Corriendo por las calles con las maletas en mano y mi toga puesta, me dirigía directamente a la central de autobuses, decidido a irme de una vez por todas.
Todo esto comenzó un día, de la nada desperté y unas ganas inmensas de huir de casa y cumplir mi gran sueño me invadieron y gracias a mis ahorros y que en ese entonces ya solo me faltaba un mes para graduarme de la preparatoria, desde ese día, hasta ahora, les mentí a mis padres sobre la fecha de mi ceremonia y sobre la universidad a la que me había postulado. Se que no fue lo correcto, y me siento mal por eso, pero... era tiempo de poner un alto a todo ese dolor que me causaban.
Mis amigos me ayudaron a inscribirme a un campus que se encontraba a aproximadamente 1 día de viaje de mi ciudad hasta allá, no fue por la lejanía que yo elegí ese lugar, sino que fue por mi verdadera vocación y sueño que quería cumplir y que mis padres evitaban a toda costa.
Después de todo ese elaborado plan, me encuentro ahora corriendo para no perder el autobús que me llevará a donde me aguarda mi gran sueño... ser médico veterinario. Ya había pasado el examen de ingreso, prueba que realicé en línea al ser de un lugar muy retirado del campus.
Faltaban ya solo una calle para llegar a mi destino cuando mi teléfono sonó, pero poca importancia le tomé y no respondí hasta entrar a la estación y subirme al camión que por poco me iba a dejar.
— Buenas tardes señor.— saludé al conductor mientras él cortaba mi boleto.
— Joven, ¿por qué viene vestido así y algo sudado?.— me preguntó algo preocupado al verme bañado en sudor y con mi toga puesta.
— Solo le diré que iré a cumplir mi sueño... sueño que mis padres quisieron pisotear.— le respondí mostrando una leve sonrisa.
El conductor solo sonrió a la vez que negaba para después dejarme ir a tomar asiento en aquel autobús en el que solo iban 7 personas contando conmigo. Caminé por el pasillo hasta llegar a casi los últimos asientos para acomodar mis dos pequeñas maletas y luego sentarme para ver por la ventana como el autobús avanzaba para salir de la estación.
Estaba por colocarme los audífonos, cuando vi las llamadas perdidas de Samuel y Rick, estaba por devolver la llamada hasta que nuevamente marcaron y yo rápidamente atendí.
— ¿Qué sucede Rick?.
— ¿Tus padres... saben de que cambiaste de número de teléfono?.— me preguntó del otro lado de la línea.
— No, ¿por qué?.— respondí algo preocupado.
— Porque hace unos momentos los vi y quería saber si te habían descubierto— me respondió algo preocupado del otro lado de la línea.
Escucharlo me hizo sudar frío pero para evitar sentir malestar le dije:.— Rick, amigo... dime que no te vieron con la toga.
— Claro que no, me la quité después de despedirnos.— me respondió.
— Bien...— Suspiré aliviado.— gracias por todo.
— Jajaja, no es nada, para eso estamos los amigos.
— Bro... en serio, muchas gracias... espero que los demás estén escuchando, que estoy muy agradecido por ayudarme a salir de ese ambiente estresante. Jaja... los voy a extrañar.— dije algo nervioso.
— Parece que te estás despidiendo para siempre de nosotros....— me dijo algo preocupado.
— Rick...— dudé en hablar por unos momentos hasta que tomé algo de valor para informarles mi decisión.— no voy a volver... necesito tiempo, además... después de esto que estoy haciendo... mis padres me darán por perdido, realmente no tengo nada más que a ustedes.
— Ethan... solo no te olvides de nosotros y de mantener contacto con cada uno. Por qué queremos saber si serás feliz allá.— me dijo con la voz entrecortada.
— Rick, no se como pagarles todo lo que hicieron por mi... todo... su amistad, sus palabras... ustedes siempre me hicieron sentir bien conmigo mismo, nunca tuve que fingir algo que no soy... gracias por estar a mi lado.
Con una sonrisa le dije detrás del teléfono a la vez que por mis mejillas caían lágrimas de tristeza, estaba a punto de caer en llanto suelto al escuchar al otro lado de la línea sollozos, pero una calidez en mi corazón me hizo abrir los ojos de par en par.
El tiempo se congeló y mi alrededor se volvió oscuridad, como si estuviese atrapado en una burbuja en la que, al tratar de buscar la salida me levanté de mi asiento, pero al guiarme, me encontré a una chica dándome la espalda.
— ¡¿Quién eres y dónde estamos?!.— le pregunté algo alterado.
— Se feliz... sonríe... y no olvides que: nunca estarás solo.— habló para girarse hacia mí y sonreírme.
—No has respondido mi pregunta...— murmuré algo más tranquilo al ver su su semblante que desbordaba de paz y calidez.
— No es necesario... tú corazón siempre lo sabrá, como lo hace el mío. Por ahora... cumple tu sueño y cuando tu y yo estemos libres de dolor y aprendamos a amarnos a nosotros mismos.— ella sin más solo comenzó a caminar hacia mi, y al estar a dos pasos de mi, me tomó del hombro y con una leve sonrisa dijo:.— volveremos a encontrarnos, aunque no te aseguro que tengamos sentimientos hacia el otro.
— Oye, y...
Estuve a punto de hacerle una pregunta, pero esa chica solo besó una de mis lágrimas que caía por mi mejilla derecha y al alejarse de mi todo volvió a la normalidad, estaba nuevamente en el autobús, donde nuevamente volví a escuchar a Rick del otro lado de la línea.
— Lo siento, ¿qué dijiste?.— dije apenado, olvidando lo que había sucedido.
— Estábamos hablando de....
