- ¡Ay, que emoción! – gritó tan fuerte que casi despierta a Cathy que dormía una siesta.
- Shh… cierra la boca ¿O acaso quieres que mi hermana se entere que soy una …. – y se muerde los labios.
- Dilo Abril… dilo sin culpa "una pu* vip" – y ambas se echaron a reír.
- Ahora enserio, no me llames así, porque me incomoda. – le pide apenada
- Ok, discúlpame pero aún no me lo creo. – dice y apoya sus codos en la mesa para dejar descansar su rostro en su manos. – que envidia nena, si yo fuera tu, no sabes todo lo que le haría. – concluye dando un fuerte suspiro que la hace estallar de risas. – cuéntame ¿Es grande? – y Abril no pudo evitar recordar los detalles de su gran polla, que el gesto de morderse el labio la delató. – como te envidio nena, como te envidio. – de repente su expresión cambia y se incorpora. – pero amiga, hay algo que no comprendo y es sobre esas reglas. Se supone que no debiste haberme contado.- entonces ella le da un gran sorbo a su vaso de agua y le explica los motivos por el cuál se lo contó.
La realidad era que si bien ella dio su consentimiento para intimar con él y firmo aceptando las reglas, no lo conocía ¿Y si podría hacerle algo? Ella aceptaba que era algo… calentona, fogosa y que el dinero lo necesitaba, pero si llegara a pasarle algo, si llegara a desaparecer ¿Cómo la encontrarían? Por eso había decidido contarle, además mientras Santino no se enteré ¿Qué regla está infringiendo?
- ¿Igual sabes que lo que me explicas no tiene lógica verdad? – y podía que no. Porque al final de cuentas, no debió haber aceptado y si se lo estaba contando a su amiga no era más que por compartir , contarle una vez más, todas sus cosas, todos sus secretos. – En fin ¿Y ahora te tienes que poner esto? – pregunta observando la caja y abriéndola, para que al acercó caiga una tarjeta de memoria de celular y una pequeña nota. - ¿Qué es esto Abril? – y entonces ella toma la nota para leerla en voz alta.
- "¿Quieres saber que es lo que te espera? Inserta la tarjeta memoria" – ambas se miraron y como dos locas desesperadas Fueron a buscar el teléfono y los auriculares.
- ¡Yo la pongo! – grito Erika arrebatándole el celular de las manos y comenzando el proceso de colocación de la tarjeta de memoria, cuando al fin pudo hacerlo, Abril la detiene de golpe.
- ¡Espera! –
- ¿ qué? – pregunto ella con el teléfono en las manos.
- Pongámosle lo auriculares, con Santino Rivas se puede esperar cualquier cosa. – y corrió al cuarto a buscarlo. Una vez que los trajo y los colocó abrieron la sección multimedia y buscaron en la sección "Fotos" pero estaba vacía, más luego visitaron la sección "Videos" y lo que estaban a punto de reproducir, les volaría la cabeza.
En el vídeo se puede visualizar a una mujer atada de sus muñecas, con sus brazos extendidos por encima de su cabeza, sobre algo parecido a una camilla, pero de acero y con una inclinación de unos 55° del suelo. Sus piernas están separadas y amarradas por unas tobilleras de cuero que se unen por debajo de la placa dónde está ella recostada. Su cintura, sus muslos, sus pechos y su cuellos tienen ataduras, aunque lo que más le llama la atención son las de los pechos. Visiblemente se nota la precio que esas ataduras hacían por encima y por debajo de cada mamá, pero la chica no se quejaba, más bien sonreía. Así mismo, llevaba una venda en sus ojos y su piernas estaban tan abiertas que su parte íntima estaba nítidamente visible y es allí donde las chicas notaron que dentro de su vagina había algo, que reconocieron fácilmente como el aparato vibrador que Abril debía usar.
