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Chapter 58 - ¿Eres mi padre?

- iSamara! ¡iSamara estoy aquí! -Álvaro rápidamente dio un paso adelante y abrazó a Samara con fuerza, pero ella todavía estaba llorando e incluso golpeó Álvaro.

-Álvaro, eres tan despiadado! ¡iEste es nuestro hijo! ¿Cómo puedes tratarme así?

Las lágrimas de Samara fluyeron por toda su cara, empapando instantáneamente la ropa de Álvaro.

Samara, abre los ojos. iMírame! ¡iEstás soñando! iDespierta!

- iNo! ¡Vuele! ¡Vuele! iEl fuego me duele! ¿Quién nos va a salvar a mí y al niño? - Samara empujó a Álvaro y se abrazó con fuerza, pero sus manos inconscientemente protegieron su vientre al igual que cuando el fuego comenzó a arder hace cinco años.

El corazón de Álvaro se derritió repentinamente. Hace cinco años, no había presenciado lo que le había pasado a Samara, pero ahora que había visto esta escena, sintió que su corazón había sido destrozado. ¿Podría ser que hace cinco años ella luchase en el fuego y nadie la salvará? ¿Dónde estaba Jaime?

En ese momento él era su guardaespaldas y asistente más poderoso. Fue enviado especialmente para proteger a Samara. ¿Cómo podría dejar que Samara experimentará esto? Álvaro quería dar un paso adelante, pero escucho una voz tierna.

- ¿Por qué estás aquí?

Álvaro giro la cabeza y vio que los ojos somnolientos de Eduardo se ponían alerta al verlo.

-Eduardo, tu madre…

Antes de que Álvaro pudiera terminar sus palabras, vio a Eduardo saltar de la cama rápidamente. Ni siquiera tuvo tiempo de colocarse los zapatos y corrió hacia Samara. Sostuvo suavemente su mano y se la puso en la cara y susurro:

-Mama, estoy aquí. Soy Eduardo, tu hijo. No tengas miedo, el incendio ha acabado. Todavía estoy vivo. Tranquila mamá. -después de decir eso, Eduardo estiró los brazos y abrazó fuertemente a Samara.

Aunque era relativamente pequeño, su brazo parecía tener un poder ilimitado y logró pacificar a Samara de manera extraña.

La emocionada Samara se calmó gradualmente, pero aun así no se despertó. Ella soñó abrazó a Eduardo con fuerza y siguió llamando su nombre. Eduardo extendió su brazo y siguió acariciando la espalda de Samara. Cuando él era pequeño, ella lo consolaba de la misma manera.

Los ojos de Álvaro de repente se pusieron rojos. Estaba claro que no era la primera vez que Eduardo hacía esto. Al ver a su hijo consolando a Samara tan hábilmente, las lágrimas de Álvaro rodaron por sus mejillas.

- ¿Tu madre ha estado así todos estos años?

Eduardo no respondió. Solo puso el dedo índice en el centro de su boca y le indico que se callara.

Cuando Álvaro entró por primera vez, la habitación parecía estar llena de calidez y felicidad, pero en este momento, se sintió incomodo. Era como si incontables presiones surgieran de todas las direcciones, casi derribándolo.

Nunca había visto a Samara después de que se durmiera, pero ahora se sentía tan angustiado que no podía respirar. ¡Era su esposa, la mujer a la que amaba profundamente! Sin embargo, el la hizo sufrir este dolor sola durante cinco años. La persona que la había acompañado era un niño de cuatro años.

¿Qué marido era? ¿Qué padre era? Álvaro se culpó a sí mismo y Eduardo ya había reconfortado completamente a Samara.

Dio un suspiro de alivio y se giró para mirar a Álvaro y susurrar:

- ¿Puedes ayudarme a llevar a madre a la cama? El suelo está muy húmedo y no creo que ella lo soporte.

Álvaro se levantó rápida y cuidadosamente dejo a Samara en la cama. Quería encender la luz, pero Eduardo le detuvo.

-Mi madre les tiene miedo a las luces y al fuego. No enciende las luces por la noche. Si no hubiera hecho el diseño se habría quedado despierta toda la noche.

El corazón de Álvaro volvió a doler. Todo el que ha sido quemado por el fuego, tiene miedo al fuego. ¿Una mujer que solía amar tanto el sol, como podía vivir en la oscuridad ahora? Álvaro se sintió incomodo y tiro de la colcha para tapar a Samara.

Eduardo ya se había puesto los zapatos y la ropa.

-Vamos a hablar fuera. No tardes, ella no duerme bien.

Al escuchar las palabras de Eduardo, Álvaro volvió a mirar a su hijo, asimismo se quitó el abrigo y se lo puso en los hombros de Eduardo, después lo cogió en brazos.

Eduardo no lucho, permitiendo que Álvaro lo llevará fuera de la habitación y se dirigieron a la cabina del helicóptero.

La temperatura de la cabina era buena, no era baja. Eduardo puso el abrigo de Álvaro y un lado y lo miró diciendo;

- ¿Cómo entraste en la habitación de mi madre? Ella siempre ha tenido el hábito de cerrar la puerta.

