Chapter 50 - Arco 5.2

El mundo en el que se encontraba He´An era tal y como lo había supuesto. Un Japón feudal con monarcas, guerras y una tecnología sumamente limitada. La única diferencia radicaba en los tres géneros en los que podía clasificarse una persona. 

Un ser humano podía nacer Alfa, Beta u Omega. Los Alfas representaban el 20% de la sociedad, siendo el eslabón superior con capacidades mentales y físicas extraordinarias. Se asemejaban a un super humano contra el que nadie podía enfrentarse. 

Quienes tuvieran estos genes se ubicarían en una posición social y económica alta. Serían acompañados por los Omegas, quienes parecían ser su contraparte con una personalidad sumisa y un cuerpo pequeño, débil pero extremadamente fértil. Tanto hombres como mujeres podían procrear sin problemas. 

Los Omegas representaban el 10% de la sociedad, y en cuanto al 70% restante, eran simplemente Betas. La mayoría de las personas que conforman la clase media o baja cuentan con este gen, el cual podría considerarse como el tipo estándar de humanos que conocemos.

Pero la cosa no termina aquí. Resulta que los omegas sufren de las temidas "feromonas". Llegada cierta época del mes, emiten una fragancia puede atraer a los alfas y provocarle un aumento descontrolado de sus deseos sexuales. Básicamente se vuelven locos por revolcarse con el omega que desprenda dicha esencia.

La falta de conocimientos médicos actuales hace imposible hallar una cura o solución a este problema. Por ese motivo, los omega tienden a ser encerrados y tratados como canarios dentro de una jaula. Se quiere evitar un descontrol, apartándolos de la sociedad.

Si este mundo hubiera seguido la línea normal, los avances futuros podrían haber dado paso a la aparición de una cura. Algo similar a lo que el sistema le inyectó a He´An.

Sin embargo, toda posibilidad de desarrollo desapareció con la aparición del personaje principal. Su nombre era Hyno y provenía de un tiempo y un entorno sumamente distante. 

Hyno era un beta que había viajado hacia otra dimensión; similar al caso de Eluney en el mundo primitivo. En su mundo, se desempeñaba como científico cuyo único propósito era destruir los genes alfas y omegas. Detestaba la superioridad y la diferencia que existía entre razas. Consideraba que todo se debía a la presencia de estas personas, y con su eliminación, obtendrían "libertad".

Su rechazo era tan grande, que llegó a experimentar con este tipo de personas. Cuando sus fechorías salieron a la luz, se vio obligado a huir en una nave espacial.

Su plan era refugiarse, seguir trabajando en su investigación y regresar con una droga letal y definitiva. Planeaba erradicar a todos los alfas y omegas del mundo. Que lástima que se topara con un agujero negro. 

Hyno creyó que había llegado su fin, pero en lugar de perecer, fue transportado a otro mundo completamente desconocido y antiguo. Mundo que consideró inicialmente como el paraíso. 

No estaba en sus planes llegar a otro planeta, pero le alegraba saber que ya no debería sufrir de discriminación por ser beta. 

Sin embargo, su alegría duró muy poco. Descubrió rápidamente que había viajado a un mundo lejano y extraño, pero que se regía por la mismas leyes que en su planeta. Seguían habiendo alfas, omegas y betas, aunque la distinción entre clases era aún peor.

La poca razón de Hyno se quebró. Regresó a su nave espacial y trabajó sin descanso en la droga E1-32. Le tomó alrededor de cinco años finalizar su investigación y desarrollar un líquido capaz de exterminar a los alfas y omegas. Daría paso a que los betas fueran la única clase dominante.

Sin pensarlo dos veces, esparció el líquido en una aldea remota. Fue su punto de partida para, posteriormente, seguir mejorando la droga y continuar con su expansión.

En unos pocos meses, el país entero había caído en el caos. La droga volvía locos a los alfas. Los transformó en una bestia incontrolable cuyo único propósito era devorar a los omegas. Un simple olfateo, permitiría que los encontrara y destruyera con facilidad.

Lentamente, la población omega fue desapareciendo. Fueron arrojados al borde de la extinción, aunque ese fue solo el comienzo. Como los alfas solo tenían el propósito de cazar omegas, descuidaban su salud y cuidado. La droga les hacía olvidar comer, dormir y hasta asearse. Eran una especie de zombies que caminaban por la tierra con el único objetivo de atrapar omegas.

Hyno gritó de alegría al contemplar su obra maestra. Se unió a un grupo de betas revolucionarios que planeaban hacerse con el poder y transformar el retorcido mundo en el que se encontraban. Sin más omegas y alfas, el poder sería solamente de ellos.

Así los betas se convirtieron en el único gen reinante. Alfas y omegas se desvanecieron con el pasar de los años y quedaron como simples recuerdos en los libros de historia. 

