Chereads / La Última Luz de Dios / Chapter 12 - Capítulo 12

Chapter 12 - Capítulo 12

La habitación se había quedado en silencio. Cada uno de los presentes se encerró en su propia mente analizando todo lo narrado por el arcángel. Miguel suspiró y miró a su hermano Gabriel, quien le transmitía una mirada de "Hiciste lo correcto". Angel dio media vuelta y caminó hasta una puerta que apareció apenas se acercó al muro y salió por esta. Noszel y Halrinach se miraban estupefactos entre sí, sin tener muy claro cuál sería el mejor movimiento. El demonio prisionero tan solo movió la cabeza en forma de negación y caminó hacia la misma puerta.

Al abrirla, un gran destello lo iluminó y entró a esta como si nada. Al cruzar el portal de luz se encontró a sí mismo y a Angel apoyado en la barandilla de un gran balcón. En la lejanía se veía el sol cayendo y produciendo su luz anaranjada sobre el distante Reino Celestial. Se acercó lentamente al muchacho y se apoyó junto a él admirando el atardecer.

—Jamás imaginé que tendría esta vista... —le dijo Noszel con tono nostálgico.

—Hmm... —le respondió de vuelta Angel con la mirada perdida en el horizonte.

—Escucha... No sabía qué es lo que había pasado realmente... Aquel día que desapareciste solicité una reunión con el Rey. Pregunté acerca de lo ocurrido, pero me dijeron que simplemente fuiste exiliado y que el resto no era asunto mío. Enojado, deserté y ascendí hasta el mundo mortal en tu búsqueda, tenía la esperanza de que te encontraría de una forma u otra. Intenté utilizar mis poderes oscuros para causar estragos y ver si eso lograba atraerte, pero en cuanto materialicé mis alas, un grupo de ángeles me interceptó y me debilitaron. Fui enjuiciado allá en el Reino Celestial frente al Concejo de Serafines, fue entonces cuando te vi. No lograba sentir tu poder oscuro, el que tanto te esforzaste por despertar luego de que yo te lo enseñara. —Hizo una pausa y miró al chico—. Ya no eras el muchacho de poder destructivo que crie, tan solo había un joven confundido. Intenté gritar para llamar tu atención, pero antes de poder hacer nada aparecí dentro de aquella celda dorada que neutralizaba mi energía.

—Entonces... Hace rato, cuando ambos estábamos en esa prisión dijiste que llevabas siglos ahí, era falso, pero ¿tenías que mentir diciendo que eras mi padre?

—Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Podría decirse que mentí por un lado... Pero la verdad es que siempre te sentí como un hijo, al fin y al cabo, yo te enseñé todo lo que sabías hasta antes de que te eliminaran los recuerdos.

—Todo lo que me enseñaste... —susurró Angel mirando la palma de su mano izquierda—. Causar estragos, utilizar energía oscura. Me convirtieron en demonio sólo por beneficio propio.

—Ese fue el Rey Belial...

—¿Y de qué guerra contra los arcángeles hablaban? ¿Qué tendría en mente? Aquí lo único que buscan es evitar otro conflicto con los de abajo, en especial ahora que fuerzas superiores como los Pecados han renacido. —Se tomó un segundo, suspiró y bajó su mano, luego giró un poco su cabeza en dirección al demonio renegado—. Como sea... —dijo en voz baja, pero no susurrante—. Gracias y lo siento. Abandonaste todo en el infierno por buscarme... Y yo solo te traté mal por ser un demonio... Ahora resulta que yo también lo fui y ahora soy exactamente lo que dijiste... No soy un ángel, no soy un demonio, mucho menos un ángel caído, no soy nada.

—Eso no es cierto —interrumpió Noszel—. Eres un héroe, al menos podrás serlo. Solo debes aprender a despertar todo tu poder, liberarte del sello. Una vez que lo logres seguro serás imparable.

