Las nevadas se detuvieron por completo casi un mes después de ataque del cazador, y ninguno de nosotros vio nunca repercusiones, ni grupos de búsqueda, ni nada que indicara que nos buscaban, lo cual fue un alivio para todos. Crox ya estaba recuperado casi por completo de la herida de flecha que recibió en el muslo, sólo necesitaba ejercitar la pata, pero debido a su falta de pareja, Kass se unió a él en un par de sorprendente harmonía, considerando lo repentino de la situación. Las tres hembras mayores cazaban juntas.
La coloración negra del pelaje de mi pecho que me preocupaba no progresó más, así que dejé de preocuparme al respecto. Más bien, mis preocupaciones se voltearon en una sorprendente dirección. Un olor extraño manaba de las hembras de mi manada, una esencia que me provocaba de... Extrañas maneras. No sólo yo era afectado, podía ver a los demás lobos excitados y rondando a las hembras, pero nunca se les acercaban; era evidente que yo era el único que me sentía incómodo al respecto; no tardé en comprender que era la temporada anual de celo. En ese momento caí también en la cuenta de que faltaba un mes para cumplir mi primer año de vida, algo en lo que apenas había pensado desde... desde que recuerdo. La visión de líder montando a una de las hembras mayores que nos habían seguido durante nuestra migración cimentó mi creencia sobre la época de celo. Por supuesto, sólo líder se aparearía, el líder posee prioridad absoluta al respecto, y actualmente no tenemos la capacidad para proteger a más de una hembra y sus cachorros; me sentí aliviado de por una vez no tener que preocuparme por mi mente y mi cuerpo oponiéndose entre sí, en vista de que no importaba cuál suprimiera si el resultado era el mismo. Sei, como llamé a aquella hembra, rondaba alrededor de líder desde que fue elegida, demostrando así su posición junto a líder por encima del resto de nosotros.
En esos días, a base de observaciones en cualquier factor extraño a mi alrededor, en busca de cualquier alteración causada por el cambio de mi pelaje, noté una peculiaridad bastante curiosa a mi alrededor: a menudo, cuando reposaba a las sombras, como era mi costumbre y la de varios otros, los demás lobos a menudo perdían mi presencia, a veces llegando incluso al punto de tenerme justo delante y no verme hasta que me daba a conocer. Era un fenómeno absolutamente anormal, y lo único que se me ocurría era el gram. Coincidentemente, empezó a ocurrir al mismo tiempo que, en una particular tarde en la que la nieve cesó temporalmente su caída, navegaba en el mar de conocimiento extraño implantado en mi mente, di con detalles aparentemente irrelevantes sobre la naturaleza y comprendí un poco sobre la relación entre la luz y la sombra, cómo una representa la ausencia de la otra, y como dependen la una de la otra para existir. No tenía pruebas que relacionaran aquello con el fenómeno de mi falta de presencia; parte de mi seguridad al respecto se debía a que instintivamente sabía que estaban directamente relacionados. La otra parte se debía a ese mismo banco de información eztraño
Como muchas cosas que inexplicablemente surgían en mi mente oportunamente, conseguí algún tipo de explicación del fenómeno: los magram adquieren con el tiempo conocimiento intuitivo del manejo del gram con el que más afinidad tienen. Si pienso en el oso llameante al que derribamos al inicio de novan, él habría sabido por instinto cómo manipular el gram para cubrir su pelaje en llamas, pero no habría sido capaz de explicarlo a nadie, y cualquier otro fenómeno no relacionado al fuego tendría que aprender a usarlo más adelante por sí mismo. En mi caso, adquirí el conocimiento muy temprano y de una forma detallada, así que además de usarlo, también podía explicarlo hasta cierto punto; era probable que el camuflaje que usaba por accidente al pasar tanto tiempo a la sombra fuera el primer paso para aprender a manipular el gram. En adelante debía aprender a controlar lo que ya había adquirido, meditar para comprender más a fondo la esencia de las sombras, y si lograba comprender otro aspecto de la sombra, esperar que el arte se manifestara antes de poder aprender a controlarlo. Con mis planes dijados, me limité a pasar menos tiempo bajo la sombra cuando no estuviera solo, de forma que mis camaradas me encontrarán más fácilmente al buscarme, y practicar mi control del camuflaje cada vez que tenía oportunidad. También intenté activar voluntariamente la visión de almas, como empecé a llamar a las motas de luz que a veces flotaban alrededor; hacía meses, cuando la sensación estaba fresca en mi mente, podía hacerlo con sólo un pensamiento, pero con el tiempo me olvidé del asunto y perdí la capacidad, por lo que debía hacer lo posible y recordar aquella sensación desde el fondo de mis recuerdos. Sólo tuve éxito momentáneo un par de veces, y ninguna en momentos útiles, pero pude ver, por la duración de unos instantes, la luz entera y completa, de diferentes naturalezas, de los lobos que me rodeaban, y ese pequeño éxito me hizo sentir extrañamente feliz.
Aquellos últimos días de novan, en su belleza, restauraron mi ánimo por la pérdida de un compañero y trajeron de vuelta el espíritu de la manada. Un mes después, cuando el frío cedió y los primeros signos de niebla se alzaban, dos nuevos miembros de la manada vinieron al mundo.