Chereads / La Última Luz de Dios / Chapter 6 - Capítulo 6

Chapter 6 - Capítulo 6

Angel seguía en tierra observando a Máximus arriba en el aire. Megan y Scott se alejaron del lugar en cuanto pudieron. Luego de un rato corriendo, se detuvieron en un pequeño parque.

—¡¿Qué rayos acaba de ocurrir?! —preguntó Scott como loco—. ¡A tu amigo le salieron alas! ¡Alas!

—Scott —dijo ella mientras el chico seguía hablando solo—. Scott, ¡Scott, oye! Tranquilízate.

—¿Tranquilizarme? Debo haberme vuelto loco.

—Mira, después de todo esto hablaremos, ¿sí? Por ahora vete a tu casa y no hables de esto con nadie. Nadie debe saber...

—¿Nadie debe saber? ¿Y qué crees que pensará la gente que estaba ahí y lo vio todo?

—Las personas... lo había olvidado. Tan solo vete, yo me encargo del resto.

—Claro que no, me quedo contigo.

—No quiero que más personas se vean involucradas.

—¿Y no crees que esté ya involucrado? Además, puede que Angel no me agrade mucho, pero me pidió que te llevara a un lugar seguro y eso haré. Así que, ¿cuál es el plan?

Angel desplegó sus alas y comenzó a elevarse. En fracción de segundos llegó frente a Máximus. Los civiles miraban con asombro el acontecimiento y lo grababan con sus teléfonos. El ángel y el Pecado se observaban y preparaban para la pelea. En un abrir y cerrar de ojos se encontraban cruzando puñetazos. Mientras el encuentro tenía lugar en el aire, múltiples noticieros aparecieron y comenzaron a documentar el evento. Evelyn, la madre de Megan, se encontraba en casa cuando en la televisión apareció un chico alado con rasgos familiares, aunque como la cámara se encontraba lejos de la pelea no pudo reconocerlo al instante. Luego apareció la inscripción "Batalla real entre seres bíblicos" seguido de un comentario de una periodista en donde incluyó la palabra "ángel". Entonces se dio cuenta, asoció la palabra y el aspecto del chico, no era otro más que el mismo Angel. La cámara enfocó a la periodista, de fondo se podía ver la heladería y Evelyn recordó que su hija iría por esa zona, por lo que tomó las llaves de su auto y salió a buscarla.

—Está bien... —dijo Megan pensando un plan. Esto es lo que haremos: Vamos a llamar a Gabriel, le preguntamos qué hacer y lo ayudamos a salvar a Angel.

—Bien —respondió Scott—. ¿Quién es Gabriel?

Megan comenzó a gritar el nombre del arcángel mientras su amigo la miraba como si estuviese loca, pero con todo lo ocurrido hasta ahora no creía que pudieran pasar más cosas raras. De repente, Gabriel los llamo desde atrás.

—¡Megan, Scott! —dijo él con prisa.

—¿Nos conocemos? —preguntó Scott.

—Gabriel, Angel está en peligro, tienes que ayudarnos —mencionó Megan.

—Lo sé, no hay mucho tiempo, habrá que romper algunas reglas —dijo—. Rápido, coloquen sus manos sobre mis hombros.

En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron los tres. Arriba en el aire continuaba pelea entre Angel y Máximus. Constantemente el Pecado le brindaba energía al ángel para que el combate se mantuviera. Angel creía que mientras más pelearan, más rápido acabaría la energía de su oponente, sin embargo, ocurría todo lo contrario, su poder iba incrementando a cada segundo. No parecía lógico. Tan solo con absorber a ese vagabundo su poder aumentó y seguía creciendo.

Entonces bajó la vista y vio a muchas personas muertas en la calle y algunas otras moribundas. Máximus los drenaba a distancia con cada movimiento en contra del joven guardián. El Pecado aprovechó la distracción del enemigo y lo golpeó desde arriba, lanzándolo de vuelta a tierra. El chico se levantó con dolor y justo antes de subir nuevamente a la pelea un automóvil de detuvo frente a él. Del vehículo apareció Evelyn, mirándolo con pena y terror. Angel se quedó sin habla y tan solo logró tragar saliva.

—¿An-gel...? —susurró ella.

