Si utiliza a esta pequeña niña, pensó, no se darán cuenta del comportamiento extraño que tiene para ser una noble. Perfectamente podría engañarla para que le enseñe sin ser vista de forma rara o que sospechen de sus planes. Aunque preferiría tener que ahorrarse la vergüenza de pedirle ayuda a una niña menor para que le enseñe a vestirse.
Una vez terminado todos los arreglos, las tres doncellas se disponían a retirarse para traer el desayuno como comúnmente lo hacían, pero antes de que pudieran salir, Ideealaria dijo.
—Alto —señalando a la menor de las tres preguntó— ¿Cuál es tu nombre?
Rápidamente y protegiendo a la pequeña, una de las mucamas que tenía el mismo color de cabello que la niña, colocó detrás de su espalda a la menor y habló.
—Mi señora, si mi hermana ha hecho algo que le incomodara, le pido perdón —inclinándose agregó— yo tomare el castigo por mi hermana.
Un poco molesta, Ideealaria pensó en cuándo las ha tratado mal. Solo las ignoraba. Nunca se desquitó con algún empleado por miedo a que le contaran a su padre y siempre que se enojaba esperaba a que salieran todos y golpeaba las almohadas de plumas o quebraba algún jarrón.
La única persona que intimidó alguna vez fue Lina y es que en verdad la odiaba, ¿o era por el juego? Ese pensamiento la hizo dudar, pero lo dejó para otro momento.
De todas formas, el comentario de la mujer arrodillada frente suyo le molestó mucho, pero pensó en ser buena e ignorar su falta de respeto.
—Le estoy preguntando su nombre, ¿cuándo he mencionado algún castigo?
—Mi señora, por favor, es mi hermana y-yo-… —Sin saber qué más decir, la criada bajó la vista con los ojos inquietos.
—¿Desde cuando tengo que repetir mis palabras a alguien? Lo que yo quiero es algo simple. —Pensó en un motivo para que ignorasen sus palabras y agregó reforzando su posición por el momento—. Además, sigo siendo hija de la casa Lattiere de Phero y mientras sea así, ustedes me obedecerán. No es tan difícil entender esto ¿cierto? Así que, niña, deja de esconderte y dime tu nombre.
Saliendo detrás de la espalda de su hermana, una voz infantil, contesto tímidamente
—Pamela, mi nombre es Pamela Daiko.
—Bien. Pamela, tengo que hablar contigo a solas —volteando a ver a las dos adultas añadió— las demás pueden retirarse.
Sin tener otra opción y no queriendo dejar a su hermana menor sola, a regañadientes salió de la habitación la joven que antes había tenido la audacia de contradecir a su señora, quedando en el cuarto solamente la aristócrata y la niña.
—Pamela Daiko, un gusto, ¿puedo llamarte solo por tu nombre? —preguntó controlando su voz para que fuese más amigable.
—S-Si. —Contestó tartamudeando por el miedo.
—Pamela, mira, quiero elegir a una buena mucama para que eduque a las demás y he estado pensando en ti para el puesto. Pero para saber si eres realmente digna, quiero evaluarte. Para eso, desde hoy, después de las 7, vendrás aquí y me explicarás como manejas mis ropas y vestirme.
—¿Cómo, una prueba? ¿Pero, por qué yo? Mi hermana, ella es muy buena en todo y enseñando es la mejor.
—No elijo a tu hermana por la forma en que me contestó hoy. Pero no te preocupes, dime, ¿es tu hermana quien te enseña? —Cuestionó con una voz suave.
—Si. —Asintió con confianza.
—Entonces, al evaluarte a ti, la estaré evaluando a ella. En este momento, tu hermana tiene un punto menos, pero como pareces estar bien educada, le regresaré los puntos quitados. —Sonrió complaciente.
Faltaba poco para ganarse a esta niña.
(Aurora: Ideealaria eso último sonó casi como una acosadora.😅)