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Chapter 73 - Los juegos de Kreiger

Al abrir mis ojos, había perdido por completo la noción del tiempo y del espacio ya que para aquel instante aún me mantenía con los recuerdos muy presentes respecto a aquellos últimos instantes en los cuales aun me encontraba consciente y acomodada en el asiento del copiloto junto a Dominieck, así que al despertar al no saber dónde me encontraba me dispuse a observar todo lo que se mantenía esparcido a mi alrededor.

Al hacerlo realmente no pude evitar perderme contemplando los detalles rústicos que en su interior se mantenían y que daban vida a toda aquella recamara, dándole a la misma un aire especial y algo distinguidamente atractiva, pero sin dejar de ser obvio el hecho de que no le conocía, lo que la hacía ante todo un espacio totalmente nuevo para mí.

De ella de igual manera, emanaba un aroma muy característico bastante masculino, aroma que no muy bien se adentró en mi olfato hizo que de alguna manera la sangre en mis venas empezara a hervir, la energía empezó por ello a acumularse instantáneamente en mi cuerpo despertando aquel viejo deseo que tiempo antes había experimentado.

La sensación de vacío nuevamente se acumuló en la zona baja de mi ombligo ahogándome en un mar de sensaciones incesantes y atroces que buscaban consumirme sin darme tregua alguna.

Ante la inestabilidad que experimentaba, me vi obligada a dirigir mi mano derecha hasta aquella zona como lo había hecho mientras estaba en lo alto de aquel edificio junto a Dominieck buscando intentar deshacerme de aquella sensación, pero sin importar lo que hiciera aquella no cedía.

En tanto, fue justo cuando aún me mantenía de pie allí, que tras llevar mis ojos hacia abajo me percate de la presencia de mi tal majestuoso anfitrión, quien dispuesto justo próximo a donde yo me encontraba de pie presumiblemente dormido se mantenía recostado plácidamente como si nada estuviese sucediendo, completamente boca arriba mientras mantenía dispuesto su brazo izquierdo en dirección a la parte posterior de su cabeza permitiéndole esto hacer algo de altura.

Al verlo una idea perspicaz se hizo sentido en mi cabeza al entender una vez ante aquel, las palabras dictaminadas por Kreiger resumidas en la tan simple frase — " lo siento, luego me lo agradecerás ".

Por lo que sintiéndome algo estafada por el falso altruismo dispuesto por ella al darme de la nada tal libertad, al sentirme algo enojada tras habérseme olvidado por un momento de la presencia de aquel hombre dije casi sin pensar en un tono de voz medianamente alto — eres una tramposa.

Al haber replicado aquello, aquel hombre balanceo un poco su cuerpo sobre aquella superficie lo que provocó que quedara posicionado en dirección mía, pues aparentemente el ruido proveniente de mi, había despertado tal vez su sensible oído, aunque realmente no daba señal alguna de encontrarse algo espabilado.

Valla susto aquel me infirió en tanto yo me encontraba ni con la más mínima intención o deseo de molestarle, así que sintiéndome algo evidentemente tonta intente marcharme y así buscar salir de allí para permitirle finalmente descansar un tiempo más de mí.

Con cuidado y en puntillas di los primeros dos pasos que me ayudaron un poco a alejarme de Dominieck y tras dar el segundo proporcional al primero giré mi cabeza rumbo al suelo buscando tener bajo la mira cualquier cosa que me pudiese hacer tropezar y que por ende lo hiciera despertar a consecuencia del estrepito que se hiciese sentir, buscando de manera evidente huir de allí, cosa que no conseguí.

Dominieck claro que me descubrió y claro que hizo una de las suyas tras capturarme, pues habiéndome permitido dar aquellos dos pasos, con sigilo se despertó, con rapidez me sostuvo por la mano izquierda de la cual tiró y por ende me llevo hasta él y desde allí, bueno... la historia se balanceó en un ir y venir entre el placer ligado a la locura.

— Te tengo — replico no muy bien me tomo del brazo y me acercó con algo de brusquedad hasta el borde de la cama en su dirección, en tanto, yo a consecuencia de la perplejidad una vez totalmente próxima ya contemplando sus tan penetrantes ojos solo pude finalmente callar.

— ¿Qué haces aquí? — cuestionó instantáneamente aquel con algo de curiosidad e inquietud, pero de mí, aunque su pregunta fue totalmente bien dirigida no salió palabra alguna.

Dominieck me admiró de una manera hambrienta totalmente descarada sin hacer el más mínimo intento por esconder las completas intenciones que se enmarcaban en toda la longitud de su rostro, dando a notar que su insolencia no tenía para nada precedentes, al ver como ante él yacía evidentemente llevando pocas piezas que le privaran el disfrutar de la vista que aquello le proporcionaba.

En tanto, yo ahogándome en su mirada antes de que siquiera aquel me lo pidiese, y de manera consciente y con algo de intencionalidad, acerque mi cara hasta la suya derritiéndome en sus labios antes de que aquellos pudieran llegaran a siquiera tocarme y así sin poder detenerme abandone a su boca sin que aquel se lo esperase, ajeno a todos mis posibles deseos un endeble beso que solo propulso con mayor énfasis todos aquellos nuevos acontecimientos.

Respirando algo profundo intentaba no consumirme en el batir de su respiración queriendo aguantar cada nueva oleada de pensamientos que estar ante su presencia propiciaba aquel en mi tras perderse mi mirada en la desnudez de su torso.

