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Chapter 51 - Todavía tienes otra oportunidad

-Tengo mi propia opinión en este asunto. Tu fuerza es débil, así que no luches contra Álvaro directamente. Te he implicado en este asunto esta vez. Cuando vuelvas a Ciudad H, Mayra, debes buscar otro empleo. Tengo miedo de que el te ataque. -dijo Samara, esto era algo que le preocupaba.

Sin embargo, Mayra sonrió y dijo:

-No le tengo miedo. En el peor de los casos, le daré mi vida. Realmente no menda en todas las cosas en Ciudad H.

Al ver que a Mayra no le importaba nada, Samara todavía estaba muy preocupada, pero Mayra continúo diciendo:

-No te preocupes, tenemos una relación muy estrecha. Si no me hubieras ayudado en la universidad, no sabría donde trabaja ahora. Sin ti, no estaría aquí hoy. No digas nada. Se lo que estoy haciendo. Si estas bien, estoy bien. -dijo Mayra.

Samara se sintió conmovida al instante. En aquel entonces. Em la familia Arias, ella todavía era considerada una buena hija. Solo creía que la vida de Mayra era demasiado difícil, así que la ayudo. Sin embargo, no esperaba obtener una mejor amiga en el camino.

Si ella no se hubiera enamorado de Álvaro, si no hubiera sido un escandalo hace ocho años, escandalo que la hizo ser la vergüenza de la familia Arias, no habría sido expulsada y estado tan indefensa en la familia Ayala después de casarse con Álvaro. Pero era demasiado tarde.

Ya no había ningún refugio para ella en la familia Arias. El incendio de hace cinco años rompió todos los lazos entre ella y su familia. Ahora cuando lo recordaba, Samara se sentía extremadamente triste.

Había abandonado todo por amor, pero ahora no tenia nada y sus hijos no tenían salud. Ella realmente lo lamentaba. Mayra le sujeto la mano con fuerza y susurro:

-No estés triste, se que echas de menos a la familia Arias. En realidad, tus padres no son tan diferentes. El incendio asombro a todos en Ciudad H, pero la mayor noticia era el fallo de la fuga con otro hombre. Aunque tu padre publico la información de que había roto la relación contigo en el periódico, el y tu madre siempre van al cementerio. Se dice que tu madre te preparo una tumba. Cada año ellos van a acordarse de ti. Han envejecido mucho en los últimos años. Si tienes la oportunidad, puedes ir a verlos.

Samara ya no podía controlar sus lágrimas. Durante estos cinco años en el extranjero, en los que se sentía desesperada, ella siempre echo de menos a sus padres. Ella fue la joven señorita de la familia Arias y creció con los cariños de sus padres. Sin embargo, después de que el asunto de que hizo el amor con Álvaro en el banquete fue expuesto por los medios, ya no tuvo la oportunidad de acercarse a ellos.

La familia Arias era famosa y poderosa y también era educada, así que no podía tolerar que esto sucediera. Ella podía entender a sus padres, pero no podía volver al pasado. Si hubiera podido predecir el resultado de su amor, nunca se habría casado con Álvaro.

Ahora todos los remordimientos no podían compensar el daño que había hecho a sus padres. Samara lloro sin control abrazando a Mayra.

-Mayra, los echo mucho de menos. Pero mírame ahora. Incluso si estoy frente a ellos, no me reconocerán. Ya no soy su hija. Mis padres solo me tenían a mí, pero les deje sufrir el dolor de perderme. No soy digna de ser su hija. -dijo Samara.

-No digas eso, Samara, todavía tienes otra oportunidad. Has vuelto. Incluso si no puedes cuidar de ellos con la identidad de Samara, todavía puedes cuidarlos como Catalina y una amiga de Samara, ¿verdad? -dijo Mayra consolando a Samara.

Samara solo podía asentir, pero ya no podía decir nada. Después de que Eduardo llevo a Samara a ver a Mayra, se fue con Isaac. Dijo que todavía no había terminado un proyecto de entrenamiento, por lo que no vio a Samara llorando así. De lo contrario, no sabría qué hacer.

Después de llorar durante mucho tiempo abrazando a Mayra, Samara se puso tranquila. Mayra le toco la mano y dijo:

-Todo estará bien.

-Si, voy a sacarle unas fotos a Eduardo para enviárselas a Laura. Ella podría estar muy ansiosa estos últimos días. En la casa de la familia Ayala, no me atrevo a llamarla. Me temo que Álvaro descubra la existencia de Laura, no quiero que le haga daño.

