"Que, ¿quién soy? ¿Seguro quieren saberlo? La historia de mi vida no es para los miedosos. Si alguien les dijera que es un simple relato feliz. Si alguien les dijera que solo soy un joven el que nada le importa, ese alguien estaría mintiendo. Esta historia es una que ya han escuchado antes. Se puede decir que están familiarizados con ella.
Una donde para salvar al mundo…se requieren sacrificios…y para ello…mucha voluntad.
Y nuestra voluntad, prevalecerá. Tan seguro como que el sol saldrá una vez más"
[Continente: Solitas]
[Región: Atlas]
[Ciudad de Mantle]
[12:05 P.M.]
Nos encontramos en una de las regiones más peligrosas en todo el planeta. No solo por sus condiciones extremas, sino por los habitantes que ocupan sus tundras. De picos escarpados y llanuras blancas, estas tierras escondían no sólo bestias de gran peligro, también una gran potencia mundial. Alzándose sobre un viejo cráter aun activo, una majestuosa ciudad se resguardaba de los peligros flotando a cientos de metros del suelo. Sus luces de colores blancas y celestes daban un aire majestuoso a la vez imponente. Descendiendo considerablemente, en el cráter, la cosa cambiaba.
- ¡Detengan a ese ladrón! ¡Alto!
De luces rojizas y un ambiente más "cálido" en general, la ciudad bajo la majestuosidad flotante presentaba un aire considerablemente…decadente. Montículos de nieve acumulados al lado de las calles. En cada esquina se encontraba un calefactor masivo en el suelo y de alta potencia. Personas vistiendo ropa de inverno mostrándose conformes con lo que les tocaba vivir. Tiendas donde se podía tanto conseguir, como vender piezas de alta tecnología. Soldados de armadura blanca vigilando puntos de control, asegurando la tranquilidad de la ciudad.
O bueno…
Corriendo a toda velocidad por las calles, un chico de cabello plateado reía a todo pulmón mientras era perseguido por un grupo de soldado. Las esferas mecánicas de luces celestes dentro de una mochila parecían ser la respuesta al problema. Miraba en repetidas ocasiones hacia atrás, asegurándose de llevar buena distancia entre ellos. Viendo que ese era el caso, se tomó la libertad de hacerla un gesto de burla antes de atajar por un callejón.
- ¡Divídanse, que no escape!
Tras la orden, los hombres tomaron distintas direcciones con el fin de llegar a acorralarlo. Siguiéndolo de manera directa, tres hombres se adentraron en el callejón viéndolo saltar una cerca con una facilidad impresionante. Girándose, el muchacho logra ver a sus perseguidores maldecir a la vez que retroceden buscando una nueva ruta.
- ¡Jaja! Ashen: 1, Ratas: 0-!
- ¡Ahí está!
Esa victoria se desvanecería luego de ver como el resto de soldados lo habían encontrado. Emprendiendo nuevamente la huida, el joven conocido como Ashen mira hacia arriba buscando algo que le sirva para escapar de sus perseguidores. Su salvación llegó en forma de escaleras para incendios en ambas paredes de los edificios. Llegó a estas de un salto, comenzando a escalarlas con una facilidad impresionante. Mientras que el realizaba maniobras de parkour, los soldados en tierra gastaban tiempo en bajar las extensiones de las escaleras para poder subir. Cuando lograron avanzar un tramo razonable, él ya se encontraba en la cima, pensando hacia donde huir.
-Veamos, tengo la zona residencial…la zona comercial…quizás vuelva a casa antes de las…mierda ya son las 12.
- ¡Alto!
- ¿En serio? ¿No se cansan? –se giró llevándose una mano al rostro, restregándoselo ante la insistencia de sus perseguidores.
-Tenemos ordenes de llevarlo ante el General Ironwood.
- ¿Otra vez? Lo siento, pero ya estuve ahí hace dos días. –mientras se acercaba a la cornisa, se acomodó de mejor manera la mochila preparándose para cruzar al otro lado. – Díganle al general que les mando mis saludos. Soy Ashen y les deseo…buenas noches.
