(Mar Mediterráneo)
En el horizonte, la figura de una nave en forma de tortuga de veinte metros de largo, sobrevolaba a toda velocidad el mar mediterráneo, en dirección a la actual ciudad de Beerseba, en el antiguo Estado de Israel.
El General Tezca maniobra a toda velocidad en el cielo sin preocupaciones aparentes, mientras su hija cambia de canción una y otra vez para amenizar el trayecto, que aunque parecía divertido al principio, se hizo aburrido para ella después no ver más que agua por todas partes.
Ella no supo qué pasó, cuando abrió los ojos al amanecer, su padre la llevaba cargando como princesa, diciendo que tenían una misión importante por realizar.
Ella ya conocía esa actitud improvisada de su padre, de hecho la primera idea que pasó por su cabeza es que sería usada como coartada para librar el enojo de su madre y la posible paliza que ella le daría al General.
"Papá es un masoquista sin remedio" pensaba para sí misma recordando otras ocasiones donde él hizo lo mismo. Su mirada quedo perdida por algunos segundos en el infinito hasta que algo llamó su atención.
— ¡Papá ya vi tierra hacia el sur! —grito ella emocionada.
Para reducir las probabilidades de hostilidad por parte de alguna armada o nación, decidieron ir sobre el mar de manera que no se acercaran mucho a las playas. El tipo de vehículo que usaban actualmente, no era conocido fuera de la Atlántida, era un prototipo que apenas estaba en etapas de prueba, más resistente y veloz que las versiones que usaron en la guerra.
Con sistemas de propulsión basados en mono polos magnéticos que lograban alcanzar velocidades superiores a la del sonido, al usar los campos electromagnéticos naturales de la tierra, con esta nueva tecnología, su viaje duraría poco menos de dos horas.
Su misión es llegar a un lugar donde diversos grupos aliados, implementan al pie de la letra las indicaciones del General para reclutar gente talentosa, no sin antes, hacer una escala para hacer el trabajo sucio que les ha dado prosperidad en casa.
Tal vez hace veinte años el General se hubiera negado, pero la salvación de la mayoría requiere sacrificios donde la moral queda de lado; trabajar tras bambalinas ha sido algo que aprendió bien de la mano de su hermano.
Su actual destino es una pequeña ciudad en medio del desierto que está apadrinada con tecnologías Atlantes que hicieron fértiles las áridas tierras de medio oriente, que hoy en día es liderada por su viejo amigo de aventuras y compañero de armas.
— En aquella dirección se encuentra Libia, cuando era joven y viajaba con mi hermano por el mundo, recuerdo haber peleado con unos traficantes en el Puerto de Marsa Brega, si no mal recuerdo había pocos habitantes, pescadores en su mayoría —el General empezó a contar sus anécdotas con nostalgia— Fue en aquel entonces cuando conocí a una de las últimas tribus nómadas, llamadas Tuareg, del desierto del Sahara. Es impresionante cómo han sobrevivido a tantos siglos de guerra...
Ix chel que ya estaba acostumbrada a las anécdotas de juventud de su padre, estaba atenta a cada palabra; ella no salía de la ciudad porqué aún era una niña, pero siempre soñaba con viajar por el mundo, inspirada, gracias a los adultos que la rodeaban, que siempre están contando bonitas historias de distintos lugares.
Algunos refugiados solían juntarse en la plaza de trueque, y platicar de la misma forma que su padre, los detalles de alguna vivencia de juventud o las leyendas de sus respectivos pueblos, avivando el interés de la pequeña por viajar a través del mundo.
Para ella, esa era su forma regular de divertirse, imaginando junto a su amiga Ana, el día en que por fin lograrán conocer el mundo y cada región nueva por explorar.
Alimentadas por esos sueños, aprovechaban algunas ocasiones, para subir al lomo de Beto, la gigantesca serpiente emplumada que domesticó el General en su juventud, y así, sobrevolar el pequeño continente Atlante, de norte a sur, buscando aventuras en las zonas boscosas fuera de la ciudad y la zona agrícola e industrial; en cada playa, laguna y río, el chiste era disfrutar de la aventura.
