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UNA OPORTUNIDAD

🇦🇷SILVIA_DE_FALCO
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Synopsis
Keila y Ezequiel tienen vidas completamente diferentes, un robo los pondrá frente a frente, y Dios abrirá las puertas para un cambio en la vida de Mariano. Dios siempre da oportunidades... está en nosotros saber aprovecharlas.
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Chapter 1 - CAPÍTULO 1

La maestra terminó la clase con una oración, como cada domingo lo hacía. Los niños salieron corriendo de la salita hacia el patio en busca de sus padres.

Pero una niña aun permanecía sentada. Miraba como su maestra guardaba su Biblia y los dibujos de la lección.

— ¿No sales al patio con los otros niños? — preguntó la señorita Ana mientras se sentaba junto a su alumna.

— ¿Es verdad que pronto va a casarse? – dijo la pequeña

— Si es cierto, Lautaro y yo nos casaremos dentro de un mes

— Y ¿Cómo sabe que él es la persona correcta?— preguntó Keila mirando fijamente a su maestra.

— Bueno, esa es una buena pregunta… yo me la hice durante mucho tiempo antes de conocer a Lautaro. Es un tema que a todas las chicas nos preocupa. Pero yo hice algo que me trajo mucha paz y me hizo estar tranquila y segura al tomar esta decisión.

— ¿Y qué hizo?— preguntó la niña muy interesada

— Desde muy pequeña mi madre oraba todas las noches en mi cama, cuando tenía como 10 años, casi tu edad, una noche mientras oraba, ella pidió a Dios por el futuro compañero para mí. En ese momento me pareció gracioso, pero al escucharla noche tras noche comencé a darme cuenta de que Dios estaba interesado en todas las cosas de mi vida, aun en el futuro hombre con quien me casaría— explicó la señorita Ana— desde ese momento, yo también comencé a orar por mi futuro novio— prosiguió— le pedía a Dios para que le cuidara, para que formara en él un hombre de bien, para que trabajara en su corazón para que sea un siervo útil para Dios.

Keila no separaba sus curiosos ojos de su maestra y escuchaba con atención cada palabra.

— Y Dios que es Fiel y escucha cada una de nuestras oraciones, me respondió. Cuando conocí a Lautaro, descubrí en él a un joven maravilloso, que amaba a Dios y que quería servirle. Comenzamos a ser amigos y un día para mi sorpresa, él me dijo que hacía unos meses que estaba orando por mí, pidiéndole a Dios que le mostrara si yo era la chica que sería su futura esposa.

— Y entonces?? — preguntó intrigada

— Bueno en ese momento los dos nos dimos cuenta de que Dios estaba uniendo nuestras vidas para siempre. Y ahora no tengo dudas que Lautaro es ese hombre por el que tanto tiempo le pedí a Dios.

Keila se quedó en silencio por unos instantes, y luego mirando a su maestra sonrió y dijo:

— Seño, pensé que era más difícil!,— declaró riendo— Si Dios se encarga de todo… voy a comenzar a orar por mi futuro esposo desde ahora y que Dios se ocupe de este tema mientras yo sigo jugando.

Y corriendo salió de la sala.

Ana se quedó perpleja. Así son los niños, asumen con naturalidad lo que a los adultos a veces nos trae tantos dolores de cabeza.

La señorita Ana se casó, y por el trabajo de su esposo se fueron a vivir a otra provincia. Aunque no volvió a verla, Keila tomó en serio las palabras de su maestra, Oraba intensamente por esa persona que sería su novio. Algunas veces ponía el nombre de algún chico que le gustaba o había conocido en un campamento… pero otras veces solo decía: Señor tu sabes quién será, protégelo, forma su vida y crúzalo en mi camino cuando sea el tiempo correcto.

Aunque los años transcurrieron, no dejó de pedir por "él" aun sin conocerle. Y descansando en Dios que la obra la haría completa y perfecta.

El año escolar recién comenzaba. No sería un año sencillo. Los profesores eran muy exigentes y desde el comienzo había que estudiar y preparar trabajos. Todos decían lo mismo: Quinto año es el más difícil!!! Y hasta ahora podía comprobar que tenían razón.

Keila se bajó del colectivo y caminó hacia la escuela.

Llevaba su mochila y escribía un mensaje de texto a su madre cuando la voz de Laura, su mejor amiga, la sorprendió

— Hey! Apúrate o llegaremos tarde!

— Ni me hables! Se me pasó el colectivo y estuve como 20 minutos en la parada hasta que llego este. ¿Hiciste el trabajo de Física?

— Si, solo que no entendí los últimos ejercicios…

— Bueno en el recreo te los explico, corramos que nos van a poner media falta.

Ambas corrieron y entraron justo a tiempo.

Sonia preparaba el almuerzo cuando escuchó la puerta de entrada que se abría.