Angel lo observó sorprendido unos segundos, sonrió y entrecerró los ojos regresando su mirada hacia el sol ya casi totalmente oculto.

—No me interesa ser imparable o ser el ente más poderoso. Tan solo me interesa mantener a salvo a aquellos que aprecio. Megan, Scott, Gabriel... Incluso tú y esa extraña chica que no me deja en paz —agregó riendo—. Ahora por fin he podido abrir los ojos y encontrar cuál es mi camino a seguir.

—Me alegro, niño... —mencionó Noszel sonriendo, observando los últimos centímetros de sol restantes.

Luego de mirarse mutuamente y dedicarse una sonrisa de orgullo y gratitud enorme, Angel y Noszel caminaron hasta la puerta para regresar al interior de la sala en la que se encontraba el resto.

Al ingresar, Megan se levantó rápidamente de su asiento y caminó a paso lento hacia Angel. Al llegar a su lado tan solo mantuvo su mirada baja, respiró profundo y colocó su puño sobre el pecho del chico expresándole una animosa sonrisa en su rostro. Según Angel, sin importar las incertidumbres y tempestades que ocurran a su alrededor, una simple sonrisa de ella era suficiente para generar esperanza en el mundo.

—Sí que eres fuerte —le dijo Megan—. Ahora solo tienes que liberar todo tu potencial.

Angel la miró directamente a los ojos y reconoció en estos el fuego interno que estos transmitían, una calidez superior al mismísimo infierno, pero a la vez todo lo contrario, siendo totalmente una agradable sensación. Entonces retiró rápidamente la mano de la chica y la rodeó con sus brazos.

—Mientras estemos juntos, todos, no habrá problema para lograrlo —le respondió Angel—. Tienes mi palabra, recuperaremos a Scott y lo traeremos a casa.

—Vaya, vaya —dijo Halrinach apareciendo repentinamente a un lado de los dos jóvenes, con los ojos entrecerrados y una sonrisa tan inocentemente tenebrosa que asustaría a cualquier Pecado—. Veo que te has olvidado completamente de mí, Seddim. Eres tan malo, me remplazaste completamente por una mortal —agregó con tono infantil mientras que Angel soltaba a Megan.

—No, no, confundes las cosas... —susurró Sariel desde atrás.

—Como sea —dijo la demonio acercando su rostro al de Megan—. Lo recuperaré tarde o temprano. Nadie puede resistirse a esta belleza.

—Eh, disculpa... —le dijo Angel en voz baja riendo de forma tímida—. ¿Cómo decías que te llamabas?

Halrinach quedó en blanco boquiabierta, totalmente pasmada por lo que acababa de oír, su gran amor ni siquiera sabía su nombre.

—Destruida en segundos... —rio Noszel.

Luego de reírse un rato de la situación todos regresaron a sus asientos para seguir discutiendo acerca del asunto de Codicia. Miguel planteó la posibilidad de que el Pecado no tenga planeado herir a Scott dentro de poco, algo que les daría a lo más poco menos de una semana. Los arcángeles tenían sus deberes en los Reinos Celestiales, por lo que no podrían asistir al ataque a menos que sea estrictamente necesario o la situación sea extrema. El que tendría mayores posibilidades de ir sería Gabriel o Sariel, después de todo Gabriel es quien siempre logra escaparse para participar y Sariel es literalmente el encargado de los hombres que pecan, por lo que llevarlo contra el Profesor sería una excelente idea.

El arcángel también propuso entrenamientos para mejorar sus habilidades. Halrinach podría ser muy poderosa, casi al nivel del quinto arcángel, Raguel, pero tan solo era fuerza bruta y velocidad extrema, necesitarían mucho más que eso para detener a un Pecado del que no saben mucho. Angel era hábil para realizar conjuros, pero en dos enfrentamientos contra Pecados poco o nada le sirvió esa habilidad, definitivamente necesitaba obtener esa mejora de potencial debido a su energía oscura retenida. Megan levantó su mano y con voz firme dijo que ella quería participar también, a lo que Angel la miró sorprendido.