¡Es de día!
-Si, como sea. ¡Adiós!
Despidiéndose de los hombres en armadura, dio un salto con el fin de llegar hasta el edificio de al lado…pero algo se lo impidió. Una fuerte presión invadió su cuerpo impidiéndole moverse. Después, una red eléctrica lo atrapó llevándolo hacia el suelo, golpeando las paredes durante el descenso.
- ¿Está vivo?
-Sí, es un chico duro. Podrá con eso y más. –una mujer de tez morena se acercó al aturdido chico preparando una especie de esposas. – La séptima vez en el mes, Ashen. Ya es suficiente.
-No lo puedes culpar, Harriet. - quien parecía ser el jefe del grupo, se acercó al abatido peli plata, negando con su cabeza a la vez que chasqueaba la lengua. Un hombre de cabello castaño y tez clara- Solo es un chico que quiere descubrir el mundo. ¿No es así?
-S-Si…usted…lo dice…
Tras desactivar la red, una mujer alta y de complexión musculosa se acercó cargando al abatido muchacho hasta un transporte militar, listo para su traslado.
-No te preocupes, chico. El general seguro entenderá.
--Si es que está de humor. –dijo un hombre de cabello oscuro con una particular característica: Una cola de lobo.
Estando completamente de acuerdo con él, lo dejaron en la parte trasera del transporte, listos para irse. Una blindada y asegurada parte trasera.
-A la Academia, señores. El jefe quiere hablar con él.
[Academia Atlas]
Ahora una de las maravillas de la región. Una hermosa academia se había construido en las zonas más alejadas de la ciudad flotante. Una institución que recordaba a un castillo de hielo, debido a sus colores pálidos. Docenas de nave despegaban de sus pistas, así como aquellas que aterrizaban con algún cargamento importante. Entre aquellas que llegaban a tocar tierra, una se caracterizó por la peculiar seguridad que conllevaba. Una docena de guardias rodeaban a Ashen, quien iba con una especie de esposas que cubrían por completo sus manos. Dentro del círculo, aquellos que lo capturaron lo escoltaban, intentando dar alguna plática.
- ¿Ahora que fue, chico? ¿Te miraron feo? - la mujer llamada Harriet bromeó con él, haciendo que ponga sus ojos en blanco. - Tranquilo, ya pasará.
El intento de buen ambiente se esfumó en el momento en que al frente del grupo, un hombre robusto de cabello negro, vestido de ropa militar blanca, se presentó con una cara de pocos amigos.
-Suerte chico.
[Sala de Interrogatorio]
La habitación era silenciosa. Fría. No solo por el clima sino por la autoridad que tenía aquel hombre. James Ironwood. El General de las Fuerzas Armadas de Atlas. Si, un historial de guerra impecable. Y una determinación que podía llegar a dar miedo en ocasiones. Ashen mantenía la mirada baja como si de un niño castigado se tratase. En esta situación no era mucho más.
-… ¿Qué sucedió? –preguntó el hombre.
-...ellos-
- ¿Qué sucedió? –repitió con más fuerza.
-…robé núcleos de los Paladines.
- ¿Por qué lo hiciste?
-...….
Suspirando en derrota al ver que no hablaría con él, Ironwood se puso de pie abandonando la habitación. Un silencio frío invadió la sala de interrogatorios. Tanto como el que hacía afuera. Hasta que la puerta fue abierta. De ella se reveló un hombre de aspecto desprolijo, cabello negro y un ligero olor a alcohol, sosteniendo una carpeta. Se le veía preocupado.
- ¿Qué sucede, Silver? ¿Por qué la cara larga?
-Parece que me metí en problemas otra vez, Qrow. –esta vez se dignó en mirar a alguien a los ojos. Parecía preocupado.
-Nah, solo si hiciste algo indebido. ¿Mataste a alguien? ¿Asaltaste una tienda de Polvo? ¿Crímenes de Guerra en Menagerie?
