Una vez, hace mucho tiempo y en la época en la que las primeras familias nobles de Inglaterra aparecieron, se decía que había un hombre jóven en la primera mitad de sus veinte, era el primer hijo del duque que se encargaba del lado oscuro de los asuntos del rey.
Tenía una altura de un metro ochenta y seis, su cabello negro, ojos verdes iguales a los olivos, esbelto y de una figura notable y atlética se perfilaba para ser una figura notable entre sus iguales.
La mayoría de miembros de la realeza habían obtenido un apellido menos su familia, por lo que estaba
pensando que hacer mientras estaba sentado observando el fuego de una hoguera. Su nombre era Conrad.
Y en los libros de historia quedaría marcado como el primer O'Reilly; el hombre que se enamoró de la luna.
Siempre ha sido alguien extraño. Una persona solitaria. Aunque sea hijo de un duque vivía en una casa vieja al final de un camino roto.
Cualquier persona que lo observará se daría cuenta que aquel no era normal, de niño nunca jugaba con los demás, nunca hacia nada para llamar su atención, nadie había visto que se le escapara una sonrisa y ahora de jóven adulto las cosas no eran muy diferentes. Casi nunca salía de su solitaria casa, a su edad no se habia comprometido, trabajaba con diligencia pero su vida social era casi inexistente. ¿Qué se puede esperar de un tipo raro como él que vive en una casa vieja? La gente siempre hablaba a sus espaldas, algunos opinaban que eran sus padres, desde temprano debió de haber visto los trabajos turbios de su padre. Otros decían que era simplemente alguien sin emociones, alguien dañado, alguien que solo vive el presente sin siquiera pensar en su futuro. Al mismo tiempo se decía que era demasiado sangre fría para siquiera sentir alguna emoción humana.
A pesar de ser de una buena familia se decía que en particular Conrad tenía mala suerte, cuando tenía algo nuevo en sus manos, se destruía. Si comía algo, sabía horrible. Algunos afirmaban que el niño había nacido bajo una mala estrella, estaba maldito, que había un demonio en las sombras de la familia de Conrad. Otros sentían lastima por él, pero no la suficiente como para ayudarlo, después de todo las personas a su alrededor querían la posición en la que se encontraba; la segunda persona más importante justo después del rey, estaba por encima de muchos y por debajo de una sola persona, incluso la familia real no buscaría ofenderlos sin un motivo.
Un día, en una tarde lluviosa, las frías y pesadas gotas golpeaban las ventanas de su casa. Un viejo mensajero golpeó tres veces la puerta,
*Toc* *Toc* *Toc*
El abrigo que lo cubría estaba completamente empapado, Conrad miró a través de la perrilla de la puerta, su mirada se volvió aguda al ver al hombre, después de todo el camino estaba roto y no muchas personas lo utilizaban.
—¡Hey, chico!
Grito el hombre al sentir la presencia de Conrad del otro lado de la puerta, se apoyó en su bastón y continuo hablando.
—Tengo una carta de su majestad para usted... Conrad... ¿Oye chico tienes un poco de agua para este anciano?
—Viejo, puedes beber toda el agua que quieras si abres la maldita boca y mira al cielo
—...
Los ojos del anciano se abrieron de incrédulo de lo que le habían dicho. Conrad abrió la puerta dejando pasar al anciano, lo instó a sentarse en un asiento vacío, Conrad le llevo agua en una jarra de arcilla de alta clase adornado con algunas piedras preciosas, el anciano bebió unas cuatro tazas de agua. Cuando dejó escapar un suspiro observó a Conrad de arriba a abajo juzgando que tipo de persona era.
Conrad se sentó en una silla vacía leyendo la carta que tenía en su mano con una mirada aburrida.
—No pareces muy feliz, chico. ¿Que te pasa?
—Nada, no pasa nada...
—...
—Simplemente... no tengo nada, me siento triste cuando no debería, quiero decir soy la mano derecha de su majestad pero no tengo algo que me haga feliz
La voz de Conrad era monótona y llena de resignación que le partió el corazón al anciano estaba a punto de soltar una lágrima pero no lo hizo ya que se concentro en tomar más agua.
—Hahahaha ciertamente todos necesitan una motivación, tengo entendido que los ancestros de tu familia incluso fueron vagamente mencionados en las leyendas Arturicas...
—Me preguntó, si fuera así porque ¿Porqué vivo en una casa como está? ¿Por qué esta clase de comida barata? ¿Porqué tengo que hablar con alguien como tú?
—Hahaha... chico, la vida es difícil pero aún así tienes que seguir avanzando, además tengo algo que te haría feliz hahaha
—Anciano si me haces feliz con gusto te llamaré abuelo. Pero no consumó nada de eso, además estoy viviendo en austeridad, no puedo dar, prestar o regalar algo
—Ciertamente eso es un problema, porque lo mío es un negocio, ¿Quieres oírlo? Te hará felíz
—Anciano no puedo creer que a tu edad digas tonterías, pero bien si puedes hacerme felíz, te daré mi casa. Es vieja y rota, pero tiene valor sentimental
El anciano contempló la casa por varios segundos, vieja y enorme. Del mismo tamaño que una mansión
—Si, eso servirá...
