Chapter 23 - Capitulo V

Cuando Astrea llega a la mansión, se siente confusa.

Sus compañeras le preguntan que le sucedió, ya que lleva una venda la cual recubre su cuello, una marca en su labio inferior, además de que su nariz estaba roja.

- No fue nada- responde.

Luego mira a su amiga Leona, la jinete personal de su ama.

- No vuelvo a hacerte caso- le dice.

Leona se burla mientras limpia la fusta, siempre lleva su uniforme de trabajo, Leona de cabello corto y negro, su piel morena y cuerpo atlético tanto como se lo permite su fisiología de bruja, digna de una excampeona de carreras.

- Solo tú me harías caso- responde mientras toma un cepillo y limpia a su caballo.

- ¡Oye no seas mala con nuestra hermosa Astrea! Le regaña otra sirvienta.

- Si, ella siente algo por un humano- dice otra.

- ¿Por un humano? Si la ama se entera que te gusta un humano podría despedirte- expone Leo -a menos que sea un conde o uno de esos ricachones con los que se codea la ama.

Astrea niega con la cabeza.

- ¿Un duque?

Ella vuelve a negar.

- ¿Príncipe?

Recibe la misma negativa.

- ¿Capitán o alguien del ejercito o gobierno con un buen puesto?

Nuevamente lo niega.

- ¿Por lo menos usa magia?

- No.

- ¿Entoncessss es un sin magia? Comenta Leo endureciendo su mirada.

Astrea asiente.

Al momento pasa Maki tomada de la mano de Lissa, mientras la joven ama le sonríe a su guardiana quien se encuentra ruborizada.

Una de las sirvientas coloca su mano en su frente y aparenta desmayarse mientras otra la atrapa.

- En estos momentos desearía ser Lissa- exclama - la joven ama Mackenzie siempre la abraza, la toma de la mano, la lleva a su cuarto e incluso ha dormido con Lissa en su cama.

- La ama Velvet nos trata muy formal- responde otra, -desearía que nos tratara así.

- Ahora siento celos- suspira otra.

- Ni siquiera a sus dos guardianas personales las trata así.

Las sirvientas de Velvet quedan atontadas mirando a Maki y Lissa.

- Solo desearía que sus hermanas fueran así- exclama una.

- Esas pequeñas son demonios con rostros de ángeles- responde otra.

- Usan su magia para escapar de nosotras- apunta otra.

- Sii, esas niñas son tremendamente buenas con su magia- apunta una- y cuando la ama las vaya a entrenar ya puedo imaginar su avance descomunal.

Leona se burla de sus compañeras, para su suerte estaba bajo el mando de la sobrina mayor, entonces mira fijamente a su amiga, quien no despega la mirada de Mackenzie, inmediatamente se da cuenta.

- Espera un momento Astrea. No me digas que es ¿quién creo que es?

Astrea baja la cabeza y juega con sus pies - no le digas a la ama. Era obvio quien era, desde hace un tiempo Astrea miraba a las sobrinas de su ama, luego cada fin de semana salía a quien sabe dónde.

Las otras empleadas escuchan y gritan emocionadas ¡Amor prohibido! Todas sabían de quien hablaban.

Leona la toma del cuello de su uniforme - ¡Estas locaa! ¡Esto es peor de lo que me esperaba!

Leona mueve a su amiga bruscamente - ¡Si la ama se entera te va a matar!

- ¿Si la ama se entera de que? Pregunta alguien.

Era Verónica, quien por curiosidad se acercó al ver a sus compañeras suspirando por algo.

- Miren quien llego, la aburridísima segunda al mando- exclama una de las sirvientas.

- Dirás tercera, ya que la nueva segunda al mando es la joven ama Mackenzie, después de todo será ella quien herede todo lo de la ama- exclama otra.

- Eso no me afecta, yo solo sigo ordenes de la ama Velvet, si la ama me dice que debo seguir las ordenes de su sobrina mayor, entonces lo hare- responde Verónica tranquila.

- ¿Y bien Astrea que te sucedió? pregunta Verónica.

Cuando Verónica se acerca para tocarle las vendas, Astrea se corre unos pasos atrás.

- No- exclama mirando al suelo -el me curo-

- Vamos Astrea, te comportas como una niña- dice su superior -no tengo idea de quien hablan, pero si quieres algo ve por ello, eso es lo que dice la ama, si te gusta alguien ve y tómalo.

- ¡OHh! la aburrida segunda al mando por fin dice algo útil- dicen las sirvientas.

- ¡Estúpidas, no la alienten! -Exclama preocupada Leona, una de las sirvientas la toma de la mano y la invita a bailar.

- Vamoss Leo, déjala disfrutar, después de todo es la primera vez que la veo así.

- Puede que tengas razón - dice preocupada Leona, -pero ¿sabes en lo que se va a meter?

- Creo que ella quiere que le metan otra cosa.

La sirvienta dice una cosa pervertida y las dos se ríen.

- ¿Acaso no viste esos pedazos de cielo que tiene de hijas? -ahora imagina el pincel que tiene.

Algunas le dan consejos, mientras que otras le dicen que solo se lo "tire" y ya.

Verónica le dice que se tome su tiempo (ella no sabe de quien habla, de hecho, piensa que a Astrea la está cortejando algún príncipe del imperio) - No uses esa idiotez de encanto- ella mira a Leona ¿Por qué no le propones una cita?

Astrea le pregunta a su superior que significar "tirárselo" ya que las otras sirvientas le recomendaron eso, inmediatamente Verónica las regaña, luego escribe algo en un papel y se lo entrega a su amiga.

- Si se te olvida algo solo léelo- le recomienda.

