Al llegar a la sala de juntas todos los directivos y gerentes de la empresa estaban sentados en la mesa, callados y mirándome. Y yo sin expresión alguna camine hacia mi asiento sin mirarlos, me senté y recogí todos los informes que había leído con anticipación. Empecé a separar los basura con los servibles y después de terminar, arroje los documentos basura al centro de la mesa. Los presentes dieron un salto en su asiento del susto y mi tío me miró disgustado por mis acciones. Pero la verdad ni le dí importancia.
-Señores los documentos en la mesa no me sirven, necesito que los corrijan y por favor antes de llegar a la junta verifiquen y corrijan sus errores. No estamos en la escuela para que yo los corrija siempre que estemos en la junta. Creó que son más viejos que yo para que aún sigan con lo mismo; sino quieren trabajar por favor espero su carta de renuncia y si aún quieren trabajar vuelvan a la escuela. Y los proyectos que atenderé por favor jefes y gerentes encargados, los veo uno por uno en mi oficina para darle seguimiento. Mi asiste se encargará de los horarios para atenderlos.
Cuando me iba a retirar mi tío se levantó de su asiento y me miró.
-Leo. Crees que no estás exagerando con el trato que nos das siempre en las juntas. Es cierto que eres más joven que nosotros pero aún así, nos sigues tratando como basura.
Miré a mi tío con una mirada fría a tal grado que logré que avanzará unos pasos hacia atrás.
-Tío. Te crees calificado para administrar y dirigir la empresa, sí fuera así porque aún no has tomado el control. Sin embargo eres unos de los que sus documentos yacen en el centro de la mesa. Si fueras lo suficiente capaz mi abuelo te pondría a ti como director y no a mí, sin embargo yo estoy al frente dirigiendo una empresa desde los 18 años y creó que tengo el potencia para dirigirla como mi abuelo y mi padre. Si tienes alguna inconformidad por favor ve inmediatamente y preséntate con el patriarca para que me revoque de mi cargo y te ponga a ti en mi lugar. Y sino es así ¡cállate y siéntate!, déjame lo que estoy haciendo porque se perfectamente lo que estoy haciendo.
Y pues tío sino te gusta aceptaré tu carta de renuncia y por favor regresa a tu villa que no te necesito. Está tarde que llegue espero no verlos ahí.
Me retiré del salón de un humor que ni yo misma me aguantaba. Espero que haya tomado mis palabras y se alejé de mi villa y me deje vivir cómodamente junto con mi madre.
Al llegar a la oficina Fred me empezó a pasar uno por uno con los proyectos que seleccione que estaban bien. Hasta que terminamos algo tarde y me fuí a mi villa, ya eran las diez de la noche.
Mi madre me estaba esperando en la sala un poco preocupada, cuando entré a la sala me miró y tomo mis manos.
-Hijo. Corriste a tu tío de nuestra villa.
-Si lo hice madre, ya no lo soporto y la verdad es mejor así. Tu ya no puedes vivir siempre preocupada todos los días, y mientras tú y yo estemos solos mucho mejor. Vive tranquila madre que yo me encargaré de todo, que te parece sí vamos a cenar tengo hambre y no alcance a comer, hubo mucho trabajo.
-Si hijo.
Nos sentamos a cenar en silencio y después de terminar, regrese a mi habitación y cerré la puerta con llave como es de costumbre. Me retiré la ropa y las vendas y tome un baño caliente, al salir me miré al espejo como siempre con la toalla puesta en mi cuerpo. Tomé un sostén me lo coloqué para dormir y unas bragas rosadas. Me miré en el espejo y mi piel era blanca y mi cuerpo con una figura perfecta de una mujer, mi vientre plano como una tabla. Sí fuera una mujer seria la envidia y así podría callar a mi prima, es también hermosa pero no se compara conmigo. Con la rutina a diaria y con el entrenamiento del amigo de mi padre Joseph, mi cuerpo estaba en buena forma. Por cierto mañana es fin de semana y mi entrenamiento riguroso no debe de parar; mi fuerza debe de asimilarse a un hombre o hasta más. Nadie volverá hacer daño a mi familia, mientras yo siga viva. Y por lo tanto tendré que darme prisa para encontrar a mi hermano.
Luego tomé un camisón de seda demasiado transparente, apague las luces y por fin me quedé dormida.
Al día siguiente como de costumbre me levanté temprano, me di una ducha y me coloqué nuevamente las vendas sobre mi cuerpo, en esta ocasión me vestí con ropa deportiva para correr un poco e irme al gimnasio de Joseph.
Al bajar las escaleras mi madre ya me estaba esperando en el comedor para desayunar.
-Hijo. ¿Vas a ir a correr?
