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Chapter 7 - Capítulo 7

•Locación: Cámara del Concejo de Serafines.

Ángeles, Virtudes y el resto de las tres jerarquías de seres divinos se encontraban debatiendo y gritándose unos a otros, mientras que en el centro del salón estaban Angel, Uziel y Gabriel, esposados y rodeados por guardias.

—Jeje... —rio Uziel.

—¿Y a ti qué te picó? —preguntó Angel.

—Creen que pueden retenerme aquí. Solo es cuestión de tiempo para que el resto de los Pecados despierte y vengan por mí, entonces acabaremos con la tercera jerarquía completa, podremos imponer nuestro poder y apoderarnos del mundo mortal una vez más.

El Serafín central levantó su mano derecha y todos guardaron silencio. El joven ángel, el Pecado y el arcángel observaban al gran ser, esperando descubrir su destino. El primer futuro en ser revelado fue el de Gabriel, a quien le permitieron mantener su cargo de Arcángel, pero con una ligera reducción de sus poderes divinos. Luego condenaron a Uziel a ser sellado bajo el poder de cinco serafines por la eternidad. Finalmente condenaron a Angel a confinamiento aislado hasta nuevo aviso, entonces dos guardias lo escoltaron fuera del recinto y lejos de la zona más poblada del Reino. Ingresaron a un edificio más grisáceo y caminaron hasta una especie de celda dorada que inhibía su fuerza y poderes.

Mientras tanto, los arcángeles utilizaban sus poderes para reducir los de Gabriel. Miguel por su parte, pensaba y observaba la paz en el Reino Celestial. Miraba a los angelitos inocentes e ignorantes que no tenían ni idea de lo que se avecinaba, una presencia curiosa, pero de cierta forma peligrosa aparecía allá abajo en el mundo mortal. Gabriel terminó su proceso de reducción de poderes y caminó hasta Miguel.

—Tuviste suerte esta vez... —mencionó el arcángel mayor.

—Si que la tuve —dijo Gabriel.

—Pero fuiste un tonto. Tus actos casi te condenan. Y de perderte tendríamos que traer de vuelta a Samael.

—Lo se--

—¡No, no sabes nada! —gritó—. ¡Ahora los humanos saben de nosotros! ¡Dejaste un arma sagrada en el mundo mortal! ¡Los Pecados seguirán resurgiendo y atacando! ¡Y nuestro mejor guerrero está tras las rejas!

—¿Qué?

—Hablé de más... pero eres mi hermano, mereces saber tanto como los demás.

—¿"Mejor guerrero"? ¿Hablas de Angel?

—Desde que apareció tuve dudas acerca de su procedencia, quería comprender la naturaleza de sus poderes para poder desarrollarlos al máximo, pero entonces recibí una visita inesperada y me vi obligado a guardar silencio. Si el Concejo lo llegase a descubrir...

—¿Quién te visitó? ¿Miguel, quién fue?

—... —Apretó la mandíbula y miró a su hermano.

Meses después, en una oficina de universidad se encontraba el Profesor Emmett Beltrán, especialista en teología y aspectos relacionados específicamente con los ángeles y su mitología. Hace poco menos de ocho meses sus estudios se enfocaban en entender completamente la historia bíblica, pero después de los acontecimientos ocurridos en octubre, surgió la idea de viajar hasta allá, encontrar a ese ángel y poder hablar con él.

En todo este tiempo, miles de personas de todas partes del mundo han viajado para ver al ser. Autoridades y similares han investigado la zona intentando encontrar a la criatura, quizás querían hacer pruebas o incluso experimentar con él, sin embargo, jamás dieron con él o rastro alguno de seres parecidos. Pero el profesor tan solo quería hablar con él, conseguir las respuestas de una serie de preguntas, en especial dos que había tenido rondando por su cabeza fuertemente: "¿El Señor fue o es humano?" y otra relacionada con el hecho de si es que los ángeles también lloran. Quería saberlo todo. Por lo general la biblia acredita que los ángeles alaban, adoran, sirven, se presentan frente al Señor, entre otros; pero quería averiguar si es así tal como se dice o si cada ángel tiene voluntad propia, más bien si es que tienen realmente la opción de no servir al Señor.