— Llegaste temprano hoy…

— Si mamá, faltó la profesora de Historia — le dijo Keila mientras le daba un beso— ¿Qué estás preparando de comer? Me muero de hambre!!

— Hay una tarta en el horno, estará lista en 20 minutos, tienes tiempo para cambiarte el uniforme… y ¿podrías buscar a Flor en la escuela?

— Está bien, ya la busco.

La escuela de su hermana menor quedaba solo a 2 cuadras, así que pronto se encontró en la puerta de la escuela, junto a padres y transportistas que esperaban la salida de los niños.

Las puertas se abrieron y una multitud de guardapolvos blancos invadieron la vereda. Entre niños que corrían de aquí para allá logró ver a su hermana, quien buscaba para todos lados encontrar a su mamá.

—Flor!! Acá estoy!!— gritó.

Su hermana se abrió paso entre los niños.

— ¿Y mamá?¿Porque viniste vos a buscarme?

— Ella está cocinando, y como yo salí temprano, me pidió que te busque. Parece que no estás feliz de verme.

—No es eso… solo quería mostrarle el nuevo compañero que llegó hoy a la escuela. Es negro

— Flor! No digas así!— la retó Keila

— Pero es verdad es muy negro!

— Está bien pero no tienes que decirlo de esa manera.

— La seño dijo que era de Brasil y se mudó con su familia hace poco tiempo… Es muy gracioso

— Flor! No hables así! Dios hizo a todas las personas diferentes y no debemos burlarnos de aquellos que tienen un color distinto al nuestro.

— Yo no me burlé! Solo digo que él es muy gracioso! Siempre está riendo y tiene los dientes re-blancos!!! ¿Está mal que me ría de sus chistes?

— No!..— respondió Keila— está bien reírse con él, pero no riese de él, ¿entendés la diferencia?

— ¡Claro que la entiendo!, tengo 8 años!

— Cierto, me olvidé que ya eres adulta… Dale apúrate que mamá ya tiene la comida lista.

— Por fin llegó el sábado— dijo Keila mientras bajaba las escaleras de su casa— ha sido una semana terrible, con demasiadas cosas para estudiar…

— No te quejes hijita! Lo único que te toca hacer es estudiar, otros chicos de tu edad estudian, trabajan, ayudan en sus casas… Sé agradecida de todo lo que tienes!

— Si! Lo sé mamá! No comiences con otro de tus discursos

— No son discursos, solo quiero que aprendas a valorar más la hermosa vida que tienes

— ¿Y papá?

— Está en el escritorio, preparando el mensaje de mañana. Tiene que hablar en la reunión y también está con la organización de la campaña… quizás puedas ayudarle con eso.

Keila golpeó suavemente la puerta y luego entró.

— Permiso… ¿puedo pasar?

— Claro que puedes…

— Mamá me dijo que estás preparando lo de la campaña, ¿puedo ayudarte en algo?

— Ya que lo preguntas… no he tenido tiempo de hacer las invitaciones, quizás puedas diseñarlas en la compu y luego llegarte a la fotocopiadora para imprimirlas, sería de gran ayuda

— Me encantaría papá!! ¿Qué deben decir?

— A ver… Será el domingo que viene, a las 20 hs, en la iglesia, la dirección está en mi Agenda…

— Se la dirección papá! No me hace falta buscarla

—Gracias hija! Realmente eres de gran ayuda.— dijo Gustavo

Muy entusiasmada Keila se fue a la compu a diseñar las tarjetas. Durante varios meses la iglesia se venía preparando para esta actividad. El coro iba a cantar algunas canciones, luego los adolescentes habían preparado una obra en la que ella actuaba y estaban orando por todo el barrio para poder predicarles. Así que Keila estaba muy entusiasmada de poder participar y hacer las tarjetas.

El diseño quedó hermoso y luego de la aprobación de su padre las llevó a imprimir.

Orgullosa de su trabajo, separó una invitación y la colocó en su diario íntimo. Ese día escribió:

… "hoy sentí que Dios utilizaba mi vida de una manera especial, aunque mi aporte fue pequeño, se que estas tarjetas pueden ayudar a que muchas personas lleguen a conocer a Jesús, y cambiar sus vidas para siempre… ser parte de esto y que Dios pueda utilizar mi vida me llena de gozo y alegría".

El viejo diario ya estaba casi completo, solo quedaban algunas hojas en blanco. Era su mayor confidente. En él escribía sus sentimientos más profundos, sus sueños… y en este último tiempo… los nuevos sentimientos que estaban naciendo hacia Diego. Ellos se conocían desde pequeños, eran buenos amigos, sus padres eran conocidos y muy amigos de Sonia y Gustavo. Desde hacía unos meses, Keila se sentía atraída hacia él, y en su diario había escrito:

"¿será Diego el muchacho que Dios tiene para mi vida? Siento que cada día me enamoro más de él… pero seguiré orando para que sea Dios quien me muestre si él es el correcto."

