Álvaro también lo arreglo bastante rápido. Poco después de hablar con Samara, una enfermera entro y le conto a Samara los problemas a los que tenía que prestar atención cuando volviera a casa. Samara estaba tan enfadada que no sabia como descargar la ira. Apretó el puño, pero también sabía que tenía que ceder.
Cuando la enfermera termino la explicación, Samara no dijo nada y llevaba una cara descontenta. La atmosfera era bastante opresiva. La enfermera se fue rápidamente al terminar de hablar.
Álvaro observo desde el exterior de la sala con una expresión complicada. Ya había mandado a alguien para que arreglara la casa. Todo lo que era de Rebeca fue mandado junto a ella a la casa junto al mar. El sabia que a Samara no le agradaba, por eso, la familia no dejo ningún rastro de la existencia de Rebeca y los sirvientes rociaron al fresco todo el espacio.
La hora paso rápidamente. Samara sabía que tenía que hacer. Tanto para la seguridad de su hijo como para la implementación de su plan, ella tenia que estar de acuerdo con la solicitud de Álvaro. Sin embargo, la sensación de ser forzada por alguien era realmente inaceptable.
Pensaba que se sentiría mejor si usaba esa hora para aliviar su estado, pero todavía estaba deprimida e incómoda.
Álvaro había estado fuera, sosteniendo un cigarrillo en su mano, jugando con esto constantemente. Su estado era muy complicado. Josué lo llamo y dijo que la casa había sido ordenada. Cuando le pregunto si tenia que venir a recogerlos, Álvaro de repente no quiso perder la oportunidad de estar a solas con ella.
-No es necesario, me encargare de esto. -esta fue la primera vez que Álvaro había resuelto un asunto en privado.
Josué estaba un poco sorprendido, pero Álvaro ya había colgado el teléfono. Escuchando el tono del teléfono, Josué volvió a evaluar la posición de Samara en el corazón de Álvaro.
Después de terminar la llamada, Álvaro fue a pagar las cuentas del hospital. Quería hacer todo personalmente para Samara, pero no sabia si Samara le daría esa oportunidad. Samara espero mucho tiempo, pero Álvaro no venía. Estaba un poco desconcertada.
Cuando volvió a enfrentarse a Álvaro, había pensado en todo tipo de problemas, pero nunca pensó que seria tan difícil. Ella prefería terminar todo con Álvaro rápidamente que odiarlo y hacerlo enamorarse de ella para que voluntariamente le diera lo que quisiera.
Cuando Álvaro volvió, la vio sentada allí con una expresión conflictiva. Cuando ella lo vio, sus ojos se llenaron de odio. No estaba dispuesta, pero no tuvo mas remedio que someterse, lo que inexplicablemente complico a Álvaro.
- ¿Lo has considerado?
- ¿Me has dado la oportunidad? -Samara hablo con rabia.
Álvaro parecía haber visto a Samara, la Samara que recordaba, que todavía era una niña. Todavía recordaba la admiración y el afecto en sus ojos. Era de una edad tan hermosa, ¿Por qué no podía entender su emoción? Afortunadamente, no era demasiado tarde. Como ya tenia otra oportunidad, no la dejaría ir.
Ahora Samara estaba llena de odio, Álvaro lo ignoro deliberadamente. Samara siguió a Álvaro al salir del hospital descontentamente. Debido a la inconveniencia de la lesión en su pierna, Álvaro la abrazo. Así que todo el mundo la estaba mirando, lo que la hizo sentirse irritada.
-Dame un bastón, puedo caminar por mi misma. -su voz era baja.
-Soy tu bastón. -Álvaro lo dijo casualmente, pero Samara no lo acepto.
Los dos volvieron silenciosamente a la casa de Álvaro. Esta fue la primera vez que la señora Anabel vio a Álvaro abrazar personalmente a una mujer en casa. Además, esta mujer era especialmente hermosa. Recordó a su exmujer, Samara. Ella se sintió un poco incomoda y clasifico automáticamente a Samara en aquellas mujeres que querían lograr la riqueza. Naturalmente, Anabel no le tenía simpatía.
-Señor, las habitaciones están ordenadas. He arreglado una habitación para la señorita Catalina. Después de todo, ella no es su esposa. No puede quedarse en la habitación con usted. -Anabel era muy persistente.
Ella era una anciana que había trabajado en la familia Ayala cuando Álvaro era niño. En aquel entonces, Lorena no pudo alimentar a su hijo, por lo que Anabel había sido contratada especialmente para alimentar a Álvaro. Aunque siempre había sido la mayordoma, Álvaro todavía la trataba con respeto.
Samara miro a la anciana que le había tratado muy bien cuando se casó con Álvaro. Pensó mucho por un momento, pero su rosto no revelo nada. Ella sonrió y dijo:
- ¿Quién eres? Puedes hacer todas las decisiones de la familia Ayala. ¿Acaso eres la señora Lorena?