Tras largos meses de súplicas y de espera, sus superiores finalmente accedieron a financiar su investigación y viaje, enviarlo para poder cumplir con lo que ellos solicitan: "Convencer al ángel para regresar con él o al menos conseguir la mayor información posible". Por lo que invirtieron tanto como para conseguir un viaje rápido y exclusivo y cumplir lo antes posible. Emmett había revisado el acontecimiento de octubre un montón de veces, visto los videos el doble de eso y analizado cada detalle para dar con el paradero del ser. Al ver un video de un transeúnte cualquiera logró distinguir por un pequeño segundo unas letras en el fondo que decían "heladería", era una imagen muy fugaz debido a que el video se enfocaba en el ángel despegando a gran velocidad para pelear en el aire. El Profesor no conocía la zona, pero sabía que tendría que buscar primero esa tienda de helados.

Durante el viaje analizó múltiples videos de diferentes perspectivas y diferentes momentos del hecho. Era increíble ver a tales seres existiendo realmente, aunque no estaba seguro de sus intenciones. Causar furor en público probablemente no sea.

Luego de poco más de 7 horas de vuelo, finalmente llegó al pueblo y sin perder tiempo se subió a un taxi, le mostró la imagen borrosa de la heladería al conductor y le preguntó si sabía dónde era eso. La respuesta fue positiva y entonces le solicitó llevarlo hasta ahí. El Profesor le pagó al taxista, se bajó del vehículo y contempló la calle y después la heladería. Por fin estaba realmente cerca de tener contacto con el ser celestial. Ingresó al local y se dirigió a un joven que se encontraba detrás del mostrador.

—Hola, buenos días —dijo Emmett.

—Buen día señor, ¿qué desea ordenar? —preguntó el joven.

—No, no, no quiero ordenar nada. Verá, soy profesor en Lincoln y vine aquí para realizar un estudio. Lo que necesito es información de lo que ocurrió aquí el 4 de octubre del año pasado.

—Otro más, estoy cansado de contarlo.

—Por favor, tan solo necesito alguna pista para tratar de encontrar al ángel.

—Bueno... hay un video de la cámara de seguridad. No puedo mostrárselo, pero en él se ve al ángel hablando con dos jóvenes fuera del recinto, chico y chica escolares.

—¿Escolares? —Pensó unos segundos, luego sacó su teléfono del bolsillo y buscó un video, en donde en una esquina se lograba ver a dos jóvenes, un chico y una chica—. ¿Son estos escolares?

—Hum... —El joven los observó bien y recordó el video—. Si, si, sin ellos.

Por fin tenía una pista más concreta. Ahora solo debía encontrar a esos dos chicos y quizás lograría dar con el ser.

Las cosas volvían a ser como antes, al menos eso era lo que a Megan le gustaría decir, pero la realidad era muy diferente. Los conocidos de la chica no tardaron en identificarla y reconocerla en los vídeos que comenzaron a ser mundialmente virales, por lo que al poco tiempo los medios también habían llegado hasta ella y a Scott. No solo miles de reporteros, sino también habían aparecido montones de federales y demás autoridades que veían día a día a los chicos, siempre intentando hacerlos hablar, pero ellos insistían en que no tenían relación alguna con lo que pasó.

Con el paso del tiempo, a falta de más encuentros de este tipo, el tema fue dejado de lado, algunos pocos aseguraban haber tenido avistamientos de ángeles, pero todos eran falsos que tan solo querían llamar la atención. Y entonces, a mediados de noviembre los dos jóvenes por fin consiguieron paz. Volvieron a ser individuos comunes y corrientes sin nada especial para las otras personas. A pesar de que nunca volvió a ocurrir algo como en aquel entonces, ya había quedado más que confirmada la existencia de estos seres y no se había descartado la posibilidad de que los demonios también. Gracias al incidente se hicieron muchos documentales que intentaban desacreditar los vídeos, pero hasta quienes aparecían en esos documentales creían que si era real todo.

