Buscando sacarse el asunto desagradable de la mente, Abel tomó del escritorio unas hojas en blanco y unos lápices para dibujar y se puso dibujar, ciertamente no le tomo darse cuenta de que era realmente bueno haciendo estos dibujos, aunque al lado de su primera esposa y del asesino era bastante mal artista.
De estas forma los minutos fueron pasando y luego como era natural de esperarse las horas fueron transcurriendo hasta que finalmente Abel se termino cansando de dibujar, en el transcurso de estas horas solo había hecho dos dibujos, los mismos no eran precisamente muy elaborados sin embargo su composición y paletas de colores era muy linda.
El primer dibujo era una barco navegando en el agua con un gran sol iluminando el cielo despejado en donde algunas gaviotas podían verse volando y en el horizonte se encontraba lo que parecía ser un puerto, mientras que el segundo dibujo era el de un hombre sentado debajo de un árbol disfrutando de un libro mientras el sol del atardecer indicaba que estaba por anochecer.
De un vistazo se notaba que las preferencias artísticas de nuestro protagonista eran bastante alegres y pacíficas al lado de su esposa, pero como dicen los opuestos se atraen y parecería ser el caso.
Cuando Abel terminó el segundo dibujo, se dio la vuelta para mirar la trampilla que daba a la salida, luego vio la vela aún prendida en el escritorio, la misma se había consumido más de la mitad por lo que realmente el viudo se había pasado unas cuentas horas dibujando, no obstante el aislante sótano no le permitía a uno tener noción del paso del tiempo.
Sin embargo, como hombre moderno, Abel no tenía esas preocupaciones banales y sacó su celular para ver qué hora era y para su grata fortuna el celular se iluminaba mostrando en su pantalla de desbloqueo un hermoso y grande 5:00 am.
—Me pasé toda la noche dibujando, qué alegría. Supongo que los sustos de dia me sacaron las ganas de dormirme esta noche—Comentó Abel notando que por fortuna su cuerpo se mantiene bastante activo y todavía no notaba una pizca de cansancio, más que el evidente cansancio mental provocado por la serie de eventos desafortunados—Bueno, ya es un buen momento de salir, si sigo asi de poco cansado cuando llegué al estacionamiento podré ir en moto hasta el pueblo cercano para quedarme durmiendo un dia entero, en caso contrario me quedo a dormir una siesta en el solitario estacionamiento.
Con el plan armado, Abel se levantó del escritorio y mientras estiraba un poco el cuerpo, se dirigió hacia las escaleras que dirigen al exterior del sótano.
*Cruiiiik*....*Cruiiiik*...Abel maldijo a cada peldaño en estas escaleras mientras las subía, ciertamente eran demasiado ruidosas para su gusto, no obstante no había otra salida por lo que no quedaba de otra que soportarlo.
Fue entonces que el viudo llegó a la salida y empujo la trampilla para abrirla, pero de inmediato se dio cuenta de que había un problema, si bien la trampilla tenía enredaderas en el techo las mismas eran fácilmente removibles y al empujar la trampilla para arriba deberían correrse, no obstante eso Abel lo estaba logrando, el gran problema venía de que el hombre solo lograba empujar un poco creando una pequeña abertura hasta que la trampilla detenía su ascenso y quedaba completamente trabada. Notando la anomalía, Abel investigó que podía ver por la pequeña abertura y de inmediato noto el gigantesco problema que el destino le había pedido al frente.
—Mierda, el muy malnacido del guía cerró la trampilla con un candado!—Murmuró casi gritando Abel mirando las cadenas oxidadas que se atinaba a ver la abertura de la trampilla.