Quizás por el miedo o quizás por la incomodidad que causa dormir en aquel suelo, termine despertándome antes de lo pensando encontrándome así con la imagen de que Ivanty se encontraba particularmente haciendo berrinche lo que provocó que de igual manera yo terminase contemplando a Alexander.
Al verle allí dormido me dedique a observarlo y porque no, la verdad tenía la completa intención de disfrutar aquella imagen en silencio y por lo mismo tomar de aquel momento todo lo que pudiera rememorar.
En silencio contemple su absoluta pasividad y la sin igual tranquilidad que este reflejaba al descansar, su figura digna de cual sublime dios griego era indudablemente mágica ante mi mirada por lo que se me había hecho fácil para mi entender justo en aquel momento el por qué tantas mujeres le han de perseguir.
No voy a mentir la tentación de tenerle cerca pudo incluso más que la voz de la propia razón que se aloja en mi con indudable fuerza, así que con un sutil movimiento de apoco me acomode hasta encontrarme levemente recostada sobre mi antebrazo izquierdo quedando yo por ende un poco más alta que aquel.
Así por algunos segundos vislumbre su bien contorneado y varonil rostro tan bien formado y detallado con características totalmente varoniles y por lo mismo ignorando todo lo que la prudencia pudiera llegar a dictar con delicadeza dirigí mi mano hasta él.
Aunque no quería molestarlo había una fuerza dentro de mí que con mayor insistencia me invitaba a tocarlo y a gritos me reclamaba rozar mis dedos contra su piel.
Aquella voz resonaba con fuerza en mi cabeza como ninguna otra voz lo hacía, así que tras analizarlo algunos cuantos segundos dirigí la punta de mi dedo medio de mi mano derecha hasta lo alto de su frente ya que aquel se encontraba boca arriba y siguiendo una línea recta inicié mi recorrido atravesando la zona media de entre sus ojos, surcando con paciencia su fina nariz hasta llegar hasta sus gruesos labios.
Ahora siendo consciente de que todo en él era perfecto embobada allí me quede algún tiempo hasta que de forma sorpresiva aquel agarro mi mano y con una sonrisa me hizo pasmar.
— Me haces cosquillas.
— Lo siento, no quería despertarte.
— Y quien dijo que yo dormía, hace un rato ya que estoy despierto pero la tranquilidad que se siente aquí me hizo que me quedara quieto hasta que despertaras.
Alexander hizo una picara mueca tras morderse un poco la esquina inferior del labio derecho y tirando hacía no muy rápidamente me rodeo con sus brazos hizo que quedáramos prácticamente nariz con nariz.
— Pensaba que no me querías cerca y sin embargo, por tu justa voluntad te encontrabas sobre mí.
— Es que mientras duermes dejas de verte tan insoportable.
Y era algo cierto particularmente mientras se encontraba con sus ojos cerrados de él brotaba una deleitable calma que realmente yo disfrutaba, calma que se vio rota no muy bien aquel reacciono.
— Créeme que puedo ser mucho peor que eso, todo depende de que tan buena o mala seas conmigo.
— Me estas amenazando Alexander.
— No, solo te estoy advirtiendo pues los dos podemos jugar el mismo juego.
Sabía que con ello mis palabras acarrearían algo malo para mí y que ello solo lo provocaría de alguna manera cosa en la cual acerté pues cuando me encontraba tratando de escapar de entre sus brazos Alexander me presiono contra su cuerpo una vez más haciéndome su prisionera.
— Suéltame.
— No.
Aquel aun a sabiendas de lo incomoda que yo me podía sentir solo sonreía ante su evidente travesura y habiéndome acercado a él lo suficiente abandono un beso sobre mi frente.
— Me alegra mucho verte de nuevo animada, tienes algo de fiebre, pero no creo que por ahora empeore, así que será mejor volver a casa e intentar ver si esta vez podemos cruzar.
Aquel parecía preocupado por mí, pues quizás al verme en peligro algo en él había despertado, algo que se sentía bastante cálido y familiar.
— Hasta que por fin pronuncias una buena idea, será mejor salir de aquí.
Algo evidentemente sonrojada me solté y habiéndome alejado un poco de él me puse de pie, en tanto lo hice la sensación de vértigo me sacudió.
