Carolina se acerca con una carpeta amarilla, Beatriz y Flávio saben lo que representa: toda la vida anterior del niño.
— El objetivo de esta reunión es que conozcan toda la historia del niño y de la familia biológica que consta en los registros, desde la gestación hasta la actualidad. Los padres adoptivos tienen que saberlo todo porque ustedes serán los "guardianes" de todo lo que le pasó, hasta que tenga la edad y la madurez suficientes para conocer los detalles de su historia. Después de que lo hayas leído, necesito que me digas si vas a hacer la primera visita al niño en el refugio.
Beatriz recibe una ficha y Flávio otra. En la parte superior del papel está escrito en relieve: MURILO. Abren el archivo y comienzan a leer en silencio, en unos minutos, lágrimas silenciosas corren por el rostro de Beatriz. Está toda la vida de Murilo, demasiado pesada para un niño de su edad. Lo único que preocupa a Bee es si todo ese sufrimiento ha hecho que el niño pierda la pureza y la bondad que todo niño trae consigo.
Después de unos momentos, Bee levanta la vista y cierra la carpeta, devolviéndosela a Carolina. Siendo seguido por Flávio que trata de disimular su conmoción por esa historia.
— ¿Quieres conocer a Murilo? – pregunta Caroline, seria.
— Ahora más que nunca — responde Flávio.
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La primera visita es colectiva, pero la pareja sabe quién es Murilo por las fotos que hay en la ficha del chico. Entran al patio del refugio rodeados de los niños que los admiran felices. A pesar de las sonrisas, muchos tienen ojos tristes, pidiendo amor, lo que conmueve a Beatriz. ¿Cuántos pasaron por lo mismo que Murilo? Beatriz pregunta mirando a los niños. Bee intenta encontrar a Murilo en medio de todos esos niños, pero no hay ni rastro de su rostro, lo que la preocupa y la hace preguntarse qué pudo haber pasado.
— Bee, mira para allá — advierte Flávio, señalando el final del patio. Está el chico de cabello castaño leyendo un libro descolorido, ajeno a todo el ajetreo y el bullicio.
Beatriz toma la mano de su esposo y camina hacia el chico al que no parece importarle el acercamiento. Flávio se sienta a un lado y Beatriz al otro. El niño mira hacia arriba, mirando primero a Flavio y luego a Bee.
— ¿Reina de Narizinho? – pregunta Flávio, tratando de sacar el tema.
Murilo sacude la cabeza afirmativamente y sigue leyendo su libro.
— Ese fue el primer libro que leí — dice Flávio, mirando a Beatriz, que no comprende. Asiente hacia Murilo y continúa — Le encantaba viajar al Reino de las Águas Claras.
— De verdad, el Príncipe Escamado es tan receptivo — continúa Beatriz, adentrándose en la idea de Flávio.
— Y el Reino de las Maravillas, esas princesas son muy simpáticas. Prometí que volvería – continúa Flávio. — Tan pronto como tenga más polvo de pirilimpimpim.
—¿Tienes polvo de pirilimpimpim? – pregunta Murilo, curioso.
— Sí, tengo — responde Flávio, sonriendo.
— ¿Como conseguiste? – pregunta Murilo con recelo — ¿Y tú qué haces aquí? Podrías estar en cualquier parte del mundo...
—Lo conseguí con un amigo y he estado en todos los lugares del mundo que siempre quise...
—¿Y por qué estás aquí? - preguntó Murilo.
— Bueno, encontré lo que buscaba – responde Flávio sonriendo para Beatriz — Y ahora decidí pasarle el polvo a un aventurero. Gran conocedor de los poderes del polvo de pirilimpimpim ¿conoces a alguien que me recomiende?
— Algunos… – responde Murilo pensativo — pero ninguno de ellos puede irse de aquí sin un padre que realmente los quiera… Así que no creo que le puedas dar el polvo a alguien aquí.
— ¿Eres una persona aventurera? – pregunta Beatriz.
—Sí, lo soy —responde Murilo, cerrando el libro — Soy más valiente que Pedrinho y más astuto que Narizinho.
— Entonces creo que Flávio te puede dar el polvo... ¿Qué te parece Flávio?
— Una idea excelente — coincide Flávio.
—Pero yo tampoco puedo salir... No tengo padre ni madre...
— Hmm... ¿Y ahora, Flávio? – pregunta Beatriz.
— Creo que podemos arreglar eso… — responde Flávio.
— ¿De que forma? – pregunta Murilo, curioso.
— Bueno… no puedo decírtelo ahora, pero puedo decir que seremos grandes amigos – comenta Flávio, tocando la barbilla de Murilo.
—¿Tú… viniste a adoptarme?. - preguntó Murilo.
— Eres un chico inteligente. Todavía no lo sabemos... Ya que depende de ti tomar esa decisión.
Beatriz mira su reloj, el tiempo ha pasado tan rápido que la visita terminó hace media hora.
— Bueno, tómese unos días para decidir sobre la adopción — sugiere Carolina.
— Puede parecer precipitado, pero no quiero esperar — responde Beatriz.
— Yo tampoco — admite Flávio — Queremos continuar el acercamiento con Murilo.