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Chapter 31 - Tampoco me quiere.

¿No la amaba? Álvaro pensó en lo que había pasado durante su matrimonio. En los tres años, Samara siempre se quedaba en casa. No se metía ni en su vida ni en su trabajo y nunca fue al Grupo Ayala. Cuando se caso con ella, todos creían que ella quería casarse por su posición, pero nunca había pensado en eliminar sus prejuicios. Desde el punto de vista ajeno, durante esos tres años Samara no parecía su mujer.

Su boda fue extremadamente simple y la situación de aquel entonces era tan embarazosa que su madre, la señora Lorena, se enfadó y se estableció en el extranjero. No había vuelto ni una sola vez en esos tres años. Además, Samara no había estado embarazada durante ese periodo, por lo que la odiaban aún más.

Parecía que después de casarse con él, Samara no tenía nada más salvo su matrimonio. El incidente de aquel entonces causo que la familia Arias la expulsara y cortara la relación con ella. Se caso con Álvaro sin ninguna vacilación, pero ¿Qué había obtenido?

Álvaro se quedó sin palabras por un momento. Siempre creía que en realidad era bastante amable con Samara. Aunque ella no era la mujer que quería, después de ese incidente, se caso con ella y la convirtió en su esposa. Después de casarse, se estimaba y no quería a otras mujeres. Pensó que este era el mejor regalo para ella. Pero ahora mirando a Samara que era totalmente diferente de la habitual, sabía que estaba equivocado.

Quizás por su culpa ella se había vuelto así. Mirando su irada inquisitiva Álvaro dijo en voz baja:

-Si. En el pasado, la decepcione, haciéndola soportar demasiada carga y soportar demasiado. Pero no lo note en aquel entonces e incluso disfrute de su amor por mi como si fuera mi derecho. Le he dado muy poco, ni siquiera una buena boda. Si tengo otra oportunidad, la tratare mucho mejor. Le compensare lo que le debo en el pasado. Solo ahora se que esta familia no puede existir sin ella.

De repente Samara se sintió triste. No creía que Álvaro pudiera decir estas palabras. Volvió la cabeza y se burló:

-parece que te has equivocado de persona. Deberías decirle estas palabras a tu esposa, no a mí. Has dicho que querías tratarla bien, pero ahora dejas que yo, una mujer extraña, viva en tu habitación. ¿Esta es la forma en que tratas a tu esposa?

Álvaro reconoció el tono burlón de Samara, pero no le importaba siempre que ella volviera, todo sería fácil para él.

-Acostúmbrate a este lugar primero. Le pediré a la señora Anabel que te haga algo de comer. De ahora en adelante, vivirás aquí. -Álvaro se dio la vuelta y salió.

La expresión de Samara se volvió seria cuando el salió de la habitación. Se levanto a una pierna y abrió el armario. Allí había muchas prendas que le gustaban. Estaban bien planchadas y colgadas. Se podía ver que los sirvientes mantenían todo con mucho cuidado. Sin embargo, para la Samara de ahora, todo esto era una humillación.

Cerro el armario y sintió que el ambiente aquí era especialmente opresivo. Ella había vivido aquí y dormido en esta cama durante tres años. Incluso recordó el cruel castigo que Álvaro le había dado en la noche de bodas.

Mientras los recuerdos aparecían en su mente, de repente se dio cuenta de que el pasado solo podía hacerla sentir amargada. Por alguna razón desconocida, ella quito sus cortinas favoritas y tiro todas las sábanas al suelo.

- ¡Anabel! ¡Anabel! -Samara grito en voz alta.

A la señora Anabel no le gustaba Samara. Si Álvaro no la hubiera detenido, le habría pedido que la expulsara. Ahora cuando la escucho gritar, su disgusto se mostro inmediatamente en su cara. Álvaro vio su expresión y le dijo:

-No importa lo que haga, no le hagas nada. Trátala como a la señora Samara, ¿vale?

-Señor, ¿Por qué? -pregunto Anabel confundida.

Álvaro miro hacia arriba pensativamente y susurro:

-Tarde o temprano, lo entenderás. Pide a alguien que vacíe una habitación. Hare que el diseñador haga una habitación para niño.

La expresión de Anabel complació a Álvaro. Él sonrió y dijo:

-Sube a servirle. Su pierna esta herida, así que no es conveniente. Cuídala bien, por favor. -Álvaro se dio la vuelta y salió.

Anabel era muy infeliz, pero subió por Álvaro. Estaba muy aturdida cuando abrió la puerta del dormitorio. Samara había derribado casi todo, causando que la habitación estuviera caótica.

