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Chapter 37 - Capítulo 36: ~Nuestro último sacrificio ~

Después de un tiempo tratando de atacar a esa esfera de luz, volvió al lugar donde estaba antes de desaparecer con la deidad y para su desagradable sorpresa el tiempo había sido restablecido.

En un movimiento rápido miró su arma para darse cuenta que se encontraba sucia y con temor analizó su alrededor para percatarse de que la elemental de Aire y el de Fuego se encontraban bañados de sangre y con su mirada sobre él, realmente parecían asustados pero después de unos minutos reaccionaron y caminaron con dirección a él para sujetar sus brazos y comenzar a guiarlo hacia donde se encontraba su destino final.

— ¿Qué pasó?.— preguntó Wiliam algo perdido por la escena que había visto.

— Fuiste tu el que los lastimó.— dijo Amy para hacer una pausa de unos cuantos segundos para volver a hablar, pero esta vez con una leve sonrisa.— pero me alegra mucho saber que solo los dejaste lastimados y no pasó a mayores.

— Me sorprende tu fuerza, Wiliam. Eres un gran aliado.— mencionó Ethan con una leve sonrisa.— Me da mucho gusto que te hayas cambiado de bando para usar ese potencial para el bien.

— ¿solo me utilizó para salvarlos?. Si es así me alegra que no haya sido egoísta con sus propias creaciones que lo ven como su padre.— pensó mientras caminaba junto a los elementales.

— Nadie nos va a detener, somos imparables juntos.— dijo Amanda mientras dirigía su mirada hacia el ex jinete, acción que Ethan imitó. — esto va a...

Sus palabras callaron al ver como el filo de una espada sobresalía de su pecho, ambos elementales gritaron del susto mientras que detrás de ellos se escuchó una carcajada y acto seguido, él dueño del arma sacó el filo de su espada del pecho de William. El jinete sólo cayó al suelo, dando por perdida su vida a la vez que él de cabellos blanquecino al igual que su barba, reía por la expresión de ambos jóvenes que lo observaban con horror.

— Jajajaja. ¿Creyeron que todo esto sería fácil?.— preguntó mientras veía como ambos retrocedían para alejarse de él.— son tan ingenuos...tal y como los recuerdo.— les sonrío con malicia que les provocó nauseas de tan solo imaginarse lo que podía pasar por la retorcida mente de aquel sujeto.— al fin la oscuridad cubrirá la tierra y a sus hermanitos en su totalidad. ¡NADIE HUIRÁ DE NUEVO!.

Antes de ir tras las gemas faltantes, se retiró la capa que cubría su cuerpo completo para dejar ver la vestimenta que llevaba puesta bajo esta, dejando expuesto un traje militar al estilo que llevaría un coronel. Esa acción dejó preocupados a los elementos quienes sin dudarlo lanzaron la pregunta hacia su rival, bueno, solo uno de ellos por el temor de molestarlo por el interrogatorio que querían hacerle en esos momentos.

— ¿No eres la deidad oscura, hermano de nuestro padre?.— preguntó Ethan, acto seguido metió su mano a la bolsa de su camisa para dentro de esta tomar la gema de aire para prepararse.

— Oh jajajaja— se rió histericamente ante la pregunta que planeaba responder sin rodeos para acabar su tarea lo mas rapido posible.— Cariño. A ese ingrato lo encerraron ustedes en este lugar, por eso necesitamos la fuerza de las cuatro bestias para sacarlo de ahí...— explicó algo irritado de tan solo revivir el momento amargo de la derrota en su mente.

— ¿Quién eres tú?.— lanzó Amanda su pregunta sin dudar, por más que intento callar su duda, no lo logró.

— Soy Guerra, el quinto jinete, el más cercano a la oscuridad absoluta... si no fuese por mi creador, ustedes estarían bajo mi poder como simples armas de guerra que son— habló sin escrúpulos y con esa mirada que desbordaba de superioridad, los apuntó con su guadaña y decidido cantó guerra con unas simples palabras que helarían la sangre de cualquiera;— Que el color carmesí cubra el paraíso, y que su dolor sea mi dulce venganza por hacer caer la bella oscuridad.

Amanda sin pensarlo se colocó frente a Ethan con la finalidad de ser su escudo al ver a Guerra acercar su guadaña con malas intenciones, extendiendo los brazos para recibir el golpe de gracia, solo sonrió.