- ¡Eduardo, hay algo que necesito decirte! -mirando a su hijo, Álvaro no sabía por qué, pero sintió un dolor. Originalmente había planeado darle un tiempo, pero ya no podía soportarlo más. Ya no podía ver como su mujer y si hijo lo trataban como a un extraño.

Eduardo parecía saber lo que había a decir y se burló:

- ¿Qué quieres contarme, que eres mi padre?

Álvaro estaba aturdido.

- ¿Lo sabes?

- ¿Por qué no lo sabría? Aunque mama no quiere que lo sepa y aunque mi padrino tampoco quiere que lo sepa, mi madre ha estado buscando información sobre ti y ha estado atenta a tus movimientos. Además, tú y yo somos tan similares. ¿Quién creería que no tenemos ninguna relación? – Eduardo se sentó allí como un adulto, sus ojos brillaban con una sabiduría que no pertenecía a su edad.

Después de la sorpresa inicial, Álvaro sonrió aliviado.

-Ya que lo sabes, entonces, ¿el asunto del aeropuerto?

- ¡Lo hice a propósito! Has hecho sufrir a mi madre durante tanto tiempo. ¿Cómo puedes tener una vida tan cómoda? Yo revele ese video. ¿Dónde estabas cuando mi madre fue devorada por el fuego? ¿Por qué no aclaraste el asunto cuando mi madre fue acusada de huir con un amante? Mi madre estaba embarazada. ¿Recuerdas que ella era tu mujer y esperaba un hijo? Ya que nos abandonaste tan despiadadamente hace cinco años, ¿Por qué tenemos que reconocerte ahora, según tu voluntad? -La voz de Eduardo era tranquila, pero sus palabras cortaban como un cuchillo.

Viendo la ira en los ojos de su hijo, Álvaro sintió que había perdido algo.

-Eduardo, todavía eres un niño. Las cosas que pasaron hace cinco años no son como tu piensas.

- ¿No lo son? ¿No enviaste a mi madre lejos por otra mujer? ¿No sabías que mi madre estaba embarazada cuando la mandaste lejos? Dejaste que otra mujer viviera en la casa de la familia Ayala, ¿el hijo en la barriga de esa mujer no era de la familia Ayala? -Eduardo hizo muchas preguntas seguidas que hicieron que Álvaro se sintiera avergonzado.

-Si, pero en ese momento solo estaba tratando de separar a tu madre de Rebeca. Tenía miedo de que hubiera atritos entre ellas. Lo hice por el bien de tu madre.

-Deja de decir cosas buenas para salvarte a ti mismo. Aunque mi madre no me habló de ti, ya estabas muerto para mi cuando decidiste abandonarnos. Y si te atreves a intimidar a mi madre, te destruiré. Incluso si me envías a prisión no me rendiré. -Después de decir lo que quería, Eduardo salto de su silla y camino hacia el exterior de la cabina.

Álvaro agarró su brazo.

-Hijo.

Eduardo se detuvo, sus ojos eran muy similares a los de Álvaro, brillaron por un momento, parecía que estaban llenos de lágrimas. Rápidamente, rechazo a Álvaro y salió caminando a grandes zancadas.

Álvaro quería ir tras él, pero al final se contuvo y se sintió incomodo. Salió del helicóptero y vio como Eduardo volvía a la habitación de Samara y cerraba la puerta con llave. Sabía que no tendría la oportunidad de regresar a la habitación esa noche.

Álvaro se sentó al lado del taburete de piedra y sacó un cigarrillo con mucha tensión. Justo cuando estaba a punto de encenderlo, Isaac se lo arrebato.

-Señor, le dañará los pulmones. Es mejor dejar de fumar.

Álvaro sonrió amargamente. En el pasado fue Samara quien le recordó que no bebiera demasiado y no dañará su salud. Ahora ninguna mujer se preocupaba por él. Álvaro suspiro y dijo:

-Isaac, ¿Cómo está tu relación con tu mujer?

Isaac estaba un poco aturdido y dijo con una sonrisa amarga:

-Nos hemos divorciado.

- ¿Divorciado? ¿Por qué? -Álvaro nunca había oído a Isaac decir nada sobre su familia. Siempre sintió que era muy feliz, así que se sorprendió.

Isaac sonrió amargamente y dijo:

-Ninguna mujer quiera un marido que nunca está en casa. Dijo que no podía soportar la soledad, así que estuve de acuerdo. Ya han pasado unos años, la niña vive con ella. De todas formas, es mejor que ella cuide de la niña. Quería ser su tutor, pero ¿Qué hice por ella?

Al escuchar las palabras de Isaac, Álvaro se sintió más incómodo.

Isaac se divorció de su mujer porque estaba en el ejército, pero el no. Se caso con Samara después de jubilarse. ¿Qué hizo por ella en esos tres años?

Álvaro de repente no pudo encontrar nada que pudiera darle coraje para hablar con Samara de la custodia de su hijo.