Con su misión cumplida, Lin Yang regresó a la aldea de Qingyun como un héroe aclamado. Sin embargo, sabía que su viaje no había terminado. Había muchos desafíos y aventuras esperándolo más allá del horizonte.
Juró proteger la justicia y luchar contra la opresión en cualquier lugar donde surgiera. Lin Yang se convirtió en un maestro de artes marciales venerado y comenzó a entrenar a la próxima generación de discípulos.