Después de hablar con Paul camino por el jardín con su hijo, no hace mucho era una joven adulta soltera y ahora hasta tenia un hijo y esposo.
—¡Me gustan las flores blancas! Son bonitas —. El niño hablaba feliz.
—Claro que lo son, pero no se comparan contigo—. Roselia sonreía al ver a su nuevo hijo.
Miraba las flores del jardín y a los trabajadores que pasaban de un lado a otro, milagrosamente era una noble, desafortunada mente era una fea vida. Pero no hay persona que no se acostumbre a algo.
Su cabello negro largo y su postura recta la hacían ver perfecta, observo a un caballero y al jardinero juntos ella se acercó.
—Buen día —. Saludo amable y con un tono diferente al habitual.
—Buen día señora—. Los dos hombres jóvenes saludaron y se sorprendieron pues notaban algo extraño en ella.
—¡Hola!—. Orfila se acercó feliz.
—Joven amo se ve muy bien hoy.
—Mamá y yo iremos al pueblo para ver los juegos artificiales —. Comentó entusiasmado.
—¡Eso es increíble! Permitirme acompañarlos.
—Claro que si, mamá dirá que si.
—Por supuesto —. Roselia se acercó y se agacho —Quiero llevar a cinco escoltas, por favor escojalos por mi.
El caballero se sintió avergonzado al tener cerca a la duquesa, el también se había agachado para estar a la altura de Orfila.
—Si, déjeme lo a mi, tendrá a los mejores escoltas—. Habló con voz suave y baja.
—Gracias—. Se levantó y sacudió su vestido, —nosotros debemos de ir a ver a mis padres, nos retiramos. Que tengan un buen día —. Cargo a su hijo y se giro para marcharse.
Los dos hombres solo observaron como se alejaban, el caballero se sintió avergonzado y miró hacia otro lado.
...
En el carruaje Roselia observaba por la ventana el mundo exterior, el niño que se parece a Carlos la hizo sentir inquieta aún así debe amar al pequeño. El camino fue algo largo y cuando finalmente llegó bajo del carruaje agarrando de la mano al niño. Camino por todo el pasillo hasta llegar a la sala donde se encontraban aquellos que son sus padres y hermanos mayores.
—Oh, Roselia —. Ruh Romoroso levantó su mirada y observo a esta niña que es su hija, y sintió que algo era diferente de ella, tenían el mismo color de ojos pero algo era muy diferente —Orfila ven, abraza a tu abuelo —. El niño no se movió y Roselia tampoco, un incómodo ambiente se hizo presente. Roselia no hablaba —¿qué sucede? Algo te molesta.
—¿Cariño, que pasa?-. Pregunto la señora. Los otros hijos se sintieron extraños.
—Solo vine... para decir unas palabras —. Habló con su tono serio —desde ahora en adelante tienen prohibido acercarse a mi hijo —. La sorpresa se veía en el rostro de todos los presentes, los hermanos varones se levantaron —no pueden enviarle regalos, hablarle o escribir una carta, esta prohibido.
—¿De que demonios hablas?
—Yo soy la madre y decido que hacer, desde ahora en adelante ustedes son extraños para nosotros y... comenzaré con los papeles para dejar a esta familia, ya no seré una Romoroso, que tengan un buen día—. Se dio la media vuelta y regreso por donde había entrado.
—¡¿Qué dices?! No puedes hacer nada de lo que has dicho ¿prohibir que veamos a nuestro nieto? ¡Espera, te estoy hablando!—. Él marqués se levantó del sillón y comenzó a seguir a paso rápido a su hija que no se detuvo para hablar con él.
—¡¡Papá te está hablando, tienes que detenerte!!—. Exclamó con molestia el hermano mayor.
Roselia no obedeció a ninguno y con señas llamo a sus guardias, quienes detuvieron al marqués y sus hijos, hasta que ella subiera al carruaje. Suspiró cansada y abrazo al niño.
—¿Estás triste?—. Le pregunto al niño, quien la mirado y sonrió —no te preocupes mi niño, saldremos adelante solo tu y yo.
—¿Nadie nos ama?—. Con tristeza pregunto.
—No, nadie nos ama y solo estamos tu y yo, así que no te acerques a ellos porque son malas personas, y tu papá es de quien más debes alejarte —. Advirtió —él es malo, y nunca nos ha amado.
—¿Por qué tiene otro hijo?
—Si, porque tiene otro hijo y al único que ama y considera su único hijo —. Acaricio las mejillas del menor — así que no tengas esperanzas de que algún día te amará, solo yo te amo.
...
Pasaron algunas horas estando en el mercado comprando y comiendo, Roselia compró algunas cosas para los criados más cercanos y comida que le gustó. Probablemente eran las 11 de la noche cuando llegó a la mansión para su desgracia primero se pasaba a la mansión de Carlos y después a la de ella por lo que, mientras pasaban por la primera mansión observo a ese hombre así que rápidamente cerró las cortinas pequeñas de las ventanas, solo esperaba que no tratara de hablar con ella.
El carruaje se detuvo y se asusto, la puerta se abrió y observo al gran hombre que se sentó frente a ella y la observo por algunos minutos.
—¿A donde fueron?—. Preguntó cruzando sus largas piernas que tocaban el vestido de Roselia.
—¿Por qué debo decirlo?—. Su repuesta no era lo que él quería escuchar.
—Rosa vino a hablar conmigo, ya se lo que pasó en la mansión del marqués.
—Mmm ¿Y? ¿Qué quieres saber y por qué? Debo recordarte que no tienes porque meterte en mis asuntos.
Su expresión cambió y se le noto el enojo en su mirada.
—¿Por qué razón no llegaron a desayunar? Tampoco fueron a almorzar —. Cambio de tema, miró al niño y se inclino para tocarlo ya que es alguien muy alto.
Más sin embargo, Roselia no se lo permitió.
—Esta durmiendo no lo toques—. Su molestia se notaba en su voz y su rostro. Carlos miró con enojo también.
—Es mi hijo, no puedes prohibir que lo toque.
—Si puedo, soy la única encargada de él, tu me diste esa autoridad, si yo digo que no puedes tocarlo es porque así será.
—Sigue —. Le ordenó al cochero.
Roselia se preguntaba cuando iba a bajarse del carruaje.
—¿Acaso no tienes cosas por hacer? Bájate —. Fue directa.
—No puedes bajar sola, necesitas ayuda para bajar al niño y no quiero que algún criado o caballero lo toque.
—Que pena, aunque no lo creas si puedo bajar con él en brazos, bájate del carruaje ahora —. Carlos sonrió por el temperamento que nunca había conocido de su esposa.
—Con esa mirada solo hay dos probabilidades de lo que me quieres hacer, la primera que quieres matarme y la segunda... quieres sexo conmigo —. Sonrió cínico.
Pra Roselia eso no fue gracioso, fue molesto.
—La primera —. Respondió —quiero que desaparezcas de mi vida, le he prohibido a mi familia acercarse a mi hijo y eso también va para ti.
—Soy el padre.
—Te recuerdo que quien tiene autoridad sobre Orfila soy yo, tu no tienes ningún derecho sobre él, si yo me voy el niño se irá conmigo, así está escrito en tus reglas y no puedes romperlas sin mi permiso.
El carruaje se detuvo y ella con su sonrisa se bajo del carruaje, un caballero la ayudo y ella se alejo rápido.
Pero en su mente solo iba una cosa.
"Ese hombre es muy guapo"