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Chapter 31 - Bienvenida seas tía Susan

La satisfacción que había sentido luego de haberle dejado en ridículo a Dominieck, no tenía precio por lo cual puedo decir que sin dudas si tuviera la oportunidad nuevamente de vivir todo esto que me ha tocado, lo repetiría de modo tal que atravesaría por las mismas circunstancias una y otra vez hasta llegar a tales momentos.

Sí... lo admito, sé que estuvo mal haberle hecho pasar tal vergüenza, pero nadie iba a poder imaginar que aquel reaccionaria de esa manera con tal y semejante quejido, lo que dio un toque perfecto a la situación, además de que lo hizo sin dudas un momento inolvidable.

Tomada por la risa que para aquel momento yo intentaba disimular mientras avanzaba siguiendo aquel camino termine de subir la colina completamente sola, guardando por sobre todo la prudencia; relajada una vez me tranquilice me acerque hasta los tíos, Lyall y Lina quienes, riendo, aunque también conversando aguardaban por nosotros.

— Los veo y no lo puedo creer, ambos son el vivo ejemplo de la relación que tienen tus abuelos, Emma — comentó la tía Susan una vez que me encontraba lo suficientemente cerca.

— Como dijo — cuestione una vez la escuche.

— Que Dominieck y tu son el vivo ejemplo de la relación tan bonita, pero difícil de entender que Eliot y Linsey tienen.

— Tía Susan, de verdad me reconoces o el tío Lombardi te convenció para que me hablaras con tanta familiaridad como para que no me quedara duda de que realmente sabes de mí — musité aquello al verme tomada por la sorpresa al notar lo rápido que aquella me había reconocido sin siquiera yo haberme presentado ante ella.

— Emma... no, porque dices eso, mírame soy yo, y nunca te olvidaría lo sabes bien, aunque los años transcurrieron y nuestra apariencia llegara a cambiar no lo haría, por lo que sería capaz de reconocerte por encima de cielo y tierra.

Comentó aquella en una primera instancia mientras su rostro se desfiguraba un poco por la tristeza tras escucharme, entre tanto continuaba diciendo.

— Yo sin dudas no podría hacerlo, me niego a ello, me niego a olvidar como jugabas en la gran casa Robinson allá en Venecia mientras que nosotros simulando ser niños te seguíamos, recuerdo como reías y brincabas por doquier llena de alegría llena de luz; eras una traviesa consentida a la que nosotros entregamos sin dudas todo nuestro amor.

La tía replicó aquella sin tardar y continuó antes de siquiera permitirme decir alguna palabra más.

— Pero sé que con unas simples palabras como estas no podrías llegar a convencerte y te entiendo completamente, aunque yo soy consciente que recuerdo todo de ti y de nuestras vidas en aquella gran ciudad.

Dominieck para aquel momento se terminó de acercar y se colocó justo a mi lado derecho, listo para escuchar lo que a continuación iba a ser dicho cosa que me imagino que mermaría un poco su curiosidad respecto a mí.

La tía inmediatamente al notar que tenía nuestra entera atención, llevo su mano derecha hasta su brazo izquierdo e intentó apartar las mangas de su vestido, buscando así descubrir la zona desde el hombro hasta el antebrazo, elemento que le dificultaba un poco hacer aquel movimiento por el largo de estas.

Tal elemento que aquella llevaba puesto el vestido era maravilloso, por lo tanto, relucía ante sus detalles, aunque aún así no era capaz de opacar la pieza principal la tía.

Aquel vestido era entallado en la parte superior desde el pecho, el cual permitía revelar un poco el escote hasta la cintura que aquel ciñese su figura a la perfección.

En la espalda constaba con la presciencia de unas simples tiras de tela anudadas en forma de un moño con las que se ajustaba aquel a la zona de la espalda baja dejando esta visiblemente descubierta en toda la parte superior, mientras que las mangas contaban con algunos volantes sueltos bastante sueltos que le daban a tal elemento un toque de frescura y porque no de una evidente comodidad.

Por otra parte, la falda tenía un largo promedio no más allá del alto de las rodillas un tanto ajustado en las caderas, pero aun así en la parte final de la falda mantenía un poco el estilo de las mangas y tanto este como los atuendos de todos allí los presentes eran característicos por relucir sobre todo el color blanco en casi toda su extensión.