- ¿Qué estás haciendo? Esta es la sabana preferida de la señora Samara. Las cortinas son de su color favorito y este conjunto de cosméticos también es su…

-Ahora la persona que vive aquí soy yo, no la señora Samara. Así que Anabel, saca todas estas cosas y tíralas. Además, no me gustan las cortinas azules. Cambiarlas por unas de color rojo, las sabanas también. Como Álvaro me deja vivir aquí, esta es nuestra habitación. Y, además, ¿quién usa este tipo de cosméticos? Tíralos. También quiero que alguien quite ese armario, me molesta mucho.

- ¡Basta! ¿de verdad crees que eres de la familia Ayala? ¿Quién te ha dado el derecho de tocar las cosas de la señora Samara? ¡Voy a decírselo al señor Álvaro! -Anabel la interrumpió, todo su cuerpo temblaba de ira. Se dio la vuelta enfadada y se fue.

A pesar de que Samara estaba mentalmente preparada, se sorprendió por la ira de Anabel. Ella vivió aquí durante tres años y siempre pensó que era una persona tierna. Pero ahora al ver que estaba tan furiosa se sintió conmovida.

Anabel corrió hasta abajo y todavía estaba furiosa. Fue directamente al estudio de Álvaro y entro sin llamar a la puerta.

-Señor, esa mujer que has traído… ¡es el colmo! Ha tirado al suelo todas las cosas de la señora Samara. Incluso me ha dicho que encuentra a alguien para que cambien la disposición de la

habitación. Señor, no puede dejar que haga esto. -después de que Anabel hablo, descubrió que Álvaro estaba aturdido con la foto de Samara en su mano.

Esta podía ser la única foto de ella. Anabel la saco en secreto cuando vio a Samara estar en el jardín muy tranquila. No esperaba que se convirtiera en una cosa que provocaba recuerdos en Álvaro. Anabel estaba atónita con los ojos cubiertos de lágrimas.

Se decía que Álvaro era despiadado. Justo cuando su esposa murió, llevo a Rebeca a su casa. Incluso hacia que su hijo fuera el sucesor de la familia Ayala. Sin embargo, solo Anabel sabía que él nunca había tenido relaciones inapropiadas con Rebeca, ni siquiera la había cogido de la mano.

Ella no sabía por qué Álvaro quería traer a Rebeca a esta casa. Lógicamente hablando, solo su esposa estaba cualificada para entrar en la antigua residencia de la familia Ayala, pero Rebeca lo logro. Si Álvaro tuviera sentimientos por ella, no habría sido indiferente en los últimos cinco años. Aunque le dio la mejor vida, ella tenia que quedarse en la familia Ayala sin el título que merecía.

Varias veces a medianoche, Anabel vio a Álvaro bebiendo con esta foto de Samara en la mano. Sus ojos estaban llenos de afecto e hicieron que la gente sintiera pena por él. Ahora que volvió a ver que estaba así, ella quería llorar.

-Señor.

- ¿Qué has dicho? ¿Qué le ha pasado a Catalina? -Álvaro reacciono, puso la foto en su cartera y pregunto en voz baja.

Al escuchar sus preguntas, Anabel volvió a enfadarse.

-Señor, ¿Por qué ha traído a esta casa a una mujer así? ¡ella no es digna de vivir en esta casa! -Anabel repitió lo que paso hace un momento y todavía no podía calmarse.

Álvaro entrecerró los ojos y susurro:

- ¿Quiere tirar todas las cosas de antes? ¿incluido yo?

-Señor, ¿de qué está hablando? -Anabel no entendió. Pero mirando su expresión triste se sintió algo angustiada.

-Señor, la señora Lorena ha llamado y ha dicho que no se sentía bien recientemente. ¿Planea ir al extranjero a verla? -Anabel esperaba que la señora Lorena pudiera distraer a Álvaro. De esta manera, sin importar de donde viniera Catalina, ella le haría saber que esta familia no necesitaba otra anfitriona salvo Samara, a menos que esta mujer ame al señor tan sinceramente como la señora. Sin embargo, se podía ver que Catalina no amaba a Álvaro en absoluto.

Álvaro se detuvo por un momento y dijo con una sonrisa amarga:

- ¿Mi madre quiere que vaya a una cita a ciegas en el extranjero? Seguramente esta bien. Por cierto, Anabel, no importa que quiera hacer Catalina, deja que lo haga. Ya que quiere decorar el dormitorio para que parezca una habitación nueva para una pareja, haz lo que ha dicho. En cuanto a los cosméticos, pregúntale cuales le gustan y hare que alguien los compre. Además, guarda toda la ropa que pertenece a Samara en mi guardarropa. Le pediré a Josué que traiga las tendencias de este mes. -Álvaro dijo con paciencia. Sus ojos estaban cariñosos, haciendo que Anabel abriera la boca con sorpresa.