Fecha: Lunes 26 de septiembre de 2022. Continuación de lo empezado hace no más de cinco días.
Mierda. Como en octubre sigamos escondiéndonos aquí, el frío se convertirá en un grave problema.
Querido diario.
Llevo días preguntándome si Dios existe; de ser así, me pregunto qué demonios le hemos hecho para que nos haya castigado con esta lenta tortura.
Querido diario, agotado, vuelvo a retomar aquello que te contaba hace unos días. Te cuento esto por si acaso se perdiesen algunas hojas y sin ellas perdieses el hilo de mi pesimista reflexión.
Antes de que me preguntes por el pequeño Cancan, te diré que sigue sano y salvo. Bueno, más allá de su muñeca, fracturada hace ya una semana mientras huíamos hacia el interior de la montaña, pero eso ya lo sabes. Él dice que cada día le duele menos, así que…
No nos desviemos de lo verdaderamente importante, discúlpame.
A estas alturas, sigo sin entender cómo un hombre como yo ha conseguido resistir hasta ahora. Si no me motivo a mí mismo, temo perder el poco espíritu luchador que me queda.
Está bien, lo admito, por las noches, cuando el pequeño Cancan tiene pesadillas, lloro frustrado. Superado completamente por la situación.
¿Qué más puede hacer un débil padre como yo? Esta batalla está demasiado desbalanceada.
Sé que siempre repito lo mismo, pero no termino de acostumbrarme al infierno en el que se han convertido nuestras vidas.
Bueno, ¿por dónde iba?
Sí.
He hecho bastantes avances en mi búsqueda de la verdad y de entender lo ocurrido, aunque a simple vista, no lo parezca. Ahora al fin entiendo por qué nos persiguen esos demonios, lo que no comprendo todavía es por qué debía tocarnos esto a nosotros. Lamentablemente, tampoco hay mucho más conocimiento que pueda aportar.
Esta hoja es un caos, debería reescribirla entera.
Entiéndeme, querido diario, mi misión principal es proteger a mi hijo de Corpus, no llegar al fondo de este asunto. Dejaría morir a decenas de personas con tal de salvar a mi hijo. Suena egoísta, pero es la realidad.
Cada noche la brisa es más fresca. Encontrar abrigos es primordial, y seguro que aquellos asesinos saben que los necesitamos…
¿Qué hora es?
Ah claro, no te lo he contado, claro. Mira, aquella batería portátil que me compré, es una auténtica porquería. Se ha quedado también sin seca a la primera de cambio. Dos cargas y al garete.
Joder, estoy harto de huir. Estoy cansado, ¿vale?
Esto no me ayuda a despejar mi mente.
¿No podrían matarme a cambio de dejar en paz a mi hijo? ¿Acaso es mucho lo que pido?
Una compañía enorme como Corpus, con todos esos viejos y degenerados, asfixiándome lentamente. ¡A mí! ¡A mi hijo! Hijos de…
Lee Joog Ho, el más miserable de los oficinistas de este condenado país. ¿Por qué?
Aquel fantasma terrorífico que nos observa desde lejos cuando las cosas se ponen feas, los coches llenos de mercenarios, aquel hombre enmascarado que se teletransporta de un lugar a otro, saltando de edificio en edificio en busca de sus pobres presas…
Bastardos, ¡todos!
Calma.
Respira.
No rompas el boli…
Querido diario, ojalá nunca llegues a mi situación. No es nada bonito sentir cómo tus fuerzas desaparecen impotentemente mientras tu hijo sigue sin poder tener futuro.
Mi vida ya acabó. Hace dieciséis días. Solo agonizo esperando el desenlace, luchando hasta llorar por, al menos salvar a mi pequeño. Querido diario, salva a mi pequeño.
El Triángulo, el Triángulo. Eso los oí decir a los hombre que nos perseguían.
¿Se referirán al pequeño Cancan? Claro. Idiota.
Cuando ni comes ni cenas, durante ocho días, la parte racional del cerebro se vuelve un poco…
Un poco…
a.
No sé, lenta. Ya sabes a lo que me refiero.
Querido, qué pereza escribir tu nombre, ya podría haberte puesto un nombre más corto, book o algo así…
Ni siquiera te he dicho dónde estábamos. Para la prosperidad, estamos en la montaña, escondidos entre árboles y construcciones abandonadas y por abandonar, Dios sabe dónde.
La ubicación exacta no te la daré, por si las moscas…
Perdóname por el retraso, aunque tú no te has dado cuenta de nada. Te he dejado aquí tirado entre las hojas por siete minutos por lo menos. Perdóname.
Debía acompañar al pequeño Cancan a hacer sus, ya sabes. A responder a una llamada de la naturaleza.
Hoy parece ser una noche tranquila.
Por si te interesa, lo que más me ha ayudado a sobrevivir hasta hoy es la capacidad para huir lo más rápido posible en cuanto una situación se vuelve peligrosa.
Esas cosas pueden marcar la
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