Megan abrió los ojos, miró a su alrededor y quedó sin palabras. Cientos de ángeles volaban de aquí a allá. El cielo era de un azul puro, el suelo era como una gran nube semi sólida. Grandes estructuras y edificios blancos rodeaban a los mortales y al arcángel. A lo lejos se podían apreciar grandes cascadas que aparecían y desaparecían en la nada. Los Reinos Celestiales eran lo más hermoso que habían visto en sus vidas. Era, sin duda alguna, un auténtico paraíso.

—Fallo de cálculo —mencionó Gabriel—. Algo anda mal con mis viajes últimamente. Se supone que deberíamos haber llegado a la sala de equipo del ejército. No importa, con todas las muertes que causó Uziel nadie notará sus presencias.

—¿Máximus asesinó personas? —preguntó Megan.

—Si... Ahora síganme.

Scott era el más asombrado por el paisaje y entorno. Megan sujetó su mano y caminaron detrás de Gabriel en dirección a aquella sala. En el mundo mortal, Angel, con una gota de sangre en su labio intentó calmar a la madre de Megan, pero ella asustada metió la mano a su bolso y sacó un arma para apuntarle al chico diciéndole que se aleje. Máximus contemplaba la escena sonriendo en silencio y con interés desde arriba.

—Aléjate de mí y de mi hija, criatura —dijo ella.

—Sra. Arcile, soy yo, Angel —dijo el muchacho.

—¡No! ¡Nunca lo fuiste! —gritó ella.

—No me deja más opción. Me disculpo de antemano.

El chico se movió con gran rapidez detrás de Evelyn y la golpeó para noquearla, la tomó en sus brazos y la recostó en los asientos traseros de su automóvil. Volteó al cielo y allí se encontraba Máximus aplaudiendo. Angel apretó la mandíbula, se estaba comenzando a enojar mucho. Respiró profundo y le preguntó al Pecado si aún quería que peleara con toda su fuerza, a lo que este respondió de manera afirmativa. El ángel se elevó hasta llegar a la altura de su adversario y le solicitó unos segundos de paz. Cerró los ojos, se concentró. Máximus lo miraba con interés, preguntándose qué haría a continuación. El chico estiró los brazos hacia adelante mientras que su rostro proyectaba ligeros dolores, luego su cuerpo en sí comenzó a distorsionarse un poco, Máximus había pasado del interés a la confusión. Cuando la distorsión acabó, el chico abrió los ojos y un par de bastones cortos aparecieron en sus manos.

—Ya estoy listo... —dijo el chico sonriendo.

—¿Qué rayos...? —preguntó el Pecado confundido.

—Hace un tiempo descubrí un poder oculto en mí —respondió el ángel confiado—. Tú mismo lo mencionaste en algún momento. El poder de moldear ligeramente el universo a mi antojo.

—Pero... no era... no puede ser posible.

—Pelea, Uziel.

Angel se lanzó al ataque, golpeaba con los bastones con fuerza, pero Máximus lograba esquivarlo a tiempo. El joven ángel aumentó la velocidad, por lo que el Pecado apenas conseguía escapar del impacto, permaneció así unos segundos antes de que el chico consiguiera acertar el primer golpe en una costilla. Máximus retrocedió unos metros con enojo, concentró energía oscura y la materializó en sus manos formando puños más grandes. Entonces la pelea continuó. Angel y su adversario luchaban a la par, en velocidad y en fuerza, pero el chico estaba seguro de que Máximus aún se contenía un poco. Le exigió que combatiera con todo, no podría haber tomado una peor decisión. El poder, los golpes de su rival incrementaban y se volvían cada vez más fuertes.

Máximus lo golpeó tan fuerte que lo lanzó de vuelta a la calle e incluso llegó a fragmentar el asfalto. Voló en picada hacia él y comenzó a azotarlo y patearlo contra el suelo. Angel estaba sangrando, su vista comenzaba a nublarse, pidió perdón a Megan por no poder protegerla mientras que Máximus lo volteaba dejándolo boca abajo y agarrando sus alas con la intención de arrancárselas. De repente, sobre el Pecado apareció volando Gabriel con Scott colgando de sus brazos. El arcángel soltó al chico, quien portaba una espada con la que hirió a Máximus por la espalda, luego cayó al suelo haciendo una voltereta y levantándose a tiempo para frenar con la espada un ataque de su adversario.

—¡Maldito! —exclamó Máximus.

—Nunca le des la espalda a una chica enojada —sugirió Scott.