Megan pensaba cada día en Angel. Imaginaba los castigos que le habrán impuesto tras su juicio, mas nunca perdió la fe en que lo volvería a ver algún día. Por otro lado, intentaba distraerse saliendo más a menudo con Scott, salidas a ver películas, pasear por ahí, cualquier cosa que no la hiciera pensar en lo ocurrido, pero siempre surgía el tema. Scott en especial decía que también intentaba seguir adelante, pero que de cierta forma extrañaba a Angel, aunque no pasó mucho tiempo conociéndolo. Evelyn, la madre de Megan, se arrepentía de haberle apuntado con un arma, el miedo la hizo cometer actos estúpidos que no podrá cambiar, Angel no era un humano común, pero ella poseía recuerdos bellos de su hija y él pasando buenos momentos de pequeños. Pero sin duda, quien más lo quería de vuelta era Megan, incluso con saber que él sigue ahí siendo su ángel guardián le bastaría para dormir bien.

No es como si estuviera enamorada del chico, en absoluto, ella era muy feliz en su "semi relación" con Scott, su especie de noviazgo. Quizás él no lo veía así, pero para ella las cosas eran de ese modo. Le gustaba Scott, tenía la posibilidad de estar con él, pero el simple hecho de pensar en Angel y el incidente le hacía imaginar que habría más peligros. Peligros que sin problema podrían herir a Scott. Dudaba, pensaba mucho, tocaba tantos temas que apenas y recordaba cosas importantes. Querer esa relación con Scott, pero no tenerla por miedo a que salga herido por relacionarse con rollos de ángeles y pecados.

A comienzos de diciembre ella solía despertar y hablar con una fotografía de su padre. Le pedía consejos, alguna ayuda, cualquier cosa que la ayudase a ser como antes. La aparición de Angel realmente afectó mucho a su alrededor, no para mal, pero a nadie le gustan los cambios. Perder a su padre y hermano antes de conocerlos ya había hecho mucho mal en su vida, pero encontró algo en Angel, una paz. A pesar de que no estuvieron mucho tiempo juntos y de que hubo una gran pelea por su presencia, Megan sentía que todo saldría bien si él estaba cerca. Y ahora que ya no estaba, las cosas volvían a ser una gran carga para ella. Al menos ahora su madre no estaba enferma y podían hacer cosas juntas, pero la chica vivía con el temor de que se enfermara de nuevo.

Lo peor es que todo era normal y aburrido. Los meses pasaban y las esperanzas de reencontrarse con Angel se iban esfumando. Era lo que más extrañó en su cumpleaños, junto con su padre y hermano. Intentó reencontrar esa paz en Scott, pero por más que quisiera, no lo conseguía, no era lo mismo. Quizás el hecho de que sea tan solo un humano común es lo que no la tranquiliza, aunque debido a los eventos del año pasado sabía que no quedaría en paz con cualquier ángel. Megan nunca fue muy fiel a la religión, no le parecía tan relevante en la vida el hecho de rezarle y seguir a un ente del que no se sabía si realmente existe, pero desde que perdió a Angel comenzó a orar cada noche para recuperarlo.

La chica hoy en día se encontraba en el sofá de la sala de estar de su casa leyendo un libro de James Dashner. Su madre estaba en el trabajo, por lo que la casa estaba vacía. De repente alguien tocó la puerta interrumpiendo el silencio de la joven. Ella se levantó y caminó hasta la entrada para recibir a esta desconocida e inesperada visita, al abrir se encontró con un caballero cansado que al verla recobró la postura y le preguntó si ella era Megan Arcile. Al recibir una respuesta afirmativa sonrió y se presentó como el Profesor Emmett Beltrán, maestro de teología universitario. Ella lo invitó a pasar y se sentaron frente a frente en la sala.

—Si es maestro de teología supongo que viene por los videos del ángel —dijo Megan sin dudar.

—Efectivamente —respondió Emmett—, me gustaría hablar con él.

—No se puede —agregó de manera brutal casi interrumpiéndolo.

—¿Perdón?

—Mire —suspiró—, han venido personas de todas partes, ya me aburrí de decir que no está aquí.

—Lo entiendo, en serio, pero si vuelvo a mi hogar sin respuestas o sin el ángel podría perder mi trabajo. Además, espero con ansias poder hablar con él, llevo muchos años intentando probar que estos maravillosos seres existen, pero ahora que todos lo saben me encantaría ser el primero que pueda aprender y enseñar cosas de ellos.

—Lamento decirlo otra vez, pero no sé dónde está. Siento pena por no poder ayudarlo, en serio lo ayudaría, pero me arrebataron a An... al ángel sin poder hacer nada al respecto. Era mi amigo y no sé si volveré a verlo alguna vez.

