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Chapter 2 - Cap. 1: Por supuesto, soy el protagonista.

Un gran resplandor fue lo primero que me acompañó a mi nuevo mundo mientras caía desde una altura considerable sobre un río de agua helada. Perdido y desamparado, empecé a intentar encontrar lo que era arriba y abajo en la oscuridad, no quería ahogarme nada más renacer. En el fondo del río algo blando y frío se revolvió en mi mano. ¿Qué clase de monstruos habitaría este mundo? Mi mente era un hervidero de ideas lovecraftianas que se cortó cuando la frialdad salió del agua y resultó ser una mujer.

Nos miramos a la luz de las estrellas, sorprendidos. Era un poco más bajita que yo, con una larga melena rubia que se mezclaba con el río, de rasgos delicados, piel blanca, grandes pechos... y uno de ellos estaba en mi mano. Ambos debimos darnos cuenta al mismo tiempo, pues bajamos la mirada hasta ésta.

Me abofeteó a la vez que gritaba a pleno pulmón, y echó a correr en dirección opuesta.

-¡No, espera! - le grité mientras seguía sus pasos. «Rápido han empezado los jodidos tópicos»- ¡Ha sido un malentendido!

En su huida debió tropezar con algo, pues cayó en el borde del río y yo fui a parar encima de ella... de nuevo. Durante una fracción de segundo quedamos en silencio y su pelo se cayó con delicadeza, dejando entrever una oreja acabada en pico.

-¡Sarae act tenaemi! -Sus ojos azules empezaron a resplandecer tenuemente mientra su mirada se endurecía, las venas principales de su cuerpo siguieron el tintineo en color y ritmo. - Aléjate de mí, pues soy Shaena Nanhartiel, princesa del mayor imperio élfico conocido a este lado del Río Gaerel. Y si me tocas un solo pelo tú y tu estirpe lo lamentaréis y tu capa del infierno será borrada con nuestra magia helada, demonio.

-¿Demonio? ¿Yo? - Le increpé con incredulidad mientras me levantaba.

-Sí, tú disfraz de humano es casi perfecto, pero tu impía ánima no puede ocultarse por completo, un demonio no puede ocultar sus cuernos aunque se disfrace.

-Tengo... ¿Tengo cuernos? - Empecé a buscarme en la cabeza, tal vez esa diosa me hizo no ser un humano en esta reencarnación.

-Ahí no, aquí. - Y lo que agarró no fue un cuerno. «De verdad que voy a odiar este mundo». Al contacto con su fría mano un escalofrío recorrió mi espalda y sus ojos se abrieron hasta una mueca grotesca. Antes de desmayarme pude ver un último brillo en sus ojos azules, un gran bloque de hielo saliendo de sus manos directamente contra mi pecho y el río abrazándome en sus aguas heladas una vez más.

* * *

Cuando recobré el conocimiento intenté incorporarme y noté cómo la piel de mi torso crujía y se intentaba desgarrar a causa de la escarcha. Recorrí con la mirada donde me encontraba: Una cama con doseles, un escritorio junto a unos estantes repletos de libros a mi izquierda e incluso una bañera y un vestidor detrás de unos biombos de una madera oscura, toda una habitación, a decir verdad.

Un elfo con una barba que parecía eterna, unas cejas ridículamente largas y una coleta baja completamente blanca me miraba con unos ojos azules repletos de desconfianza mientras se acercaba a mí en el momento en el que oyó mi quejido.

-¡Despacio, despacio! Te has llevado una buena paliza. - Se atusó la túnica blanca al sentarse en el borde de la cama. En contrapunto con su expresión, su voz era amable y áspera. - Tendrías que haber visto el revuelo que hubo anoche cuando llegaste.

-Perdona... ¿dónde estoy?

-En una de las muchas habitaciones de invitados del palacio Nanhartiel. Te desmayaste y mi nieta te trajo hasta aquí con el cuerpo escarchado.

-Y... ¿qué sabe exactamente? - indagué.

-¡JAJAJA! La respuesta es... ¿qué sabes tú, muchacho? ¡Pues parece que te has metido en un buen lío! - Lo dijo en un tono divertido que no acompañaba a la gravedad que por otro lado intentaba transmitirme.

-Si le soy sincero... no sé nada de nada, acabo de llegar.

-¿Es la primera vez que ves elfos?

-Sí, señor.

-¡JAJAJA! Bien, te explicaré el pozo que te cavaste. Los elfos helados de Nanhartiel tenemos reprimidos todo el Conocimiento Ancestral hasta que llega el momento de aprenderlo. En unas montañas cercanas hay un lago con un carámbano de 2732 años de antigüedad capaz de desbloquearnos cultura milenaria sobre hechicería... siempre que los ancestros consideren que mereces o necesitas aprender esa hechicería. ¿Lo comprendes?

-Sí, pero no sé a dónde quiere llegar con eso.