-No…tal vez cerca…nunca…
-De acuerdo… ¿Por qué?
-…molestaban a gente del cráter.
- ¿Y sabes por qué?
- ¡Solo por el hecho de ser faunos! ¡Solo por eso! –exclamó poniéndose de pie.
- ¿Y optaste por los puños? ¿U ojo por ojo? –Qrow se apoyó sobre la mesa, mirándolo a los ojos.
-Pensé en darles donde más les doliera. Y creí…que serían sus preciadas armas… -tras responderle, volvió a tomar asiento evitando el contacto visual.
-Ashen, está bien querer ayudar a las personas. Pero quizás…la violencia o el robo, no sean la mejor opción. Debes saber cómo actuar ante esas situaciones.
-…Si.
-Eres un buen chico, pero eres muy testarudo para tu edad. Eso es todo.
Qrow se puso de pie dispuesto a salir de la sala de interrogatorios. No sin antes, revolver los cabellos de Ashen, haciendo que quite la mano del hombre con una ligera sonrisa. Cuando él se quedó solo una vez más, miró directamente al frente, pensando en lo que le habían dicho. Más tarde, Ashen caminaba por los pasillos de un complejo de habitaciones murmurando cosas por lo bajo. Algo que solo él podría escuchar y comprender. Perdido en sus pensamientos, una voz se hace oír en su cabeza asustándolo un poco.
[Jajajajaja, te asustaste de mí. Igual que en los viejos tiempos~]
-Ahora no, V.
[Vamos, no te atormentes con las palabras de Qrow. Se lo merecían. Tratar de pasarse de listos con los tuyos no es algo digno de las fuerzas militares]
-Eres el único que lo entiende, V. Podrán ser la fuerza de Atlas, pero eso no les da derecho de actuar así. ¿Por qué nadie más lo entiende?
- ¿Entender que cosa?
El muchacho gritó, saltando del susto ante la voz que lo había tomado por sorpresa. A sus espaldas se encontraba una chica de cabello naranja y ojos verdes, sonriendo de manera amigable.
- ¡Penny, ¿Cuándo llegaste?!
-No llegué. Vengo detrás de ti desde hace 15 minutos. –la chica respondió con una sonrisa como si fuera normal.
-...….
[...No la sentí]
- [No, ni yo]. Entonces… ¿Me seguiste por…?
-Oh, cierto. Vamos a ese sitio del que hablaste la semana pasada.
- ¿El arcade? ¿Ya lo abrieron?
- ¡Lo acaban de abrir hoy! –Penny tomó a Ashen de los hombros sacudiendo su cuerpo por completo.
- ¡Ajajaja, claro que sí! ¡Vamos!
Ambos adolescentes comenzaron a correr por los pasillos dispuestos a ir a el arcade. Para su mala suerte, las cosas no estarían a su favor.
¡Quietos!
- ¿Ah?
Ambos cayeron inmóviles hacia el suelo, mientras pasos se acercaban hasta ellos.
-Quizás esa testarudez nunca se vaya, Ashen. Pero puedes manipularla a tu favor.
- [Lo que digas, monje]
[Atrapado dos veces en el día. Nuevo record]
En las oficinas de Ironwood, este se encontraba frotando sus cienes mientras daba la cara al paisaje tras el ventanal de la sala. Una vista de la ciudad y la gente a la que había jurado proteger. A sus espaldas, Qrow discutía con una mujer de cabello blanco sobre lo ocurrido el día de hoy.
-Estás loco, Qrow. ¿Cómo se te pudo ocurrir sacar al muchacho de estos muros?
-Solo digo que tiene que ver más allá. Salir a conocer al mundo. Expandir su perspectiva.
-Si hacemos eso entonces pondríamos en riesgo años de investigación.
-Ese chico tarde o temprano perderá la cabeza. –Qrow se acercó al enorme escritorio de Ironwood apoyándose en él. - James…Ashen no hizo esto solo por saber que era injusto…lo sabes, ¿no?