Hyno fue coronado emperador, haciendo uso de sus capacidades médicas y conocimientos elevados. Vivió pleno, feliz, formó una numerosa familia y sin ser afectado por las miles de personas que había erradicado a causa de su pensamiento racista y aterrador.

Hyno detestaba esos géneros por su falta de confianza. Se sentía inferior y apuntó a individuos que nada le habían hecho. Eliminó niños, ancianos, personas que nunca tuvieron contacto con él.

He´An no podía creer que existiese una persona así. Los dioses habían desarrollado a un personaje que le provocaba ganas de vomitar. 

Este mundo era una razón aún más fuerte para destruirlos y hacerles pagar por todo lo malo que habían hecho.

He´An presionó las manos en puños y soportó la terrible ira que lo invadía. Su corazón ardía con el deseo de destruir a esos dioses.

Debió respirar hondo un par de veces, antes de retomar la calma. Relajó su tenso cuerpo y leyó la parte final de la trama.

Ahí descubrió que el personaje que ocupaba se llamaba Dae. Era un omega que había perdido a su familia a causa de la droga de Hyno. Su padre y hermanos eran alfas que fueron afectados por el fármaco y terminaron asesinando a los demás. 

Su madre, hermana, sirvientes y esclavos, cayeron bajo el yugo de sus manos y locura. Él fue capaz de escapar con la ayuda de su asistente personal Tame. Al ser un beta, no se vio afectado por la droga ni fue un objetivo de los alfas.

Aprovechó su condición para esconder a Dae y garantizar su seguridad. Al menos hasta que arribó inesperadamente su celo. 

Cuando un grupo de alfas los descubrió, intentó detenerlos y se enfrentó cara a cara con ellos. Le indicó a Dae que huyera, en lo que él los distraería. 

Desgraciadamente, uno de los alfas hizo caer la lámpara personal de Tame y ocasionó un voraz incendio. El primer piso del edificio no tardó en ser consumido por las llamas, afectando a Tame y a los alfas presentes.

Dae quedó atrapado en el segundo piso que fue justo el momento exacto en el que arribó He´An. De no ser así, Dae habría muerto en medio del dolor que le provocaba su celo y el fuego que lo envolvía.

Dae nunca pudo saber si Tame huyó a salvo o que había sido de sus amigos omegas. Murió en la completa ignorancia, suplicando por que se mantuvieran a salvo y trataran de seguir adelante con sus vidas. Era un joven puro que solo deseaba prosperidad para las personas que lo rodean.

(N/A: A partir de ahora He´An será conocido como Dae)

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"¿Tienes información sobre la ubicación actual de Hyno?"

Indagó Dae, resistiendo el potente impulso de acostarse a dormir. Su cuerpo estaba exhausto, su mente estresada y su ánimo decaído. El personaje había atravesado por momentos duros que lo habían dejado en muy mal estado. Si a eso le agregamos la presencia inesperada del celo, le sorprendía que todavía estuviese consciente. Dae estaba resistiendo con toda su fuerza de voluntad.

Lumie revisó atentamente la trama y encontró el paradero del protagonista.

"Parece estar de camino al asentamiento de los betas revolucionarios"

Dae asintió. La trama avanzaba sin cambios. Los omegas y alfas seguían pereciendo, mientras Hyno reunía fama, poder y aliados. 

Dae no pensaba tomar partido de inmediato. Para una persona como él, no habría peor escenario que perderlo todo estando en la cima y a manos de un gen que detestaba.

Dae esbozó una ligera sonrisa. Le daría a Hyno el peor final posible. 

Un estruendo lo despertó de entre sus pensamientos. La puerta se sacudió, empujando ligeramente los muebles que se habían colocado.

Dae se levantó y retrocedió. Comenzó a buscar por los alrededores un arma con la que pudiera defenderse, aunque no serían de mucha utilidad frente a los alfas. Su poder era nulo en comparación. Era similar a un niño peleando contra un adulto.

La puerta fue abriéndose poco a poco. Dae disminuyó su sentido de existencia, acortando su respiración y calmando los latidos de su corazón. Aplicó la técnica que Yaax le enseñó para cazar. Esperaba que esto le sirviera para salir del apuro.

La puerta crujió con potencia. Los muebles cayeron destartaladamente al suelo, concediendo una abertura más que suficiente para ingresar en la vivienda. La luz de la luna iluminó levemente una silueta, la cual dio un par de pasos hacia el interior.

Sus pisadas resonaron por el lugar y la tensión que sentía Dae aumentó. Antes de que pudiera darse la vuelta y escapar, escuchó su nombre.

"¿Dae? ¿Estás aquí?"