Después de esa larga charla de aproximadamente 1 hora, seguí mi camino. Tal vez fue algo largo pero valió la pena cuando al fin llegué a la estación donde tomé un taxi para que me llevará a los alrededores de la universidad para comenzar a buscar trabajo de medio tiempo y casa de renta.
Durante las vacaciones trabajando arduamente para pagar la renta de la habitación amueblada que había alquilado y para comprar mis útiles, estuche quirúrgico, ropa quirúrgica, bata de laboratorio, botas de hule, overol y comida. Algunos dirían que mantenerse solo en un lugar desconocido sería un martirio cruel pero... sentía que estaba en el paraíso, estaba muy feliz realmente... los chicos tenían razón, mis padres me querían envenenar para moldearme a su antojo.
El tiempo ahí realmente pasó rápido y las clases habían comenzado, tal vez era pesado trabajar y estudiar pero al estar a unos años de cumplir mi sueño dorado debía de aguantar todo.
Mi estadía iba bien, mis horarios eran de 7 am a 4 pm, y mi jefe me había puesto horarios en los que yo podía ir a trabajar, aunque media hora después de las clases, pero el lado positivo era que me permitía hacer las tareas en mis horarios laborales siempre y cuando cumpliera con mi rol de acomodar las mercancías de ese gran mercado.
Un día como cualquiera en mi trabajo era algo tranquilo ya que siempre terminaba a tiempo y sin problema de acomodar los productos hasta que me tocó acomodar la fruta, ya que mi compañero no había asistido.
— Uff... solo falta acomodar las sandías y termino.— pensé al ver el carrito de carga donde llevaba la fruta.
Feliz de tan solo pensar en que eso sería lo último, sonreí.
Cuando llegué al área de frutería me encontré con un hombre que me veía desde el pasillo de los licores, me sentía algo incómodo pero lo ignoré hasta que terminé, pero desgraciadamente él me habló para que fuese a ayudarlo.
Había algo que me daba mala espina, pero aún así debía ver que necesitaba, así que al llegar a él, el hombre solo me vio con algo de molestia para luego señalar una botella.
— Ayer estaba más barata, ¿por qué subió de precio?.— me preguntó con autoridad.
— No lo sé, esta no es mi área.— le respondí tratando de ocultar mi nerviosismo de tan solo ver a aquel gran hombre que era más alto que yo y de complexión robusta.— pero si quiere puedo ir a hablar con...
Estaba a punto de explicarle lo de la distribución de las áreas y de a quien debía de dirigirse, pero nunca esperé que al darle la espalda tomara la botella de licor para tratar de golpearme.
Tan concentrado estaba que de tan solo escuchar como se rompía en pedazos la botella, grité del susto.
— ¡¿Pero qué?!.— grité al ver por encima de mi hombro el desastre y a una chica frente a mi sosteniendo en sus manos una sartén, objeto con el que al parecer había detenido el ataque.
— Estúpida niña. Mira por donde caminas, casi te doy.— gruñó el hombre.
— ¿Estúpida?. Ja, me lo dice el cobarde que estaba a punto de atacar por la espalda a este empleado.— la chica de cabellos color café solo bajó la sartén y del costado de su bolso desató una linterna.
— No sea grosero con la señorita.— le dije para interponerme en medio.
— Esta maldita se mete en lo que no le importa, ¿por qué debería ser considerado?.
— Por esto.— dijo ella a la vez que presionaba un botón de la linterna para demostrar que era un tazer.— por más rudo que trates de verte... yo no te tengo miedo, porque solo eres un cobarde.
Ella rápidamente se dirigió al hombre con el objeto, pero este solo salió corriendo despavorido del lugar, dejándome solo con aquella aguerrida chica que se acercó a mi.
— ¿Estás bien?.
— Eso debería decirte yo...— Suspiré preocupado.— ¡¿éstas loca?!. Ese hombre pudo haberte lastimado y tu solo me...— al verla sonreírme levemente sentí un cosquilleo en mi pecho y un vago recuerdo que vino a mi mente me hizo pensar que era un dejavú, cosa que solo me hizo decir:— nos conocemos, ¿verdad?.
Con una leve sonrisa ella me respondió.— No estoy loca, solo hice eso para evitar que te lastimara. Y respondiendo a tu segunda pregunta... no, no nos conocemos, pero me llamó Amanda, soy alumna de la Universidad Autónoma de ciencias médicas del Norte. Mucho gusto.
— Oh, estamos en la misma universidad.— respondí feliz.— jaja, ¿y mis modales?. Me llamo Ethan Meyer, estoy en segundo semestre de la carrera de medicina veterinaria.
— Yo estoy en segundo semestre de la carrera de Medicina humana.— me dijo con una sonrisa.
— Tal vez por eso te me hacías conocida.— hablé de tan solo pensar en una mínima posibilidad.
— Jaja, tal vez sea eso.
El ambiente entre nosotros por alguna razón no era incómodo, pero aún así ambos debíamos regresar a nuestras tareas, ella a comprar sus suministros y yo debía limpiar el desastre del hombre. Gracias a esa amarga experiencia... conocí a Amanda quien ha compartido conmigo sus experiencias más dolorosas como yo con ella, ambos estamos sanando el uno al otro, aunque solo somos amigos... por ahora. No se porque siento que la conozco de toda la vida pero lo que si se es que quiero estar a su lado.
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"¿Dolor?. Es perderte a ti mismo entre tantos estándares que cumplir para complacer a los demás. Eres perfecta o perfecto tal y cual eres, no ocultes tu verdadero ser por miedo a él rechazo, las personas que te quieren con sinceridad siempre se quedarán a tu lado sin importar que."
Quienes te aman jamás intentarán cambiarte...
Nunca dejes que se apague... la luz de tu corazón.
Ethan Meyer.