Josué se fue contundentemente y cerro la puerta con mucha fuerza, lo que provoco un gran ruido. Su acto asusto mucho a Samara. ¿de verdad este tipo era solo un asistente?
Álvaro también se sorprendió por las acciones de Josué y se dio prisa en ver lo que había pasado. Cuando vio que Samara estaba bien, soltó un suspiro de alivio.
- ¿Qué pasa? -pregunto con preocupación.
Samara encogió sus hombros y respondió:
-Tu asistente tiene muy mal humor.
-Le recriminare mañana- prometió Álvaro con un tono suave y volvió a la cocina.
Cuando la comida fue servida de nuevo, su color era obviamente mucho mejor que la primera vez. Samara vio que la parte posterior de la mano de Álvaro se había quemado. Las ampollas causadas por la quemadura eran horribles. Sabía que podría ser la primera vez que Álvaro cocinaba, pero fingió no haberlo visto, bajo la cabeza y empezó a comer sin decir nada.
Al ver que Samara no decía nada, Álvaro se sentó y empezó a comer con sus palillos. Sin embargo, puso mala cara y empezó a sudar.
-Señor, ¿se siente mal otra vez? -al ver esto, Anabel le sirvió un vaso de agua rápidamente y el sirviente que estaba atrás fue a buscar los medicamentos para el estomago y se las dio a Álvaro.
Samara solo vio todo en silencio, pero también tuvo dudas. Cuando se fue, Álvaro no tenía ningún problema de estómago. ¿Entonces lo empezó a tener en estos cinco años? ¿Fue un castigo de dios por haber sido tan insensible y cruel? Samara solo siguió comiendo y no presto atención a la situación, como si esto no tuviera nada que ver con ella.
El dolor de Álvaro se alivio un poco y en ese momento se dio cuenta de que Samara no le había mirado desde que se sentaron e incluso se comió toda la comida. No supo cómo debía sentirse. Viendo la insensibilidad de Samara, Anabel quiso decir algo, pero también tenia miedo de que Álvaro se sintiera incomodo. De hecho, se sintió muy mal por no poder criticar a Samara.
Samara dejo sus palillos y con una sonrisa dijo:
-He terminado de comer, señor Álvaro buen provecho. -después de decir eso, empujo la silla de ruedas directamente a la escalera y se preparaba para subir saltando, pero sintió que ya no estaba en el suelo, miro atrás y vio que Álvaro la abrazaba.
-Mañana pediré que trasladen el dormitorio al primer piso, así será mas conveniente para ti entrar en tu habitación.
Samara pensó un rato, luego sonrió y dijo:
-Entonces será mejor que hoy duerma en la habitación de invitados, así será más conveniente.
Álvaro no vio ningún rastro de broma en la cara de Samara. Ella realmente no quería dormir con él. Al darse cuenta de esto, Álvaro se sintió muy incómodo, pero tampoco lo mostro.
-No te preocupes, dormiré en el estudio esta noche.
Al escuchar las palabras de Álvaro, Samara por fin se calmó.
-Señor Álvaro, ¿Por qué se humilla así? Esta es tu propia decisión, entonces no se equivoque de habitación, porque puede causar malinterpretación. -Samara sonrió brillantemente, pero este brillo quemo los ojos de Álvaro.
Antes ella no podía dormir hasta que el volviera, pero ahora, se negaba a dejar que el se acercara. Álvaro suspiro y llevo a Samara al dormitorio.
- ¿Quieres bañarte? Te ayudo
-No, puedo hacerlo yo sola, gracias. -Samara siempre mantenía cierta distancia de Álvaro, tratándole con cortesía básica, pero se notaba fácilmente su indiferencia y alienación.
Álvaro la miro y no dijo nada, la puso en la cama y salió de la habitación.
Samara quería enviar un mensaje a su hija para que ella supiera que estaba bien, pero recordó que su teléfono todavía estaba con Álvaro. Quería pedir que se lo devolviera, pero después de pensarlo un rato decidió no hacerlo.
Álvaro salió de la habitación, pero no se fue. Se paro frente a la puerta y escucho a Samara cantando felizmente y saltando al baño. Luego del baño se transmitió un sonido de agua corriendo. No pudo evitar pensar en la figura perfecta de la chica y las hermosas escenas que podían ocurrir en la cama.
Después de vivir como un monje durante cinco años, su amada esposa había vuelto, pero solo podía contemplarla sin hacer nada. Este tipo de tortura era realmente muy dura. Saco un cigarrillo, lo enciendo y dio una calada grande, pero se ahogo por el humo y tosió.
Justamente en ese momento Anabel subió y vio esta escena, entonces le quito rápidamente el cigarrillo.
-Señor, no se encuentra bien, así que no fume. Ya he alistado la habitación de invitados, puede dormir ahí.
Álvaro miro a la puerta cerrada y susurro:
-Anabel, ya lo sabes… he estado nervioso estos cinco años. No podía dormir sin medicación. Ahora que ella esta aquí, no voy a ir a ningún lugar. -su mirada estaba pegada a la puerta e incluso deseaba entrar.
Anabel nunca había visto a Álvaro tan solitario antes. Entonces dijo preocupada:
-Señor, ella no tiene mas que tu cara bonita, no le puede comparar a la señora.
Álvaro solo sonrió y no dijo nada. Le dio unas palmaditas en el hombro a Anabel y se fue al estudio. De hecho, era la primera vez que cocinaba, por eso se quemó. Ahora esas quemaduras le hicieron sentirse mal.
Tuvo que ir al estudio y aplicarse una pomada. Abrió la puerta del estudio y sintió un aire frio. Recordando la carcajada de Samara en la sala de estar, por fin Álvaro sintió que en esta casa
había algo de vitalidad y que podía dejar de ser un sitio desolado y vacío. Cuando Eduardo volviera, los tres serian una familia, eso pensaba.
