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Chapter 30 - Tu me atacas, yo respondo

Lyall ingreso en aquella sala con la cara completamente seria cosa muy común en él.

Ahora bien, al notarlo por ende escudriñarlo de pies a cabeza pude darme cuenta de que al igual que nosotros aquel llevaba un atuendo no acorde con su personalidad por lo que puedo decir que aquí todos probablemente decidimos meramente complacer a Lombardi antes que retarle.

Podría ante todo llegar a decir que aquellas incluso eran un tanto parecidas a las prendas de vestir que llevaba Dominieck donde relucía el blanco, salvo por el hecho de los detalles los cuales, en aquel, aquellos se divisaban en un color rojo que a sinceridad estimo era lo único que lo hacían diferentes.

Dominieck tras verle aparecer inmediatamente le increpó curioso por descubrir la razón de su presencia allí.

— ¿Qué te trae por aquí Lyall?

Mientras esté inmediatamente sin esperar de continuo contestó.

— He venido a darles aviso de que la presencia de ambos se es requerida.

— Y eso porque — pregunte ante la duda — hace falto algo más — suponiendo quizás que se había obviado algún detalle.

— La señora Susan ha llegado, se encuentra en el lugar del recibimiento y quiere verlos a ambos.

Aquello una vez salió de su boca retumbó en mi cabeza y se hizo sentir ante la sorpresa, sabía de antemano que ya era tarde, pero para nada imaginaba que ella se iba a presentar de forma tan puntual, ya que por más decir que somos hijos del tiempo y de las circunstancias.

— ¿Cómo, pero cuando llegó?

— Hace un momento justo a la seis en punto su auto arribo a la entrada y Martín la dirigió de una vez hasta la colina.

Valla que sorpresa habían suscitado aquellas palabras en mí, así que en vista de tal llamamiento me aleje del brazo de Dominieck, me acerque hasta la señora Meredith, le di las gracias por cómo me había tratado y me despedí de ella, pues estimaba que al mañana ser nuestro último día en la residencia ya no le volvería a ver más.

Una vez lista regresé al lado de Dominieck y mirando de nuevo en dirección a la entrada repliqué tras cerciorarme de algo.

— Un momento a dónde se fue Lyall.

A lo que Dominieck contestó — inmediatamente diste la espalda se marchó.

— Dime algo Dominieck, es que aquel no puede estarse quieto ni tan solo un segundo.

— La verdad no, siendo mi mano derecha sin dudas es complicado que aquel pueda saber enteramente lo que significa eso, bueno podamos, porque yo sin dudas no soy la excepción.

— Pues él y tú tendrán que aprenderlo tarde o temprano, el trabajo junto a la sobre exigencia le harán descubrir probablemente de mala manera que la vida no siempre se debe de tomar en serio.

Dije aquello con el corazón en la mano emanando una genuina preocupación, porque era de mi entero conocimiento de que para aquellos dos descansar era un lujo más que una necesidad.

Lina y yo a fin de cuentas lo terminamos descubriendo uno de aquellos días en los cuales Lyall se había quedado a vigilar en el apartamento.

Por mera casualidad aquella noche ambas terminamos encontrándonos despiertas a eso de las tres de la mañana tras escuchar cómo desde la sala se adentraba a las recámaras el sonido de alguien que parloteaba enojado.

Lina y yo tras escucharlo no dudamos en salir de nuestras habitaciones tras la sorpresa junto al sobresalto que aquello nos provocó despertarnos, por lo que por ende terminamos tropezando con aquel una vez cruzamos el pasillo e ingresamos a la sala común, quien tras vernos intentó disimular su evidente molestia.

En aquel momento a pesar de tal emoción Lyall permanecía fresco como una lechuga, sus ojos se veían atentos y no había ni la más mínima señal de que aquel hubiese dormido.

