Bajo este precepto, no muchos cientos de años después se dieron cuenta que su existencia misma estaba protegida e impulsada por el corazón de padre, pero este estaba desprotegido y no sabían lo que ocurriría con la existencia complemente e inclusive con ellos si algo le sucedía, así gracias a esto, Pyros, tercer prole, busco comunicarse con sus hermanos, haciendo resonar sus voces en el extenso mar de la creación, donde sus rugidos viajaban en las olas del tiempo para acordar protegerlo en un acuerdo tácito donde nadie intervenga, protegerlo de si mismos, en caso de una corrupción de alguno buscase devorarlo para obtener poder sin considerar las consecuencias de sus actos.
Por medio del acto los hijos resonaron en armonía, juntaron su poder y compartieron su esencia junto al corazón, este resonó en un acuerdo de aceptación y se fundió entre las fuerzas entrantes, esto afecto su propia esencia, su núcleo como existencia, llevándolo a una metamorfosis, para la cual se vio recubierto de energía, la cual se solidificaba rápidamente en forma de un cristal pero a la vez reflejando la luz proveniente de distintos confines del espacio y la oscuridad que se encontraba más allá en el abismo absoluto.
La energía, ahora materia, recibió el nombre de Icor, el mismo que había nacido de la propia energía, la sangre que recorría a sus hijos primogénitos, gracias a esto, la conciencia de padre entro en un sueño que parecía eterno, pero a pesar de esto seguía impulsando los engranajes del universo mismo.
Pasaron un par de milenios para que la crisálida de Icor se comenzase a fragmentar, cada astilla de esta que se desprendía comenzó su propio rumbo a través del cosmos, viajando en guía de las resonancias que producían la alegría de los hijos del ser que nacía, pero estos clamores de gozo se detenían poco a poco mientras veían pragmáticos a la forma que había tomado.
La forma que su Padre había tomado, era la de una criatura de miles de tentáculos tan oscuros como el abismo fuera del cosmos, donde no se lograba percibir ninguna chispa de energía, casi parecía que estuviese absorbiéndolo todo y nada a la vez, unidos estos como si de protuberancias se tratasen a un cuerpo con un ojo gigante en el cual se veía reflejada un cumulo de estrellas que se encontraban a miles de años luz, inquietantemente su único ojo recorría una y otra vez el espacio, tratando de percibirlo todo, pero eso no era lo más extraño, el resto de su cuerpo estaba cubierto de filamentos de Icor, pero este no era cristalino como el que fue en su crisálida, este poseía una profunda oscuridad que rodeaba a las mandíbulas cuales fauces llenas de colmillos afilados en forma de un tornado que cuando se abrían permitían ver cómo era consumida una estrella de resplandor azulado en su interior, ardiendo intensamente como si del mismísimo infierno se tratase, esto dio paso a un silencio de inquietud simplemente aceptaron, la forma que su Padre había tomado, no podían juzgar, ni hacer nada, el seguía siendo el corazón de la creación, además de que ellos nunca vieron su forma antes siquiera de existir de forma consciente.