Detrás de ella, el rubio solo apretó en su puño la amatista y en un susurro dijo;— La oscuridad caerá, por las buenas o por las malas.

El elemental de fuego con ambos brazos, y aun sosteniendo con fuerza la amatista, se aferró a su compañera de batalla, quién comenzó a ser rodeada por un torbellino de aire con tierra que dificultó la vista de lo que estaba sucediendo, aunque estaba más que claro, la chica no era más una humana.

Ethan se había aferrado con sus fuerzas a la chica, pero la fuerza de aquella bestia que guardaba Amy le había hecho caer desde las alturas, dándole a Guerra una gran oportunidad para atacar.

— Tontos niños, ¡solo juegan a ser guerreros cuando ustedes solo sirven para crear cosas inútiles!— después de aquel grito para denigrar la labor que los jóvenes cumplían desde su primera vida, con seguridad y sin titubear, lanzó con gran fuerza su guadaña para hacerla girar por los aires. Esta con una simple misión, lastimar de gravedad a Ethan para arrebatarle el control de la bestia de aire.

Al no poder hacer mucho en el aire, solo temió por su vida. No quería dejar a Amy ahí, aunque también... no sabía que le ocurriría si su vida terminaba en esos momentos, ¿ahí terminaría todo?.

— Amy, lo siento. Al parecer tendremos que volver a renacer nuevamente en una nueva etapa de oscuridad absoluta, otra vida más sin ser felices... — pensó con melancolía que hundía su pecho y lo sumergía en el pesimismo. Las lágrimas lo traicionaron, pero sus manos se aferraban a la gema, tal vez... aferrandose a la pizca de esperanza que aún le quedaba en su interior.

Cerrando los ojos para esperar el golpe, sintió como una fuerte corriente de aire lo envolvía, causando temor en su pecho. El eco del filo cortante le hizo sudar frío, y el quejido agonizante provocó que de golpe abriera los ojos, esmeraldas que se posaron en aquella gran bestia que con sus cuatro manos lo habían protegido. Aquella gran y pálida sólo se quejó pero aún así no se dejó vencer por el dolor y comenzó a dirigirse lo más lejos que podía, aunque la guadaña había vuelto como un boomerang a su sanguinario dueño y señor creador de las batallas y grandes disputas.

Los ojos blancos de aquella bestia de los cuatro vientos se veía el dolor, pero solo por que una pequeña parte de la humanidad Amanda seguía despierta. Podía tener emociones a pequeña magnitud, y eso era el problema, aunque debía reconocer que necesitaba a Ethan para que la mantuviera despierta para no cometer una locura y guiarlos al caos.

Aferrado a uno de los dedos de la mano de la bestia, el lo miró con preocupación y con los ojos llorosos le habló, aunque sabía que podía o no escucharlo, pero aún así hizo el intento.

— Amy... no quiero ver que te lastimen. Me duele verte pelear, no quiero que te lastimen. Déjame ser tu escudo ahora, el fuego no importa tanto como el aire...— sus lágrimas cayeron, traicionandolo al tratar de mantenerse con firmeza, y eso sabía que preocupaba a su compañera, quien sólo elevó sus manos hacia su rostro.— Amy... lo siento yo... quiero pelear, como en otras vidas pasadas, junto a ti.

— ¡No se olviden de mi!— se escuchó detrás de ellos.

La bestia al querer girar para ver a su atacante, inesperadamente recibió otro corte ahora en la espalda, y al parecer, el primero que fue hecho en el abdomen no le había sido suficiente para su atacante. Ya harta de la persecución, se dio la vuelta y con una de sus manos le dio un golpe a Guerra, quién los seguía por tierra sobre su caballo negro.

Aquel ataque levantó polvo, creando una cortina para darles más tiempo de huir, bueno, solo para ella dejar a su compañero en un un lugar seguro.

— ¡Amy!— gritó Ethan lleno de frustración al ver el semblante de la bestia que desbordaba de dolor.— déjame pelear.

Por unos momentos lo miró y con un gruñido negó con su cabeza para seguir su camino hasta llegar al pie de un volcán, donde se detuvo para caer a la tierra, aun asegurandose de que su compañero resultará ileso en el impacto. Ethan al verla adolorida se acercó al rostro de aquella bestia y con curiosidad la comenzó a analizar de cabeza hasta las nubes que reemplazaban sus pies y formaban una cola de serpiente.