- ¿Crees que no lo sé, Qrow? –el general se giró en su silla encarando al hombre, mostrando una expresión seria. – Si lo dejo aquí dentro, enloquecerá. Si lo dejo salir, sabrá que tan cruel son las personas con los de su clase.
- ¿No crees que es mejor dejarlo salir? ¿Qué cree su propio criterio?
-Entonces-
-James, ya tenemos suficiente con un Adam Taurus…no necesitamos a otro. –Qrow se alejó del escritorio, disponiéndose a salir de la oficina.
- ¿Estás diciendo que Ashen representa una amenaza a futuro? –la mujer le preguntó con seriedad, haciendo que se detenga frente a las puertas.
-Digo que empiecen a tratarlo como un chico. No como un animal.
Entonces, sin nada más que decir, se retiró.
Una vez caída la noche, la luna se mostraba hermosa entre el cielo estrellado ante su encantadora peculiaridad: Se encontraba fragmentada. Nadie sabía el porqué de esto. Ni siquiera se llegaba a mencionar en algún libro. Solo sabían que esta había llegado a ser fragmentada en el pasado. Aún con eso, su encanto se mantenía. Uno que intrigaba a todos en el planeta. Observando la luna por la ventana de su habitación, Ashen jugaba con una pelota, la cual arrojaba hacia una pared para que rebotara hacia él. Se preguntaba que se supone que hacía mal. En teoría cumplía con aquello que le habían inculcado desde muy niño. Quizás sea por el hecho de ser lo que es.
Interrumpiendo sus pensamientos, la puerta se abrió mostrando a la mujer de cabello blanco con un grupo de guardias a sus espaldas.
-Oh, llegas más temprano de lo usual. Ice Queen.
- ¿Señorita Winter? –habló uno de los hombres listo para intervenir.
-No. El general quiere verte. - la sonrisa burlona del joven se borró, cambiando a una expresión de sorpresa. - Arréglate. Tienes 5 minutos.
Teniendo el tiempo contado, el muchacho se puso manos a la obra buscando lo mejor que tenía a la mano. Siendo escoltado por los pasillos, Ashen vestía un abrigo color blanco, con secciones cocidas de hilo negro. Una camiseta roja abotonada con un peculiar bordado de media luna cerca del pecho. En una intersección, se encontraron con otro grupo, considerablemente más pequeño, el cual escoltaba a Penny, quien al notar a Ashen no dudó en saludarlo. Le regresó el gesto antes de que todos se detuvieran frente las puertas de Ironwood.
-Espero no hayan olvidado cómo comportarse.
-No, señora.
-No…
-…de acuerdo.
Sin más dudas, la mujer abre la puerta permitiendo a las escoltas pasar. Dentro de la oficina se encontraban las personas que habían detenido y capturado a Ashen. Eran conocidos como los AceOps. La élite de Atlas. Cuando los guardias se detuvieron, permitieron que ambos adolescentes dieran unos pasos al frente para poder hablar directamente con Ironwood.
-Penny, Ashen, un placer verlos de nuevo.
-Es un gusto, General.
- ¿Cuál es el problema?
-Como ustedes ya saben, representan un valor incalculable para Atlas. ¿No es así?
[El mantenernos aislados lo representa a la perfección]
-[Coincido]
-Aunque eso no ha impedido ciertos…incidentes. - Ashen sonrió al saber que era el de quien hablaban. – Por eso, quisiera saber su opinión respecto a cierto tema.
- ¿De qué tema?
-Penny, ¿Qué tanto te interesa sobre el mundo?
- ¡Oh, pues todo en realidad! Quiero saber que hay más allá de la nieve. Ver el atardecer. Conocer a personas y- oh, perdón, Ash.
-Nah, tranquila.
-Jeje, pues…tener amigas porque- Perdón otra vez, pero, he visto que es muy diferente tener a una chica por amiga que a un chico. –señaló al peli plata quien asintió de mala gana. – Quisiera aprender a bailar y jugar… ¿Cómo dijiste que se llamaban?
