Tres meses pasaron volando y el día de hoy Aquiles decidió llevar a sus estudiantes a aprender acerca de las estanterías para celebrar que todos llegaron a las 30 páginas; lógicamente las estanterías que visitarán no tenían nada anormal y era simplemente una celebración extraoficial.
Aquiles también la hizo cuando todos llegaron a 20 páginas, pero esa vez solo les regaló un libro de fácil lectura a cada estudiante. El profesor notó que la estrategia de realizar celebraciones extraoficiales estaba funcionando para ganarse el corazón de sus estudiantes, por lo que Aquiles decidió continuar con estas celebraciones y de esa forma lograr evitar futuros problemas con el barón.
—Bueno, ya casi estamos— Dijo Aquiles con felicidad; parecía que sus estudiantes estaban muy emocionados esta vez—Las estanterías están en el piso medio 4 de 5, hexágono 2 de 18 en uno de los hexágonos interiores. Las estanterías están algo escondidas, pero llaman la atención cuando las observas por primera vez.
—¿Tienen reglas muy complicadas?—preguntó Adam con algo de miedo, desde lo que ocurrió con Sofía nunca más volvió a hablar con las estanterías desconocidas.
—No, únicamente hay que cumplir una petición sencilla o responder una pregunta— Dijo Aquiles mirando a Adam para ver como estaba—Si lo haces mal, solamente tienes que limpiar la estantería. Jugaba con ellas cuando era un niño, así que son muy seguras.
—¿Y tienen algún libro mágico o maldito? — preguntó Franco con mucha emoción.
—Claro que no, pero podrían tener algún tesoro dentro de sus libros— Contestó el profesor, mientras guiaba a los alumnos por los pasillos — Los libros de estas estanterías son más de conocimiento general, así que casi nadie visita estas estanterías.
Finalmente, los tres llegaron a las estanterías indicadas por el profesor, eran cuatro librerías de madera blanca, una pegada al lado de la otra. La madera de las estanterías parecía brillar de lo limpia que estaban; salvo por una de las cuatro: que estaba repleta de polvo, al punto que sus libros no se podían distinguir.
Antes de que ninguno de los tres se acercara, Aquiles dio las instrucciones de seguridad:
—Vamos a ir uno por uno y yo voy a escuchar la conversación con la estantería, cuando verifique que todo es seguro, pueden tomar el libro. No toquen a la que tiene polvo, cuando era niño no lo tenía, pero si lo tiene, debe ser por algo. Y vayan anotando los comentarios que haga sobre las estanterías, la escuela no enseña esto, pero debería...
Los tres niños asintieron muchas veces de lo emocionados que estaban y empezaron a pelearse por ver quien iba primero. Al final, Aquiles decidió que Bianca fuera la primera.
Bianca se acercó a la estantería y le pregunto con emoción:
—¿Puedo leer un libro?
La cabeza de una mujer muy apuesta salió de la madera, tenía dos aretes muy glamurosos y un colgante de perlas en la porción de cuello que sobresalía de la madera. La mujer miró de arriba a abajo a la niña y dijo con desprecio:
—No me gustan las mujeres, vete, mocosa.
Bianca se sintió mal y por poco se largó a llorar. Por desgracia a Aquiles nunca le paso esto con esta estantería y no pudo advertir a su estudiante, el profesor se adelantó y le dio ánimos a Bianca antes de que llorara:
—Que tal si pruebas con las otras estanterías, si mal no recuerdo: había un chico apuesto en el grupo.
Bianca asintió, se limpió las pocas lágrimas que habían salido de su rostro y probó la siguiente:
—¿Puedo leer tus libros?
Esta vez salió la cabeza de un chico joven con una roza atrapada en su boca, el joven tenía un pelo muy largo y glamuroso; que lo hacía parecer el clásico príncipe encantador de los libros de fantasía. El príncipe miró a la niña y dijo sonriendo:
—¡Claro, lee lo que quieras!
Bianca se alegró y extendió la mano. Pero Aquiles tocio unas cuantas veces como buscando recordarle las reglas a la niña. Bianca comprendió, detuvo su mano y preguntó:
—¿No debería haber una regla o condición?
—Si, claro que la hay— Dijo el príncipe encantador con una sonrisa— ¡Princesas adelante, caballeros a luchar y orcos a la muerte!
—¿Y qué es un orco?—Consultó Bianca la pregunta que le murmuró Aquiles en su espalda.
—Los orcos son bestias inmundas que se abandonan a sí mismas por unos pocos placeres— Respondió el príncipe encantador de forma elegante, pero con odio.
—Está bien, puedes tomar el libro— Dijo Aquiles mientras miraba a los otros dos estudiantes para que se pongan a anotar— Se refiere a tener mal karma; si haces buenas o malas acciones, algunas estanterías te ayudan y otras te condenan.
Bianca sé acercó y tomó un libro, como dijo el profesor: el libro no parecía muy interesante, pero cuando estaba pasando las páginas una flor muy linda salió del libro y se colocó sobre el cabello de la niña.
La joven se emocionó por haber obtenido algo y miró a sus otros dos compañeros para preguntarle cómo le quedaba la flor, pero sus compañeros la ignoraron y siguieron anotando la explicación de Aquiles.
—¿Pero la estantería no mencionó nada acerca de ser malo o bueno?— preguntó Franco mientras anotaba.
— Las estanterías son algo poéticas…— Contestó Aquiles despacio para que anotaran—Cuanto más cultura general sepan, más podrán entender sus acertijos. Ahora es tu turno, Franco.
Aquiles notó que Adam seguía algo nervioso; por lo que dejó que el niño fuera el último, esperando que tome más confianza al ver que no pasaba nada malo.
Franco se acercó a la mujer apuesta y le preguntó sus reglas. Acto seguido la mujer apuesta con una sonrisa comentó:
—Mientras entretengo a los chicos lindos, los niños se pelean por ver quién obtiene mis historias. Los viejos a veces se quedan idiotizados por mi belleza y en algunas raras ocasiones se creen que son jóvenes apuestos que pueden seducirme, por suerte mi hermano me protege y ataca esos orcos antes de que se acerquen a mis libros. Entretanto, las mujeres con envidia, solo pueden ver como paso un buen rato con los chicos lindos desde la distancia
—¿Con quién me tengo que pelear?— Consultó Franco, diciendo la pregunta que le susurro Aquiles desde su espalda.