Luego todas sus amigas escriben y le entregan notas también.

- Te apoyamos, aunque sea un amor prohibido- exclaman sus compañeras.

- ¿Amor prohibido? Pregunta Verónica cruzándose de brazos- quien sea la persona por la cual Astrea se comporta así lo felicito- dice Verónica con alegría.

¿Amor? Que era esa palabra para ella. Astrea pensaba más en un capricho personal que en esa palabra (era nueva para ella) ¿Qué era eso del amor? Ella se engañaba a sí misma. Sabía que sentía algo, pero lo intentaba negar, pero siempre que lo visitaba, encontraba un modo de arruinarlo.

Verónica regaña a las otras empleadas ya que están diciéndole idioteces a Astrea.

Dejando eso de lado, al llegar la tarde su joven ama Mackenzie se le acerca.

Sus compañeras estaban ocupadas buscando a las hermanas menores, su ama Velvet no decía nada, ya que le parecía buena idea que las niñas desarrollaran su magia a su manera, de todas formas, tenían que entrenar con ella en las tardes, quien mejor para enseñarles magia que ella.

Su joven ama odiaba las clases de piano, ya que tenía que llevar un vestido y arreglarse el cabello, hacia todas esas cosas aburridas solo por ver a su padre.

Su joven ama prefería estar arando un campo o haciendo una huerta con su padre que estar tocando ese aburrido piano.

Maki se le acerca a la joven bruja.

Astrea le hace una reverencia, pero su joven ama solo hace mala cara.

- Se que estás viendo a mi padre- le dice Maki, mientras se desarregla el cabello molesta.

El decir eso desarma completamente a Astrea.

- No..no sé de qué me habla joven ama- responde Astrea tímidamente, intentando esquivar la inquisidora mirada de su joven ama.

- ¡No soy estúpida! - responde su joven ama molesta, luego saca una carta -Si vas a ir a verlo este fin de semana, entrégale esto, mis hermanas y yo le escribimos.

- Pe-pe-pero joven ama, no…no me estoy viendo con su padre.

- Nada de peros, no soy estúpida y se lo que haces, solo entrégasela- ordena Maki -y no coquetees con él.

- ¿Qué es coquetear? Pregunta Astrea.

- No te hagas la graciosa conmigo- responde Maki, ciertamente era sobrina de Velvet, las dos poseían un humor bastante duro dependiendo de la situación. "Te lo encargo" exclama su joven aman, mientras se aleja molesta, ya que debe asistir a una clase de etiqueta.

Son muchas palabras nuevas para la joven bruja, cosas que no sabía y no sabe explicar, su cuello estaba mejor, pero aun así seguía llevando la venda.

Sus compañeras le dieron consejos e incluso le hicieron una guía de lo que debía decir y lo que debía hacer en determinados casos, se supone que ella es la jefa del personal en la mansión, pero bueno…

En sus ratos libres repasaba lo que debía hacer y lo que tenía que hacer.

- Invitarlo a una cita- se decía, siempre miraba y repasaba.

En dos días visitaría nuevamente a Augusto.

Mientras tanto en el patio de la mansión, Velvet les enseñaba a sus dos sobrinas menores magia y también como controlar "eso"

Había pasado un mes y dos semanas.

Las obliga a ir hasta el extremo, dejarlas agotadas, no tiene piedad, no le importa que solo sean unas niñas.

Pero eso hace que mejoren cada día, cada momento mejoran su capacidad mágica, resistencia.

- Que sucede Annabeth y Antonia ¿ya se cansaron? - exclama Velvet. Debido al poder mágico de las tres, era necesario crear un campo resistente a la magia.

Las pequeñas se encuentran rezagadas, pero aun así se levantan.

Antonia rompió todos los contratos que tenía con las invocaciones de su madre.

Anna, aunque no quería usar su magia de agua para luchar, se veía obligada a hacerlo.

Poco le importaba a su tía que tuvieran 6 y 9 años. Solo deseaba verlas progresar y lo más importante para ella era quedarse con las tres.

Casi todas las brujas temían quedarse con un 1% total de su magia, Velvet obligaba a sus sobrinas a llegar a ese punto de riesgo, desarrollar estrategias con las cuales pudieran tocarla, es claro que en apenas un mes mejoren a un ritmo increíble, pero las pequeñas lo hacían bien.

Lanzar y desviar la trayectoria de la magia de agua.

Realizar invocaciones en cuestión de milésimas de segundos, remplazarlas dependiendo del entorno o el combate.

La mayoría de las sirvientas veían el entrenamiento, no todos los días podían ver a su ama "jugando". Ella ni siquiera se movía de su lugar, tampoco utilizaba sus manos.

Luego de un rato el entrenamiento termina.

Sus pequeñas sobrinas están exhaustas, casi a punto de desfallecer de cansancio.

Es necesario que sus sirvientas las carguen y las lleven a dormir.

Velvet está orgullosa, las niñas no se quejan como al principio, ahora se toman su entrenamiento enserio, pero algo le molesta constantemente.

La razón es sencilla, ninguna de sus tres sobrinas lo hace por ella, de hecho, solo lo hacen por ver a su padre, las tres niñas cumplían con todas sus expectativas. Siempre recuerda que ellas lo hacen solo por su padre, no por ella y eso le molesta, pero no debe demostrarles eso, si lo hace es posible que pierda el respeto de ellas y es lo que menos desea, ya que no había necesidad de reprimirlas como cuando llegaron.

- Quiero intentar- exclama su sobrina mayor, al ver que el entrenamiento de sus hermanas había terminado, debido a las condiciones que había aceptado, siempre tenía que llevar vestido.

- ¿Estas segura de ello? Le reta su tía.