-Videojuegos.
-Exacto~ Lo único que tenemos aquí es…una sala de entrenamiento… -Penny miró a su alrededor, notando como todos la miraba impresionados. – Jeje, hola~
- ¿Ashen?
-General…usted ya lo sabe, quiero salir de aquí. Conocer personas, al igual que Penny. Defender a mi gente. Hacer algo bueno. No ser un trofeo en una vitrina
Ironwood observó a ambos chicos con una ligera sonrisa en su rostro. Un gran avance de Atlas en verdad. Por esta ocasión, escuchará a Qrow.
-Empaquen tanto como puedan. Saldrán de viaje.
¿Eh?
[¡Ah!, ojo chavales, se viene se viene]
-Crecieron en Atlas, pero necesitan expandir su visión. Estarán en manos de un buen amigo a partir de mañana. En Vale.
-General, eso quiere decir…
-Así es. Penny, Ashen, a partir de mañana serán estudiantes en la academia Beacon.
Ambos se vieron las caras. Simplemente no lo podían creer.
[¡GANAMOS, MOCOSO! ¡GANAMOOOOOOOOOOOOOOOOS!]
- ¿En serio? ¿No es una broma? ¡ASHEN, ¿PUEDES CREERLO?! –la chica se arrojó hacia él, estrujándolo en un fuerte abrazo.
-Si…es…increíble…pero lo sería más…si pudiera…
[¡Resiste, mocoso! ¡No me quiero ir contigo!]
Se necesitó de varios guardias para poder separar a la eufórica Penny de un moribundo Ashen. Cuando la labor fue completada, se retiraron de la oficina, dejando que ambos se prepararan para su partida. Quedando solo en su oficina, James giró su silla observando la luna fragmentada tras el cristal.
-Oz, te los encargo. Ellos son el orgullo de Atlas. –Ironwood se puso de pie, acercándose al ventanal. Observando a Atlas, y más allá del horizonte. – Y la esperanza de Remnant.
En alguna parte de Remnant, perdido entre las montañas, un tren disminuía su velocidad lentamente, hasta detenerse. Acercándose a una de sus compuertas, una figura toma el grueso seguro, rompiéndolo de un simple tirón. Abriendo sus puertas con facilidad, las luces celestes no tardan en aparecer iluminando el vagón en su totalidad. Dentro de cada caja, se encontraban viales con un mineral cuyo color variaba. Sin embargo, una mano tomó el que por lejos era el más peculiar. Una mano metálica tan negra como la noche y de detalles carmesí. Con su mano restante, la figura llamó a un contacto desconocido mediante un dispositivo que recordaba al celular. El brillo reveló a un hombre de cabello rojo y una máscara blanca.
-La tenemos.
[Perfecto. Sigan con el plan. Nuestros informantes brindaron información más que alentadora]
-Como digas. –el hombre colgó la llamada, dando la vuelta para salir del vagón. A su salida, personas ingresaron comenzando a llevárselo todo.
-Tal parece que fue más fácil de lo que pensé. –otra voz se escuchó entre las sombras. Una femenina y elegante. Lentamente, se reveló una mujer de cabello negro y vestido rojo, sonriendo con malicia.
-Desde luego. Las capacidades del White Fang no deben ser subestimadas. –el hombre arrojó el vial hacia la mujer, quien lo atrapó, observándolo con curiosidad. - ¿Qué sucede?
-Quizás algo de esto no me venga mal. A Roman le encantó.
-El detalle, es que el carecía de poder. Algo como esto no es más que un sucio truco.
- ¿Y cuál es el tuyo? Adam Taurus.
La mujer caminó al lado del conocido Adam Taurus, tocando su extremidad de acero. Como resultado, el pelirrojo observó su extremidad, formando un puño donde el metal chasqueó como respuesta.
-Que yo pienso hacer lo que sea…con tal de salvar a mi gente.