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Libertad Y Destino

🇦🇷maria_elena_arias
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Synopsis
"- Tú quisiste ser libre ¿En serio pensaste que no perderías nada? Fuiste muy ingenuo. Pero dime Nahuel ¿No deseas ser el de antes y libre a la vez? - Todo tiene un precio - contestó él mecánicamente - Nada es gratis" Nahuel había vencido a la oscuridad pero a cambio tuvo que pagar un alto precio. Sin embargo los habitantes del lugar lo consideran un monstruo, obligandolo a vivir lejos de todos y de todo. Pero cierto día un joven llamado Boris llega a su puerta por azares del destino. Rapidamente entre ambos surge una extraña amistad, descubriendo que cada uno tiene la llave a la verdadera libertad del otro. Sin embargo un terrible secreto se oculta detrás de Boris que podria llevar a Nahuel a su perdición total. ¿Podrá Nahuel hacerle frente a sus fantasmas del pasado para poder salvar a Boris de un oscuro destino? A su vez ¿Boris será capaz de liberar a Nahuel de su prisión? Un extraño amor que desde su nacimiento estaba condenado al fracaso pero en un mundo de apariencias nada es lo que parece
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Chapter 1 - Prisionero

No podía respirar y sin embargo sonreía, no era nada felíz y aún así mostraba la felicidad pintada en su rostro. Sabía que su libertad estaba limitada y poco a poco llegaba a su extinción. No obstante hacía planes para el futuro, un futuro que no tenía ni le pertenecía.

Cuando quedaba solo en su habitación la desesperación se adueñaba de su persona y al fin podía quitarse las máscaras con las cuales enfrentaba al mundo.

Golpeaba la pared con sus puños debido a la rabia e impotencia que sentía.

Aquellos que planeaban llevárselo y alejarlo de ese sitio donde había empezado a ser felíz, solo para encerrarlo y usarlo sin importarles sus sentimientos eran implacables.

¿Por qué le tenía que pasar eso solo a él? En ese momento una voz de bajo retumbó en la habitación envolviéndolo al completo y herizándole los bellos hasta de su nuca.

Aquella voz lo paralizó una vez más:

— Queda poco tiempo —decía.

— No…por favor no… —suplicó el joven.

— Es tu oscuro destino Nahuel — enfatizó la oscura voz — No tienes opción ya que fuiste condenado al nacer.

— Si la tengo, es mí vida y yo decido cómo vivirla — exclamó furioso Nahuel.

— No sabes a lo que te enfrentas entonces.

— ¡No me importa! — gritó — Prefiero morir luchando por mi libertad que vivir tanto tiempo esclavizado.

Las carcajadas retumbaron en la habitación envolviéndolo por completo. Por más que aquello le provocara escalofríos, no se dejaría dominar por el miedo.

En verdad prefería morir, elegía a la muerte misma antes que entregarse a las garras de la oscura soledad.

Una corriente de viento helado surgió de la nada y tras abrazarlo lo alejó de la habitación. Durante un par de horas permaneció vacía, nadie jamás supo que este fenómeno había sucedido.

En aquella casa todo siguió igual, la vida de cada habitante transcurrió de forma monótona ya que ninguno siquiera se hubo imaginado lo que ocurrió.

Pero al cabo de dicho tiempo el joven de dorada cabellera reapareció en la habitación, aunque algo diferente. Si bien su aspecto físico seguía siendo el mismo algo en su mirada había cambiado. Su respirar era distinto también.

La voz de bajo le susurró envolvente:

— Felicidades muchacho, enfrentaste al Destino mismo para recuperar tu libertad, aunque en el proceso hayas perdido algo mucho más valioso que tu ansiada liberad — diciendo aquello la voz desapareció dejándolo solo y libre.

Pero el joven tenía la mirada perdida, carente de brillo y sin vida. Era otro ser aquel que se encontraba en ese lugar, alguien muy diferente.

Sin embargo se esforzaría por recuperar su antigüo espíritu, no permitiría que "ellos" se salgan con la suya justo ahora que podía ser libre realmente.

