Chapter 42 - XI

—Mi Señor —el demonio de tez pálida se interpuso—, por favor; yo me encargaré de lidiar con Astaroth y Mammon.

—Lord Astaroth y Lord Mammon, para ti —replicó Mammon con molestia.

Astaroth movió su cabeza en forma negativa para tranquilizar a su homólogo; estaban en una situación complicada si deseaban convencer a Beelzebub de su plan. Era probable de que Samael, Belphegor o Leviathan ya hubiesen hecho contacto con el líder de los Anti-esclavistas; aunque no podía asegurar qué clase de trato habrían brindado.

—Baal, está bien —por fin repuso Beelzebub con su voz neutral—, yo hablaré con ellos. Puedes retirarte.

—No es lo más conveniente, Señor Beelzebub. Leviathan mostró sus intenciones e intentó incitar un conflicto —recapituló Baal.

Sin importar de que la información fuera revelada, Astaroth mantuvo su pose estoica y de respeto. Además, ahora conocía la identidad del demonio que respaldaba a Beelzebub. Baal era un demonio que había participado en la rebelión y había aceptado la ayuda de diferentes demonios, así mismo era un líder militar que poseía bajo su control al cuerpo miliciano que no pertenecía a ninguna de las Legiones de los Lores. Era un demonio de edad mayor a Astaroth, así que tenía experiencia en la guerra, ya que había sido de los pocos demonios que habían sido aceptados por los proto-demonios como líderes. Hasta este momento, Astaroth había creído que Baal habitaba en la Piedra Púrpura y había aconsejado, en su tiempo, a Baphomet; sin embargo, se había equivocado.

—Sé lo que Leviathan dijo, Baal. Por eso mismo me encargaré de sacar a estos dos demonios del territorio; pero lo haré de la manera correcta.

—Beelzebub —Astaroth pronunció con presura—, tal vez creas que estoy aquí para ofrecerte el puesto de rey o para otorgarte un tratado en contra de la esclavitud, o quizás pienses que te apoyaré abiertamente para acabar con la injusticia. No —reiteró con una voz severa y pesada—, no he venido a venderte mentiras.

Mammon contempló con escepticismo a su homólogo; no podía comprender por qué Astaroth había cambiado la estrategia de último momento. Esas palabras habían negado todo lo que habían ido a ofrecer a la Piedra Verde. Por otra parte, Beelzebub aguardó frente a los dos demonios Lores; su expresión denotaba molestia ante aquellas palabras casi expresadas como una injuria.

—La verdad es que a mí no me interesa lo que ocurra con los híbridos de demonio, caídos y de más esclavos que entren al territorio —Astaroth parló nuevamente con su voz seca—, de hecho, son una ayuda para todo lo que nos encanta hacer. Tampoco a Lord Mammon le importa lo que suceda con esas creaturas de baja categoría.

—¿Has venido a insultarme? —cuestionó Beelzebub de un modo retador.

—No, tampoco estoy aquí para eso. Te estoy explicando que no he venido a perder mi tiempo con ilusiones, ni mucho menos a llenarte el oído de palabras perfectas como tratados falsos que voy a romper más adelante. No quiero ofenderte, por eso mismo evito las falsas apariencias que están cargadas de idealismos. Sé que no eres un soñador, ni mucho menos un demonio idiota. Ahora sé que Leviathan te amenazó respecto a los cambios que has hecho aquí en la Piedra Verde; mejor dicho: Leviathan fue enviado por Samael para conocer tus planes y objetivos. Descuida —agregó el Lord de la Piedra Gris con una sonrisa perversa—, a mí no me tienes que contar nada de lo que pretendes lograr. Como ya te lo dije, la esclavitud no es el tema que he venido a tratar.

—Estás perdiendo tu tiempo, Astaroth —contrapuso Baal con rapidez. Sin embargo, Beelzebub levantó la mano izquierda para hacerlo callar con un ademán.

—Si no has venido a ofrecerme algo de mi interés, ¿qué quieres, Astaroth?

El demonio enmascarado suspiró con fuerza y dio unos pasos hacia la pared cercana; allí observó un cuadro que adornaba la sala común. La imagen era de un paisaje rojizo: un atardecer típico de la Piedra Verde. Luego cruzó las manos hacia atrás para enaltecer su figura de serenidad.