Nadie las regañaba mientras pidieran permiso y usen rastreador, pero ambas querían emociones fuertes. Salir a lo desconocido, enfrentar bandidos usando su abrumador poder y estilo de pelea, comer un platillo distinto en cada ciudad, conocer otras costumbres y animales nuevos. Vivir la aventura completa de viajar por un mundo caótico y al borde del final; pero a fin de cuentas, seguían siendo niñas.
— Mira ya casi llegamos, en aquella dirección se encuentra El Cairo, a esta velocidad nos tomará unos quince minutos llegar a Beerseba. Nos quedaremos en las afueras de la ciudad esperando a los emisarios de la guerrilla. Les entregaremos los catalizadores que solicitaron para sus regimientos y seguiremos nuestro camino rumbo a Kantubek.
Después de las guerras nucleares a finales del siglo XXI, muchas naciones en medio oriente fueron reducidas a cenizas, dejando enormes paramos sin vida, donde algunos grupos de sobrevivientes siguieron en conflicto por sus ideas religiosas, creando una brecha cada vez más grande entre los escasos habitantes de la región.
Viviendo de forma austera y aislada, lograron mantenerse durante los últimos siglos. Pero fue en la guerra contra el tercer guardián del universo, cuando por primera vez en la historia, todas las tribus de esa región, sin importar sus creencias, se unieron como parte de la vanguardia principal guiados por un joven profeta de la región, todo esto durante la batalla final que lideró Kukulcán.
Durante los nuevos años de paz, en una pequeña región al sur de Rusia, con suelo estéril, en medio de dos lagos, de lo que alguna vez fue "El mar de Aral", se fundó una aldea donde conviven distintas gentes de todo "El desierto radioactivo".
Un lugar perfecto para las caravanas que hacen negocios desde China hasta el mediterráneo. Kantubek la ciudad conocida popularmente como, Oasis de Zulfiqar.
— Ya llegamos, prepara tu macuahuitl y ponte alerta. Aunque digan ser aliados, no me sorprendería tener que pelear.
Ix chel asintió y puso manos a la obra mientras aterrizan en una zona alejada de la ciudad de Beerseba, en un pequeño campo con matorrales secos, lleno de olivos en tiempo de flor.
Algunos pastores nómadas gritaban espantados al ver bajar, a una inmensa tortuga gris con líneas rojas, que trazaban los costados a modo de grietas decorativas. Las cabras se les escaparon con aquellos gritos y no les quedó de otra que ignorar la nave para perseguir su rebaño.
La niña no había salido de la cabina de mando, pero permanecía en guardia atenta a cada movimiento a su alrededor, mientras el General negociaba con dos hombres altos y delgados, que llegaron en una caravana tirada por varios burros en estado lastimoso, que a simple vista se puede decir que difícilmente lograrían terminar otro viaje.
Traían consigo algunas cajas llenas de verduras, algo de queso de cabra, carne seca, vino y agua. El precio regular por los brazaletes y dispositivos necesarios para la guerra de guerrillas que azotaba actualmente a los debilitados países europeos.
Al terminar de entregar los catalizadores, el general les indicó que subieran las provisiones a la tortuga. Todo transcurrió con relativa normalidad y los emisarios partieron sin más.
Los años de experiencia del General, le gritaban que era demasiado sospechoso.
— Chel, necesito que abras bien los ojos y me digas donde está escondido el grupo de asalto.
Con una sonrisa maliciosa, el General había descubierto donde se encontraba la emboscada, pero parte de su intención original con este viaje era entrenar a Ix chel.
— Detrás de aquella colina hay tres sujetos con ropa color arena que se confunde con el lugar, entre los matorrales al oeste, nos están apuntando con un tubo largo que podría ser una escopeta mejorada, y si no me equivoco, esos pastores que huyeron antes, traían armas bajo las túnicas, no se fueron a buscar a los animales que huyeron, sólo aparentaron hacerlo y se resguardaron tras un pozo. —contestó ella con una sonrisa cínica.
