Después de la reunión con Protea, donde se despidió con brusquedad, las tres chicas y yo salimos de la sala de vuelta a mi habitación.
-Demonio, no tuviste que arriesgar tu vida por mí ni nada de eso, me podía haber encargado de ella yo solita, no es como si necesitase tu ayuda.
-Cuando salgamos de Vasarde ya hablaremos tú y yo, prin-ce-si-ta. - resopló Ziev. Un quedo "¡hmpf!" fue la única respuesta de Shaena.
Notaba un brazo cálido y el otro frío. Y si hubiera podido ver la escena, seguramente ambas estarían echando chispas de fuego y hielo por sus ojos.
Delante de nosotros estaba Dandel, andando en silencio. «Creo que será la nueva compañera del grupo, nos falta una Dandere y esta tiene todas las papeletas para que sea ella».
Cuando llegamos a la habitación, me ayudaron a sentarme y Dandel se excusó entrecortadamente.
-Gracias a nuestra pequeña... -Shaena carraspeó- pelea, nuestro rastro del camino seguramente habrá desaparecido, y si podemos cruzar el reino de las dríades en lugar de bordearlo tardaremos muchísimo menos tiempo en llegar a nuestro destino.
-Mi tesorito y yo llegaríamos mucho antes si vamos volando y te dejamos atrás... -respondió Ziev mientras se aferraba a mi brazo.
-Ziev, si dejamos a Shaena atrás y le pasase algo su padre, su abuelo y posiblemente la mitad del reino querrían cortarme mi cabeza y mi hombría, y no tengo muy claro qué me cortarían primero -zanjé.
-Hm... Ven... Vengo con... - la voz de Dandel se escuchó desde la lejanía.
-¡Comida! - gritó Ziev, y me soltó bruscamente.
La oí corretear y un pequeño gritito de sobresalto que imaginé sería la pobre Dandel cuando Ziev le quitó de las manos lo que llevase.
-Prueba esto, tesorito - dijo poniéndome lo que parecía una manzana en la mano -. ¡Los frutos de las dríades de Vasarde son de lo mejorcito que probarás en mucho tiempo!
Mientras Ziev canturreaba con la boca llena, mordí la manzana y la boca se me llenó de intensos sabores: Al principio era dulce pero sin ser empalagosa, con un punto ácido y un toque picante como la menta al final que te hacían querer seguir comiendo. Cuando me quise dar cuenta, estaba pidiendo más. Probé sus naranjas hasta arriba de jugo y engullí unas uvas que envidiarían hasta el mejor de los vinos europeos, pues sabían a esto último y no a uva.
A mi lado, Shaena se sentó y aunque comía con más contención noté que estaba también disfrutando de la comida, pues la pierna empezó a temblar un poco y a mover el colchón de hojas mientras suspiraba y asentía con la boca cerrada. Zaev por su lado emitía gemiditos y chillidos de emoción mientras masticaba con la boca abierta.
-Esto... ¿Heraldo? -dijo Dandel desde su posición anterior cuando se hubo calmado un poco el ambiente -. Le convendría... le convendría descansar un poco, esta madrugada le quitaré los vendajes y al amanecer partiremos a las zonas quemadas para replantar... Co... contamos con su ayuda.
* * *
-He... He... Heraldo -unos tímidos susurros me despertaron mientras me mecían suavemente del hombro. -Es... Es la hora.
-Ah, sí -me incorporé en silencio y como vi que no hacía nada empecé a quitarme el vendaje.
Cuando la vi acuclillada delante de mí quedé asombrado: Su cuerpo marrón pálido parecía hecho de corteza fina de árbol, a excepción de sus hombros, rodillas y el dorso de sus manos, que tenían una corteza más rugosa. Sus rasgos eran finos a excepción de sus cejas de hierba aguamarina y sus orejas parecían las de un cervatillo si estos fueran de madera. Sus cuernos parecían pulcramente pulidos, le crecían desde la sien encima de sus orejas y se estiraban hacia delante y hacia atrás de manera similar al mango de un bastón. Y entre ellos estaba su pelo, formado por hojas azuladas crecían hacia atrás hasta su nuca, a excepción de dos hojas que le caían frente al ojo derecho, tapándoselo parcialmente.
Cuando bajé la vista hacia sus ojos ámbar nos miramos por primera vez. Sus pupilas se dilataron y abrió sus ojos y su boca como si se hubiera dado cuenta de algo. Acto seguido emitió un gemido de sorpresa, se levantó y se fue corriendo.
En ese momento me di cuenta de dos cosas. Primero: Iba desnuda. Tenía unos pechos pequeños sin ningún tipo de pezón y un pequeño jardín de hierba salía de entre sus piernas. Segundo: Corrió bosque a través, porque mi cama no estaba en ninguna habitación, si no en medio del bosque.
Cuando acepté la idea de Dandel de descansar le dije a las chicas que necesitaba espacio para dormir y aceptaron casi sin rechistar y en ese momento entendí por qué. Donde estaban mis pies se encontraba acurrucada Ziev, roncando como el dragón que era, y al otro lado de la cama de hojas Shaena dormía plácidamente con un camisón elegante pero algo más corto de lo que debería para ser una princesa.
En vista de que ya no iba a poder dormir, decidí levantarme y dar un paseo.
* * *
El asentamiento estaba prácticamente vacío a excepción de algunas dríades que se dejaban ver a través de los árboles. Todas parecían mujeres talladas a través de árboles distintos, sus peinados variaban en función de la forma de sus hojas y sus colores eran los del bosque.
