Ni bien llegó fue que vio a Víctor jugando con los muchachos al polo. Nada decía homosexual en ese momento que el modo en que jugaban entre ellos. Elizabeth se sentó en una silla blanca que tenía una sombrilla en su mesa donde había una tetera junto a una taza de porcelana blanca, allí veía como un grupo de muchachos jugaban al polo con sus palos correspondientes en sus caballos; pero el modo en que ellos iban vestidos era lo que le decía que a Víctor no le interesaban las mujeres en lo más mínimo. Una parte de los muchachos no tenían ni camisa siquiera, dejando ver su fornido cuerpo trabajado. Otros si tenían las camisas; pero totalmente desabrochadas. El sudor de sus frentes poco podría estar relacionado al sol del verano, al calor del verano y al deporte en sí mismo. Víctor estaba allí con su camisa desabrochada mostrando su pecho; pero aquella felicidad que ella veía en su prometido al lado de esos muchachos atractivos para Elizabeth y, al parecer, también para Víctor, era demasiado evidente. Lo que le hizo preguntarse porque razón Víctor quiso que ella volviera con él. Como fuese el caso, vio el deporte solo para no aburrirse.
Algunos muchachos parecían más interesados por otro tipo de pelota que la central. Uno de ellos ni siquiera estaba jugando sino que observaba el trasero de otro que perseguía en su caballo la pelota mientras que otro de los jugadores estaba a su lado dándole palmadas en la espalda y brazos constantemente, ¿había equipos en dicho deporte? La respuesta era que no, todos estaban jugando por separado. Cuando uno de los que estaba cerca del que perseguía la pelota logró arrebatársela de un solo movimiento para después lanzarla al arco y anotar, riendo fue que se abrazó con otro muchacho para después darse unos besos en la mejilla. Elizabeth hizo una mueca de asco al ver aquello y al parecer el capitán Van Gunderg también se sintió asqueado al contemplarlo.
- ¡Vamos muchachos!- exclamó Víctor riendo en ese momento- ¡no me hagan quedar mal delante de mi prometida!, ¡dejen de hacer sus payasadas y continúen con el juego!
- Como quieras Víctor- le respondió uno de los jóvenes para continuar con el deporte
El juego continúo por unos minutos más, siendo lo mismo, hombres con poca ropa pegándose en el trasero, mirándose la entrepierna de la forma menos disimulada posible y por poco no dándose besos en la boca. Elizabeth al ver toda esa decadencia en la que estaba metida fue que pensó en aquel muchacho, en realidad el término "muchacho" era demasiado incorrecto, aquel autómata que adoptó la forma de un joven tan sensual para ella. Sin quererlo se estaba ruborizando, algo bueno debido a que Víctor creería que era por él que ella se apenaba, aunque no la notase para nada debido a que las nalgas y el ombligo de su compañero estaba demasiado cerca suyo.
Sabiéndose observada de algún modo fue que se dejó perder en sus pensamientos. Aquella criatura le dijo que la tierra corría peligro, al parecer estaba solo y necesitaba ayuda, su ayuda. Ella no sabía del todo lo que ocurría; pero si Zyorg estaba peleando contra una potencial amenaza que quizás provenía de su propio mundo, no debía estar solo. Ella entendía lo que significaba el estar bajo la presión de los seres queridos. Si estaba defendiendo algo tan valioso, como la tierra, peleando contra su propia especie entonces ella debía ayudarlo, era lo menos que podía hacer por él. Era obvio que Zyorg no quería verla debido a lo sucedido y a sus últimos dichos, por lo que posiblemente rechazaría cualquier ayuda suya; ¡pero qué pena porque lo volvería a ver! Ella estaba cansada de hacer lo que otros le dijeran lo que debía o no debía hacer, si la tierra se encontraba en peligro, ¡entonces ella haría lo necesario para defenderla! Le gustase o no a su amigo autómata, Elizabeth iría al lado suyo, que se fuese al demonio lo demás, al final de cuentas, si no había tierra, esas reglas que le impusieron de nada le servirían después.
- ¡Vaya!, ¡al parecer te he apenado un poco!- rió Víctor en ese momento- espero no haberte asustado con el salvajismo de este juego
- Para nada- dijo Elizabeth con un tono amoroso, sabía que no lo apreciaría; pero tampoco quería que sospechase nada malo de ella- en realidad me gusto mucho ver tu destreza masculina en el juego
- Gracias por el halago Elizabeth; pero quiero que sepas que tú si me asustaste al desaparecer de esa manera- le regañó Víctor amablemente
- Quería conocer mi futuro hogar, me encontré con un viejo amigo de la infancia- le informó Elizabeth para luego añadir- ¿Dónde está Félix?
- Salió, tenia cosas que hacer en Ginebra- le respondió con pesar Víctor- aun así no me gusta que salgas sin compañía Elizabeth, deberías tener cautela en lo que haces querida, piensa lo que pasaría si algún atrevido se propasaba contigo
- Por eso mi amigo me acompañó, él quería defenderme de cualquier riesgo- con un tono de malicia añadió- por desgracia tu amigo, el capitán Van Gunderg, lo asustó
- ¡Esto es indignante capitán!- le regañó Víctor totalmente molesto- mi prometida se encuentra al lado de su amigo en su nuevo hogar ¡y usted lo aleja de ella!
- No sabíamos que era su amigo cuando sucedió señor- se disculpó Van Gunderg- pero de todos modos él dio muestras de no querer volver a verla
- ¡Sin embargo siento que podemos necesitarlo!- le dijo Elizabeth con rapidez, en su interior ya estaba forjando un plan importante para poder ayudar a Zyorg sin que este pudiese oponerse a su presencia- mi amigo es muy fuerte y a pesar de haber caído en desgracia en el pasado, me salvo la vida en varias ocasiones dando muestra de sus increíbles habilidades en combate
- ¡Vaya!, un hombre así puede sernos útil en el ejercito- afirmó Víctor sonriendo- dime querida, ¿Cómo se llama tu amigo?
- James Van Zyorg y puede que sea un poco rudo al principio; pero si los acompaño, quizás, solo quizás, acepte venir contigo- le dijo Elizabeth con un tono tan cariñoso para luego añadir algo que posiblemente no debió decir, por lo menos no delante de alguien homosexual- además es muy atractivo
- ¡Vaya!- exclamó Víctor riendo- mayor razón para darle una mano, un muchacho así no debe… estar solo y en la desgracia, espero que no te moleste si te acompaño querida, deseo conocerlo en persona
- Estaría encantada- afirmó Elizabeth para luego añadir- en realidad me gustaría ir por él ahora antes de que se aleje un poco más, aparte de que me estaba empezando a aburrir un poco
- Capitán, busque una escolta, vamos a buscar al señor Van Zyorg para darle una mano, un caballero no puede dejar que un buen muchacho se encuentre en la desgracia- dijo Víctor con un tono demasiado pasional
En su interior Elizabeth comenzaba a preocuparse por haber sido tan descriptiva con el aspecto de su amigo.