— Bien nena, ahora déjame a los pastores y a los que nos están apuntando en los matorrales, los de la colina son todos tuyos.
Seguido de aquellas palabras el General se movió a una velocidad imposible de seguir para el ojo humano, era como una ilusión que se desvanece con el viento, donde solo quedaba el rastro de luz verde turquesa que emitían sus ojos al usar Tetra.
Por su parte, la niña blandió su arma con filo de obsidiana, mientras daba un ataque frontal cual tanque de guerra, que no contrastaba con su delicada apariencia.
Con un solo impacto destrozó media colina mandando a volar a los tres atacantes. Ellos usaban una variedad casera y de muy mal calidad, de rifles Tetra, que usaron para disparar pequeñas balas de energía contra la niña, que fácilmente las esquivaba, con un baile despreocupado para burlarse de lo débiles que eran para ella.
No tardaron en darse cuenta que estaban en una clara desventaja e intentaron escapar, pero esa no era una opción que estuviera en sus posibilidades.
— ¿A dónde creen que van? Todavía no termino de jugar con ustedes miserables traidores. —dijo la niña con desprecio.
La tierna mirada que tenía normalmente, se había transformado en una retorcida sonrisa llena de crueldad y sadismo. Enterró la punta de su arma en el suelo y de un salto alcanzó al primer atacante. Un puño recto, envuelto en un aura turquesa, fue directo a la cara rompiendo la mandíbula de ese hombre, que intento mantenerse de pie mientras escupía varios dientes bañados en sangre.
Al ver se resistía, la pequeña Ix chel sonrió; no pensó que alguien fuera de los campos de entrenamiento, podría soportar un golpe con toda su fuerza y seguir consciente. La sed de sangre invadió su pequeño cuerpo, mostrando una nueva faceta que no sabía que tenía.
Una patada 360° al estomago que abrió un corte fino, donde las tripas sobresalían como una rosa floreciendo, seguido de un puñetazo en la frente que destrozó la mitad de su cabeza y para rematar, un codazo desde arriba que termino por sumir su cuerpo entero en la tierra.
Tres impactos con todo su poder destrozaron sin resistencia el cuerpo de ese sujeto, que ya no se podía reconocer entre la sangre y los huesos rotos que se encontraban regados en el sitio donde anteriormente estaba parado.
Horrorizados al ver tal escena, los otros dos tiraron sus armas y levantaron los brazos en señal de rendición; a pesar de ser veteranos de guerra, nunca esperaron un oponente de ese calibre, el miedo en sus rostros no tenía precedentes, los pantalones de uno ellos tenía una mancha de orina que estaba creciendo poco a poco, mientras que el otro parecía haber perdido control sobre su esfínter, dejando un fuerte olor en el aire.
— A parte de morder la mano que les da de comer, son unos cerdos que no tienen educación frente a una niña —retorció aún más su sonrisa— ¿Cómo creen que los dejare rendirse de una manera tan patética? ¿Dónde está su honor como guerreros? Basuras—escupió con desdén mientras caminaba amenazante contra ellos.
Fueron las últimas palabras que escucharon antes de que les mutilarán los brazos de varias patadas circulares típicas de capoeira. Sumergidos en el dolor y la agonía lloraban para pedir clemencia; una que nunca llegó.
Fueron sometidos a una masacre llena de golpes tan rápidos y contundentes que lograban mutilar sus músculos y huesos, dejando un espectáculo lleno sangre que brotaba por todas partes empapando la tierra; un castigo que duró varios minutos incluso cuando ya habían muerto, solo para saciar la sed de sangre de aquella niña.
Aquella tarde, los olivos fueron regados con la sangre de aquellos ingenuos, que osaron levantar sus armas contra los que son considerados, como los más fuertes en el mundo.