De pronto comienza a escuchar el sonido de unas vibraciones a la vez de unas campanitas y la boca comenzaba a retorcerse. Mientras sonaba se la podía ver disfrutando y gimiendo, más cuando él ruido aumentaba y aparentemente la velocidad también porque todo su cuerpo se tensaba y comenzaba a sacudirse al mismo tiempo que gritaba y gemía.
Cuando, al parecer, aceleró aún más la intensidad del aparato todo su cuerpo comenzó a sacudirse al mismo tiempo que salía a chorros, de su vagina, aquel líquido viscoso. Así la tuvo por unos cuantos minutos, solo que adelantaron el vídeo, cuando de repente, en la pantalla del celular, aparece un hombre u ambas, antes de percatarse de quién era, le miraron la polla. Más luego dirigieron su vista hacia el rostro, descubriendo que ese hombre no era otro que Santino y que llevaba una de sus manos a la vagina de la mujer y sus labios a lamer y morder sus pechos.
Erika no podía creer lo que así ojos estaban viendo. El video duraba 20 minutos, lo suficiente como para desear un Santino Rivas en su vida y maldecir el tener a un chico, que no le llega ni a los talones, con quién se quita las ganas de vez en cuando.
- Amiga. Necesito un baño. – dijo Erika con sus ojos bien abiertos. – por dios ¿Y tú te comes ese caramelito? Que envidia me das. –
Pero a Abril no le hacia ninguna gracia. Ya podría tener alguna idea de lo que le haría sentir en plena jornada laboral y lo que temía era gritar, gemir tan fuerte que todos en el edificio la escuché. ¿Cómo haría? Era evidente que esa cosa la haría sacar los pulmones por la boca.
- Ten, toma guarda esto como un tesoro. Ese hombre tiene una polla. – dice recordándola y mordiéndose el labio.
- ¡Erika! – dice poniéndose toda roja.
- ¡Amiga, ¿Cómo te entro todo eso? – y Abril le pegó en el brazo. - ¡Ay! – exclamó fingiendo enojo y de pronto su rostro cambio. - ¿Y Mauro? – soltó de golpe. - ¿Qué vas hacer con Mauro? –
- No sé, le pediré un tiempo. – y sus miga pone los ojos en blanco.
- ¿Un tiempo? Nos esa ilusa mujer. No tienes idea de cuánto durará el contrato ¿Qué tiempo vas a darle? Busca una escusa y córtale. – y se va dejándola sola.
Tenia razón, Abril no podía pedirle un tiempo porque no tenía idea de cuánto llevaría ese contrato con Santino, por lo que Erika tenía razón. Debía cortar el noviazgo. Por suerte en la semana se veían muy poco por sus trabajos y como no tenía teléfono solo hablaban un ratito por el de la línea fija.
Cuando la mañana llegó y Abril acabo de bañarse, se quedó mirando el aparato que descansaba sobre la cama y sin saber si debía o no introducirlo ¿Y si se le ocurría prenderlo mientras esté viajando en el colectivo? Moriría si tuviera un orgasmo en pleno viaje al trabajo, por lo que no se lo puso, más bien lo guardo en la cartera y al llegar vería como se lo colocaría.
Se colocó las medias negras hasta los muslos, esa mañana hacía frío, la pollera por encima de las rodillas, una camisa blanca y un saco color rosa pastel. Se hizo una coleta alta, con su fleco hacia atrás amarrado con un clip, tomo su cartera, con el aparato en la bolsa y se marchó rumbo al trabajo.
Ni bien llegó le llamo la atención la ausencia de las personas, pero aún era temprano, por lo que lo atribuyó a eso.
Al ingresar a la oficina se lo encontró sentado en su sillón y casi se infarta del susto.
- ¡Hombre, casi me matas! – dice llevando una de sus manos a su pecho.
- La formalidad Abril. – le recalcó el que lo estará tuteando. Si bien a Santino lo ponía loco que le hablara de tu, lo cierto es que era su jefe en el trabajo y el trato debía ser exclusivamente cordial.