-Bueno... mi nieta siempre se ha criado sobreprotegida por su padre, así que mientras sus compañeros aprenden mediante Conocimiento Ancestral el arte de la espada, la biología, la hechicería o la sanación, a ella no se le permitió grandes avances en esos campos. -se tomó unos segundos de espera en los que me escudriñó para ver si le estaba siguiendo el hilo de pensamientos -. Para aprender la hechicería de hielo innata de nuestra especie tenía que fugarse del castillo todas las noches y entrenar donde nadie podía verla. Y ahí fue donde apareces tú en la historia.

-Pero ella ya sabía hacer esa magia de la que me hablas cuando me vio, ¿no?

-¡JAJAJA! ¡El problema no es la magia, muchacho! Sabía hacer cuatro trucos básicos hasta que tú apareciste, el ariete helado que casi te mata fue una sorpresa también para ella, te lo aseguro. El problema es el revuelo que causó al traerte hasta aquí, hizo que su padre se enterase de sus excursiones nocturnas. Y al tocar el... cuerno del demonio -dijo haciendo comillas con los dedos -su Conocimiento Ancestral le abrió un campo de conocimiento nuevo, que hizo que completase prematuramente su paso a la adultez, pues los elfos de la nobleza debemos permanecer puros hasta la boda.

Tardé unos segundos en responder y unos golpes rítmicos sonaron en la puerta. Toc, toc toc, toc. Se repitieron tres veces.

-Pero... yo no puedo ser el indicado de nada, si prácticamente no sé nada de vuestro mundo. -dije mientras el anciano se levantaba.

-Eso tiene solución, pues no te queda mucho tiempo en palacio. - Abrió la puerta y la elfa del río apareció al otro lado deslizándose rápidamente.

-Abuelo, ¿estás seguro de esto? - Iba con unos ropajes de un azul oscuro y destellos blancos como un mar de estrellas, resaltando unos mechones de un rubio pálido que sobresalían por debajo de la capucha. - ¿Nos podremos fiar de él?

-¿Y yo no tengo opinión sobre esto? - «Sé que me va a tocar ser el protagonista, pero al menos no lo hagáis tan obvio».

-Querido, cuando su padre entre por aquí te va a dar dos opciones... Uno es un anillo y lo otro unas tijeras. - Hizo énfasis en un gesto de cortar que me hizo dar un respingo y levantarme de la cama de un salto. No llevaba nada más que las vendas en el torso y cuando me di cuenta era tarde: Ella gritó tapándose la cara mientras él me señaló unas ropas de plebeyo de la cama a la par que reía sonoramente.

-Pues nos vamos cuando queráis, supongo.

* * *

Antes de que hubiera amanecido dejamos la parte alta de la ciudad atrás. Andamos por las calles bajas zigzagueando por pasadizos estrechos, a veces escondiéndonos de la guardia en callejuelas demasiado estrechas incluso para una sola persona. Parecía saberse mejor esa zona que la que correspondía a su estatus social y su fría mano me guiaba firmemente confirmándolo.

Cuando el sol terminó de salir tímidamente pude discernir que nos dirigíamos hacia el norte.

-Espera un momento -dije, soltando su mano para aflojar el paso-. ¿A dónde vamos? ¿Cuál es vuestro plan y por qué me incluye?

-Aquél con el que despiertas ciertos sentimientos de Conocimiento Ancestral está predestinado a ser tu pareja. Según nuestras leyes, los futuros reyes deben evitar entrar en contacto con cualquier tipo de Conocimiento Ancestral para centrarse en conocer la historia de su pueblo y sus leyes, para poder guiar y aconsejar, evitando caer en los errores del pasado. Y ahora tú has roto eso, demonio.

-Creí que ya habíamos aclarado lo de no ser un demonio.

-Te seguiré llamando así porque no mereces otra cosa, ¡Demonio!- dijo con énfasis cruzándose de brazos, pude notar cómo su pálida tez iba tornándose roja aunque girase el rostro «el estereotipo de tsundere, qué pereza, de verdad» -. Mi abuelo cree que si me hiciste despertar esos sentimientos es por algo. Tal vez tengas sangre élfica, seas un héroe o algo así. Los sabios eternos tal vez sepan algo pero para eso tendremos que cruzar las montañas que ves en el horizonte y ver si mi boda con Ghaerthen puede seguir adelante.

-Oye, perdón por meterte en este embrollo.

-Demonio, esta es una aventura que atesoraré por siempre. No... No es como si quisiera tu compañía concreta, una vez los sabios eternos nos digan qué tenemos que hacer tal vez nuestros caminos puedan volver a separarse. Aunque ya que estamos, quiero comulgar con el carámbano sagrado, se acabó practicar a espaldas de mi padre. -un gruñido emergió desde nuestros estómagos al unisono - Pero antes deberíamos de comer algo.

* * *