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Chapter 8 - El primer round

Las cárceles, abarrotadas de delincuentes, eran par Al' Khaled un germen para la sociedad. El creía en la ley del talión, ojo por ojo, bala por bala, puñalada por puñalada. Pero ya no había tiempo para impartir buena justicia, sino un ejemplo a la moralidad cristiana y a la humanidad misma de como la Sociedad del Árbol Eterno comenzaría a solucionar el problema humano.

Hoy todas las cárceles del gran Santiago, así como las de una centena de metrópolis en el mundo, volarían por los aires o se quemarían hasta los cimientos. El Buitre apoyaba eso y medidas aún más drásticas, él se encargaría por su parte de que el plan funcionase en la Cárcel Nacional, un montón de guardias que desearían haber muerto en la explosión.

El "Plan Purgatorio" se ejecutaría simultáneamente a las 4 am. Para ese entonces todos los asesinos de la Sociedad ya deberían haber colocado las bombas y estar fuera de las prisiones. Talia por su parte usaría su videncia para coordinar los movimientos desde Berlín. Muy lejos de donde le gustaría a Siegger que estuviera. Aquello desconcentraba un poco al Doctor en sus quehaceres, se sentía un tanto desvalido ya que en todas las misiones anteriores la joven asesina había estado con él, la presencia de su amada se había vuelto un potente incentivo.

Pero ahora su misión era más importante.

Siguió colocando bombas usando su característico sigilo nocturno, rehuyendo de las luces de guardia y asesinando silenciosamente a cada gendarme que encontraba en su camino, una vez la prisión fuera lo bastante segura, varios asesinos entrarían a hacer caos y detonar las bombas, culminando así el plan del maestro.

Pero la noche era demasiado tranquila, de pronto Siegger notó como una presión asechaba a su espalda, una sensación de muerte que recordaba muy bien, "El de los Ojos de Sangre", el Segador Redhand.

En una maniobra evasiva Siegger se dio vuelta y saltó hacia atrás esquivando el potente ataque del asesino del Gremio, la palabra taladro se aplicaba muy bien a lo que vio y especialmente escucho, el ante brazo de RedHand se movía sobre su propio eje a una velocidad inhumana, a la velocidad de un taladro y con los mismos efectos devastadores, el suelo había quedado completamente destruido.

-Si eso te hubiera matado me hubieras defraudado- pronuncio RedHand con una sonrisa desquiciada, emanando muerte por los ojos ocultos tras unas particulares gafas naranjas, para el Buitre pareció un gigante de cabello blanco," la Parca" misma que venía a buscar su trofeo.

-Tendrás que esforzarte un poco más si quieres asesinarme- aunque la capucha ocultaba su rostro se notó la misma sonrisa de locura.

-Veamos entonces- pronunció RedHand antes de desaparecer a una velocidad vertiginosa.

El Buitre soltó una decena de bombas de humo para poner el escenario a su favor, aunque aquello no parecía ser un obstáculo para RedHand, que atacó otra vez con un potente golpe de palma que lanzó a Siegger por los aires hasta chocar en el muro.

-Me equivoque- dijo RedHand con tristeza;- me defraudaste, eres uno más del montón-.

El buitre vio la imposibilidad de seguir con la pelea, su enemigo era más fuerte y veloz, debía arrancar, debía huir de alguna forma. Lanzó otro puñado de bombas de humo y otras de luz haciendo todo un show visual impenetrable incluso para los ojos de RedHand.

Siegger se movió como el viento, corriendo casi lateralmente paso justo por el lado del confundido RedHand, pensó en cortarlo, pero si delataba su posición podría salir desmembrado del encuentro, solo huyó, pensando talvez que su contrincante lo había dejado escapar.

En tanto saltó el muro de seguridad hizo la señal al resto de asesinos, que seguramente ya habían sido alertados por Talia, la prisión debía estallar ahora o se perdería.

Estalló. En un estruendo que sacudió toda la ciudad.

El plan tuvo que adelantarse una hora, en todo el mundo.

-¿Qué paso? ¡Buitre!- exclamó enfurecido uno de los asesinos.

-Corran...- pronunció Siegger sin aliento;- la muerte vino por nosotros-.