—¿Eh?

El Pecado volteó y se encontró con Megan apuntándole con un arma de color blanco con algunas luces similar a una escopeta, ella jaló el gatillo y Máximus salió expulsado en el aire e impactando en la azotea de la heladería. Los chicos aprovecharon ese momento para ayudar a Angel a levantarse y recuperarse. Gabriel aterrizó junto a ellos e hizo aparecer un pequeño brebaje, con el que curaron las heridas del chico.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Angel—. Scott, te pedí que llevaras a Megan a un lugar seguro.

—Lo sé —dijo Scott—, pero es muy terca. Además, sí cumplí, fuimos al lugar más seguro de la Tierra.

—Los llevé a los Reinos Celestiales —mencionó Gabriel—. Específicamente a la armería del ejército.

—¿Rompiste reglas? —preguntó el ángel.

—De cierta forma, sí. Pero la espada que porta Scott es la "Espada del Espíritu". Un arma que solo puede ser empuñada por alguien digno, sin importar su especie o naturaleza, por lo que técnicamente ya era suya.

—Infelices... —dijo Máximus enojado levantándose adolorido.

—Gabriel, saca a Megan de aquí —dijo Scott.

—Pero... —respondió Megan.

—Déjame tu arma y ve a un lugar seguro —agregó Angel.

—Déjennos el resto —mencionó Scott.

Megan se acercó a Angel, le pidió que no muriera y lo abrazó, luego le dejó su arma, tocó el hombro de Gabriel y desaparecieron. Angel y Scott se prepararon para la pelea. Jamás imaginaron que pelearían juntos. Máximus se lanzó desde la azotea directo a ellos. Ambos lo esquivaron a tiempo, su adversario parecía débil, el ángel recordó que el poder especial de aquella escopeta era reducir energía oscura. Originalmente fue creada para combatir demonios, pero aparentemente también resultaba efectiva contra los Pecados, al menos contra Uziel si servía.

—¡No! —gritó el Pecado—. Se supone que la fuerza de los Pecados era infinita, sumamente poderosa, lo suficiente para erradicar la tercera jerarquía angelical en su totalidad.

Scott corrió en su dirección para atacarlo con la espada, pero antes de causar daño, Máximus detuvo el arma con su mano. Levantó la mirada y lanzó un golpe al chico. Ángel voló rápidamente hacia ellos y empujó a Scott para salvarlo, el Pecado se quemó la mano debido a que no era digno de tocar la espada, era más que indigno, para el arma él era una completa aberración. Volteó hacia el ángel y le sonrió de manera macabra, entonces concentró energía alrededor de todo su cuerpo y la materializó, convirtiéndose en un monstruo de materia oscura.

Los jóvenes miraban confiados a la bestia, sabían que, si su tamaño y fuerza habían aumentado, su velocidad se vería afectada, cosa que aprovecharon al máximo. Lo golpeaban desde diferentes lados para provocar que perdiera el equilibrio, pero Máximus descubrió estas intenciones y regresó a su forma base para recuperar su velocidad. Así igualó los ataques de sus rivales y los mantuvo a raya. Primero derribó a Angel, le quitó la escopeta y la arrojó unos metros más allá. Scott corrió en busca de la espada y con ella intentó herir al Pecado, pero en cuanto llegó a su lado, este lo agarró del cuello y lo levantó sin dejarle respirar. Al ver esta situación, Angel se arrastró lo más rápido que pudo hacia la escopeta, sabía que si reducía la energía oscura de Máximus se debería debilitar lo suficiente para volverse vulnerable.

Scott se ahogaba, comenzaba a perder la pelea. Máximus no tenía la más mínima intención de absorberlo, sino que quería matarlo sin dudar. Angel llegó hasta la escopeta y disparó en cuanto pudo al Pecado, este soltó a Scott, quien con su mayor esfuerzo le enterró la espada en el pecho. Un gran silencio ensordecedor invadió el área, Máximus cayó sobre sus rodillas y contempló al muchacho. En un abrir y cerrar de ojos apareció nuevamente Gabriel junto a Megan, pero venían también acompañados de Miguel y un pequeño escuadrón de ángeles soldados. Miguel sacó una esfera blanca de un bolsillo y la levantó, creando un domo que no permitía ver desde afuera hacia el interior.

