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Chapter 54 - Es cierto, ¿verdad?

Al día siguiente, Liliana y Clara se dirigieron al spa que esta última había mencionado. Como era de esperar, el lugar estaba lleno debido a su reciente inauguración. Sus modernas y elegantes instalaciones desprendían un aire de sofisticación, con habitaciones decoradas con un lujo sutil pero innegable, lo que lo hacía aún más atractivo.

Desde el primer momento, ambos se sumergieron en una jornada de absoluto descanso: masajes relajantes que liberaban la tensión acumulada, baños de vapor que purificaban el cuerpo y momentos de tranquilidad que les permitieron desconectar del ajetreo diario. Entre risas y suspiros de satisfacción, se dejaron consentir, disfrutando cada instante como un respiro necesario en medio del caos de los últimos días.

El ambiente relajante y la compañía de Clara le brindaron a Liliana una paz que llevaba tiempo sin sentir. Por primera vez en días, pudo respirar con libertad, sin el peso de sus pensamientos.

—Sabia que esto te haría bien —comento Clara con una sonrisa cómplice mientras se recostaba en la camilla de masajes—. A veces solo necesitamos alejarnos de todo.

Liliana cerro los ojos y dejo escapar de un suspiro.

—Tienes razón… lo necesitaba con urgencia.

El aroma a esencias florales y el suave murmullo de una cascada artificial creaban el refugio perfecto. Pero, en el fondo, Liliana sabia que aquella calma era efímera, una pausa momentánea antes de que la tormenta regresara cuando saliera de aquel lugar.

Después de una mañana de relajación en el spa, Liliana y Clara salieron sintiéndose renovadas. Mientras se dirigían hacia los vestidores, una joven de actitud altiva las interceptó en el pasillo.

—Liliana y… compañía —comento con una sonrisa socarrona—. No sabia que este spa admitiera a personas como vosotras.

Liliana frunció el ceño, mientras que Clara se rodó los ojos con evidente fastidio ante la aparición de la joven.

—Stephanie… que desagradable sorpresa verte por aquí —espetó Clara con desdén—. ¿Cómo te han permitido la entrada? Pensé que tu sitio estaba en las esquinas, ¿o ya lo olvidaste?

La joven, ante la evidente humillación, soltó una risa sarcástica.

—Liliana… será mejor que llama a tu perra, o puedo hacer que la hundan la vida.

Liliana la miro con frialdad antes de responder con absoluto desdén:

—No veo que haya dicho nada incorrecto. Además, dudo que tu insignificancia pueda hundir ni si quiera a un pez.

Unas risas hicieron eco en el vestidor, intensificando la humillación de Stephanie, cuyo rostro se tensó de rabia contenida.

—Apártate, ¿no ves que estorbas? —dijo Clara con evidente fastidio, cruzándose de brazos.

Stephanie apretó los puños, intentando mantener la compostura, pero el sonrojo de furia en su rostro la delataba.

 

La tensión en el vestuario era palpable. Stephanie, con el rostro rojo de ira, apretó los puños intentando mantener la compostura. Una sonrisa siniestra afloro en su rostro, seguida de un comentario mordaz:

—Liliana, ¿de verdad crees que puedes hablarme así? Tal vez deberías preocuparte más por tu prometido. Se veía demasiado acaramelado con tu mejor amiga… ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Violeta. Saqué unas fotos muy bonitas de ambos declarándose su amor. Espero que esto no arruine tu boda.

Las palabras cayeron como un balde de agua helada. Clara dio un paso al frente, su mano se elevó, con la furia de quien ya no puede contener más su rabia, lista para propinarle una bofetada. Pero Liliana la detuvo antes de que la situación escalara.

—¿Por qué me detienes? —gruño Clara, su furia evidente—. Esta trepadora tiene asegurado un paso Vip de por vida.

Tomando aire profundamente, Liliana mantuvo la calma y, con voz firme, respondió:

—Mis asuntos personales no son de tu incumbencia, Stephanie. Te sugiero que te ocupa de tu propia vida y nos dejes en paz.

Stephanie, al ver que su intento de herir a Liliana no surtió el efecto deseado, bufo con desdén y se dio la vuelta, saliendo del vestuario con pasos rápidos y firmes. La puerta se cerró detrás de ella, dejando un aire pesado de tensión en el ambiente. Clara miro a su amiga, su rostro sin emoción alguna, como si quisiera decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

—Lili…

Antes de que pudiese continuar, Liliana la interrumpió con voz fría y controlada, como si estuviese sellando la conversación.

—Vámonos, que se nos hace tarde para comer —respondió, sin un atisbo de emoción en su tono, mientras caminaba hacia su taquilla, impidiendo la mirada de Clara.

Clara la observaba, sus ojos llenos de duda y angustia. Un nudo se formo en su estomago al ver la fachada implacable de Liliana, pero no se atrevió a decir nada más. Cada segundo que pasaba parecía multiplicar la incomodidad en el aire entre ellas.

Una vez terminaron de recoger sus pertenencias, ambas se dirigieron a la salida del spa. El ambiente era pesado, y el eco de sus pasos parecían amplificar la tensión. Liliana y Clara salieron del vestuario en silencio, cada una sumida en sus pensamientos. Sin embargo, eco de las palabras de Stephanie seguían resonando en la mente de Clara, quien no podía ignorar la insinuación sobre la posible infidelidad de Jayden.

Mientras caminaban por los pasillos del spa, Clara sintió que ya no podía llamar más. Decidió abordar el tema, aunque sabía que sería doloroso.

—Lili, solo te preguntare una vez y quiero que me digas la verdad —dijo, deteniéndose frente a ella, bloqueando su camino con una expresión autoritaria y decidida—. Lo que dijo esa zorra, ¿es cierto, ¿verdad?

Liliana sin evitar el contacto visual de su amiga. La respuesta llegó, fría y cortante.

—Eso no es una pregunta.

Clara, con el rostro tenso y la mandíbula apretada, sujetó firmemente la muñeca de Liliana, guiándola con determinación hacia la salida del spa. El eco de sus pasos resonaba en el pasillo, amplificando la tensión que las envolvía. Una vez fuera, el aire fresco las golpeó, pero no logró disipar la atmósfera cargada entre ellas.

Liliana se soltó suavemente del agarre de Clara y la miro con una mezcla de emociones.