- Lo siento señor. – dice y voltea acomodar sus cosas. – por cierto ¿Por qué no ví a nadie? – soltó y él sonrió.
- Porque hoy nadie debía venir. – eso le hizo detenerse. Si nadie debía asistir al trabajo ¿Por qué la hizo ir a ella?. Entonces se pone de pie y se acerca a ella lo suficientemente cerca cómo ahora ponerla nerviosa – De todos modos, hay trabajo que debes adelantar. – le habla con voz ronca acercando su boca a su oreja derecha, haciendo que se estremezca – siéntate y abre las piernas para mí. – y entonces ella abrió los ojos como platos.
- Santino… perdón, señor. – dijo y luego se corrigió. – hay algo que debo decirle. – pero él la interrumpe.
- ¿Tendrás puesto el aparato supongo? – y ella baja su mirada. – siéntase en ese sillón y abre bien las piernas. Quiero verte. – lejos de provocarle excitación lo que dijo, le generaba incomodidad, peor lo hizo. – no lo traes puesto. – dice mirándola serio. – fue una orden Srta. Evans. – y ella comenzó a cerrar sus piernas y escudarse. - ¡Silencio! Cuando yo le digo que debe hacer algo, usted lo hace, sin chistar. Por eso, mañana venda con un vestido, sin ropa interior y aquí se pondrá un tapado encima. Porque la quiero desnuda. Completamente desnuda. – le habla inclinándose a su rostro. – ahora tendré que castigarte. – los ojos de ella se abrieron de tal modo que parecían salirse de su cavidad. – recueste en tu escritorio con las piernas abiertas. – pero ella no lo hace, solo lo mira. - ¿Me has escuchado? –
- Pueden vernos. – suelta de golpe.
- No lo harán. En el edificio estamos solos. Te quiero desnuda y abierta para mí. Vamos, no tengo toda la mañana. – entonces lentamente lo hace.
Una vez que se ubicó en el escritorio, él se dirigió hacia su armario y saco de allí un bolso, del que retiro una caja con el mismo aparato que le había dado. Lo saco de su estuche y se acercó para colocárselo dentro de la vagina. No obstante, le exigió el otro y ella señaló su bolso.
Cuando tuvo el aparato en sus manos, tomó el lubricante que tenía en la mesa y lo empapó pro COMPELTO. Así mismo se puso en la mano para luego introducir dos dedos en su ano.
- Ahh. – dijo ella de dolor rozando la excitación. – ohh… - gemía y se quejaba de dolor.
- Estás muy estrecha. Esto dolerá un poco. –
Abril estaba muy apretada y él podía sentirlo en la presión de sus dedos. Le volvía completamente loco.
Cuando lo lubrico lo suficiente, le metió de a poco, el aparato rosa dentro del ano. Sus gritos no tardaron en aparecer.
- Ay… me duele… me duele. Grito ella. – y él se detuvo. – es muy grande, me duele. – inquirió.
- Tendré que dilatarlo, planeo meterte la polla por ahí algún día. – entonces sacó dos teléfonos e hizo algo en el que activo el aparatito que debía meterle en el ano. Ese contacto del aparato vibrador queriendo entrar a su orificio anal fue tan exquisito que sin darse cuenta se iba "comiendo" toda su extensión. Cuando quiso darse cuenta, ya lo tenía adentro.
Mientras ella experimentaba el placer de esa cosa vibrando en su culo, él le encontraba las manos pro encima de su cabeza y lo mismo hacia con sus piernas a la pata de cada esquina de la mesa. Quería que se retuerce del placer.
Cuando al fin la dejó inmóvil él sonrió y comenzó activar ambos aparatos.
- ¡Oh dios mío! – soltó desde lo más info de su cuerpo cuando ambos aparatos comenzaban a vibrar.