—¿Estás loca? Es demasiado peligroso —le dijo preocupado—. No podríamos estar pendientes de tu seguridad todo el tiempo.

—Siempre hacen todo ustedes y resultan heridos —le respondió Megan reafirmando su posición—. Estoy harta de tener que huir de aquí para allá en los brazos de Gabriel, sin ofender.

—Pero ¿qué podrías hacer tú? —le dijo Halrinach intentando molestarla.

—De hecho —dijo Miguel con su voz grave resonando por toda la habitación—. Creo que hay algo que yo podría hacer.

—¿De qué hablas? —le preguntó Angel.

—Hace siglos que no existe alguna... —se dijo el arcángel a sí mismo mientras se frotaba la barbilla—. Pero sería bastante beneficioso, además si es esa chica... —Levantó su mirada en dirección a Megan—. Bien, decidido. Megan, tú irás conmigo a entrenar.

—¿Entrenar? —preguntó confundida—. ¿Para qué?

—Te convertiré en la gran Sacerdotisa.

Todos alrededor se quedaron en sus lugares totalmente en silencio. No tenían ni la más mínima idea de lo que él estaba hablando, ni siquiera sus cuatro hermanos menores. Sin esperar respuesta, Miguel se levantó de su asiento y se acercó a la chica mortal. Estiró su dedo índice hacia arriba y una pequeña luz apareció en la punta. Entonces acercó su dedo a la frente de la chica, luego su pecho un poco más abajo del cuello. Megan tan solo se quedó ahí tiesa sin entender nada. El arcángel le sonrió y regresó a su asiento, pero en vez de sentarse tan solo se apoyó en el apoyabrazos.

—Tú —dijo Miguel mirando a Noszel—. Y tú —refiriéndose a Halrinach—. Quiero que entrenen a Angel. Ustedes son lo mejor que tenemos para despertar su poder demoniaco.

—Con todo respeto, Miguel —mencionó Noszel—. Hay varias cosas que tengo que decir. Lo primero, me mantienen encerrado y me liberan después de mucho, ¿solo para esto? Segundo, ¿al menos ganaré algo? Y tercero, si lo que le contó el señor Lucifer en cierto, toda esa energía fue sellada con el poder de los demonios más poderosos del infierno. Unos simples demonios de clase baja como nosotros no podremos deshacernos del sello. ¿No sería mejor pedirle ayuda al señor Lucifer?

—En absoluto, no quiero involucrar a nadie más del infierno en esto, quién sabe qué cosas podrían planear en secreto, es más, ya estoy arriesgando mucho dejándolos a ustedes dos participar —le respondió Miguel con gran determinación y seriedad—. Confío en que lo lograrán. Si el poder de Angel es tan destructivo e inestable como lo describió Lucifer no será tan difícil deshacerse del sello, ustedes dos tan solo deben forzarlo a salir.

—P-pero... ¿no sería eso peligroso para nuestras vidas?

—Si lo logran, arreglaré todo el asunto de tu juicio. Serás libre y podrás hacer lo que quieras, siempre y cuando cumplas con tus deberes en esta operación.

—Me parece justo... —dijo Noszel sin pensarlo mucho.

—¡Bien! —dijo el arcángel en voz alta para terminar la junta—. Entonces está decidido. Angel entrenará para liberar el sello de su poder, los arcángeles se mantendrán externos a este conflicto a menos de que sea totalmente necesario y yo me llevaré a Megan para convertirla en la nueva Sacerdotisa del Mundo Mortal.

—¡Si! —gritaron todos a la vez.

Mientras tanto, en la oscuridad de su guarida oculta, el profesor Beltrán, el Pecado de la Codicia, se encontraba admirando el pequeño vial que contenía la gota de lágrima de ángel.

—Bien... —dijo al aire sujetando el pequeño frasco cerca de sus ojos—. Es hora de ver de qué eres capaz...