El pasillo del edificio era muy estrecho. A su derecha se levantaba un muro que le llegaba hasta el pecho. Desde allí, si alguien asomaba la cabeza, podía observar las escaleras y los pisos de abajo, en donde Adam advirtió la presencia de más zombies.
El muro también permitía observar el edificio de enfrente, un bloque gigantesco de más de cien apartamentos, donde en ese instante varias personas luchaban por sus vidas.
Una de esas personas fue superada por un par de zombies y Adam apartó la vista cuando comenzaron a devorarla. Se agachó y se sentó en el pasillo, intentando olvidar la escena mientras deseaba que no fuera algún conocido.
Mientras estaba agachado, un extraño brillo atrajo su atención. Era un pequeño cristal rojo brillante que parecía una joya. Pronto descubrió que había uno al lado de cada zombie muerto. Adam se acercó y recogió uno del suelo.
[Cristal rojo común: moneda básica].
Mientras intentaba olvidar lo que había presenciado, recogió todos los cristales y luego se sentó a descansar. Sin embargo, su descanso resultó breve. Un grupo de zombies comenzó a golpear la puerta del apartamento de Emma desde adentro. Adam se levantó, cansado del combate constante, y se preparó para recibir a sus nuevos invitados. Mientras esperaba a que derribaran la puerta o que abrieran un hueco lo suficientemente grande como para incendiarlo, recuperó el aliento e intentó calmarse. No podía evitar revisar constantemente las escaleras, esperando que ningún zombie subiera.
Por fin, los zombies abrieron un agujero en la puerta del apartamento de Emma, por lo que Adam aprovechó para disparar una llamarada. Múltiples gritos de dolor le indicaron que había acertado. Luego de que todo volviera a estar en silencio, entró al apartamento. Mientras inspeccionaba el lugar en busca del destino de su vecina, apagó el fuego.
Observó sus alrededores con nerviosismo. Esperaba encontrar enemigos escondidos en todas partes, pues el sistema no le envió ningún mensaje sobre la eliminación de hostiles.
Continuó investigando hasta que descubrió el cadáver de la señora Emma en la cocina. Sobre ella, un zombie de extremidades alargadas, se alimentaba de los restos con una abominable gula.
[Zombie Brawler].
Adam retrocedió y contuvo sus náuseas y el asco que sentía. Luego de calmarse un poco, se acercó y disparó el lanzallamas.
El zombie gritó con agonía cuando fue cubierto por las llamas. Todo parecía haber salido bien, pero de repente, corrió hacia Adam a una velocidad alarmante. Esto le tomó por sorpresa, por lo que entró en pánico y corrió hacia la sala con el zombie justo detrás de él. Alarmado por el calor del fuego detrás suyo, decidió saltar a un lado y echarse al suelo.
El zombie, incapaz de detenerse, continuó su carrera hasta chocar con una pared del apartamento y abrir un agujero gigantesco. Por suerte para Adam, el Brawler quedó aturdido, momento que aprovechó para levantarse y correr en dirección contraria. Tenía que conseguir tiempo para que el lanzallamas pudiera ser usado de nuevo.
Adam entró al que debía ser el cuarto de Emma y cerró la puerta. Encontró en la cama un paquete abierto muy parecido al que él había recibido. Aparentemente estaban allí todos los objetos. El grito furioso del zombie le sobresaltó y le recordó que estaba en medio de una pelea. Reunió coraje y se dispuso a acabar con su enemigo. Para su asombro, se dio cuenta de que estaba emocionado.
Sin embargo, el zombie no le dio tiempo para pensar en ello, pues derribó la puerta del cuarto de un golpe. La piel del monstruo estaba chamuscada y el fuego ya se había apagado, pero más allá de ello, no parecía haber recibido mucho daño interno. Adam disparó el lanzallamas y el zombie volvió a incendiarse.
Esta vez el ataque pareció mucho más efectivo, el zombie se llevó las manos a la cara y gritó de dolor. Adam aprovechó ese momento para acercarse y golpear con la boquilla del lanzallamas una de las rodillas del zombie, el cual golpeó a Adam fuertemente mientras caía al suelo y le envió a volar.
Adam golpeó la pared con fuerza. El mundo a su alrededor comenzó a dar vueltas, por lo que luchó para no quedar inconsciente. Mientras tanto, el zombie se levantó lentamente y se acercó a él paso a paso. Esta vez, el fuego había desintegrado la piel superficial y consumido parte de los músculos, por lo que el brawler apenas podía moverse.
Todavía aturdido por el golpe, Adam se levantó, rescató su arma e intentó rodear al zombie y salir del cuarto, pero el espacio era estrecho y el monstruo le trancaba el paso. Adam retrocedió hasta la pared y contó los segundos. El Brawler continuó acercándose, pero justamente cuando estaba frente a Adam, el lanzallamas disparó de nuevo y el zombie terminó muerto.