Entonces Conrad miró al anciano, se puso serio y dijo con unos ojos agudos.
—Y si no cumples tu promesa, ¿Que hacemos? ¿Me darás tu vida a cambio? ¿No tienes una hija o nieta que puedas dar?
Los ojos del anciano se crisparon mientras su ira se elevaba al máximo, Negó con la cabeza y se rió un poco ante la última declaración de Conrad.
Aún así estaba convencido de que podría impresionar a Conrad. Solo imaginar que el chico se inclinaría ante él en señal de respeto mientras le llamaba abuelo. Así que acepto sin dudarlo y ambos se estrecharon las manos con sonrisas rígidas.
"Al parecer gane una esposa"
"Al parecer gane un nieto"
Ambos se reían mientras pensaban que el otro era un idiota.
—Por cierto muchacho ¿Cuál es tu nombre?
—Conrad, aún no tengo apellido... ¿Y el tuyo anciano?
—Lucifer... Morningstar...
—Esta bien no me lo digas... Si quieres decir mentiras está bien
—Chico digo la verdad
—Maldito anciano ¿me estás diciendo que te llamas cómo el diablo?
—Olvídalo...
Lucifer negó con la cabeza mientras sacaba una bolsa con algunas canicas, varias venas aparecieron en la cabeza de Conrad mientras maldecia al anciano pensando que lo quería alegrar jugando a las canicas.
Lucifer rebuscó dentro de la bolsa, encontrando una canica resplandeciente con una luz brillante la sostuvo entre sus dedos y habló mientras estaba confiando.
—Esto te gustará chico
—¿Que demonios es?
—Una oportunidad...
—...
—Esto te ayudará a ver las estrellas, ten ingiere esto como si fuera una píldora
—...
Lucifer le paso la canica mientras Conrad la sujeto mostrándose escéptico. Al final decidió confiar en el anciano frente a él y se la trago, mientras maldecia al anciano por darle algo que no servía, sus ojos brillaron y entonces su mirada se alzó deslumbrado por las estrellas en el cielo y sobretodo la hermosa luna que brillaba hermosamente con un tono plateado.
—Realmente...
Se dió la vuelta mirando al cielo, extendió sus brazos intentando tocar la luna, la lluvia había desaparecido para él dejando solo el hermoso cielo estrellado.
—Creo que eso sí me haría feliz... creo que ya no es necesario conocer a tu fea nieta...
—Tsk... me alegra...
Lucifer hablo con un tono rígido mientras su mirada se crispó.
—Nunca había visto algo tan hermoso, realmente la quiero solo para mí
—No chico ahí te equivocas. La luna no es mía, es dueña de si misma
—No importa, ¿cómo podría dejar que otro la deslumbrara?
—No puedo ayudarte con eso... ¿Además cuando te irás?, quiero dormir en mi casa si no te importa
—Esta lloviendo afuera, te invite a tomar agua, deja que me quede hasta mañana en la mañana
Conrad afirmo sin sonreír ni pestañear.
—Pero ahora que lo pienso, no estoy nada feliz, estoy enojado. Me has mostrado algo tan bueno pero me dices que no puedo obtenerlo, duerme si quieres hasta mañana después lárgate anciano...
Al final de su frase Conrad se puso de pie mientras intentaba caminar, lo que el veía era el infinito espacio, las brillantes estrellas y la luna en su máximo esplendor. Cuando cerró los ojos volvió a ver su vieja y fea casa, sintiendo un dolor en el corazón se puso de pie y a través de la ventana pudo observar un resplandor que caía en una cierta dirección, abrió la puerta rápidamente y comenzó a correr, pasaron minutos, horas y solo se detuvo cuando alcanzó aquel resplandor, la lluvia no se detenía; la luna estaba llena, colgaba en el cielo, reluciente como una vela que alumbraba la oscura noche, era algo hermoso e inalterable.
Sintió que su cuerpo pesaba, cada impacto de la lluvia hacia que frunciera el ceño con dolor, su cuerpo temblaba, su pecho se estremecía con cada segundo que pasaba mientras miraba el cielo.
Con el pasar del tiempo pensó que se había enamorado.
Un pensamiento repentino apareció en su cabeza. Buscar la luna no era suficiente mucho menos el admirarla todas las noches. Él necesitaba atraparla, si pudiera estar con ella, sería la persona más feliz del mundo.
Sentía que si no podía llegar a tenerla su corazón se rompería en cientos de pedazos.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas perdiéndose con la lluvia, su cuerpo y su mente le decían que se fuera pero su corazón no estaba dispuesto a escuchar decidiendo quedarse.
