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Chapter 6 - Diario de un hombre solo. Parte I.

Fecha: Domingo 11 de septiembre de 2022.

Querido diario, espero nunca llegar a acostumbrarme a escribirte. Honestamente, no sé ni por qué te escribo.

Bueno. Quizás sea para poner un poco de orden dentro de mi mente y así tener una mejor idea de la situación. Así puede que encuentre la perspectiva que me falta en estos momentos.

Repito. Espero nunca llegar a acostumbrarme a escribirte, querido diario. Posiblemente acabe volviéndome loco antes de que eso ocurra. No puedo ni imaginarme lo que debe estar sufriendo el pequeño Cancan. Soy un padre horrible.

No sé qué escribir. Quizás debería dormir y descansar el cerebro un poco antes de nada, no sé qué nos deparará el mundo a partir de ahora.

En fin. No tiene sentido ponerme a dar vueltas sin sent. Sin sentido vaya. Ahora mismo son las cinco de la mañana, o puede que sean ya casi las seis. El Sol está saliendo bastante rápido.

Mal.

Me llamo Lee Joog Ho, y soy el papá del pequeño Cancan. Mal. Me llamo Lee Joog Ho, y ahora mismo está amaneciendo. Mal. Un segundo.

Perdón, ya vuelvo, querido diario. A veces oigo ruidos extraños entre los escombros de esta casa abandonada y debo ir a mirar que no sea nada malo. ¿Es probable que sean alucinaciones debido a la falta de sueño y al estrés? Sí, es probable. ¿Es probable que Cancan tenga algo que ver? ¿Aquella pesadilla? Sí, es probable. Quiero decir, ahora mismo, el pequeño Cancan duerme, pero desde ayer por la tarde que ya no es el mismo. Creo que, desde que se desmayó ayer, algo ha cambiado dentro de él.

¿Acaso soy idiota? Pues claro que algo cambió ayer en él, si no, ¿por qué estaría esa gente persiguiéndonos? ¿Por qué perseguirían a mi hijo? Pero, muchos más jóvenes se desmayaron ayer, ¿por qué solo nos persiguen a nosotros? Joder. Qué mal.

Tengo hambre.

Seguro que la mamá del pequeño Cancan está muy preocupada, pero no puedo decirle nada, no estaríamos a salvo.

¡Claro! No te lo he contado, querido diario. La mamá del pequeño Cancan y yo nos divorciamos hace un par de años, cuando nuestro querido hijo tenía tan solo cinco.

A ver, no pienses que fue culpa mía, o que ella me fue infiel. No se trata de nada de eso. ¿Cómo lo puedo explicar?

¿Sabes qué? Creo que un libro como tú no debería interesarse por la vida amorosa del pobre desgraciado de Lee Joog Ho.

También debería darme una buena ducha. Podríamos ir el pequeño Cancan y yo a desayunar a algún motel o algo. Si, eso es buena idea. Quizás descansar un poco allí.

Tengo la cartera y el móvil, aunque sin batería.

No sé hasta qué punto van a perseguir esos hombres a mi pobre hijo. ¿Por qué iban a disparar contra un niño de siete años? ¿Qué pretenden esos bárbaros?

Debería decir en la oficina que mañana tendré difícil ir a trabajar.

Espera, deja de pensar tan rápido, ¿es que no sabes redactar? No te ofendas, querido diario, hablo conmigo mismo.

Debo poner mis ideas en orden. Tengo que analizar la situación.

Parece que el pequeño Cancan está despertando. Antes ha tenido una pesadilla, pero no ha sido nada grave. Gritos y esa clase de terrores nocturnos, pero atravesamos un momento de estrés, es normal. ¿No te había contado esto ya? No sé.

¿Qué pasó ayer?

Una explosión. ¿Por qué paso?

Y yo qué sé. ¿Dónde?

¿En algún lugar alto? Definitivamente.

¿Y si me compro una batería portátil y así cargo el móvil? Es imposible concentrarse habiendo dormido tan poco.

Pero, ¿qué debo hacer? ¿Y si esos hombre vienen mientras duermo? ¿Cómo puede un padre dormir en una situación así? Solo quiero volver a casa… Lo mejor para mi hijo. ¿Cómo te explico esto? Querido diario, siento una frustración enorme ahora mismo.

¿Por qué te escribo? ¿Qué espero lograr con esto? No puedo ir a casa, seguramente sea el primer sitio que vigilen para encontrarnos. Pero no soy tan idiota…

Creo que este es el final. Tengo que dejar de escribir. Coches vienen. Cancan, tengo que despertarlo. Ya vienen, puedo escucharlos. Debo correr. Adiós.

Adiós, un beso, adio.