Cuando oyó que Samara lo estaba pasando mal, Mayra odio aun mas a Álvaro. Las dos fueron al acampamento. Eduardo estaba entrenando. Samara al principio creía que Adriano descansaría después de que Eduardo le pegara, pero ella no esperaba que estuviera allí también. Además, siguió de cerca a Eduardo para entrenar.

Samara realmente sentía una emoción complicada. Mayra le siguió la mirada y susurro:

-Adriano es diferente de Álvaro. Empecé a observarlo desde que entre en la guardería. Es muy amable, pero esta un poco solo. No todos pueden ser su amigo. Además, he visto que es un chico muy inteligente, pero no tiene el genio de Álvaro. Puede ser que su madre influya en su inteligencia, pero es muy diligente. Todos los profesores lo saben. No se siente orgulloso de ser el sucesor de la familia Ayala. Pero después de que Eduardo llego, su relación ha sido especialmente buena. Incluso cuando Eduardo lo rechaza a veces, no le importa y se acerca estrechamente. Posiblemente es una relación de parentesco.

Samara no podía explicarlo, pero realmente no odiaba al niño.

-Dejemos que se desarrollen lentamente. Después de todo, Eduardo es demasiado experimentado, así que es bueno para el tener un amigo, aunque no sea durante mucho tiempo. -Samara se sentía impotente. Las dos se sentían pesadas.

Samara rápidamente saco algunas fotos de la aparición valiente de Eduardo y se las mando a Laura. Pero no sabía si se había despertado en ese momento. De pronto, Laura respondió:

< ¡Mama, Eduardo es tan guapo! ¿Cuándo podre ser tan guapa como el?>

Laura le envidiaba mucho, pero Samara sentía mucho dolor, era como si un cuchillo le pinchara el corazón.

Dijo Samara, ella consoló a Laura con tristeza en sus ojos.

Laura se sentía sola, era como un canario en una jaula de oro. Ella sabía que, debido a su cuerpo, su madre y su padrino hacían de todo por su bien, pero realmente envidiaba a sus compañeros.

Laura no quería que su madre y su hermano se preocuparan por ella, pero no podía controlar su cuerpo. Los cortes en su cuerpo ya eran innúmeros. Desde que empezó a recordar, el hospital era su casa. Le dolía tanto que no podía dormir por la noche, tanto que quería encontrar los brazos de su madre e incluso quería morir de esa manera. Pero no podía.

El padrino le dijo que Samara había hecho mucho esfuerzo y casi perdió la vida para darle a luz, así que su vida era de su madre y no podía ser caprichosa. Por lo tanto, quería luchar. Tenia que soportarlo a menos que el ultimo momento de su vida llegara y no pudiera seguir acompañándolos.

Los ojos de Laura se llenaron de lágrimas. Su cuerpo dolía otra vez, pero no podía llorar. Tenia que soportarlo o su madre se preocuparía por ella.

Ella no pudo evitar llorar otra vez. Laura era una chica muy sensata. A veces agradecía mucho a dios por darle a dos hijos tan buenos, pero cuanto más sensatos eran, más angustiada se sentía Samara.

En la edad de deber se activos y disfrutar de su infancia al máximo, uno de sus hijos se había echo un niño tan experimentado mientras la otra nunca había salido del hospital. ¿Cómo podía sentirse feliz como madre? ¿y cómo podría dejar que Álvaro viviera una vida feliz?

Después de hablar con Laura, Samara se despidió y vio que Eduardo ya había terminado su clase. Eduardo corrió hacia Samara como un pájaro.

- ¡Mama! ¿Soy guapo? -pregunto él.

Después de llegar allí, Eduardo parecía haber encontrado la inocencia que había perdido. Ahora era menos maduro, pero mas inocente. Samara pellizco sus mejillas y dijo:

-Impresionante y genial. ¡Mi hijo es increíble!

- ¡Por supuesto!

Adriano llego a su lado solemnemente, queriendo decir algo, pero parecía muy incómodo, lo que hizo que Samara se sintiera triste.

-Adriano, tú también eres muy bueno. He visto que trabajas muy duro. Vamos. Un día, superaras a Eduardo. -dijo Samara.

- ¿De verdad? ¿Realmente puedo? -pregunto él.

Los ojos de Adriano se iluminaron de inmediato. Su expresión alegre era como las estrellas brillantes, que transmitía buen humor a la gente.

- ¡No hay problema! -dijo Samara.

Ella toco su cabeza, pero los ojos de Adriano se pusieron rojos.

-Muchas gracias, eres muy amable. Seria tan bueno si fueras mi madre. -dijo el niño.

Luego Adriano se dio la vuelta y se fue, pero Samara vio las lágrimas en sus ojos.