Una vez terminada la audiencia con Su Majestad el Rey. Ideealaria esperó a que todos y cada uno de los presentes se levantaran de sus asientos y se marcharan lejos. Como lo dictaban las normas aristocráticas, permaneció arrodillaba aún después de esto. Terminado el tiempo requerido, se levantó rápidamente y corrió hacia la salida sin el decoro que una dama debería mostrar.
Una vez dentro de su habitación decidió el próximo paso a tomar.
—Bien, lo primero es enumerar lo que debo hacer, los pasos a seguir deben ser correctamente planeados para que mi intención se logre. —Reflexionó, tomando de un estante bien pulido y con hermosas decoraciones talladas, un cuaderno rosa bastante simple comparado con todos los otros textos en él.
El diario de Ideealaria era de esta forma para que a nadie le llamase la atención y lo tomase por error.
Aunque desde un principio no debería tomarse esa molestia, ningún empleado se atrevería a cometer tales actos irrespetuosos en el cuarto de su señora, como husmear en sus cosas personales, y mucho menos leer su diario de vida. Menos probable era aún que ocurriese algo como eso tomando en cuenta el hecho de que se trataba del diario de Ideealaria, la que era vista con temor por los sirvientes incluso si nunca había actuado como una persona malvada y agresiva.
Sin embargo, siempre sintió cierto recelo hacia todos los empleados del ducado, de los cuales, según experimentó en su niñez, aprendió que eran seres egoístas preocupados de ellos mismos y que aprovecharían cualquier oportunidad para obtener una ganancia.
Un empleado era eso y nunca sería algo más para Ideealaria. No volvería a serlo. Lo experimentó de primera mano una vez de pequeña; cuando le entregó su confianza y cariño a su niñera. Pero esta no la quería. Aquella mujer que la cuidó desde una edad muy temprana solo podía ver en ella una forma de obtener dinero, no era más que un bien manipulable que podía utilizar para obtener lo que quisiese.
Darse cuenta de ello fue extremadamente doloroso y marcó un antes y un después en su corazón, de tal forma que siempre trató con desdén al segundo empleado que se le entregó para darle un poco de compañía. Ahora es que se da cuenta que este era uno de los objetivos de captura del juego "A beautiful love".
Era otra configuración dada para que Ideealaria Von Lattiere de Phero fuera creciendo como una antagonista ideal. El mal que se anteponía al bien. Mejor conocido como la protagonista, Lina.
(Autora: Perdóname, Ideealariaヽ('Д';)ノ ).
Ideealaria abrió su diario, tomó una pluma del escritorio, la untó suavemente en la tinta y escribió.
"Pasos a seguir:
1. Evitar el contacto con todos los protagonistas del juego.
2. Aprender lo más que pueda en la academia.
3. Recolectar todos los recursos que puedan servir para mi nueva vida.
4. Obtener mi certificación antes del cierre del juego.
5. Huir sin que nadie se dé cuenta.
6. Conseguir un trabajo que me guste y que sea bien pagado.
7. Vivir una vida relajada y feliz.
Con el paso 4 no hay problema. Los certificados solo se otorgan después de la fiesta de graduación, porque así se evita que se pierdan. Si pide discretamente que se le entregue antes de la graduación, se lo darán sin problema. El paso 2 tampoco es un inconveniente, ya que la academia Alemderthes es la segunda fuente de información más grande del país. La primera es la biblioteca real, por supuesto. Estudiar en clases y buscar información en la biblioteca de la academia será suficiente.
El único problema en el que puede pensar es que le será difícil aprender lo que un noble no debe estudiar, pero que todo plebeyo sabe. Así es, las tareas domésticas. Por eso, convertirse en plebeyo, para un noble, es una sentencia peor que las dadas convencionalmente, ya que la nobleza no es capaz de vestirse, peinarse, bañarse, etcétera, sin depender de un sirviente que le asista. Cosas tan básicas como cocinar y limpiar no son problema para las personas de clase baja, pero es todo lo contrario para la aristocracia, la cual ha sido servida desde siempre. Afortunadamente, ella posee recuerdos de su vida pasada.
—Aunque, para ser sincera, no recuerdo mucho sobre el tema. Pero estoy segura que al intentarlo mi cuerpo y mente recordarán estas cosas imprescindibles para la vida. —Confesó para sí misma—. Aunque tengo mis dudas con respeto a la cocina —suspiró—. Ya me las ingeniaré para conseguir guía.