Preocupado y sin intenciones, su corazón y mente desearon que su compañera volviera a su forma original.

— Mi culpa, si no fuese por mi indecisión... no estarías herida—dijo culpandose a el mismo, sin percatarse de que del cuerpo de la bestia comenzaba a desprender neblina.— ahora yo, te protegeré.

Al decir eso, corrió hasta donde no pudiese alcanzar lo que suplantaba a las piernas de su compañera para usar su elemento para crear una barrera de fuego, con la finalidad de retrasar a su perseguidor. Al regresar a su puesto, notó que ya no estaba la bestia pero que ahora en su lugar había neblina, causándole molestias y preocupación al no verla cerca.

— ¡¿Amy?!— gritó para correr por ese lugar, ya que recordaba debía encontrase ahí ya que no la había visto volar sobre él.— ¡¿Dónde estás?!— volvió a gritar, pero esta vez obtuvo un quejido en respuesta.

Lleno de alegría, corrió hacia donde había escuchado el quejido para encontrarse a Amanda sosteniendo su costado con ambas manos y su espalda apegada a la corteza de un árbol. Su rostro demacrado por el dolor le hizo entrar en cólera a Ethan, desconociendose en el proceso de tratar de mantenerse con la mente fría.

— Ese maldito...— dijo a la vez que sus labios temblaban por la ira que estaba reteniendo.— ¿no podemos vivir en paz?.

— Ethan... ¿no crees que debemos acabar con esto?— al hacerle esa pregunta, con una de sus manos hecha puño la extendió hacia él para acto seguido extender su mano y mostrarle algo que le dejó boquiabierto.— Y esto es ahora o nunca.

En esos momentos su corazón se detuvo pero aún así, se acercó a su amiga para ayudarla a levantarse y aceptando su plan, comenzaron a caminar hacia la cima del volcán. A paso lento, ambos solo se dedicaron miradas de tristeza pero sabían que era lo mejor para todos ya que la batalla acabaría si no había motivos para luchar y eso era... las gemas elementales que había obtenido al golpear a Guerra, a quien se le cayeron por el impacto.

Durante su camino mantuvieron el silencio ya que su mirada decía más de mil palabras, pero cuando al fin llegaron a la cima, estos escucharon la risa de Guerra quien se encontraba detrás de ellos, pero para su desgracia, Amy lanzó las cuatro gemas hacia la lava.

— ¡Tontos elementales, no volverán a renacer!—gritó guerra lleno de frustración.

— Ni la guerra y el dolor volverá a nosotros— dijo Ethan.

Guerra estaba molesto, pero aún queriendo la victoria, se lanzó hacia el volcán pero no sin antes tomar a uno en el proceso para arrastrarlo con él, solo para causarle dolor al elemental, ya que no lo volvería a ver nunca más. Pero lo que no esperó, fue que el otro se lanzó hacia su compañero para envolverlo eun un abrazo.

— Te salió mal. Nos liberamos de este destino— dijo Amanda a la vez que se aferraba al pecho de Ethan al sentir más cerca el calor de la lava.

— Espero volver a verte en otra vida... Amy— dijo Ethan con una leve sonrisa.

El momento se congeló para ambos y con una simple mirada, Ethan con una de sus manos tomó el mentón de Amy para acto seguido besar su mejilla.

— No olvides que aún te amo...— dijo Ethan para después aferrarse al cuerpo de Amanda.— y perdóname por ser tan débil y hacer que te lastimaran.

— El amor siempre se demuestra preocupandote por el otro... lo tuyo fue apoyo moral y lo mío... eran las acciones— Ethan Mayer, quiero volver a casarme otra vez pero...

— ¿Con alguien más?— preguntó el rubio algo triste.

— Contigo, pero esta vez... se tu mismo. No me ocultes tu hermoso corazón...

Sus palabras callaron al sentir como volvía a fluir el tiempo y dentro de una fuerte ola de calor que los golpeó, ambos vieron una luz pero dentro de esta Ethan habló:

— ¿Ambos mostraremos la pequeña luz que hay y que es hermosa para el otro?....

— Tú corazón y el mío irradian luz... que nos reconforta a ambos. Si no somos nosotros mismos y nos perdemos en la oscuridad... la humanidad y la esencia se pierden....— respondió Amanda con una gran sonrisa y mirando a Ethan de frente desapareció entre pequeños destellos.