—¿Tu amigo? —dudó.

—Era mi ángel guardián, no sería raro encariñarse tarde o temprano.

Emmett se quedó en silencio procesando lo que la joven decía, dedujo lo más lógico, si el ángel del video se trataba de su ángel guardián entonces él también podría intentar comunicarse con el suyo. Se levantó y le dio las gracias a Megan por su tiempo, luego caminó hasta la puerta acompañando por ella y salió de la casa despidiéndose, hizo parar a un taxi y solicitó ser transportado de vuelta al hotel en el que se alojaba, al hotel que solicitaron sus superiores.

Luego de cerrar la puerta, Megan no dejó de pensar en aquel hombre, no era el primero en llegar preguntando por Angel, pero este caballero tenía fines diferentes, aparentaba ser más noble. Intentaba retomar su lectura literaria, pero no lograba concentrarse, así que llamó a Scott por teléfono para poder verse y salir a algún lugar, ya no quería pensar ni en el Profesor ni en Angel, era un tema delicado. Le escribió un mensaje a su madre para avisarle que saldría, se despidió de una foto de su padre, recogió un abrigo y salió de la casa.

La chica se reunió con Scott en un pequeño parque lleno de juegos con niños en ellos, le contó brevemente sobre la visita que había tenido hace un rato por el Profesor Beltrán. Era toda una tontería, entristecerse por un chico/ente que conoció por menos de una semana.

Mientras tanto, Angel seguía en su celda, paciente, en silencio. No lo volvía loco, en absoluto, el recuerdo de su breve tiempo en el mundo mortal lo mantenía cuerdo y consciente, a la vez que preparado y expectante frente a su muy posible reencuentro y enfrentamiento con algún otro Pecado. Iban a resurgir, de eso estaba seguro. Tan seguro como lo estaba de que alguien más estaba ahí, una presencia familiar pero irreconocible, nada puro ni angelical. Un demonio.

—¿Te aburre el confinamiento? —preguntó una voz con eco desde el pasillo.

—¿Quién eres? —preguntó de vuelta Angel.

—Me dueles niño. Después de todo lo que has pasado, todas tus dudas sin respuesta.

—¿Te conozco? ¿Eres un Pecado?

—Tengamos una charla. De cualquier forma, no tienes muchas más opciones.

Angel lo pensó un momento y acabó suspirando, dándole la razón al desconocido.

—El confinamiento prolongado te da mucho tiempo para pensar y considerar muchas opciones, ¿no es así? —dijo la voz—. Pero a pesar de eso, no logras recordar nada. Llevas todo este tiempo intentando descubrir tu origen. Te conozco, pero a la vez no, seguramente ahora que estoy aquí estarás pensando que vine a decirte que eres un demonio, pero te adelanto que no es así. No exactamente. Algo se viene, yo no puedo sacarte, pero tú sí. Solo presta atención...

En el mundo mortal Megan estaba aún con Scott, pero, aunque él le hablara ella sólo pensaba una y otra vez en el Profesor. Ella pensaba lo mejor de él, pero aun así sentía que quizás no fue buena idea darle tanta información. Scott no entendía bien lo que pasaba, pero dejó de hablar y eso llamó la atención de la chica, quien apreció en su rostro una expresión de intriga mientras miraba en todas direcciones.

—¿Ocurre algo? —preguntó Megan.

—No estoy seguro, pero...

Antes de decir algo Gabriel apareció y caminó rápido directamente hacia Megan. La sujetó por los hombros entre enojado y preocupado a la vez.

—¡¿Qué es lo que hiciste?! —le preguntó.

—¿Eh? Me lastimas... —dijo ella. No entendía.

—Tu ángel guardián encargado me notificó que le hablaste a un hombre acerca de nosotros.

—Quizás sí, un poco.

—¡Te aseguro que no fue solo un poco! —gritó.

—¡Hey! Cálmate —le dijo Scott.

—¿Qué más podía hacer? La gente no me deja tranquila y ustedes me arrebataron a Angel y nunca apareces para decirme algo sobre eso. Tan solo, después de meses apareces y vienes a regañarme sin saludar —agregó Megan.

—Si, creí que éramos amigos, Gabriel. Un equipo.