Un leve susurro destrozó el silencio que reinaba en la propiedad. Sin embargo, fue lo suficientemente fuerte como para traer tranquilidad a Dae y derrotar las defensas que había creado. Se trataba de Tame, el compañero beta de este personaje.

Dae suspiró de alivio.

"Tame. ¡Estás a salvo!"

Tame se sorprendió gratamente al escuchar la voz de Dae. Corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Su cuerpo estaba cubierto de cenizas y mugre, pero eso a Dae no le importó. Estaba enfocado en el sentimiento de alivio y cariño que brotó en su corazón tras un simple toque. ¿Jael?, se preguntó.

"El reencuentro fue más rápido de lo que pensé". Urr se comunicó mentalmente con Dae. "Te dejaré a cargo de Jael y me iré a descansar. Agoté toda mi energía al reponer su alma y venir a este plano". Urr bostezó. "Me merezco un descanso"

"No te preocupes por él. Está en buenas manos"

Le respondió Dae, permitiendo que Urr se desconectara y se sumiera en un profundo sueño. Su energía era escasa y solo podría recuperarse al absorber la energía de este mundo.

Dae respondió a su abrazo. Se sentía cómodo al tener un aliado. Sabía que, de ahora en más, podría confiar en él y juntos lucharían para sobrevivir. 

Tame respiró hondo y se calmó. Había estado corriendo de un lado al otro, tratando de encontrar a Dae. Temía por que hubiera sido capturado por algún alfa y destrozado. Que bueno que no le hubiese ocurrido nada malo. 

En ese momento, Tame recordó el estado de salud de Dae. Había entrado en celo de repente.

Lo soltó y revisó con cuidado. 

"¡Dae! ¿Cómo te sientes? ¿Es incómodo?". Palpó la frente de Dae, comprobando su temperatura. No parecía tener fiebre ni estar sudando. Esa era una buena señal. "Será mejor que bloqueemos las puertas y ventanas. Te llevaré a la habitación y cubriremos tu nuca para que no se extienda el olor"

Tame, al ser beta, no podía percibir las feromonas que soltaban los omegas. De ahí que no se percatara de que Dae ya había derrotado a su celo. No estaba atravesando ningún síntoma relacionado, gracias a la inyección del sistema.

Dae decidió no revelar esa información. No había forma de que la creyera después de todo. No existía un omega capaz de vencer a su celo así como así.

Dae tendría que crear una cura capaz de ocultar las feromonas, y de paso, eliminar la droga que había esparcido Hyno. Era un buen momento para poner a prueba las enseñanzas del curandero y todos esos años de entrenamiento.

Tame hizo como dijo. Cerró la puerta, cubrió las ventanas y acompañó a Dae hacia una especie de recámara. Mojó con agua unos pañuelos y los envolvió alrededor de su cuello, funcionando como una especie de tapón. 

"Con esto debería bastar". Dijo más tranquilo. "Este lugar parece ser seguro. Yo me encargaré de vigilar mientras tú descansas. Tu celo debe haberte agotado"

Dae no se negó. Su cuerpo estaba exhausto. Apenas podía mantener los párpados separados. Veía todo borroso, empañado por el sueño y la fatiga. 

Necesitaba dormir por lo menos dos horas para poder pensar con claridad y moverse con facilidad.

Dae se recostó en una alfombra, utilizando prendas de vestir como colchón. Lo bueno es que la época primitiva lo había acostumbrado a este tipo de ambientes con escasos recursos. No se sentía incómodo ni nada parecido.

Dae cerró los ojos y se sumergió en la inconsciencia. Tame quedó solo, atento a los sonidos del exterior. Todavía escuchaba gruñidos y quejidos de vez en cuando. Eran alfas que vagaban por la aldea, olfateando en busca de su próxima presa.

Las manos de Tame no podían evitar temblar. Las estrujaba con fuerza, exigiéndose a sí mismo mantener la compostura. Iba a proteger a Dae costase lo que costase. 

Al mismo tiempo, pero a varios kilómetros de distancia, yacía un hombre alto y fornido sentado en un trono. Lo rodeaban varios alfas que mantenían la cabeza agachada y temblaban de vez en cuando ante la presencia dominante de esta persona. 

La locura no los había consumido y el deseo de cazar omegas era prácticamente inexistente, gracias a las intensas y poderosas feromonas que emitía el hombre. Era capaz de calmar sus instintos a la fuerza. 

Sin embargo, de un momento a otro, el hombre se puso de pie y abrió los ojos. Observó el paisaje tras la ventana, sintiendo su cuerpo arder y su mente ser consumida por un deseo incontrolable. Algo parecía estar llamándolo. Al parecer un omega en celo había despertado su gen de alfa y no podía luchar contra las ganas de ir por él. 

El hombre esbozó una sonrisa y sus ojos se oscurecieron. Había aparecido el omega que se convertiría en su pareja.

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