Se acercó a la ventana y contempló las estrellas del firmamento brillar a lo lejos mientras la brisa de la noche acariciaba su rostro.

Entonces formuló su deseo:

— Ayúdenme por favor — su sombra se proyectó en el suelo detrás suyo, así se vieron cadenas envolviéndolo al completo. Cadenas que no eran visibles al ojo humano pero que existían y lo mantenían restringido.

Podría quedarse allí, en ese sentido había recuperado su libertad de elegir dónde vivir pero a cambio había perdido la capacidad de sentir.

Lentamente se iría endureciendo y todo sería gris y negro a sus ojos. Carente de colores y de brillo, de sentido alguno. Aún retumbaban en su mente las maléficas palabras de aquellos que lo condenaron a ese padecimiento y tortura.

"Volverás a ese lugar, no podremos evitarlo más. Pero nos aseguraremos de que lo destruyas, serás el verdugo que aniquilará ese maldito lugar que tanto amas y no podrás evitarlo. Nuestras cadenas se ocuparan de mantenerte a raya en ese sentido".

Una lágrima humedeció su rostro mientras recordaba esto, "ellos" eran muy poderosos y aunque él lo intentó….no pudo derrotarlos completamente.

Su poder no era tan fuerte como había creído y su castigo nada tuvo que ver con la muerte como pensó en un principio. Habría deseado que lo mataran pero "ellos" sabían eso por tal razón lo condenaron a algo muchísimo peor que la muerte misma.

Pero necesitaba recuperar su antiguo esplandor, debía hacerlo revivir porque había sido desintegrado por esas odiosas cadenas que lo envolvían maniatándolo.

Las Cadenas lo maniataban por dentro, estaba totalmente restringido ya que cada vez que intentaba sentir alguna emoción las cadenas lo endurecían.

Estaba siendo encerrado en su propio ser, un poderoso escudo lo iba envolviendo al completo. De continuar aquello no tendría salida posible y quedaría encerrado por siempre.

Condenado a contemplar cómo todo lo que tanto quería iba siendo exterminado por su propia mano y él sin poder hacer nada para evitarlo.

Un nuevo ser iba surgiendo en él, alguien mucho más poderoso y frío como un tempano de hielo. Aquella frialdad desintegraba cualquier calor que alguien desee brindarle, aniquilaba todo sentimiento provocando miedo en los que lo rodeaban.

No quería que ese siniestro ser que afloraba en su interior tome el control y lo aleje de todo lo que amaba.

Pero a medida que ese monstruo se fortalecía él se debilitaba; parecía alimentarse de su propia energía y de las cadenas infernales que lo envolvían.

Por dentro gritaba y lloraba pero por fuera solo contemplaba con aquella mirada fría y dura que empezaba a caracterizarlo espantando a todos. El mundo mismo dejaba de ser atractivo para él.

—Tú quisiste ser libre —aquella voz había regresado y empezaba a retumbar en el interior de su habitación —¿En serio pensaste que no perderías nada? Fuiste muy ingenuo.

— Esfúmate de una vez Kursh — contestó él con frialdad.

— Dejarás de ser quien fuiste en el pasado para convertirte en todo lo contrario. Aquellos que te rodean comienzan a notar tu gran cambio —prosiguió con crueldad la voz de Kursh — Pero dime Nahuel ¿No deseas ser el de antes y libre a la vez? 

— Todo tiene un precio —contestó él mecánicamente — Nada es gratis.

— Vas comprendiendo

— Ya pague por mi libertad — dijo resignándose — Nada me importa ya.

— Como gustes entonces — contestó la voz desapareciendo completamente del lugar.

Al quedar solo un destello rojo brilló en sus ojos mientras se dibujaba en su rostro una maléfica sonrisa. Los gritos de quien fue una vez iban apagándose de a poco, estaba siendo encerrado definitivamente en su interior.

Las cadenas lo aprisionaban sin piedad, mientras aquel escudo avanzaba a pasos agigantados.