Pensando en ese bonito futuro, de repente sintió que las lesiones en su mano ya no dolían tanto. Después de aplicar la pomada, Álvaro encendió el ordenador. Instalo una cámara oculta en el dormitorio y nadie lo sabía.
En los primeros dos años después de la partida de Samara, no se atrevió a entrar en el dormitorio, temiendo que al sentir el olor de Samara se colapsara. Sin embargo, quería mucho entrar, como si su corazón estuviera frio y vacío y no pudiera dormir si no entrase.
Por eso, no tuvo otra opción que mandar que instalaran una cámara ahí. Después se escondía en el estudio mientras veía el dormitorio vacío, pensando en todas las cosas que había hecho con Samara ahí. Pensando y pensando se puso triste y le entraron ganas de llorar.
Siempre se decía que los hombres no lloraban fácilmente. No supo cómo había podido pasar los dos primeros años, no podía dormir incluso medicado por que se despertaba pensando en el fuego. Después los somníferos también dejaron de funcionar, entonces solo pudo trabajar para alejarse de esos pensamientos tortuosos.
Y ahora cuando volvió a encender la cámara, el dormitorio no estaba vacío. Samara salió saltando del baño y solo estaba envuelta por una toalla, probablemente creía que Álvaro no entraría. Su blanquísima piel estaba expuesta, revelando una pequeña parte de su tatuaje.
Al verlo, Álvaro frunció las cejas levemente. ¿se había tatuado? Ella siempre había estado en contra de los tatuajes, ¿Por qué se hizo uno? Samara estuvo saltando por lo que finalmente la toalla no pudo resistir a su movimiento y cayo al suelo. Frente a la pantalla Álvaro vio una escena hermosa.
Esta escena era inesperada, pero también muy sensual. Al ver esta imagen Álvaro sintió que algo salía de su nariz. Levanto la cabeza en seguida y se tapo la nariz, el liquido caliente mojo enseguida sus manos. Se levanto rápidamente, corrió al baño y se dio una ducha de agua fría.
Cuando finalmente se tranquilizó y volvió al ordenador, vio que Samara ya se había acostado. Sin embargo, no se había secado el pelo y su melena se esparcía por la almohada como si fueran algas y ella parecía estar dormida. Álvaro se levantó y salió del estudio, pidió un secador a Anabel y camino hacia el dormitorio sosegadamente.
La puerta del dormitorio estaba cerrada con llave, parecía que ella realmente no quería dejarlo entrar. Álvaro sonrió amargamente, uso la llave de repuesto para abrir y llego a la cama de Samara.
Su sueño no era tranquilo, Álvaro toco su pelo y noto que estaba empapado. Se sentó a su lado y bajo el volumen del secador. Sostuvo el largo pelo de la mujer con su mano y se lo empezó a secar. Anabel veía esta escena desde la puerta y no pudo aceptarla.
¿Quién era esta tal Catalina que podía hacer que Álvaro la sirviera de esta manera?
Dejo silenciosamente el dormitorio, pues cuanto más pensaba en ello, más incomoda estaba. Rebeca había vivido aquí cinco años. Aunque Álvaro siempre la había tratado con frialdad, Rebeca siempre lo trataba de forma reversa, de manera que consideraba bien todo lo que él hacía.
A pesar de que a Anabel todavía no le gustaba Rebeca, en comparación con Catalina que no sabia como comportarse de manera adecuada, Anabel seguía creyendo que Álvaro pasaría la vida más relajadamente con Rebeca.
Entro silenciosamente en su habitación y llamo a Rebeca.
- ¿Señora Anabel? ¿Por qué me llama? ¿Adriano esta enfermo?
-Señorita rebeca, el señorito Adriano esta bien. Ha sido enviado aun entrenamiento especial. No se preocupe, todos los guardaespaldas de la casa han ido en su compañía, así que su seguridad no es un problema. La llamo por otra cosa. -susurro Anabel.
Rebeca se sorprendió un poco. Ella había vivido en la casa de la familia Ayala cinco años y sabia mejor que nadie la actitud de Anabel hacia ella. Si no fuera por el echo de que era la ama de cría de Álvaro, Rebeca ya abría expulsado a la anciana de la casa. Por lo tanto, Rebeca se sorprendió por esta llamada inesperada.
-Anabel, ¿le pasa algo a Álvaro? -solo algo relacionado con él podía hacer que esa anciana la llamara voluntariamente.
Rebeca le pregunto directamente y su pregunta correspondía con el pensamiento de Anabel. Así que era verdad que Rebeca se preocupaba por Álvaro.
Anabel suspiro y dijo:
-Señorita Rebeca, ¿Cuándo volverá de la casa de la playa? No sabe que después que usted se fue, el señor Álvaro trajo a una mujer a esta casa y la dejo alojarse en la habitación de su exmujer. Esa Catalina es tan arrogante y despreciable que hizo que el señor Álvaro cocinara para ella. Si usted todavía insiste en no volver, temo que vaya a perder su lugar en esta casa.
Sus palabras dejaron a Rebeca estupefacta.
-Anabel, ¿Qué dices? ¿dices que Álvaro a cocinado para Catalina? ¿y hasta la a llevado a la casa de la familia Ayala y deja que duerma en su habitación? ¿Cómo es posible esto? -Rebeca se volvió loca.
Ella había vivido en la familia Ayala cinco años sin estado oficial de esposa e incluso dio a luz para la familia, pero esto no podía otorgarle el derecho de alojarse en la habitación de Álvaro. ¿Quién era Catalina? Llego a la ciudad hace solo unos días y puso ir a la habitación principal de la casa de la familia Ayala. Esto era completamente escandaloso.