Ha pasado una semana desde que Lorena está viviendo con nosotros, Pacho es amable con ella y cuando le dije que escondiera la billetera de ella, me golpeó en la cabeza; me siento fuera de lugar con ella aquí, es como si no encajara y me robaran mi espacio personal, posiblemente esté exagerando pero esto es lo que yo siento y es muy incomodo, quiero llorar y patalear, actuar como una niña caprichosa pero no lo haré, siempre supe cómo mantenerme al margen y si hago eso, sería darle gusto a Lorena y no la voy a complacer.
Así que solo me encierro en mi habitación o salgo al parque a leer algún libro, ahora leo uno de los relatos de varios que me entretiene bastante.
— Hola— escucho como saluda alguien y al girarme para ver, me encuentro con Paula.
— Hola— devuelvo el saludo, dejando el libro sobre mi regazo.
— ¿Estás bien?— pregunta Paula, sentándose a mí lado.
— No— respondo con sinceridad, hay algo en Paula que me hace querer confiar todo de mí en ella, pero eso me aterra.
— Espero mejores— desea ella.
— Pensé que preguntarías qué pasó— murmuró y ella sonríe.
— Tu me lo contarás cuando te sientas cómoda— habla ella— No me gusta presionar a las personas para saciar mi curiosidad, eso es insensible.
— Gracias—
— No es nada— responde ella con una linda sonrisa.
— Cuando me escondo— le digo y ella me mira fijamente— Es cuando más ganas tengo de llorar, porque me siento sola.
— ¿Ahora te escondes?— pregunta Paula y yo asiento con la cabeza— Llorá, te hará sentir mejor.
Meto mi cabeza entre mis rodillas y empiezo a llorar, me siento débil y atacada, el hecho de que Lorena este nuevamente con nosotros, me hace sentir insegura y no quiero que nos vuelva a engañar y ver a la abue llorando por la malagradecida de su hija, Lorena me hace sentir de este modo porque ya nos ha lastimado a todos de diversas formas y es tan disgustante. Siento la mano de Paula en mi espalda, no se mueve, solo está ahí y me hace sentir reconfortada, me hace sentir bien.
— Cuando yo me escondo— habla Paula, haciendo que levante la cabeza para mirarla— Me siento furiosa.
— ¿Ahora te escondes?— le devuelvo la pregunta y ella suspira.
— Lo hacía, hasta que te vi— confiesa— Todos lidiamos con algo, todos aprendemos a vivir con nuestras heridas.
— Tienes razón—
— Con lo que sea que estés lidiando— Paula me mira fijamente mientras habla— Lo haces mejor que yo.
— Llorar no solucionara nada—
— Si lo hace— Paula mira sus manos— Te ayuda a liberarte de tanto dolor— luego se levanta las mangas de sus sueter, enseñándome sus maltratadas muñecas— Esto solo me lástima más, tú lloras y yo me enojo.
Tomó sus muñecas y miró fijamente las heridas, ellas son más que un misterio y lucha con algo más grande de lo que pienso.
— Estaré bien— dice ella apartando sus manos y cubriendo sus muñecas, nuevamente— Cada persona tiene sus luchas.