Verlo tan lleno de energía a esa hora de la madrugada nos sorprendió bastante, tanto que incluso terminamos interrogándole respecto a que si no se encontraba exhausto a lo que a fin de cuentas terminó revelando lo ya dicho.

Dominieck me escuchó, pero se mostró indiferente, incluso se podría decir que aparentemente aquel desconocía que al respecto yo sabía acerca de su poco descanso por lo que mostrando una actitud completamente desinteresada en cuanto a tal tema y solo musitó.

— Como digas.

Molesta por sus fatales y visibles incongruencias que sin dudas de nuevo aquel emitía, tras respirar hondo me acerqué a él y me sostuve de su brazo mientras lo seguía hasta la salida, mirando hacia el lado contrario intentando no explotar.

Ya en el exterior fue inminente que nuestra vista no buscará perderse en dirección a la colina donde los demás yacían aún de pie esperando por nosotros.

Aquel hombre y yo caminamos guardando ante todo la tranquilidad con la que ya desde un principio habíamos tomado una vez abandonamos mi recamara; hasta ahí todo iba bien, pero a medida que avanzabamos en aquel trayecto y mientras más nos acercávamos yo comencé a temblar.

Ideas un tanto erradas comenzaron a cruzar por mi cabeza hasta que a fin de cuentas mis nervios comenzaron a fallar tras divisar a la tía Susan de pie a un lado del tío Lambardi tan hermosa y radiante como siempre quien me observaba atentamente.

La vi y no pude evitar temblar aún más de lo que ya lo hacía puesto que por ende el dudar domino mis pensamientos, tenía miedo por lo que pudiera ocurrir, me aterraba el hecho de enfrentarme a la realidad por ende tener que luchar incluso contra la posibilidad de que aquella no me reconociese o que simplemente tal mujer se negara a acercarse a mí, cosa que era ilógica cuando se trata de la familia, aunque no era imposible por los años que ya habían transcurrido desde la última vez que nos vimos.

Tenía miedo podría decir que incluso era uno abrumante, temía que mi presencia no fuera de agrado para ella y que en vez de traer alegría a tal celebración mi presencia solo terminará significando un mal recuerdo para aquella mujer en tal día.

Aunque no quería demostrar mi malestar no pude evitar aferrarme al brazo de aquel hombre que me acompañaba, así que en un acto de consuelo llevé mi mano derecha la que traía descolgada hacia un momento hasta su antebrazo donde la uní junto a la otra.

Dominieck al instante se percató de ello por lo que noto casi de inmediato mi incomodidad tanto pudo hacerlo que incluso parecía que aquel era capaz de leer mi mente, así que en un descuido mío detuvo su marcha mientras yo de forma inconsciente intentaba dar otro paso más.

— Porque te detienes — replique al verlo allí quieto.

— Porque antes de continuar necesito asegurarme de algo.

— De qué cosa — pregunte y espere recibir una respuesta lógica en cuanto a ello, pero no, en cambio lo que recibí fue ante todo de mal gusto.

Tal sujeto tras yo preguntar me hizo girar sobre mi propio eje un poco en dirección hacia él, me obligo casi a que le mirara a los ojos fijamente, pensé que quizás tenía algo realmente importante para decirme, pero no, en cambio aquel término haciendo o mejor dicho diciendo una frase que solamente podría venir de él en tales circunstancias.

— Si no sonríes me veré en la obligación de morderte en el cuello delante de todos, hasta que te pongas roja y realmente te de motivos para temblar.

— ¡Eh!...

Ante su mensaje fue inevitable, me sonroje y en la esquina superior de mi boca del lado derecho se dibujó la silueta de lo más parecido a una sonrisa salvo por el hecho de que no lo hacía por gusto sino por vergüenza.

Dominieck pensaba que replicando tales palabras algo de gracia se vería influenciada en mí, pero no, en cambio de él aleje mis manos, retrocedí algunos pasos, agache la cabeza e intente contener el disgusto que se había formado con una mayor fuerza en mi alma.