Una vez logró descubrir aquella zona de su brazo, la tía musito — nunca podría olvidar esos ojos, pues como mismo me observas ahora con tristeza y con miedo, lo hiciste el día en que ocurrió el accidente por lo que hoy llevo esta cicatriz, recuerdo aquel momento como si hubiera sido ayer.

Indico aquella mujer antes de iniciar con tal narración, ante los ojos ajenos y desconocedores de mí, pues, aunque era consciente de que esto podría ser un riesgo para mi viendo que todo había tomado un rumbo claro y preciso el cual sin dudas se dirigía a revelar algo de mi historia preferí esperar por ende así notar que era ante todo lo que tal mujer iba a revelar sin intervenir.

En su hombro descubierto a la vista de todos se podían observar tres cicatrices visiblemente profundas, que sin dudas habían sido hechas por las garras de algún animal que indudablemente la atacó, así una vez se percató de que todos habíamos visto tal imagen aquella recalcó.

— Hacía menos de una semana que ustedes Eliot, Linsey y tu Emma habían llegado a Venecia, tu aun para aquel momento te mantenía ajena a Martín y a mí por lo que te negabas a acercarte por el miedo, la indiferencia y la desconfianza que sentías en contra de nosotros — comentó mientras su voz se sentía quebrar ante tal recuerdo.

— Lo recuerdas Emma, la verdad espero que sí — respiro profundamente mientras intentaba retener sus emociones antes de continuar hablando — aquel sin dudas había sido un día largo y tu pequeña, habías estado tenido varios episodios de fiebre cosa que Linsey explicó que se debía a que tu parte lobuna intentaba madurar a la fuerza, al ya no sentirse retenida...

Aquella mujer me miró como si el miedo de aquel día de nuevo se alojará en ella pudiendo incluso ser visible para mi atreves de sus ojos y de cómo su cuerpo se tensaba por lo que sentí como ella sin dudas se rompía desde dentro.

— Recuerdo que estabas acostada y que de la nada tuviste una crisis muy fuerte no muy bien nosotros ingresamos a la recámara tras querer intentar ver cómo te encontrabas, tras pocos segundos te despertaste balbuceando en tanto quejándote contra la nada, tal reacción te domino tanto que incluso aquella te llevo a transformarte y empezaste a atacarnos; eras tan pequeña, diminuta podría decir en comparación a tus abuelos, pero aun así eras una tremenda fiera.

Las expresiones por un momento en su rostro cambiaron y se hicieron un poco más suaves, mientras que de la nada empezó a sonreír.

— Tu Emma, eras una loba de pelaje completamente negro cosa que nunca había visto, puesto que Eliot y Linsey eran los únicos lobos que yo conocía y a diferencia de ti ellos son totalmente blancos; a pesar de ello te veías tan adorable con aquellos ojos azules brillantes con los que intentabas verte imponente, aunque solo eras una cachorra y el miedo podía verse dibujado en tus ojos, por lo que guiándome por tu imagen me confié en tanto por ende baje la guardia.

La tía alejó la mano de aquella manga y cubrió de nuevo aquella cicatriz por lo que colocándose de nuevamente firme en su posición se paró derecha mientras unía sus manos al frente a nivel de su vientre manteniendo sus buenos modales y entre tanto la formalidad.

— Me confié, sin dudas lo hice y tú lo notaste; inmediatamente te diste cuenta te lanzaste hacia mí, pero sin embargo nadie te iba a poder decir que en aquel momento yo, una simple humana terminaría dominaria a pesar del daño que podrías causarme, por lo que mientras te retorcias al encontrarte presa antes de nuevo perder la conciencia clavaste tus garras en mi brazo cosa que hiciste por algunos segundos antes de cambiaras de nuevo en humana.

Era sorprendente aquella sin dudas recordaba aquel momento y con completa claridad a diferencia de mí que solo tenía enmarcada una sola imagen en mi cabeza de aquella ocasión la cual más bien parecían solo una colección de retrasos dispuestos al azar.

