voz de la madre de Ether los interrumpió.
Estaba a unos metros de ellos y no parecía haber oído lo que Eira le dijo a Ether, en las manos llevaba un libro y una vela. Parecía que acababa de terminar de trabajar.
—Sí, le dije a Ether que me acompaña a tomar aire. Tenía miedo de venir yo sola y que me ocurriera algo —le sonrió, mientras discretamente guardaba la daga en la manga de su vestido.
—Deberían entrar ya. Es tarde y mañana al anochecer necesitamos estar listos para desembarcar.
Ambos asintieron y salieron en dirección a los camarotes.
—¿El capitán duerme con el resto de la tripulación? —preguntó Eira, ya había dejado de lado el incidente de hacía unos minutos, le había restado importancia y se había olvidado de él.
—Mi madre duerme en el camarote del capitán, ella necesita privacidad y es la única mujer en el barco.
—¿Y la habitación donde yo me quedo?
—Esa es mi habitación.
—Ah… —Eira no sabía qué decir. ¿Se tenía que sentir mal por quitarle la habitación a alguien que casi la mata?
—No te preocupes, dormirás ahí sola, mi madre me mataría si se entera de que te he sacado de ahí.
—No te guardo resentimiento —dijo Eira luego de ver que se había quedado en silencio tras mencionar la muerte.
Llegaron a las puertas de los camarotes y cada uno se fue por su lado. Eira no le entregó la daga a Ether y él no se la pidió.
Ya sola en su habitación, la mente de Eira empezó a dar vuelta. No lograba entender como el desarmar a alguien le había resultado un movimiento tan natural y fácil de hacer. Eso le generaba aún más preguntas sobre quién era, como era que podía hacer aquello.
Estuvo dando vueltas en la cama mientras pensaba en eso hasta que finalmente el sueño la venció.
:/
A la mañana siguiente, Eira se despertó con el sonido de las voces y los pasos provenientes del piso de arriba.
Rodó a un lado de la cama y cayó al suelo, segundos después alguien interrumpió en la habitación.
—¿Qué pasó? —Ether estaba parado en el umbral de la puerta con aspecto desaliñado, él también se acababa de despertar.
—Buenos días —dijo Eira desde el piso, todavía no abría los ojos, pero pudo reconocerlo por su voz.
—¿Por qué estás en el piso?
—Me caí, ¿no ves?
Hubo un largo silencio en el que los dos se analizaron mutuamente. Ether en ese momento creyó que tal vez la había juzgado demasiado rápido, que esa persona tirada en el suelo luego de caerse de la cama se veía demasiado ridícula para ser una asesina, y que el desarmarlo la noche anterior solo fue suerte.
—Levántate y sube a desayunar.
—Qué asco —dijo Eira levantándose del suelo como le había dicho Ether.
—¿Qué?
—Desayunar. Es asqueroso.
—No sabes lo que hablas —murmuró.
Salió de la habitación y mientras subía por las escaleras no podía dejar de pensar qué hacía un momento estaba hablando con ella como si se conocieran de toda la vida.
Mientras tanto, Eira se había sentado en la cama, aún tenía sueño y no tenía ganas de desayunar, pero supuso que sería grosero no ir con el resto de la tripulación.
Cuando estaba por salir del camarote, la señora la empujó de vuelta adentro.
—¿A dónde vas?
—Ether me dijo que subiera a desayunar.
—¿Piensas ir así?
Eira no entendía la pregunta ¿Así cómo? No fue hasta que miró hacia abajo, a su cuerpo, que se dio cuenta lo que tenía puesto. Era un camisón blanco semitransparente que le llegaba poco más arriba de las rodillas.
—Oh.
—No tienes que preocuparte, aquí traje algo de ropa.
—Gracias, señora.
—Dime Yanette, por favor.
—Bueno. Gracias, Yanette.
Luego de que Yanette saliera de la habitación, Eira revisó lo que le había dejado sobre la cama. Eran unos pantalones y camisa blanca similares a los que llevaba Ether, junto con un corsé y botas de tacón.
Al vestirse le sorprendió que la ropa le quedara como si estuviera hecha a medida, aunque las botas le quedaban un poco grandes, así que decidió no ponérselas. Por último, tomo una cinta para atarse el cabello que, ¡sorpresa!, era blanco y ella ni siquiera lo había notado. Pero no era blanco como lo eran las canas, era un blanco limpio y brillante, como una nube.
—¿Te falta mucho?
Ether estaba del otro lado de la puerta, Yanette lo había mandado a ver el porqué de la demora de Eira.
Después de haberlos encontrado solos en la cubierta la noche anterior, la mente de Yanette había empezado a maquinar a toda velocidad para encontrar formas de que su hijo y la chica rescatada fueran pareja. Como toda madre, quería que su hijo sentara cabeza y ella le parecía perfecta para él.
—Ya salgo.
Ya estaba lista, solo le faltaba una cosa, se agachó y buscó en la oscuridad bajo la pequeña cama. Su mano se topó con algo frío y cerró la mano alrededor de eso.