Ante aquel aguantaba intentando reprimirme valla que lo hacía, pero era más que evidente que ante su tan varonil figura no iba a poder resistirme más tiempo pues mis deseos más banales, mis deseos aún más oscuros tomaron vida propia en la figura que Dominieck representaba en aquel instante.

Dominieck ante aquello no se hizo tonto, por lo que se dio cuenta instantáneamente de lo que por mi mente transitaba, cosa que confirmo al notar los movimientos inciertos que yo propiciaba aun encontrándome ante su presencia, al verme obligada a dejarme llevar por aquella misma manifestación que tomo mi cuerpo para sí, cuando por acción de lo que experimentaba termine guiando mi mano derecha nuevamente hasta la zona baja de mi ombligo.

Por lo qué, suponiendo imagino, tras aquel deducir que difícilmente tal momento se repetiría tan fácil y por nueva vez, que Dominieck como cual lobo hambriento no queriendo desaprovechar la oportunidad que el destino había puesto ante sus ojos se arriesgó, de modo que sin pensarlo dos veces aquel se lanzó con sumo deseo lleno satisfacción pues a fin de cuentas él era consciente de que se cumpliría lo que desde hace algún tiempo ya había empezado a desear de una manera algo frenética.

Por tanto, al notar mi tan clara disposición aquel me levanto sosteniéndome por la cintura como a cuál pluma y así giró su cuerpo sobre su propio eje y me acomodo sobre aquella porción de cama justamente a lado suyo y desde allí empezó a surgir aquella declaración firme tal vez de amor o tal vez por mero interés que a la larga ya no tendría retorno.

Acomodada sobre aquel placido lecho lo divise, Dominieck aún permanecía envuelto desde la cintura hacía abajo entre a aquellas cálidas sábanas que ante mis ojos ocultaban lo indescriptible pero que me permitían de vez en cuando notar la tan magnifica envergadura que su parte baja contenía.

El juego de mirarnos parecía tener vida, aunque prácticamente yacíamos allí quietos devorándonos a través del pequeño roce de nuestras miradas, aun a pesar de no realizar ni el más mínimo movimiento lo que provocaba que la energía aumentara considerablemente.

Su mano derecha cual arma de doble filo, ante la protesta famélica que su cuerpo realizaba en contra del hecho de no explorarme fue lanzada finalmente en mi dirección tras iniciar su recorrido con el leve roce de la punta de su dedo índice, el cual se deslizo desde la parte final del muslo hacía arriba buscando acercarse cada vez más a mis zonas más ocultas, convirtiendo a aquella ante mis ojos en la precursora de las caricias más exquisitas que mi ser podría llegar a experimentar.

Su mano ajena a toda negación se batía prácticamente como si tuviese mente propia por debajo de mis vestiduras dejando completamente nada a lo escondido, sus dedos recorrían cada extremo de mi piel como si buscara asegurarse de que aquello era parte de mi total decisión, no queriendo llevarse al final quizás alguna mala sorpresa ante mi posible negación.

Yo lo observaba jadeando despacio, mirándolo fijamente tras cada delineado que sus dedos alrededor de mi tan pequeño ser ante su magnificencia emitía, cosa que aquel disfrutaba como si ante todo fuese la primera vez que su alma al igual que a la mía quedaban en completa libertad.

Por el momento todo era eso calma, miradas llenas de incertidumbre, junto a leves toques llenos de completa ternura y nada más, pero el calor a medida que el tiempo transcurría aumentaba tanto en nuestros cuerpos, que aquellos simples detalles rápidamente se volvieron algo más y las exigencias que le acompañaban por igual.

Por lo que rápidamente, la calma se convirtió en desesperación, las miradas se llenaron de ambición, de caprichos sucios y sin pudor, los toques se convirtieron en manifestaciones directas de la tan incesante y esperada lascivia que se hizo en nosotros con fuerza, convirtiéndose en la forma más clara y pura del deseo que a nuestros cuerpos envolvía.

Aquel alfa finalmente había mostrado su verdadero rostro, aquel en el cual dominar era su mayor fuerte y en el que por medio de sus propias destrezas era capaz de moldearme a su antojo, hacerme gritar se convirtió para aquel momento en su deporte favorito uno en el cual no le importaba perder.

Nuestros labios para aquel instante se convirtieron también en espejos insaciables que se devoraban el uno al otro, sin sentido del tiempo, del espacio y aun menos de las consecuencias que las mismas aseguraban a nuestro futuro, y allí en aquella habitación envuelta en desconocimiento, pero siendo una con mis incesantes deseos termine entregándome a Dominieck, en cuerpo y alma.

Yo, una simple omega que había sido privada de manifestar la más mínima parte de su loba, ahora y justamente aquí, había sido marcada por un alfa que la reclamaba a ella como de su entera propiedad.

Dominieck me hizo suya, devoró mi cuerpo como si él y yo fuéramos las únicas personas en este mundo, como si no importase nada más que nuestros pensamientos y sentimientos, como si no le debiéramos nada a nadie.

Y así luego de que el fuego proveniente de ambos ardió y ardió con creces, tras llegar la calma aquel vació que me atormentaba de igual manera se atenuó hasta que finalmente desapareció dejando tras de sí los restos mismos sobre aquella cama de lo que el erotismo y la atracción representa, habiéndonos finalmente tras abrazarnos quedarnos completamente dormidos.