—Quiero hablarte de la persona que sí puede tornar la situación a tu favor; del individuo que tiene el poder para cambiar el sistema de esclavitud y liberar a los híbridos de demonio, caídos y demonios nacidos fuera del reino.

De pronto, Mammon agachó la mirada y comprendió que el plan de Astaroth estaba basado en un solo ángel. A pesar de que ya había escuchado en el pasado sobre una parte de ello, todavía le causaba cierto recelo aceptar que el reino podía caer en manos de un sujeto proveniente de la raza enemiga al Infierno. Beelzebub notó el cambio en Mammon, y dio unos pasos para colocarse detrás de Astaroth.

—No logro comprender lo que dices, Astaroth. Y si no eres claro, entonces tú y Mammon corren peligro aquí.

—Beelzebub, ¿sabes por qué ni Samael ni yo podemos ser reyes? —dudó Astaroth como si preguntar le diera la respuesta perfecta en el momento—, ¿lo sabes?

—Porque el reino volvería a ser como antes. Ahora serán los demonios los que esclavicen a los híbridos de demonio y caídos. A todos los que sean diferentes a ellos, justo como los proto-demonios lo hicieron. Por eso mismo has negado el puesto —respondió Mammon antes de que el líder del movimiento Anti-esclavista pudiera pensar en una resolución propia y lógica.

La reacción de Astaroth fue repentina; dio una media vuelta y pasó su mirada por los presentes. Sí, efectivamente Mammon había llegado a la conclusión más racional, y ahora podía comprender los actos de su homólogo de la Piedra Gris. De un momento a otro, la mirada de Mammon encontró la mirada de Astaroth y le arrojó un reproche de reclamo.

—¿Y no pudiste explicármelo? —indagó Mammon en forma de susurro.

Aquella acción causó que los ojos de todos los presentes se postraran en la imagen de Mammon.

—Lo que Lord Mammon ha dicho es verdad, Beelzebub; el reino sería lo mismo —continuó con su explicación el Lord de la Piedra Gris—, y tú has estado impidiendo que eso ocurra. Aunque no te hayas dado cuenta, tú has jugado un papel crucial para retenernos a mí y a Samael de subir al poder absoluto. Sin embargo, si queremos romper el ciclo y convertirnos en la nación más poderosa de la Creación, entonces necesitamos a un rey que sea implacable, intrépido, inteligente, vulgar, irrespetuoso y, sobre todo, que sea un caído. No cualquier caído, no, no; el peor de todos los venidos del Cielo: el que ha sido humillado, pisoteado, traicionado y repudiado. Y no solamente por su gente, sino que también por aquél que lo hizo creer que era importante, amado y respetado.

—Muchos caídos han pasado por esa situación —reveló Baal con un aire de burla.

—Pero sólo uno ha desafiado al ser más poderoso del Cielo, sólo uno ha puesto en desventaja al Infierno con su sola existencia, sólo uno tiene el poder para controlar a La Bestia y destruía, sólo uno tiene la capacidad de enfrentar a un Nefilino sin sentirse amenazado, sólo uno tiene la energía para convertirse en uno mismo con el Creador si lo deseara.

Ninguno de los presentes era capaz de concebir una imagen así, mucho menos de un ángel que se opusiera al mismísimo Creador hasta un nivel superior; excepto Astaroth. Él ya había conocido a un ente que tenía todo lo que un verdadero soberano debía tener.

—El apelativo que usa en estos momentos es 'Luzbel', pero sé que podremos conocerlo bajo su verdadero nombre muy pronto —dedujo Astaroth con una sensación de grandeza.

—Astaroth —Beelzebub rompió la atmósfera pesada que se había instaurado en la habitación—, si no deseas ayudarme, ni deseas mi ayuda en la guerra civil contra Samael y Belphegor, ¿qué quieres?

—Nada.

—¿Eh? —reaccionó Mammon ante la respuesta de su homólogo—, ¿de qué hablas?, ¿nada?

—Si han venido aquí a burlarse —insistió Baal—, entonces han cometido un grave error.

