- ¿Dónde desciende Narciso? - Bars pregunto a los operarios de los radares.
No tenían forma de detener su descenso, por lo que saber donde caería podía mitigar un poco los inconvenientes causados
- Señor, la nave de Narciso va... Directa a no... nosotros - El soldado estaba petrificado, si pudiera, a la base le gustaría crecerle alas y salir volando lejos del inquisidor, pero esta era la realidad y el inquisidor iba a entrar por sus puertas en minutos.
- Parece que no podemos evitar los siguientes sucesos, dejad una vía de acceso a la nave de transporte y marchemos a recivirlos, también informad a la población de la situación, pero no digáis que es Narciso por ahora, si no, los disturbios podrían ser miles de veces mayores - Bars se seco el sudor frio y comenzó a dar las ordenes pertinentes.
Hizo un gesto con la cabeza a los enviados y comenzó a marchar a la zona de atraque destinada a la nave de Narciso.
Cada paso fue una prueba de voluntad, con el efecto adverso de caer de un ataque al corazón.
En el hangar, Bars y los demás, junto a cuarenta soldados, esperaban en formación, cada segundo un suplicio y aun así, permanecieron quietos por casi una hora, hasta que llego un informe por megafonía.
- La nave de transporte clase gran albatros, con el código 7-HDC-NC, entra en el Hangar 14 bloque A -
Seguido, las puertas del Hangar se abrieron al espacio mientras una película de energía mantenía el exterior y el interior unidos pero herméticamente separados.
Seguido, una enorme nave de transporte, del tamaño de una corbeta grande, comenzó a maniobrar su aterrizaje.
La nave roja como la sangre con sus arboles negros siendo carbonizados por llamas doradas, pronto abrió sus compuertas, tras esto muchos aseguraron oler a azufre.
Como si fuesen tambores acompasados.
Fuertes golpes descendieron al hangar.
Cientos de pasos a la vez, todos sincronizados, mientras mas de doscientos inquisidores rojos y blancos, descendían de la nave.
Banderas del Dominus, completamente armados y con una disciplina diabólica, cada soldado traía el olor de la sangre, haciendo que los soldados de la estación militar, temblase incontrolablemente.
Aun cuando llegaron a su lugar, ningún soldado dejo de mirar al frente y de pisar fuerte el suelo, solo cuando todo los soldados llegaron a su lugar, gritaron y se arrodillaron en el suelo, mirando al centro en un giro seco.
- Saludamos a nuestro ¡Dominus! - Seguido a su estridente voz, un hombre joven sin casco descendió de la nave.
Su armadura de un rojo oscuro con adornos dorados y negros, la armadura algo mas ligera que lo habitual, pero parecía aun mas resistente que las que portaban los soldados.
Pelo laceo de un rojo brillante, como sus ojos, su melena parecida a una cascada de lava, mostraba solo la oreja derecha, en ella un gran pendiente que ocupaba parte del exterior de la oreja, este en forma de araña, hecho enteramente, de una joya roja, aun mas hermosa que el rubí, la piel pálida y labios rojos, Narciso fue un hombre que si no se conocía su pasado, podría llegar a ser un gran modelo.
Narciso tenia la apariencia de un hombre joven recién cumplidos los treinta, pero era un monstruo de mas de setecientos años, sobre todo, la primera impresión que daba, fue la de un dandi, un joven rico, pero su personalidad era cruel y extrema contra sus enemigos.
Al llegar al frente, con una sonrisa esculpida, todos los militares de la base, ya casi no podían respirar, la presión ejercida por el, era abrumadora al extremo, muchos parecían flanes en un terremoto.
Al poco de llegar al frente, miro hacia atras, hacia la nave.
- Vamos Dulce, sal, no seas tímida - Para terror de todos, tras esas palabras, ocho patas de tres metros, parecían estar hechas de roca negra escarpada, salían, una por una, de la nave, mostrando una araña monstruosa negra, de su espalda, un poco de humo salía, junto al hedor a azufre.
Cuando salió, dio un alarido aterrador, fragmentando su piel y mostrando lava candente de su interior.
- Dulce, no seas mala, no se juega con la comida... Ups, perdón, aun no lo son - Ante la burla de Narciso, nadie se atrevió a decir ni pio.
Miro a Bars, que era el que encabezaba el recibimiento y con su inexpugnable sonrisa explico.
- Ella es dulce, es la cría mas joven de la ultima camada de Ragna, es un poco traviesa, así que pediré disculpas si se mete en líos -
Ragna, la mascota de Narciso, era una abominable, Araña Volcán Viviente, una especie que igual a su nombre, era un volcán, del tamaño de una montaña pequeña en su madurez, que vivía únicamente en un planeta deshabitado de seres inteligentes, en el ancho territorio de la Teocracia. Un ser que de su espalda, podía erupcionar y calcinar una ciudad pequeña, para esta época.
- Bueno, tenemos mucho de que hablar, no se que habéis hecho, pero lograsteis cabrear tanto a mi abuelo, como a las emperatrices... Mi deber es descubrirlo y llevar un justo castigo, aunque no os preocupéis, lo primero de todo, no sois vosotros, si no ese grupo criminal... Demonic Contract, el abuelo me pidió que sea lo mas cruel con ellos, así que... ¿Qué me podéis decir? - Como si entendiese las amenazas, Dulce volvió a lanzar un chirrido, mientras sus muchos ojos miraban a los presentes, incluso bajo la cabeza al lado de Narciso para ser recompensada, algo que obtuvo.