—Arcángel Gabriel y soldado Angel, tienen que acompañarme de vuelta a los Reinos Celestiales por la violación de múltiples reglas —dijo.

—¿Qué? ¡Acaban de derrotar a un Pecado Capital! —exclamó Megan.

—Si, pero causaron estragos públicos, le revelaron al mundo nuestra existencia, robaron armas sagradas de la armería y llevaron a mortales al Reino. Irán a una audiencia con el Concejo.

—¡Todo esto pasó porque ustedes dejaron que Uziel permaneciera en este mundo!

—Y por eso mismo lo llevaremos con nosotros para enmendar nuestro error.

—Pero lo acabo de matar... —dijo Scott con la espada en el hombro.

—Ugh... —murmuró Máximus dejándole la sangre helada al chico.

—Es un pecado —mencionó Miguel—. No hay forma de acabar con ellos en su totalidad. Tan solo podemos sellarlo dentro del Reino y evitar que regrese —agregó mientras los soldados le colocaban unas esposas sofisticadas a Máximus que anulaban la energía de cualquier ser—. Ahora, si la conversación acabó, nos retiramos. Adelante Gabriel, Angel.

—¡No pueden llevarse a Angel! —gritó Megan con una lágrima en la mejilla—. ¡Es mi ángel guardián, su deber es quedarse conmigo!

—Megan... —dijo Scott tocándole el hombro.

—¡No! ¡No pueden!

—Soy Miguel —dijo el arcángel—. Líder del ejército celestial. Puedo darles las órdenes que yo quiera. Además, Angel está hoy aquí gracias a mí, por lo que debe obedecer y respetar.

—No hay nada que puedas hacer, Megan —añadió Angel.

—Pero... pero... —susurró ella—, ¿qué pasará conmigo? ¿Me quedaré sin guardián?

—Dejaré a otro ángel para cuidarte mientras el Concejo decide el futuro de Angel —respondió Miguel.

—No... —susurró otra vez.

Scott la miró con tristeza, pero no había nada que pudiese hacer.

—Oigan —dijo el chico—. Tomen su espada de vuelta...

—Quédatela —interrumpió Miguel—. Ya vi que está mejor en tus manos.

—Ah, pues gracias...

—Ahora, me despido--

—Espera —interrumpió Angel—. Quisiera despedirme de mis amigos.

—Bien, pero que sea rápido...

—Scott, sé que no somos buenos amigos, pero quisiera pedirte que sigas protegiendo a Megan por mí. Ya sabes, en caso de que no regrese...

—Vas a regresar —dijo el muchacho—. Y entonces tendremos un combate para terminar con nuestras diferencias.

—Claro —Sonrió. Caminó hasta Megan y ella lo abrazó con fuerza—. Cuídate mucho, ese soldado debilucho no podrá protegerte más que tú misma.

—Por favor no te vayas... —dijo ella.

—¿Eh? Creí que era como un familiar molesto —mencionó el ángel como broma.

—Cállate... —rio mientras lloraba.

—Angel —dijo Miguel desde atrás—. Es hora.

—No, no —exigió la chica.

—Adiós Megan —susurró Angel.

—¡Angel!

La chica se levantó del sofá en su casa como si hubiese despertado de una pesadilla, pero sabía que todo era real. Miró hacia un lado y ahí se encontraba su madre y Scott aún dormidos en el suelo, entonces rompió a llorar.

Mientras tanto, Angel, Gabriel y Uziel eran llevados, con las esposas puestas, frente al Concejo de Serafines. Miguel decidió no entrar y las puertas se comenzaron a cerrar frente a él, alcanzando a ver a Angel sonriéndole como forma de agradecimiento por haberle dado una segunda oportunidad en su vida años atrás. El arcángel respiró profundo y sus cinco hermanos llegaron caminando desde atrás.

—¿Qué pasará con Gabriel? —preguntó Sariel.

—No lo sé... —respondió Miguel—. Para que el poder del ejército permanezca debe haber siete arcángeles, por lo que el Concejo debería permitirle a Gabriel quedarse. De lo contrario... Samael tendría que volver...

—¿Y qué hay de Angel? —agregó Raguel.

—Si de algo estoy seguro es que él es muy importante. Dudo que el Concejo decida exiliar a su mejor arma contra los Pecados Capitales.

—¿Su "mejor arma"?

—Hice mi tarea... descubrí de dónde proviene originalmente ese chico...

~Fin primer arco~