Álvaro toco el líquido rojo y le hizo sentir vergüenza. Se levanto rápido y fue al baño a tomarse una ducha fría. Justo en ese momento, Josué llamo a la puerta y entro.
-Señor, el asunto de la familia Montenegro. -dijo Josué.
- ¡Fuera! -Álvaro grito fríamente y su voz hizo que Josué se asustara.
- ¿Señor? -pregunto Josué. El casi nunca veía a Álvaro tan alterado. Justo cuando estaba a punto de entrar en el baño para echar un vistazo, escucho sus palabras.
- ¡Sera mejor que te vayas ahora mismo! Si miras a algún lugar inadecuado y ves algo, te dejare ciego.
Lo que dijo, hizo que Josué no se atreviera a entrar, aunque tenía muchas ganas de ver lo que no podía ver. Pero no pudo y salió del estudio asintiendo.
Al escuchar que la puerta del estudio se cerraba, Álvaro respiro. No se atrevió a quedarse mas tiempo en el baño. En el video, Samara había empezado a pintar. Antes, Álvaro no supo que a ella le gustaba dibujar. Ahora se daba cuenta de que sabia muy poco de ella. Se decía que las mujeres eran guapas cuando estaban trabajando.
En ese momento, Samara estaba a media luz. Al ver su aspecto serio, los latidos de su corazón aceleraron y casi no podía contenerse de querer besarla desde la pantalla. Llamo a Samara llevado por alguna razón desconocida.
Cuando sonó su teléfono, Samara dio una mirada al móvil inconscientemente. Álvaro vio claramente el ceño fruncido en su cara cuando ella vio quien le estaba llamando. ¡Eso fue odio! Parecía que ella lo rechazaba a el e incluso rechazaba todo de él. ¿Pero por qué? Antes ella lo amaba tanto. ¿Acaso todo fue falso?
De repente Álvaro se sintió muy mal. Siguió llamándola obstinadamente. Samara miraba la pantalla del teléfono que parpadeaba sin parar. Para no molestar a Eduardo, había desactivado el sonido, pero la pantalla seguía brillando.
Samara coloco el teléfono boca abajo y lo quito de su vista. Al principio no trataba de escuchar su voz, pero ahora veía su actitud. Se enfado y no podía controlarse. El siguió llamando a Samara una y otra vez con paciencia. Cuando ella ya no pudo aguantarlo, contesto.
-Señor Álvaro, es muy tarde. ¿Tiene que decirme algo?
- ¿No puedo llamarte si no tengo algo de que hablar? ¿o no quieres contestar? ¿te ayudo a resolver el problema y me tratas así? -dijo Álvaro.
Él no quería que ella le agradeciera, pero ahora vio que ella le odiaba y el no se encontraba bien. Justo por eso, no quería que ella estuviera cómoda. Ella antes le consideraba un dios y le amaba tanto. Pero ahora no quería estar con él e incluso guardaba distancia.
Álvaro no pudo soportar tanta indiferencia. Sería mejor que él le dijera eso. Al oír sus palabras, Samara se rio con frialdad.
-Señor Álvaro, se esta considerando un benefactor, ¿no? Pero recuerdo que no le pedí el favor, ¿verdad? Con tal que abra la boca, mañana volveré para manejar todo por mi misma y no necesito su ayuda. -después de decir eso, Samara colgó el teléfono directamente.
El ya no le gustaba, ahora por lo de la señora Verónica, ella lo odiaba más. Al ver el desdén de Samara por medio de la pantalla, Álvaro frunció el ceño inmediatamente. Creía que algo iba mal. Su actitud era diferente al momento en cuando las cosas pasaron.
Álvaro no pudo sacar una conclusión. Vio que Samara tiro directamente el papel de dibujo al lado y dio una patada a la mesa. Justo en el mismo momento, Eduardo se dio la vuelta y levanto la manta con los pies.
La expresión de Samara se puso dulce y apacible. Su mirada era tan suave que le hizo envidiar a Eduardo. Álvaro creyó que estaba loco. Ella se acerco suavemente a la cama y lo arropo de nuevo. Luego, le dio un beso en la frente. Su mirada estaba llena de amor y cariño, era demasiado dulce.
Un deseo surgió en su cabeza. Quería verla. No le importaba si ella tenia ganas o no, tampoco le importaba su actitud, solo la echaba de menos. Solo quería sentir la sensación de estar con ella.
Álvaro se levantó repentinamente y apago el ordenador, salió del estudio rápidamente. Josué le estaba esperando fuera y se precipito a recibirle al verlo salir.
-Señor, la señora Verónica ya está despierta. ¿Va a visitarla? -dijo Josué.
Álvaro detuvo el paso al instante. ¿Qué coincidencia? Justo cuando iba a ver a Samara, la señora Verónica se despierta.
Josué no esperaba que Álvaro detuviera el paso de repete y choco con su espalda por no poder parar a tiempo. Le dolió la nariz por el choque, pero no tenia tiempo para quejarse y dijo retrocediendo:
-Lo siento, señor.
-Ve a por el coche, vamos al hospital. -dijo Álvaro.
