Jueves 9.
—¡Angie!—Escuché la voz de Marc detrás de mí, me paré y me voltee. Él venía corriendo hacia mí—Tu cargador, lo dejaste tirado—dijo con su usual tono burlón.
Reí y tomé el cargador en mis manos—Gracias Oliver ¿Me lo puedes entrar en la mochila?—Le pregunté quedando de espaldas a él, escuché un sonido afirmativo y luego la cremallera de mi mochila abriéndose y cerrándose otra vez.
—¿Tienes algo que hacer ahora?—Me voltee y encendí mi teléfono para ver la hora—No, estoy libre—Respondí finalmente.
—¿Quieres ir a algún lado? También estoy libre—Asentí poniéndome la mochila en la espalda—¿Vamos?—Preguntó extendiendo su mano en mi dirección.
—Vamos—Tomé su mano y lo arrastré fuera del Instituto—¿A dónde vamos?—Me giré a ver a Marc.
—Allí cerca hay una cafetería ¿Quieres ir?—Asentí—Vamos te guío—Oliver me guió por una calle avenida, justo cuando iba a preguntar cuánto quedaba Oliver giró y nos encontramos de frente el edificio de una cafetería.
—¿Aquí es?—Oliver asintió y me jaló dentro del establecimiento, todo era muy primaveral y colorido, flores por aquí, cestas por allá, manteles a cuadros aquí y plantas allá. Aunque fuera otoño.
Nos ordenamos en la fila que sólo era de dos personas, las personas se fueron y llegó el turno de nosotros dos, nos atendió un señor que fácilmente tendría la edad de mi abuelo paterno y que conste que no es joven.
—Buenas tardes, una batida de chocolate para mí y—Marc se giró a mirarme—¿Qué quieres pedir mi amorcito?—Reí e hice un ademán para que pudiera lo mismo—Y lo mismo para ella—Yo me recosté en su hombro para seguir el juego divertida.
´—¿Una pareja joven en un museo? Eso no se ve todos los días—Escuché murmurar a una señora detrás de nosotros, me iba a voltear para reclamarle pero Oliver me tomó de la cintura e hizo que recostara mi cabeza en su hombro.
Subí la mirada confundida, Oliver me guiñó un ojo y sonrió, rodé los ojos y me moví para por lo menos estar cómoda en su hombro.´
—Debemos dejar de fingir que somos una pareja Marc—Le reprendo cuando ya estamos en una mesa esperando que nos traigan la orden-.
—Es divertido—Y se encoge de hombros, Marc es la persona con la que más he rodado los ojos en mi vida y este momento no fue la excepción.
´De lo que está pasando en el enfrentamiento entre Arabia Saudita, Irán y Estados Uni...´
Me voltee para ver la televisión que estaba contando la noticia, mostraban imágenes del conflicto—¡Angie!—Me voltee exaltada—Se te va a enfriar—Asentí y dí un sorbo
—Yo no entiendo para qué Estados Unidos se metió en ese conflicto—Dije para mi misma.
—¿Quién?— Me preguntó Oliver, haciendo que lo mirara.
—Estados Unidos, podrá ser una potencia mundial y todo lo que quiera pero no tenía que irse a luchar, dime ¿Tú irías a quemar un cine porque quieres el lugar que está ocupando para hacer una heladería?—Marc negó—Y con eso Estados Unidos sólo logró que los terroristas tomaran venganza—
—¿Esos fueron los que derribaron las torres gemelas?—Asentí dándole un sorbo a mi batida de chocolate.
—Si quería petróleo que hiciera negocios con lo que queda de Venezuela—Paré en seco ordenando mis ideas—Aunque pensándolo bien no tenía otra salida, Rusia no iba a ceder con los negocios tan poco flexibles que Estados Unidos hace, además de su relación tensa, Irak y Arabia Saudita estaban en guerra y no iban a ser tan tontos para dejar su ingreso por un capricho necesario y Venezuela con su invasión—
—¿A quién iba a invadir Venezuela?—Me preguntó un niño de la mesa del frente, me sonrojé a más no poder al ver que esa familia y la de atrás me ha estado escuchando todo este tiempo.
No debiste preguntar, Carlos, mira como pusiste a la chica—Le regañó lo que creo que era el padre del niño de no más de siete años.
—Estados Unidos a Venezuela, porque consideraba que el presidente de Venezuela no tenía la capacidad de gobernar el país ¿Verdad amorcito?—Dijo Marc con una sonrisa burlona antes de voltear a ver al niño.
—¿Ustedes son novios?—Volvió a preguntar ganándose otra reprimenda por parte de sus padres.
—Así es Carlos—Volvió Marc con su sonrisa burlona tomando mis manos por sobre la mesa—Son una pareja cool—Respondió el niño. Volví a sonrojarme y le dí un manotazo a Oliver.
—No le hagas caso a Oliver Carlitos-El niño me miró confundido—¿Por qué no me dices amorcito, amorcito?-Oliver se puso la mano en el pecho fingiendo estar indignado.
—Dígale amorcito señorita, su novio se va a poner triste ¿Verdad señor?—Le lancé una mirada asesina a Oliver por provocar todo esto, él solo me guiñó un ojo mientras sonreía tomándose esa batida.
—Está bien, lo siento ¿Me perdonas?—El niño me miró—Amorcito—Dije entre dientes y de mala gana. El niño sonrió y se volteó a seguir comiendo un bizcocho. Entonces me crucé de brazos para encarar a Oliver.
—¿Me sigues contando sobre Irak y Afganistán?—Sonrió mostrándome sus dientes perfectos.
—Tienes suerte de que me guste mucho la política Oliver—