— Te parece gracioso — cuestioné y de forma sarcástica de él recibí un...

— Un poco.

Lo escuche, levante la cabeza y le miré, allí se mantenía tan tranquilo, aún más que despreocupado mientras que en su boca se alojaba una sonrisa curvada más allá parte del evidente sarcasmo que de él emanaba.

Pensé en tanto que debía de buscar la forma de desquitarme, porque ante todo esta hazaña no se la dejaría pasar tan fácilmente, aunque sea debía de cobrarme y con intereses una de las tantas cosas que hasta ahora me ha hecho, pero sin montar de mano de ella una gran escena.

Por lo que siguiendo su juego forme una sonrisa completamente en toda la curvatura de mi boca con evidente malicia, de nuevo me acerque a él sosteniéndolo por el antebrazo con ambas manos y lo hice caminar a prisa.

Con reserva espere de manera sigilosa a que tal hombre no me mirase, sino que más bien enfocara su vista en dirección al camino que teníamos en frente y así yo poder llevar mi plan en marcha.

Mi idea era corta pero precisa, solamente debía de convencer a mi loba de que me obedeciera por tan solo un segundo meramente para que me permitiese sacar de entre mis dedos un poco de las garras específicamente la punta de aquellas, elementos que usaría a fin de cuentas para clavarlas directo en la piel de tal sujeto a través de aquella pieza de ropa, cosa que me sorprendió poder lograr puesto que sobre ella tengo muy poco control.

Cualquiera se preguntaría porqué pasa esto si se supone que soy una mestiza y ante todo por lo menos eso debería de controlar mi parte animal, aunque en mi caso no es así puesto que se debe a que desde muy niña mi loba dio señales de ser muy rebelde una vez empecé a crecer por tanto empecé a convivir en la que se suponía era mi familia, los autores de mi sufrimiento.

Lo que yo no podía hacer como humana tanto de llevar la contraria como defenderme ante los ataques que recibía ella sin dudas a pesar de ser tan joven cuando me convertía, se las cobraba y con intereses.

Debido a esto en la manada todos se mantenían con reserva cuando se hablaba de mí, incluso simulaban reflejar un falso miedo sentimiento que disimulaban a la perfección y el cual usaban para acusarme de incluso de cosas de las que yo no era culpable, por lo que preferían atacarme física y psicológicamente para mantenernos a raya a ambas.

El abuso por años fue constante y continuo, desgarrador por más decir, hasta llegar al punto de que yo misma me desconocía por ende me detestaba sin dudas odiaba todo de mi hasta que finalmente llegó a aquel trágico día y mi futuro cambió.

Ahora bien, dudo que cualquiera se pueda imaginar el quejido fuerte y un tanto afeminado que Dominieck lanzó una vez sintió como mis garras eran clavadas en su piel, su gritó fue un tanto agudo del cual solo se podía distinguir la primera letra de las vocales siendo eventualmente alargada — Aaaaa.

Refunfuño aquel mientras daba algunos pequeños saltitos tras sentir el sabor amargo de tal dolor — ya Emma, suéltame... basta — entre dientes comentó intentando emitir aquellas palabras resguardando su dignidad ante todo de los ojos de los espectadores.

Cuando me sentí a gusto al verle retorcerse retiré las uñas y aparte mis manos de él, ante tal logro la satisfacción vino a mí y vaya que la disfrute.

Una vez que me cansé de celebrar dirigí mi vista hasta su persona quien aún permanecía allí perplejo porque se negaba a creer lo que yo había hecho.

Delante de sus ojos enmarqué una sonrisa viva y radiante al tiempo que decía — ahora sí, ahora si estoy perfecta, gracias a ti Dominieck — y dándole la espalda me aleje de él intentando cubrir mi boca para que no se escuchara de forma tan estruendosa la risa que procedía de mí.