Adam absorbió el fuego como siempre y luego se dejó caer al suelo; ni siquiera el terrible olor a carne chamuscada pudo arruinar el alivio que sentía de estar vivo. Un solo golpe había bastado para dejarlo en estado crítico. El lanzallamas, aunque poderoso, no era un arma muy indicada para combatir solo.
[Has matado al dueño del apartamento sencillo, por lo que ahora la propiedad te pertenece. Los servicios…]
Adam ignoró el mensaje cuando el sistema repitió lo mismo sobre los servicios limitados. Aunque la primera parte despertó su curiosidad. El zombie que acababa de matar parecía que era el dueño de la propiedad. Además, era un Brawler, mucho más poderoso que los Stalkers. Si tenía razón, entonces el zombie había evolucionado al matar a Emma.
La conclusión era obvia: Adam y los demás supervivientes estaban en una carrera contra el tiempo. Si no acababan con todos los zombies que merodeaban por allí, estos evolucionarían y los matarían. Por suerte, pensó, el edificio solo tenía cuatro pisos y no era como el superbloque de enfrente, con cientos de apartamentos.
Cuando se sintió listo, se levantó y recordó el paquete de Emma, por lo que se acercó a ver lo que contenía.
[Paquete de inicio del Sanador. Objetos únicos diseñados con las capacidades y experticias de Emma Maso].
Emma había sido una enfermera, por lo que tenía sentido que hubiera elegido la Clase Sanador, aunque Adam no entendía qué potencial de combate pudiera tener un sanador para enfrentarse a los zombies.
El paquete contenía cuatro pociones de salud y tres antídotos, algunos libros sobre algunas enfermedades mágicas que Adam nunca había escuchado, un botiquín de primeros auxilios bien equipado, varios planos para la producción de un equipo médico y algunas recetas para la preparación de antídotos y medicinas.
"Lo más importante a corto plazo son las pociones y los antídotos", pensó Adam.
[Poción de salud simple].
[Antídoto].
Además, Adam encontró, junto al cadáver del Brawler, un puñado de cristales rojos y unos planos con las instrucciones para construir una excavadora mecánica.
Adam reunió todo y lo llevó a su propia casa, en donde comprobó que los cristales eran iguales a los que ya había recogido. Luego se dedicó a pasar los cuerpos de los zombies hacia el apartamento de Emma y dejar el suyo limpio.
Cuando se sintió listo para continuar, se propuso revisar el tercer y último apartamento de ese piso. Primero mató a un zombie que intentaba subir por las escaleras y luego se preparó para entrar.
Adam tenía la impresión de que los zombies percibían de alguna manera a las personas vivas. Cuando esperó fuera del apartamento de Emma por un buen rato, los zombies intentaron salir para matarle. Intentó lo mismo con el apartamento de la familia Marriz, pero después de una larga espera ningún zombie apareció. Esto le dio la esperanza de que sus vecinos hubieran logrado sobrevivir.
No era que los Marriz le cayeran muy bien, en especial Tracel. Solo Tarin, el hijo menor, era de su agrado. Pero en este caso, esperaba que todos hubieran sobrevivido.
Se acercó con cuidado a la puerta y tocó con todas sus fuerzas mientras gritaba:
—¿Hay alguien allí?
Luego retrocedió y se colocó frente a la puerta, preparado por si acaso eran zombies los que le daban la bienvenida. Unos minutos después, ya cuando pensaba en derribar la puerta y entrar, Tarin abrió y miró a los lados.
—Adam, ¿Eres tú de verdad?.
Tarin era un muchacho flacucho de quince años, de cabello despeinado y aspecto algo salvaje, sin embargo era un chico bastante tímido.
—Si, soy yo. ¿Cómo está tu familia? La señora Emma no lo logró…
—Estamos bien, mi hermano y yo nos encargamos de los zombies —Tarin pareció dudar, por lo que Adam esperó con paciencia—. Mi mamá está histérica y no podemos dejarla sola, además, estamos esperando a que papá vuelva del trabajo.
Adam deseaba tranquilizar al muchacho, pero sentía que cualquier cosa que dijera solo lo haría sentir peor. Por suerte, Tarin continuó hablando.
—¿La señora Emma está muerta?
—Si… un zombie la devoró. Peor aún, evolucionó al hacerlo.
—¿Qué?
—Se están volviendo más fuertes. Necesitamos matarlos antes de que sea tarde. Necesito tu ayuda y la de tu hermano.
Tarin empalideció, no había tomado la noticia muy bien. La invitación a limpiar el edificio no le gustó para nada.
—Buena suerte con ello, Adam, no creo que sea buena idea abandonar a mi familia en este momento. Nos vemos.
Tarin cerró la puerta tan rápido que Adam solo maldijo y se dio media vuelta, de cara a las escaleras. Sin embargo, y a pesar del rechazo, estaba de buen humor. Después de encontrar a Emma, creyó por un momento que había sido el único sobreviviente en el edificio. Además, si los Marriz habían sobrevivido, entonces existía una buena probabilidad de encontrar más ayuda en los otros pisos.