— Tengo pocos recuerdos de aquel día — replique — salvo la imagen que me quedo antes de finalmente desvanecerme, tú yacías sentada en el suelo conmigo entre tus brazos sujetándome con fuerza oponiéndote rotundamente a soltarme, mientras que tus ojos se tornaban húmedos por las lágrimas, producto del dolor que sentías, pero aun así me sonreías.

— Sabes que lloraba pero no tanto por el dolor que pudiera sentir, sino porque lo que más aflicción me producía era el hecho de verte tan desprotegida y tan temerosa, ya que a fin de cuentas y lo vuelvo a recalcar solo eras una niña, no tenías culpa de lo que te paso, ni mucho menos de tu presente compartimiento porque solo estabas asustada, así que solo había que darte tiempo y llenarte de amor, ya que requerías sanar no solo tu cuerpo sino también tu alma.

— Lo has dicho bien tía, necesitaba sanar.

Aquella mujer me miró de la forma más atenta y dulce como nunca creo que alguien lo habría hecho ante mí fuera de los abuelos claro está, aunque a pesar de todo lo que más resaltaba en ellos era la curiosidad.

— Dime algo Emma, antes de desmayarte recuerdas lo que me dijiste aquel día.

— Como olvidarlo dije ″Lo siento tía″

Susan no muy escuchó aquello abrió los brazos en el aire, sin dudas aquella se encontraba bastante emocionada de finalmente verme luego de tanto tiempo por lo que no quería perder ni un segundo más para abrazarme.

En respuesta a ella la mire a la cara, de dos pasos me acerqué y la abrace con fuerza.

Hacía ya mucho tiempo había olvidado la sensación que aquellos brazos me producían, ya que siempre solía sentirme segura envuelta en tal muestra de afecto que la tía Susan y la abuela Linsey solían ofrecían con mayor frecuencia a diferencia del abuelo y el tío; ya que de aquellas emanaba un calor especial, tanto que podía decir que se asemejaba bastante este al calor que una madre sola es capaz de dar.

— No sabes cuanto te extrañe mi pequeña Emma o debería de llamarte meramente Emma pues mirándote bien estas echa ya toda una hermosa mujer.

— Tu y el tío saben bien que pueden llamarme como gusten.

Susan estaba emocionada completamente extasiada ante tal sorpresa — sabes Emma cuando Martín me llamó por teléfono y me dijo que te había encontrado hace unos días salte de completa emoción al escucharle, simplemente no lo podía creer.

— No sabía que estaban aquí, si lo hubiera sabido antes sin dudas hace tiempo hubiera venido a Belcier, pero no imaginas tía cuánto me alegro de poder encontrarles.

La tía me aparto de ella coloco sus manos sobre mis hombros y comentó — como que no, Eliot y Linsey no te lo dijeron, pues ellos sabían perfectamente dónde encontrarnos.

— No, cuando ustedes se marcharon lo único que me dijeron fue que ustedes se habían mudado a una ciudad cercana, pero específicamente no me dijeron a cuál, mucho menos en donde se encontraban y aún menos cómo dar con ustedes.

La tía alejo sus manos de mi queriendo darme mi espacio, manteniendo ante todo aquella expresión de duda tras conocer tales palabras, pero, aun así, continuaba tal mujer con aquella interrogación tratando de no infundir en mi miedo o duda por lo cual yo intentara cambiar de tema o simplemente me negara a hablar.

— Pero si no sabías que estábamos aquí como Lombardi y tú se encontraron.

— Imagino que puedo decir que eso solo fue suerte, llegué aquí luego de vivir una temporada en el exterior y por casualidad termine conociendo a Lina — giré mi cabeza para observar a aquella chica quien se mantenía unida dulcemente de la mano de Lyall, escuchando con atención

— Gracias a Lina y a la ayuda que me otorgó en un momento en el cual no me encontraba bien económicamente termine encontrándome con el tío, una vez esta logro hacer que Martin me entrevistará para un puesto de trabajo en el Gran Atlante y allí la sorpresa no se hizo esperar, a ella le debo mucho más de lo que se pueda llegar a imaginar.

Replique una vez mientras una sonrisa llena de ternura se formó en mi boca al ver como Lina desde donde se encontraba sollozaba al escucharme hablar así de su persona.