Aunque quería ver a Samara, no podía descuidar el asunto de la señora Verónica. Después de pensar, Álvaro decidió ir primero al hospital. Josué no se atrevió a tardar e inmediatamente fue a por el coche.
Cuando Álvaro llego al hospital, las personas de la familia Montenegro ya estaba allí. Javier el único heredero de la familia Montenegro, entrecerró los ojos cuando le vio.
-Ha venido señor Álvaro. -dijo Javier.
-Señor Javier, vengo a visitar a la señora Verónica. -después de todo, todo el mundo admiraba a los mártires muertos por la patria. Las tres generaciones de la familia Montenegro eran mártires fieles y Javier incluso solicito un cambio de trabajo voluntariamente para no comprometer al país. Por lo tanto, Álvaro le admiraba.
Javier estaba enfadado, por lo que hablaba con un tono nada amable.
- ¿Vienes a ver si mi madre esta muerta? Dicen que esa mujer es la novia de Víctor, pero también diseñadora en tu empresa e incluso vive en la mansión Ayala. Por eso, señor Álvaro, ¿me lo podría explicar? ¿Qué esta pasando? -pregunto Javier.
Cuando escucho que Javier dijo que Samara era la novia de Víctor, Álvaro se confundió.
- ¿Quién dice que ella es su novia? -pregunto.
-Víctor lo ha dicho personalmente y eso ya es público. ¿Qué? ¿Señor Álvaro, no lo sabía? -Javier no imaginaba que a Álvaro le importara este problema.
De repente Álvaro se giró y miro a Josué.
-Quería decírselo, pero usted me dijo que me fuera. -dijo con un tono miserable Josué.
El pecho de Álvaro subía y bajaba intensamente. Miro a Javier y dijo despacio:
-Ella es mi mujer, la nuera de la familia Ayala.
- ¿Así que no estás dispuesto a evadir este asunto? -Javier siguió preguntando con obstinación.
-Creo que la señora Verónica sabe bien que ha pasado. ¿Vamos a preguntarle? -dijo Álvaro con tono serio.
-Vale. Si este caso realmente tiene que ver con Catalina, espero que no me impidas hacer justicia. Sabe que la familia Montenegro siempre responde al rencor, con rencor. -Javier dijo con franqueza-
-Yo me encargo de ella. -dijo Álvaro con el ceño fruncido.
- ¿A si? Me temo que no seas capaz. Se dice que usted también es el único hijo de la familia Ayala. Si quiero la vida de Catalina, ¿usted también me la dará? -Javier se mostraba agresivo.
Álvaro lo miro fríamente y dijo:
-Este asunto todavía no está limpio. Si tiene que ver con Catalina, yo puedo asumir cualquier castigo. Como un hombre de la familia Ayala, soy capaz de proteger a mi mujer.
- ¿De verdad? -Javier dijo y sonrió significativamente. Después, entro en la sala empujando la silla de ruedas.
Los equipos de respiración estaban puestos en el cuerpo de la señora Verónica y parecía que se encontraba muy débil. Al ver a su madre, Javier oculto sus sentimientos y se le acerco con prisa. Le cogió de las manos y dijo:
-Mama, lo siento. Es mi culpa que sufras.
La señora Verónica quería decir algo, pero le faltaba la fuerza. Javier se inclino y escucho lo que ella dijo:
-Sal, quiero hablar solo con Álvaro.
-Mama, no puedo dejarte aquí sola. Si quieres decir algo, no voy a enfadarme. -Javier tenia mucho cuidado con Álvaro y parecía que ellos eran enemigos. Pero Álvaro no sabia en que omento había ofendido a la familia Montenegro.
La señora Verónica insistió. Al ver que su madre persistía, Javier no pudo rechazar mas y les dio permiso. Pero cuando paso por Álvaro, dijo en voz baja:
-Habla con cuidado. Si mi madre esta mal, no dejare a la familia Ayala y a la familia Ribeiro en paz.
Álvaro asintió.
-No te preocupes, no soy un enemigo de tu familia. Tampoco tengo rencores con la señora Verónica y espero que mi mujer sea inocente.
-Mejor así. -Javier le advirtió.
Al cerrar la puerta, Álvaro se giró y encontró que la señora Verónica ya no tenía un aspecto débil. Se sentó directamente y quito el equipo de respiración. Su estado de enfermedad desapareció.
Si no hubiera sabido que Álvaro sabia que el medico de este hospital no iba a engañarle, el habría pensado que todo era una trampa. Álvaro estaba delante de la señora y la saludo respetuosamente.
-Hola, señora Verónica.
- ¡Hola! -la señora le sonrió y sus ojos profundos estaban brillando. Tal aspecto era totalmente diferente a una vieja estafadora.
Álvaro se sentó frente a ella y pregunto en voz baja:
-Señora Verónica, ¿puedo hacer una pregunta? ¿todo eso es una trampa? -hasta el momento, si Álvaro no podía entender algo, todas sus experiencias habían sido en vano.
La señora Verónica miro a los ojos de Álvaro que mostraban que él ya lo sabía todo y dijo sonriendo:
-Señor Álvaro es una persona inteligente. ¿Por qué cree que lo hago?