Esto hizo que Anabel se sintiera un poco incomoda.
-Señorita, esta es la familia Ayala. Esta familia tiene reglas propias. Puede que el señor te haya dejado entrar, pero eso no te da derecho a ser presuntuosa.
-Ella lo tiene. -Álvaro finalmente hablo, pero lo que dijo sorprendió a Anabel.
En los últimos cinco años, sabia mejor que nadie lo que Álvaro sentía por Samara. Desde el incendio hace cinco años, incluso si Álvaro dejo que Rebeca viviera en la familia Ayala, nunca la había mirado, ni mucho menos dejo que Rebeca entrara en su habitación.
Ahora que esta mujer desconocida había llegado repentinamente a la familia Ayala y Álvaro se preocupaba tanto por ella, la expresión de la señora Anabel se volvió embarazosa de inmediato.
-Señor, ¿ha olvidado a la señora Samara?
El corazón de Samara se detuvo un poco y su cuerpo se puso rígido inconscientemente. Después de irse, la única persona que se preocupaba por ella era probablemente esta anciana honesta. Pensando en como la trataba la señora Anabel hace cinco años, Samara decidió no hacerle daño.
-Olvídalo, es lo mismo en todas partes. Además, no me interesa invadir el territorio de otra persona.
- ¿El territorio de otra? ¿Estas segura? -Álvaro miro diretamente a Samara com los ojos llenos de confusion.
Samara sabía que Álvaro lo sabía todo y ahora tenía que jugar a los acertijos con él. Rápidamente movió la cabeza a un lado y dijo:
-Aquí, la habitación de invitados probablemente esta muy bien, ¿verdad?
Al ver su curiosidad, Álvaro no pudo evitar sonreír y camino hacia el dormitorio.
- ¡Álvaro! -Anabel cambio la forma de tratarlo.
Desde que Álvaro se hizo cargo de la familia Ayala, la señora Anabel empezó a dirigirse a él como Señor Álvaro. A menos que ella insistiera en algo, solo lo llamaría Álvaro. Se podía ver cuanto le importaba a Anabel el tema de la habitación.
Samara estaba movida.
-Álvaro, Rebeca dio a luz a Adriano para la familia Ayala. Ella no puede vivir en tu dormitorio. ¿Cómo puede esta mujer hacerlo? ¿No tienes miedo de soñar con Samara por la noche?
Álvaro se detuvo. Miro a la mujer que lo había visto crecer y dijo:
-Anabel, han pasado cinco años. Espero que Samara pueda venir en mis sueños todos los días y decirme que paso en aquel entonces, pero no ha vuelto en cinco años. Si dejo que alguien mas entre en nuestra habitación y ella vuelve a interrogarme, ¿Por qué no lo haría? Ya he decidido este asunto. No se diga más. A partir de ahora, la presencia de Catalina en la familia es equivalente a la existencia de Samara. Lo que sea que haga o diga, solo la escuchareis. ¡Aquí ella tiene el derecho de ser presuntuosa por que yo se lo di!
- ¡Álvaro! -Anabel estaba tan ansiosa que casi llora, pero Álvaro no dijo nada como si estuviera decidida. El llevo a Samara arriba.
Samara permaneció en silencio. Bajo la cabeza y no hizo nada, permitiendo que Álvaro la abrazara fuertemente mientras iban hacia el dormitorio. Al entrar, Samara se sorprendió.
Incluso los cosméticos en el tocador todavía estaban allí. Sin embargo, se había convertido en nuevos y la marca era la que siempre le había gustado usar. Le gustaba leer libros durante media hora cada noche y esos libros todavía estaban en la mesita. Mirando los papeles, debería haber alguien que los leyera cada día durante cinco años.
La cama todavía tenía sus sabanas favoritas, su muñeca preferida e incluso la taza de agua que bebía por la noche estaba en su posición original. Por un momento, Samara había regresado al pasado, en el momento en el que amaba a Álvaro con todo su corazón.
Había demasiadas alegrías y tristezas allí, demasiadas emociones que le había confiado. Era como si nada hubiera cambiado en cinco años. A su lado estaba su marido, este era su mundo… pero este sentimiento fue solo por un instante. Rápidamente se recuperó. Samara cerro los ojos y suprimió esos pensamientos.
Álvaro observo su expresión desde el momento en el que entro. Vio su conmoción, su apego, su distracción y finalmente su indiferencia y moderación. Cuando Samara cerro los ojos, el corazón de Álvaro se hundió.
Álvaro coloco suavemente a Samara em la cama, pero de repente la escucho.
- ¿Esta es la habitación que tenías con tu esposa?
- ¡Si! -Álvaro le respondió con una voz ronca.
Samara sonrió y pregunto:
- ¿Entonces por qué no veo las fotos de tu boda? ¿Acaso solo era tu esposa nominal?
Al escucharlo, Álvaro estaba aturdido.