-21 de diciembre de 1406 -
La noche había pasado en tan solo un chasquido de dedos, la fría brisa mañanera se abrió paso a través de las ventanas en la habitación de Roland, golpeando a este ligeramente en su rostro, haciendo que se despertase.
Se tuvo que tomar más de un momento para acostumbrar su mirada a la luz, su rostro al despertar fue bastante tranquilo, pues él no tenía nada por lo que preocuparse mientras dormía.
Su pelo rubio era tan brillante como el trigo el resplandor que irradiaba era increíble, sus ojos y nariz eran perfectas, su barbilla fina le daban el aire de un joven maestro.
Solo paso un minuto, antes de que su mirada tranquila al igual que su aura desaparecieran en cuestión de segundos, siendo remplazados por un velo de preocupación. Aún seguía siendo guapo, sin embargo, no se podía comparar con su "yo" de antes.
Paso al menos una hora en silencio, donde Roland ayudo a su madre con lo que podía, está última le instruyó para que se uniera al grupo de voluntarios que el pueblo había organizado para ayudar con labores tales como la caza, herrería o incluso el tallado de madera.
Roland ya había pensado en eso, incluso pensaba hacerlo sin que su madre se lo pidiera, ya que así podía ganar puntos de contribución que podía intercambiar con dinero, así que era un ganar ganar.
Pero él no pensó en hacerlo pro esa razón, pues pensó que si conseguía suficientes "puntos de contribución" podría salvar a uno de sus hermanos, si es que fuera a ser sacrificado en algún momento.
Así que el no dudaría ni un segundo en golpear su cabeza o cuerpo contra una pared, solo para conseguir tales puntos.
Camino a registrarse se encontró con su pequeña "hermana" Celia Inctrel.
La joven estaba sentada en un banco de madera, que se había construido por órdenes del jefe, este banco se hallaba cerca de la caza del jefe y de la plaza.
La chica vestía un traje bastante elegante, era color blanco, de lana de buena calidad, era un poco holgado sobre el pecho, la bufanda solo dejaba apreciar tal parte de su cuerpo.
Sus mejillas estaban ligeramente rojas debido al frío, sus manos estaban apretadas encontrá de su regazo, parecía ser que ella estaba escribiendo en un pequeño libro, era bastante caro.
Ella pareció notar su mirada sobre ella, lo que causó que mirara en su dirección, la joven pareció un poco aturdida, pero rápidamente dejo esas emociones de lado, pasando a estar feliz, esta vez Roland no trato de evitar a la chica.
Camino hacia ella, quedando frente a frente, con una pequeña seña pregunto si podía sentarse, y sin decir nada Celia se apartó un poco dando espacio para que él sé sentara.
Una vez sentado, sintió la mirada de la chica que parecía inspeccionarlo, no dijo nada y solo espero a que ella hablara.
El tiempo pasó y su "hermanita" no parecía que fuera a decir algo, lo que lo inquieto un poco, estando a punto de hablar, se detuvo al oír la dulce risa de la joven.
- No es de extrañar que estés tan arreglado. - Celia menciono un tanto alegre. - ¿Vas a ver a papá?, seguramente es por un lugar en el grupo de voluntarios, ¿Verdad? - Ella dijo mientras que se ponía recta moviendo su cabeza de un lado a otro, con una mirada de burla como si quisiera decir "Te atrapé".
Roland enarco una ceja, asintiendo lentamente sin intentar ocultarlo. - Bueno, ciertamente así es, y... ¿Qué opinas? ¿Cómo me veo? - Pregunto, la joven le miro de reojo, tomándose al menos un minuto, dijo. - Por supuesto eres muy guapo. - Celia dio una sonrisa, antes de que está fuera remplazada por una de ligero dolor y molestia, pues Roland había golpeado su cabeza con un dedo, reprendiendo a la chica.
Celia dio un ligero gruñido por el golpe. - Idiota. Te pregunté por la ropa. - Hablo Roland mientras miraba a Celia, quien rápidamente refutó con una mirada agraviada. - ¡Pero yo también me refería a la ropa! - hubo un silencio después de eso, los dos "hermanos" se miraron fijamente por un par de segundos antes de reír.
Luego de unos minutos se tranquilizaron.
Celia con una linda sonrisa que iluminaba su cara hablo. - Pero bueno, en general estás bastante bien para ver a padre. - La sonrisa de la joven se hizo más grande, con un toque mayor de dulzura, haciendo que Roland la mirara. - Si, bueno, creo que sí. - Roland pareció estar más tranquilo ahora, sin el entusiasmo que había sentido antes, mostrándose más, más... ¿Desanimado?.