— Pronto dejarás de existir — murmuró — Eso es, cállate para siempre. Cadenas negras envuelvan a ese inservible y aléjenlo de aquí para siempre. Ahora yo tengo el control.

— No…no será así… — dijo él empleando sus fuerzas y voluntad al máximo.

Respiraba entrecortado, el destello rojo de sus ojos fue desapareciendo a medida que las cadenas negras iban empequeñeciendo al punto de empezar a transformarse en delgados hilos negros.

El monstruo rugió como una bestia salvaje pero solo él pudo oírlo. El esfuerzo que tenía que hacer era muy grande pero sabía que iba bien encaminado, recuperaría su antigüo esplendor.

Pero las palabras de quienes lo habían condenado retumbaron en su interior a fin de debilitarlo, sin embargo él no se dejó amedrentar…no ésta vez…no en esos momentos en que estaba logrando su liberación, ya que el escudo que había empezado a formarse a su alrededor no solo se detuvo sino que se hubo desintegrado al completo.

El monstruo estaba débil ahora, ya que era él quien se estaba fortaleciendo y su meta consistía en romper totalmente esas odiosas cosas negras que envolvían su esencia.

Cada vez le costaba más respirar por el esfuerzo realizado pero seguiría intentándolo ya que no podía detenerse ahora. No se detendría por nada del mundo debido a que podía sentir que su libertad verdadera estaba cerca.

Más que cerca y la anhelaba tanto que no soportaba seguir así. Su esencia seguía intacta y su fuerza de voluntad era de acero.

Los hilos empezaban a desintegrarse, desvaneciéndose lentamente, poco a poco. Su luz interior volvía a brillar con mayor intensidad haciendo retroceder a la oscuridad.

Así estuvo durante varias horas hasta que finalmente el primer hilo de oscuridad se destruyó. Uno a uno se fueron cortándo, desintegrándose hasta desaparecer por completo.

La oscuridad desapareció de su cuerpo y de su alma al cabo de unos breves instantes.

Junto con el amanecer nacía en él una luz nuevamente, mientras contemplaba aquel bellísimo espectáculo de la naturaleza una sonrisa se le dibujó en el rostro.

El aire fresco matutino lo envolvió. Él cerró los ojos para sentir las caricias de aquellas invisibles manos que le renovaban las fuerzas y energía.

Sus ojos volvían a recuperar su brillo y esplendido color cielo. Ya no tenía esa dura mirada y sus mejillas recuperaron el color que una vez tuvieron.

Se duchó sintiendo el placer que le brindaba la tibia agua que lo envolvía con su húmedo manto. Media hora después salía de su habitación sintiéndose alguien renovado, una alegre y luminosa sonrisa brillaba en su rostro asombrando a toda su familia. Definitivamente aquel sería un nuevo comienzo.

Los días que pasaron fueron los más extraños, tanto para él como para quienes lo rodeaban ya que no conseguían dar crédito a lo que veían.

Aquel que una vez los contempló con intensa dureza y hasta peligrosa mirada, ahora volvía a ser el tierno y noble muchacho que una vez, hace mucho tiempo, había sido. ¿Cómo era posible tal cambio en escasos minutos?

Por supuesto que no todos los que lo conocían creían en él y en su cambio, solo unos cuántos lo hacían.

Realmente estaba conociendo a los que valían la pena ya que lo querían de verdad debido a que lo comprendían y aceptaban con sus virtudes y defectos.

Pero al cabo de unas semanas las autoridades de la ciudad decidieron confinarlo en la colina alejada de la aldea. Ésta decisión se debió a que la mayoría de los habitantes lo consideraban un monstruo.

Su familia y los pocos amigos que tenía nada pudieron hacer por él. Así Nahuel fue confinado en un lúgubre castillo lejos de la ciudad, teniendo como única compañía a Kursh, el oscuro monstruo que yacía en su interior y que él pudo controlar.

Con el correr de los años los habitantes del lugar se olvidaron de Nahuel y él se limitó a recorrer el bosque de vez en cuando, alejándose de las personas ya que lo habían decepcionado.