Carlos que había salido de su oficina paso por el comedor y no vio a nadie, solo la comida, tal vez su esposa e hijo se habían atrasado, sin darle importancia subió a su habitación para poder darse un baño y después bajar.
Aproximadamente cuarenta y dos minutos después bajo nuevamente y al estar en el comedor observo que nada había sido cambiado. Se sentó y llamó al mayordomo.
—¿En dónde están esos dos?—. Preguntó, mientras que partía un pedazo de carne.
—La señora y el joven amo no han venido, fui a preguntar y al parecer ella a dicho que no volverá a desayunar...con usted—. Estaba nervioso y solo espero respuesta.
El duque se sorprendió un poco.
—Entonces ¿Por qué sigue habiendo otros dos platos más? Solo preparen comida para mi y listo, llévate esos dos platos —. Señaló ambos lugar donde la mujer y el niño se sentaban.
..
—Mami ¿Por qué no iremos a comer con papá?—. El pequeño niño sentado en las piernas de su madre jugaba con un pequeño oso de peluche —¿Esta enojado?
Roselia sonrió y acaricio los cabellos negros del niño.
—No está molesto, solo...decidí que es mejor que ya no busquemos el amor de él, papá siempre nos mira con frialdad el no nos ama—. Tal vez estaba siendo cruel con el niño.
El niño de ojos azules se sorprendió y después comenzó a llorar, abrazo a su madre. La mujer de ojos negros acaricio los cabellos negros del niño y sonrió.
—Pero yo te amo—. Con sus manos sostuvo el rostro del niño y lo hizo verla a los ojos —Para mi eres todo, si me dejas me muero, si te pasa algo malo me duele, y te separan de mi prefiero que me quiten los brazos, tienes que amarme solo a mi—. Sonó muy posesiva pero no le importó —Papá no nos ama, así que solo nos tenemos a los dos, aunque seas un niño te diré la razón, porque no soporto que lo ames—. Orfila guardo silencio —Papá ama a otra persona y con esa otra persona tuvo un hijo y solo lo ama a él y quiere darle todo pero yo lo voy a impedir, incluso sino nos da su amor no permitiré que te quite lo que es tuyo por derecho—. Roselia beso en la frente a su hijo y le seco las lágrimas —No llores por él, jamás.
El pequeño niño asintió y después abrazo otra vez a Roselia.
— ¡No voy a amar a papá, porque mami estará triste!
La mujer de ojos negros sonrió muy ampliamente.
Una criada se acercaba a ella con una bandeja.
—Señora he traído el pastel del joven amo.
—¡Gracias!—. Orfila rápidamente se acercó a la mesa y agarro el plato con el contenido.
Pero entonces Roselia se lo quito.
—Primero tienes que lavar tus manos, cuando lo hagas puedes comer—. Tal vez sea otro mundo y época pero ella debe de educar a su hija —Haz el favor de traer un recipiente con agua limpia y un toalla para secar las manos—. La criada asintió y se marchó.
—Pero las tengo limpias —. Extendió ambas manos hacia su madre. Ella agarro las pequeñas manos y las beso, cosa que hizo avergonzar al niño.
—Mi bebé tiene unas manos muy pequeñas—. Ella sonrió feliz y solo observo a su hijo ponerse rojo.
—Ba-basta—. Pidió el pequeño cubriendo su rostro con las manos.
Luego de unos minutos llego la misma criada, se agacho y el pequeño metió sus manos en el recipiente con agua y comenzó a lavar sus manos. Roselia observo a los lejos a uno de los criados de la otra mansión, se quedo mirando fijamente y después bebió la limonada, sin apartar su vista de aquel hombre con uniforme.
—¡Listo! Ahora si puedo comer, ya lave mis manos y las seque ¡Mira!—. Las extendió y movió, después con la ayuda de la misma sirvienta se sentó y comenzó a comer el pastel de chocolate.
—Miranda, tengo una pregunta—. Roselia dejo el vaso en la mesa, acercó sus manos al recipiente que contenía la limonada y la vertió en su vaso.
—Claro señora.
—¿Ustedes desayunan después de nosotros?
—Así es señora. Al levantarnos nos vestimos y de comenzamos con nuestro trabajo.
— Comprendo —. Para Roselia eso fue un problema. ¿Cuál era el horario de ellos? Al ser solo criados debían primero cumplir con su trabajo, eso era triste —¿Están enfermos?—. Pregunto con curiosidad.
—¿Eh? Bueno, pues algunos de nosotros sufren de mareos, dolores de estómago y a veces se siente extraño el cuerpo.
—Bueno, eso es muy lamentable ¿Cuál es el precio de las papayas?
—¿Papayas?... no podría decirle señora, el chef y el mayordomo se encargan de esos asuntos.
—Llama a Paul—. Ordenó.
—Enseguida señora—. Después de hacer una reverencia se marchó.
Roselia llevo su vista a su hijo el cual estaba manchado de chocolate.
—¿Cuándo comenzarás a practicar la espada?
—Dentro de un mes, papá dijo que en un mes todas mis clases comenzarán —. Respondió alegre.
—mmm—. La mujer se quedó pensativa, las clases de los niños aristócratas de esa novela suelen ser algo exigentes, además comienzan a una edad temprana, eso sería mucho para su hijo —Debo de hablar con Carlos—. Dijo en voz baja.
—Señora ¿Me ha llamado?—. Un hombre de cabellos castaños y ojos negros había aparecido acomodando sus lentes.
—Paul, así es—. Ella sonrió y analizo al hombre.
En la novela se leía que, Carlos puso ciertas reglas cuando se caso con Roselia.
1. Que ambos debían de tener al primer hijo juntos.
2. Eran libres de andar con otras personas pero debían de hablar si querían tener hijos con otras personas. ( Carlos lo quería solo por su beneficio ya que conocía a Roselia y sabía que ella jamás iría contra él y tampoco lo traicionaria)
3. Si uno de ellos se negaba a tener intimidad, el otro debía de respetar.
4. Si Carlos tenía un hijo mayor al que tendría con Roselia, entonces el primer hijo debía de ser el heredero del ducado.
(Carlos tenía la esperanza de encontrar a su hijo)
5. No tenían porque meterse en los asuntos del otro.
6. Si Roselia quería que su hijo no fuera el heredero, entonces podía solo marcharse con su hijo y recibiría una buena cantidad de dinero.
7. No intervenir en sus amoríos con otros
8. No es obligatorio dormir en la misma cama, tampoco era obligatorio vivir en la misma mansión, se debía de respetar las opiniones.
9. Los hijos que llegarán a tener, Roselia debía de hacerse cargo y decidir con quien quería dejar a los niños.
10. Roselia siempre debía de vigilar a los niños y alejarlo de él para que no lo interrumpan en su trabajo.
Sin duda alguna que Carlos solo quería ser el único que saliera beneficioso, no le importaba Roselia ni su hijo.