Habiendo dado algunos pasos que aparentaban más que nada los dados por un borracho me hice un poco hacía atrás y Alexander mirando lo que me ocurría rápidamente se puso de pie.
— Estás bien.
— Creo que sí, solo estoy un poco mareada.
— Tenemos que regresar lo antes posible a casa, en estas condiciones no creo que aguantes demasiado tiempo.
— Sí.
Por un momento Alexander y yo mientras él se cercioraba de que la hoguera se mantuviera apagada para evitar cualquier accidente, en tanto yo revisaba a Ivanty para cerciorarme del estado en el cual se encontraba aquel, allí por un tiempo más nos quedamos.
Habiendo terminado aquello Alexander se puso de pie y quizás por curiosidad se dedicó a observar a aquel lugar pues era indudable no sentir a través de su mirada que aquella inusual cueva era su total interés.
Pasado un segundo empezó a caminar como si se encontrase perdido mientras contemplaba el techo y las paredes como si buscara algo en especificó.
— Pasa algo Alexander.
Al haberle dirigido la palabra aquel y tras aquel hombre guiar su mirada en mi dirección Alexander aparento volver en sí por algunos segundos.
— No, tranquila — y de nuevo se enfocó en querer ver todo alrededor.
Entre pisadas iba y venía de un lado al otro solo siendo uno con sus pensamientos y junto a las paredes se paseaba toqueteándolas alguna que otra vez, hasta que llego a la pared del fondo donde se encontraba una hendidura tallada justo en la misma roca parecida más que nada a una repisa donde se solía antes apilar herramientas o al menos eso aparentaba.
— Aquí, justo aquí, sino me equivoco en esta zona de la pared hay algo tallado siempre y cuando no haya sido borrado.
— ¿Qué cosa Alexander?
Yo aun me mantenía lejos desempeñando mi tarea, pero una vez le escuche decir aquello deje a Ivanty y me acerque hasta él.
— Según tú ¿Qué es lo que hay tallado allí?
Alexander froto sus dedos contra la pared mientras que poco a poco la suciedad que se contenía en ella iba cayendo a su paso, a medida que lo hacía aquel hombre guardo silencio hasta que finalmente lo que se escondía detrás de aquella capa de mugre se reveló.
— ¡A & A! Qué significa eso.
Y casi en un susurró aquel dio su respuesta — Alexander y Ava.
— ¡Ava!
— Sí Milena, Ava... Así solía llamar a la nieta del señor Carlos el dueño de todo este lugar, pensé que como dijiste que no es la primera vez que has venido aquí que ya la conocías.
— Entonces tú la conoces, digo a la nieta del señor Carlos.
— Sí, yo era aquel niño que vivió en estas tierras durante cinco años pero que lamentablemente tuvo que irse de aquí aunque no lo quería.
Alexander aparentemente al ver aquellas iníciales en la pared fue particularmente movido quizás por un recuerdo, cosa que puedo decir ya que su voz se volvió casi apagada en tanto sus ojos no se apartaban para nada de aquel lugar.
— Disculpa mi atrevimiento pero si tú eras aquel niño porque te fuiste, tengo entendido que todos aquí te querían demasiado y tu partida fue un golpe muy duro para ellos especialmente para la pequeña Ava.
Alexander me observo, mientras en su rostro habían reflejadas las dudas que en su interior respecto a mí se contenían y la expresión misma de la desconfianza.
— Como sabes eso Milena.
— El señor Carlos y yo somos viejos amigos y siempre que vengo suele contarme de las aventuras que ustedes como niños solían tener corriendo por toda la propiedad, pues delante de mi habla de ello con tanta emoción como no tienes una idea lo que se me hace particularmente imposible no prestarle atención.
Alexander mientras yo hablaba atentamente me escucho como si lo que yo tenía para decir era algo sumamente importante al menos para él o quizás simplemente simulaba prestarme atención.
Pasado algunos segundos habiendo yo tomado a Ivanty de la crin me sostuve de él y en compañía de aquel hombre finalmente decidimos salir del interior de aquella cueva que durante aquella noche de tormenta nos sirvió de un agradable refugio, aunque no se sabe ni cómo o porque fue creada sin dudas eh de decir que fue nuestra salvación.