Celia al notar eso frunció el ceño molesta mirando a Roland. - Roland, hace unos momentos estabas bien, ahora estás agobiado, ¿Qué tienes? - La molestia de Celia apenas era notable en su voz, pues su preocupación era mayor.
Roland no era del tipo que evitaría el tema, era mejor hablar con alguien, y quién mejor que Celia, pensó. - Bueno, la verdad es que me quiero unir al grupo de voluntarios... -
Roland comenzó a hablar un poco desanimado, haciendo que la joven a su lado frunciera más el ceño. - Pues me gustaría ganar puntos por si uno de mis hermanos... Es, ya sabes... -
Lo último lo dijo en un ligero susurro apenas audible, aun así Celia pareció entenderlo. - Ya veo,¿Entonces, eso es lo que te preocupa?- Roland negó con la cabeza.
- Eso no me preocupa, esta mañana tuve la oportunidad de darme cuenta de que no es una preocupación, más precisamente eso es una de las razones.- Roland pudo ver a Celia asentir, lo que le pareció una indicación para continuar hablando.
- Otro motivo del por qué quise unirme, es para no tener que estar tanto tiempo en casa. - La niña no era tonta, pues estaba bastante claro el motivo.
- ¿Es por tu padrastro?. -
Pregunto, haciendo que Roland soltará un suspiro asintiendo. - Realmente es difícil verlo. - La joven miro al chico tristemente, ella llevó su mano hasta la cabeza del chico, frotando lentamente su cabello.
Roland protesto ante eso, pero aun así disfruto del momento apoyándose en el hombro de la chica.
Puede que al principio fuera molesta, pero ella era irónicamente la que más conocía a Roland, ahora era alguien importante para él. - Sabes, no te he contado esto, pero no lo odio... - Celia abrió los ojos por un segundo, bajo la mirada hasta estar frente a frente con los ojos de Roland, ella lo miro confundida, pues ella pensaba que ese era el caso.
- Si no lo odias, ¿entonces, por qué no quieres verlo? - Roland giro el cuello, así pudiendo ver el rostro de Celia, no dijo nada por un momento, tomándose un minuto para apreciar lo linda que era la chica, era linda, siendo sincero, Celia era muy hermosa, pero en este momento él no podía ver eso, él miro a Celia por cómo era para él.
Segundos después, él decidió contarle sus pensamientos. Celia solo miró al chico que estaba sobre su hombro, notando como la miraba fijamente, sintió un pequeño ardor en las mejillas mientras sentía la sangre correr por sus venas ,dándole un tono más enrojecida a su piel.
Roland se apartó del cuello de Celia, en ese momento la niña se maldijo pues pensó que preguntar tal cosa era tonta, seguramente él no quería hablar de eso, pero antes de que ella pudiera disculparse vio a Roland golpear levemente sus piernas.
La chica frunció la seño en confusión, Roland pareció notar esa expresión, por lo que solo soltó unas palabras rápidas. - Recuéstate en mis piernas. - La oración congelo a Celia, pero ella rápidamente salió de eso y miro las piernas del joven, el sonrojo que antes había desaparecido, volvió a aparecer, sin embargo esta vez era más ligero.
Pero aun así, hizo lo que Roland le pidió a ella pudo ver la cara de Roland, y Roland la de ella, el chico llevo la mano hasta la cabeza de la joven, esta vez fue el quien acarició su pelo, un cómodo silencio se creó, durando por unos minutos. - Antes me preguntaste, porque si no lo odio, no lo quiero ver, ¿cierto? .-
Roland finalmente rompió el silencio con una dulce voz, Celia asintió suavemente, a la que el chico sonrió un poco. - Eres la primera a quien le diré esto, ¿puedo confiar en ti, Celia? Aunque tampoco es que sea un gran secreto. - Su última oración hizo que riera ligeramente, pese a que para Celia no le parecía nada gracioso.
- No digas eso Roland, tú eres una de las personas que más quiero en el mundo, así que por favor, no digas eso. - Las palabras de la chica parecían haber hecho que Roland afirmara su resolución de confiarle sus sentimientos tal y como dijo Tíbet. Roland se sentía feliz, demasiado feliz si es sincero.
- Bueno, ¿sabes? Hoy estás hermosa, Celia Inctrel. - cuando dijo eso Celia parecía haber estallado, sus hermosos ojos azules no supieron a dónde mirar en ese momento.
Lo que hizo que él riera un poco, aun así, era cierto, esa pequeña dama es una verdadera belleza.
- ¿! P-porque derrepente dices eso!? -