Ninguna llevaba ropa ni parecían avergonzarse por ello a diferencia de Dandel. La principal diferencia es que la mayoría portaba un arco o una lanza, así que supuse que serían guardias.
Mis pasos me llevaron distraídamente por el camino que recorrí a ciegas y acabé en el único edificio que había. Una guardia más alta que yo con una lanza y grandes pechos me saludó al nombre de "Heraldo" y asintió con la cabeza. Su cresta de hojas rojas se meció suavemente.
La saludé de vuelta y al entrar vi los bancos y las decoraciones de los pilares, las paredes y las ventanas, todo de madera gracilmente trabajada.
En una mesa del centro canturreaba distraídamente una dríade con una diferencia respecto a las demás. Sus cuernos no estaban tallados, en su lugar había una gran cornamenta similar a la de un gamo de madera sin tratar. Estaba comiendo de un cuenco y cuando me escuchó se giró hacia mí.
-Heraldo, ¿Qué haces aquí? -Era sin duda la voz de Protea, su voz conmigo era fría y distante, pero respetuosa.
-Dandel me ha despertado para ayudarme con los vendajes y ya no he podido seguir durmiendo. ¿Molesto? -Su cuerpo era esbelto y ligeramente voluptuoso y su pose digna de su posición en la aldea, con una espalda erguida y unos hombros anchos y perfectamente colocados.
-No, ven.
Según me fui acercando me fijé que tenía el cuerpo lleno de cicatrices similares a cuando de niño tallaba árboles. Le faltaba uno de los dos ojos y aunque su melena estaba formada de hojas largas y lacias que podría colocar para taparse, parecía dejar voluntariamente que se viera su herida.
-¿Qué pretendes hacer con la medicina que te dé, chico?
-¿Ya no soy el heraldo?
-Responde -su tono se endureció mientras se levantaba y decidí no jugármela, muchas palizas de muerte en pocos días.
Le conté cómo había escapado de la muerte dos veces ya, cómo mi destino estaba atado como mínimo al de Shaena hasta llegar a la cordillera al norte de reino y cómo seguramente y cómo seguramente Ziev me acabaría achicharrando otra vez tarde o temprano.
Su ojo azulado me miró con frialdad durante un par de segundos que se me hicieron eternos. Después suspiró y perdió parte de su compostura.
-Ziev es buena chica, pero es cierto que parece que es gafe... ¿Sabes acaso lo que me pediste, Heraldo? Observa estas cicatrices -dijo estirando sus brazos y arqueando hacia lo lados su espalda -. ¿De dónde crees que sale esa fórmula curativa?
-Es... ¿Es vuestra savia? Tal vez no tendría que haberla pedido, pero gracias por curarme.
-No fui yo, fue Dandel quien se ofreció, y deberías tenerlo en cuenta.
-Pero a Dandel no le he visto ninguna cicatriz...
-No sólo emitimos savia cuando nos cortan... De verdad que no sabes nada, me alegra saber que no lo dijiste con maldad -su tono poco a poco pareció relajarse -. Verás, durante el día en nuestro ciclo poseemos lo que llamamos savia suave, puede curar heridas, pero no es muy efectiva. Por la noche, en cambio, nuestra savia está concentrada y llena de nutrientes, absorbemos energía del sol, del viento, del agua y del éter. A eso lo llamamos savia viscosa. Y al estar cargada de éter, es tremendamente volátil con el calor y la luz.
-¿Entonces... la mejor manera de transportar savia viscosa sería que me llevase a una dríade, no? -ya sabía por dónde estaba yendo la trama.
-Eso es. Por supuesto, no todas tenemos la misma calidad de savia, las vinculadas al elemento Plantae tienen mejor predisposición, y las de alta alcurnia también... Y mi retoño, Dandel, posee ambas cualidades, por eso fue ella la que te curó.
-Entiendo que quieras que tu hija se quede con vosotras en el asentamiento. -«pero va a venirse, así que aquí viene un pero».
-Nuestra especie ha sido cazada y torturada por nuestras cualidades sanatorias muchísimo tiempo. Yo fui convencida por un caballero errante para dejar el bosque y mira cómo acabé. Y lo que le enseñé... Nos perseguirá para siempre.
-¿El secreto de la savia viscosa?
-Eso es. Durante la noche, si queremos podemos emitir sabia viscosa a voluntad y desde que compartí mi secreto con el hombre que pensé que me amaba, miles han venido en busca de nosotras. Mercenarios, bandidos, nobles burgueses... No quería arriesgarme a que Dandel pasase por esto. -volvió a mover sus brazos para poner énfasis-. Quiero que entiendas que lo que voy a enseñarte no es erótico ni pervertido, ya que nuestra biología es completamente distinta, pero eso no ha evitado que muchos hombres no lo vieran así y nos quisieran cazar.
-¿Porque el secreto es...? -antes de que pudiera acabar la frase, Protea hundió su mano entre sus piernas y cuando la sacó sus dedos estaban cubiertos de una mucosa verde claro. Por supuesto que iba a ser algo pervertido pero camuflado. «¿La siguiente especie que conozca tendrá tentáculos?»
-Lo mejor es aplicarlo directamente sobre la herida a tratar, ya que el aire hace que pierda parte de su efectividad.
-Eso quiere decir que Dandel se ha senta...
-Sí. Y algún noble descubrió por las malas lo de que sea volátil.
* * *