Chapter 9 - Capítulo 8

La noche llegó con un manto de anuncios. Exceptuando las zonas construidas por las familias que lograron expulsar a los pueblos nativos, muchas de las montañas contienen historia y legados ancestrales, pero las partes más altas pertenecen a la gente con dinero, para el resto, como Sifuentes, lo que les espera es un sitio anodino con enormes cantidades de luz proyectada en las nubes, formando palabras, insinuando productos, vendiendo sueños que a nadie les sirven pero ayudan al paso de la apática vida de los habitantes.

Un reloj marca con engranajes la hora, regalo de separación, construido bajo los estándares de los dispositivos mecánicos, obtuso y bastante tonto considerando que se le entregó mientras estaba en una celda, protegido con láminas de aleación nadie puede abrirlo y menos dañarlo, fuera de la suspensión magnética de su base, no tiene ningún tipo de tecnología avanzada. Da la hora, como se suponía que era su función en sus tiempos, no muestra mujeres, paisajes o música, se apega al lento correr de sus manecillas, vaya que Haggard apreciaba su monotonía, necesitaba aferrarse a algo que no tuviera tintes de paranoia.

Un tic un poco más alto le indicó que ya era media noche, fue cuando sus pies lo arrastraron a la cama, las palabras de sus especialistas lo acosaban incluso bajo la capa térmica que lo mantenía a unos cómodos 20 grados Celsius, había espías, según lo que le dijeron esas cintas de colores solo se notaban bajo la luz que estaban experimentando, fuera de los halagos que se daban los unos a los otros era claro que había un cambio en lo que tenían por vida, así que los reunió en la sala la cual según Luca estaba "protegida". Ahí les dijo lo que había recibido de indicaciones, no implicó un riesgo de despido, pero sí solicitó que todos comenzaran a contemplar la posibilidad, la supervisora fue la única que se mostró insatisfecha.

― ¿Qué si nos espían? ― Su voz ligeramente aguda resonaba en un intento por darse a entender ― la empresa nos mandó aquí por insubordinación…es claro que nos estarían vigilando.

Esas palabras cerraron la junta, ninguno quería decir del todo porque estaban ahí, todos conocían la historia de Sifuentes, pero para el resto solo aquello que habían elegido decir se consideraba "su verdad". La tecnología utilizada no era nueva, pero pertenecía a uso militar. Mientras el sueño lo encaminaba a un mundo libre de publicidad por una módica suma, su último pensamiento estaba relacionado con la cita del día siguiente.

El fuego se propagaba con gran intensidad, pero con una sensación de irrealidad, como si no le afectase. En sus manos una confiable espada, portando una armadura de cuero, atacando criaturas verdes con una sensación de jade, las habitaciones lo atraen y viaja abriendo cajones y tomando plantas medicinales, sus manos se mueven con una gran maestría y en cuanto elimina a la última de ellas un gingle le asalta el oído.

― "Visítanos, en Ouroboros haremos que tu sueño se cumpla" ― Le dicen susurrándole.

Lo único que puede pensar Haggard en semi-inconsciencia es en tomar su equipo de comunicaciones, tras manipular la pantalla un mensaje lo trae a la realidad, no pagó el servicio a tiempo, los anuncios de la fase theta del sueño siempre han sido controversiales, pero nunca son penados dado que la mayoría experimenta cientos de pruebas antes de jubilarse y a un bombardeo constante se vuelven algo que aspirar a vivir, por lo menos para los que quieren seguir con vida después de la vejez.

Mientras su café comienza a llenar la taza revisa el dossier de empresas, en estas se proyecta donde se abrieron las primeras sucursales después de Ouroboros, según T.I. podían usar la excusa de una visita de control de calidad para poder entrar y comenzar a revisar si estas empresas realmente están ligadas entre sí. Por supuesto que, si mientras podían saber de dónde salió el hardware o los desarrolladores de la tecnología involucrada qué mejor. El pan es de un hongo, producto promovido como "la mejor solución al uso de levaduras tóxicas que se siguen usando en el pan", al menos eso rezan los eslóganes de la sociedad saludable de América, Sifuentes lo consume solo porque sabe decente y es barato al pagarlo con los vales de la empresa, a escondidas revisa su saldo en el banco, los números lo asaltan, rojos bastante deprimentes, no debe dinero como tal, pero en cuanto tenga más de 1000 dólares el Estado retirará ese dinero para pagar la manutención de los hijos que dejó su esposa en adopción. La regulación estipula que como la mujer sufre daño psicológico por la adopción está exenta de dichos pagos a menos que se emita una resolución del juez, pero a Haggard no le importaba: No tenía cómo gastar dinero como para darse el lujo de pagar abogados.

Vestido con sus mejores ropas de supervisor, se dirige al sur, justo a la salida del pueblo que tiene la mayor zona de intolerancia que existe, ahí están congregadas las religiones y los seguidores más fervientes y extremos, ahí todo tenía que seguir un estándar de pureza, religiones extremas como la musulmana fueron las primeras en ser expulsadas, ya que vigilaban el respeto a la ley pero solo de forma parcial, sin considerar que la mayoría vigilaba los preceptos religiosos a rajatabla, sin perdonar licencias poéticas en la interpretación de su ley, los cristianos tienen varias ramas de su creencia, los judíos ortodoxos o los pertenecientes a la religión católica ortodoxa solo pasaron con un poco de problemas, sin embargo todos tienen (aparte de sus leyes ridículas en opinión del resto de la ciudadanía) un enemigo en común, todas las empresas de envío a otros planos están prohibidas, los que mueren en esa ciudad no pueden acudir a ninguna de estas empresas, los descubiertos son tratados con la "Ley de Usos y Costumbres religiosas". Los culpables o los que no pueden demostrar su inocencia a tiempo generalmente son muertos y sus cuerpos mutilados, en opinión de Sifuentes solo vale la pena el lugar porque todos están encerrados ahí, mostrando sus colmillos los unos a los otros sin preocuparse por el resto de la humanidad, lo que a opinión suya era algo encomiable.

El coche se dirige a la mayor sucursal de edificios de la clase media, en el centro una sola estructura de docenas de pisos, enclavada en el centro de un parque con letras para los residentes que dicen: "Provincia Oculta del Nirvana Original".

Pero mientras el auto es escaneado las letras se deslavan lentamente dejando su nombre, menos rebuscado, pero objeto de la visita de Sifuentes: "Centro de Envío a los Placeres que solo se obtienen en el Nirvana de las Realidades Alternas".

Mientras su auto desciende, la única pregunta que se mantiene en la cabeza del jefe de atención a clientes es: Cómo en un sitio así, con una premisa como la suya es el único sitio que no tiene ninguna queja desde su fundación.