-Si madre como todos los fines de semana. No nomás es recomendable ejercitar el cerebro sino también el cuerpo, a lo mejor tardaré en llegar hoy. Aparte de correr tengo que encargarme de unos asuntos, espero que en mi ausencia tú familia no venga a nuestra villa. Ya no son bienvenidos aquí y no los quiero volver a ver, ni a mi tío que aún sigue trabajando en la empresa y aún así casi ni lo procuró.
-Lo siento hijo pero es familia de tu padre.
-Lo sé madre, pero después del fallecimiento de mi padre y la desaparición de mi hermana has sido demasiado tolerantes con ellos y eso me enfurece. Déjame los problemas a mí y enfrentarlos, no te dejes pisotear por ellos.....entendido.
-Si hijo. (agachando la cabeza para seguir comiendo)
Yo ya no le comenté más y también seguí desayunando, aunque mi madre y yo nos confiamos fuera de mi habitación sigo siendo Leo. Porqué la verdad no sabemos si la gente de nuestro alrededor sea realmente confiable.
Al terminar el desayuno caminé un poco para hacer digestión antes de ponerme a correr, un poco de calentamiento y emprendí mi camino. El gimnasio de Joseph estaba a una hora de camino corriendo, era una buena distancia para comprobar mi resistencia. En todo el camino llevaba puesto mis audífonos, porque no soportaba que la gente me miraba y menos las mujeres me daba un poco de asco que me miraran de forma provocativa, entonces llegue al centro de la ciudad y después de ahí a un callejón solitario. Al final de ese callejón estaba una puerta, al pararme frente a ella toque cuatro veces seguidas, luego dos, enseguida una y al final tres. En seguida se abrió una ventanilla y un hombre con una cicatriz que tenía en medio de la cara me sonrió y abrió la puerta.
-¡Que tal! Señor Leo. Viene a su entrenamiento de rutina.
-Hola Cleo y ¿Joseph dónde se encuentra?
-Esta en su despacho, pasa.
-Gracias.
Camine a un lado de Cleo, era un hombre muy corpulento y con una fachada que a cualquiera da la sensación de ser asesinado por el en cualquier momento si alguien estuviera cercas de él. Pero en mi caso eso no me causaba ninguna sensación de miedo. Camine por el gym llenos de aparatos de ejercicio y un rin en el centro. Todo olía a sudor y a humedad por el edificio tan oculto que casi no llegaba la luz del sol. No había ventana alguna y solamente había ventiladores en los techos, pero su aire no ayudaba con la humedad y el olor. Al final de este había una puerta de hierro que era el despacho de Joseph, toque una vez y una voz grave y algo grande sonó adentro de ella.
-Pasa.
Al entrar ví a Joseph un hombre de casi sesenta años, corpulento y a la vez su aspecto era agresivo y gentil, daba la sensación de estar en tu hogar y confiar rotundamente en él. Por eso siempre fue el amigo inseparable de mi padre. Me senté en la silla que están en frente de su escritorio.
-Leo que tal? Ahora vamos a entrenar un poco pesado, tú fuerza debe ser mayor que de un hombre fuerte. Hasta ahora ya le has ganado a Cleo, pero tendrás otro rival más fuerte que vencer.
Alce una ceja y lo mire pensativa.
-Claro hombre. El hombre que tienes que vencer es a mi.....aunque sea mayor de edad mi fuerza no se compara con los de afuera y la fuerza de tu padre era más fuerte que la mía aún.
Suspiré y luego lo mire.
-Y dime Joseph, de qué le sirvió a mi padre ser el más inteligente y fuerte si al final lo mataron.
Agache la mirada sin querer mirar los ojos de ese señor que lo consideraba como a un abuelo. Luego escuché el sonido del cuero de su asiento cuando el se levantó y se paró enfrente de mi. Escuché su suspiro tomo mi barbilla e hizo que levantará el rostro.
Y me habló en susurro.
-Rosalie....te prometo encontrar a tu hermano. Por el momento solamente puedo fortalecer tu físico, para que nadie te dañe.
Retire mi barbilla de su mano y me levanté.
-Gracias....pero no me vuelvas a llamar por ese nombre jamás, hasta que el dueño de mi nombre llegue y me pida su lugar. Mientras tanto soy Leo Silva.
-Esta bien Leo entonces vamos a viajar por este fin de semana mañana en la noche llegaremos a la ciudad. Y por cierto no trajiste tu ropa.
-Espera un momento Fred me lo traerá lo que necesito.
Llame rápidamente a Fred le encargue lo que ocupaba y luego le colgué.
Después de una media hora, Cleo entro con una mochila y me la entregó.
Entonces Joseph me miró y sonrió.
-Entonces Leo vamos.