— ¿Qué es eso?— preguntó Flor mientras entraba a la pieza

— Es mi diario

— ¿Podes prestármelo para que lo lea?

— No Flor, un diario es algo que no se presta para que otros lean, es privado, dice cosas personales…

— ¿Qué cosas?

— Cosas que no se pueden contar…

— Mamá dice que hay que contarle todas las cosas y que no hay que tener secretos.

— Flor esto es diferente!, Cuando seas más grande lo vas a entender…

— Yo quiero entenderlo ahora — insistió — ¿Que secretos escribís?

— Si son secretos, es porque no se pueden contar… pero te doy un ejemplo: en el diario uno escribe el chico que te gusta y eso no queres que nadie lo sepa.

— ¿Vos escribiste el chicos que te gusta? ¿Quién es?

Keila ya no sabía cómo darle más explicaciones a su hermanita y recurrió a una salida más fácil:

— Mamá!!! Flor me está molestando!!

— Eso no es cierto, solo le estoy haciendo preguntas

— ¿Qué pasa chicas?- intervino Sonia

— Es Flor, no respeta mi privacidad!

— No es cierto… Mamá a Keila le gusta un chico y escribió en su diario quien es pero no quiere contarme

— Flor!!! — refunfuño Keila— Ves mamá!! Por eso no puedo decirle nada.

— Hija tené paciencia, tu hermana es pequeña y todavía no entiende estas cosas

— No soy pequeña!!! Ya tengo 8 años

— Bueno vení conmigo y dejemos a tu hermana sola, ella necesita estar tranquila.

Desde ese día Keila escondía su diario o lo llevaba con ella a todos lados, porque tenía miedo que su hermana o su mamá lo leyeran y supieran de sus sentimientos hacia Diego.

El timbre sonó y Keila suspiró profundamente, un día más había terminado. Era miércoles, el día que más horas de clase tenía. Se despidió de sus compañeros y caminó como cada día hacia la parada del colectivo. Paula, su compañera con quien siempre tomaba el colectivo había faltado. Eran como las 2 de la tarde. Hacía bastante calor y en la calle casi no había gente.

Buscó la sombra de un árbol y allí se puso a mirar su celular. Tan distraída estaba que no percibió la presencia de un joven que cada vez se acercaba más y más.

— Dame el celular— dijo con voz ronca.

Keila levantó la mirada y se quedó helada. Frente a ella estaba un muchacho delgado, de cabellos largos y despeinados, con aritos y pirsin en las cejas, nariz, labio, y con una navaja en la mano.

— No tengo todo el día, dame el celular; y la mochila también.

Se sintió paralizada no podía ni siquiera respirar.

El joven se acercó aun más.

— Muñeca, no quiero lastimarte, eres muy hermosa…

Keila sentía que las piernas se le aflojaban. Podía sentir el olor a cigarrillo y alcohol. Extendió su mano y le dio ambas cosas.

— Buena chica!— dijo sarcásticamente el muchacho, y acarició con su mano el cabello de Keila.

— No me hagas daño… — tartamudeo llena de miedo. Y cerró sus ojos mientras oraba: Se��or, protégeme, envía a tus Ángeles para que me defiendan.

Cuando abrió los ojos, para su sorpresa, el muchacho ya no estaba. Le costó unos minutos poder reaccionar. Le temblaban las manos y el pulso estaba acelerado. A lo lejos venía el colectivo. Tocó el bolsillo del pantalón y allí estaba su tarjeta de pasajero. Levantó su mano y el colectivo se detuvo. Subió rápidamente y luego se sentó en uno de los asientos vacíos.

Todo había pasado tan rápido. Le parecía que había sido irreal. Fue allí que unas lágrimas que no pudo contener saltaron de sus ojos y oró:

Gracias Señor!! Gracias por cuidarme!!- repitió una y otra vez. Gracias por no permitir que me hiciera nada!.

Sus padres escucharon asombrados el relato de Keila sobre todo lo ocurrido. Trataron de calmarla y juntos oraron agradeciendo a Dios por protegerla en medio del asalto.

Keila no podía sacar de su mente el rostro de aquel joven, esos fríos ojos, ese olor a cigarrillo. Sentía escalofríos de solo recordarlo.

Mientras subía hacia su cuarto pensando en todo lo sucedido, sintió la necesidad de escribir en su diario esta experiencia tan difícil. Pero se paralizó cuando recordó que ese día lo había llevado en su mochila!

— ¡Oh no!! Mi diario!!! Lo he perdido para siempre!!

No le importaba demasiado su celular, ni las carpetas de la escuela, pero su diario era una parte de ella misma. Hacía varios años que lo tenía y los recuerdos y cosas vividas que había escrito con detalles para no olvidarlos, hoy se habían esfumado.

— Mi diario querido— pensó— ¿Qué será de él?