No le daba ninguna importancia a su apariencia, apretando los dientes continúo caminando; de pronto un tono dulce pero melancólico se pudo escuchar, era la cancio que salía de un corazón roto. Era triste e intensa, revoloteaba como un pájaro con un ala rota.
Entonces Conrad lo deslumbró, una hermosa mujer, tenía ojos extremadamente bellos, su mirada era afilada pero sus ojos color azul no perdían encanto, era algo pálida pero su tono de piel era brillante, su cabello blanco caía como una cascada hasta su cadera, su vestido azulado estaba adornado con algunas piedras hermosas.
Conrad sintió un atisbo de gozo; por primera vez en su vida no sabía cómo reaccionar.
Ella estaba un poco por encima de él, Conrad se enamoró nuevamente, su melodiosa voz se escuchó cuando le pregunto quién era a Conrad.
Conrad le contó su vida, su apuesta con un tal Lucifer Morningstar, lo que había visto en el cielo. La luna escuchaba, reía y sonreía, pero al final se quedó mirando el cielo con nostalgia.
Conrad hizo una expresión de dolor ya que sabía el significado de la molestia de la luna.
—Quédate conmigo... te lo suplico, solo puedo ser feliz si eres mía
El tono de Conrad era amable, lleno de dolor pero se suavizaba mientras más hablaba, no quería molestar a la luna.
—No puedo hacer eso... El cielo es mi hogar
—Tu hogar puede estar donde esté yo, cualquier sitio puede ser el mío si estás tú ahí... Quédate a mi lado
—Debo irme... eres un mortal, llevo demasiado tiempo aquí en el mundo terrenal
En ese momento la luna dio un ligero paso hacia atrás lo que hizo que Conrad levantará la mano con intención de agarrarla, pero se detuvo.
—Aqui podemos tener todo el tiempo que queramos, junto a mi puede ser primavera, verano, otoño o invierno...
—Debo irme...
La mirada de la luna se llenó con un poco de pesar, sus hermosos ojos no dejaban de apuntar al cielo.
—Volvere, soy inalterable... siempre que vengas a este lugar volveré a tí
—Hasta ahora, te he ofrecido 3 cosas, mi hogar, mi alma y mi corazón. Si quieres irte ¿porque no me ofreces tres cosas a cambio?
La luna se rió y extendió sus brazos mostrándole la palma de las manos.
—¿Qué podría yo darte? Hahaha pero si quieres algo y puedo dártelo pídeme y yo te lo daré
La boca de Conrad se seco inmediatamente.
—Quisiera pedirte un beso...
—Tu tonto... algo tan pequeño es fácil de cumplir, puedo dártelo sin problemas
La luna se inclinó hacia Conrad, su aliento era dulce, sus labios firmes como una fruta. Aquel beso le cortó la respiración a Conrad y por primera vez en su vida una sonrisa dibujo su rostro.
—Bien... ¿Cuál sería tu segunda petición?
—Quiero que te quedes a mi lado por un año...
Cuando la luna se separó de los labios de Conrad ella tenía una mirada tierna y enamorada, en su hermoso rostro apareció un saludable rubor. Cuando escucho la segunda petición de Conrad ella estiró sus brazos y lo abrazó; al principio ella era fría pero Conrad podía contrarrestar ese frío con el calor de su amor.
—¡Bua! ¡Bua!
Después de un año de amor, Conrad podía sostener en sus brazos un pequeño ser, la continuación del su amor con la luna. Era prácticamente indentico a ella pero el pequeño había heredado el cabello negro y ojos verdes con heterocromia central.
La mirada de Conrad era triste y algo melancolica, sabía que el tiempo se había acabado y la siguiente frase lo hizo llorar.
—No seas así... Conrad... te has convertido en el único ser en mi corazón y el pequeño que tienes en tus brazos es resultado de mi amor por ti...
—...
—¿Cuál es tu tercera petición?
Preguntó la luna, sus ojos azules eran suaves, su sonrisa era sincera y amorosa mientras observaba a su esposo y su hijo.
Conrad tembló pero aún así y con todo el dolor de su corazón habló intentando que su voz no se quebrará.
—Tu nombre mi amor... Así podré llamarte cada vez que mire al cielo...
—¡Tú!
Ella lo abrazó con delicadeza, frotando tiernamente las mejillas de su hijo.
—Te habías tardado, ¿no?
Conrad hizo una sonrisa de disculpa.
—Reilly
La luna se le acercó más y le susurró al oído para que solo él pudiera escucharla.
—Ahora que tengo tu nombre lo combinare con el tuyo, a partir de ahora mi familia se llamará en tu honor, así al menos sin importar el tiempo, podrás estar conmigo eternamente para que yo pueda ser feliz
—¿Entonces?
—Sere... Conrad O'Reilly. El hombre que fue ilumando por la luna
—Bien...
Así nació el primer O'Reilly y con ello la familia más fuerte del mundo, teniendo como lema "El único fracaso es huir y esconderse de los sueños que trae la vida. Un sueño no es solo tenerlo sino el hecho de ir tras el"
...