Todos guardaron silencio unos segundos. Gabriel aún estaba un poco enojado, pero los chicos tenían razón, se había comportado como un cretino. Suspiró y soltó a la chica.

—Necesito su ayuda —dijo arrepentido de su conducta—. Estoy desesperado.

—¿Qué ocurre? —preguntó Megan.

—Scott, ¿aún tienes esa espada que Miguel te dejó?

—Por supuesto, es una reliquia... —contestó—... y además es un buen adorno en mi cuarto.

—Bien, la necesitarás, hay que ir rápido donde esté ese profesor.

—¿Hizo algo? ¿Le pasó algo? —preguntó Megan preocupada.

—Está a punto de cometer un gran error.

Gabriel les dijo que pusieran sus manos sobre sus hombros para aparecer con el Profesor Beltrán, pero antes de viajar miró a la joven de manera compasiva, se disculpó y le dijo que en cuanto todo acabe le hablará sobre Angel.

En ese mismo momento, el profesor se encontraba en su habitación del hotel, con un arma apuntándose la cabeza.

—Sé que puedes verme —dijo al aire—. Ahora bien, no sé tu nombre, así que solo te llamaré como mi guardián. Tu deber es protegerme, ¿no? —preguntó sin obtener respuesta—, por lo tanto, debes evitar que yo acabe con mi vida ahora mismo. Sé que aún no me llega la hora, así que no debo morir aún, pero espero y estoy seguro de que me viste cargar el arma y quitarle el seguro, sabes que voy en serio —seguía sin obtener respuesta—. No me queda de otra... ¡3...! ¡2...! ¡1...!

—¡Alto! —gritó un ángel apareciendo frente a él.

En una fracción de segundo el Profesor le apuntó al ser y este logró divisar un espectro maligno detrás de él, emanando su aura oscura al proyectil. La bala impactó en un costado del abdomen del ángel y cayó debilitado al suelo. Emmett lo observó extrañado, pero no se sintió arrepentido, no sintió nada. Giro un poco la cabeza y se detuvo en una sombra.

—Bien... ahora solo debes hacerlo llorar —dijo la sombra con una voz monstruosa—... luego, lo devoro...

Rato después, el ángel abrió los ojos estando de cabeza con la espalda contra la pared. No tenía cuerdas ni cadenas, estaba pegado con una sustancia mucosa negra. Asustado miró a su alrededor y vio al profesor sentado en la oscuridad frente a él, observándolo sin parpadear. El ángel intentó usar sus poderes para liberarse, pero no lo logró, esa extraña sustancia se volvía más dura cada vez que se movía, además al solidificarse tiraba de su piel y la apretaba, produciéndole un extremo dolor.

—¿Sabes? Yo quería hacer todo esto de otra forma —dijo Emmett—. Mi intención era por mi amor a mi religión y a la ciencia, pero desde que llegué a este lugar veo todo con otros ojos. Por una parte, quisiera todo de ti y tu mundo, pero por otro lado el hambre de conocimiento no me deja... estudiarte a fondo.

—Por favor... —susurró el ángel aterrado—... déjame ir... no eres mala persona, lo sé...

—No, no lo es —respondió aquella voz tenebrosa—. Pero nosotros sí...

De las sombras surgió una criatura humanoide con mandíbulas de animal y dientes tan afilados como bisturíes, babeando aquella sustancia negra. En un solo parpadeo esa bestia apareció pegada al rostro del ángel y le dio una gran lamida con una larga y viscosa lengua púrpura. El ángel estaba agitado, con miedo, un terror que no había sentido jamás en su larga vida. Emmett se le acercó y de un solo movimiento de mano le hizo un corte en la pierna. El ángel gritó del dolor, pero la criatura le escupió y la sustancia negra cubrió su boca. El Profesor y su sombrío compañero herían y cortaban a su víctima a sangre fría, hasta que por fin el ángel se rindió y rogó llorando por su vida.

—Por fin... una lágrima de ángel... —dijo Emmett sacando de su bolsillo un pequeño frasco para almacenar líquidos—. Gracias por tu cooperación... —Pasó el frasco por el rostro del ángel y guardó algunas gotas de su llanto—. Debería preguntarte más cosas... pero ya no me interesa. —Miró a la criatura—. Gula... todo tuyo...