—No, no he venido a burlarme del único demonio que ha logrado mantener al reino en cierto balance; sólo quería que supieran de la creatura, del caído, que los ayudará. Él se aliará a su causa y con ello ustedes ganarán la oportunidad que tanto han buscado.

—¿Tu objetivo era darnos información? —dudó Beelzebub con cautela.

—Sí. Esa es la primera parte de lo que les interesa saber —aseguró Astaroth—, la otra parte tiene que ver con un tratado que Mammon ha hecho.

—¿Yo? —consultó el Lord de la Piedra Balanca con otra mueca de asombro.

—La venta de demonios-bestia —reiteró Astaroth la revelación—, es ahora oficial. Cualquier mercante, mercenarios y otro grupo militar puede adquirir a estos bellos especímenes que se han convertido en una ayuda para nuestro reino. Además, Mammon abrirá la venta de reliquias al público en general para levantar la economía de la nación; de entre los objetos que se podrán adquirir están los corazones de proto-demonio que estaban en mi poder.

—¿Por qué me dices todo esto? —interrumpió Beelzebub con un tono honesto y casi herido.

Nada de lo que Astaroth decía tenía sentido para el grupo Anti-esclavista; era como si el demonio Lord planeara una trampa mortal y quisiera poner en riesgo a la agrupación entera. Sin embargo, Astaroth no había mentido, simplemente había expresado información que Beelzebub encontraría más que rentable. Astaroth era un maestro en la mentira, en la actuación y en el juego de las palabras; empero, hablar con la verdad se había convertido en un momento de incredulidad para otros, y él era consciente de ello. El Lord de la Piedra Gris aprovechaba todas las ventajas que su apariencia y fama le daban. Sin importar que cada frase que había pronunciado en esa ocasión había sido fidedigna, ninguno era capaz de creerlo así.

—Porque es una buena noticia para ti —resolvió Astaroth con cotidianeidad—, además de que se hará público y el resto de los Señores podrán juzgar esta decisión. Te aseguro que muchos militares y mercenarios usarán esta ventaja y hasta buscarán cómo crear armas míticas. Todos estos cambios harán que la guerra civil comience en una abrir y cerrar de ojos.

—Astaroth —interrumpió Beelzebub—, tu manipulación no funcionará conmigo. Quizás sea una excelente noticia saber que ahora puedo agregar demonios-bestia a mis líneas de soldados, y es verdad que con un corazón de proto-demonio podría obtener un arma mítica que me permitiese enfrentar a un demonio Lord; pero, no voy a ayudarte.

—Por supuesto; mis ideales, formas de gobierno y palabras son contrarios a lo que buscas. Ahora sabes que no tengo interés en abolir la esclavitud. Pero, no lo hago por que odie a los híbridos o caídos. No; en verdad hay otra razón.

—Todos dicen eso.

—No está mintiendo —complementó Mammon; y reiteró de inmediato—: no está mintiendo. —El Lord de la Piedra Blanca había sentido un estruendo y escalofrío recorrerlo; era la primera vez que deseaba a Astaroth como su líder de forma genuina—. Astaroth no repudia a los híbridos de demonio, ni tampoco a los caídos. A él no le importa la procedencia —habló con rapidez—, no le importa si son híbridos, o si fueron ángeles, o si fueron de otra raza.

—¿A caso no fue Astaroth quien desterró a Baphomet? —contrapuso Baal con enojo.

—No —aseguró Mammon—, no. Baphomet no fue exiliado por su procedencia. Hubo otra razón por la que el ex-Lord de la Piedra Púrpura aceptó el exilio.

—¿Aceptó? —indagó Beelzebub con confusión.

—Sí. También deben saber que Astaroth no repudia a los híbridos de demonios y puedo comprobarlo. Aunque sé que a él no le importa aclarar esto pero… —sin embargo, Mammon acalló al contemplar a su homólogo.

Astaroth asintió con la cabeza como si fuera suficiente para permitir que Mammon diera su opinión y reanudara sus palabras.

—Astaroth honró a un híbrido de demonio; fue su amigo o algo más. No se confundan, quizá no los apoyemos en la abolición de la manera que ustedes buscan hacerlo, pero eso no quiere decir que nosotros no encontraremos un método. Igualmente, deben tener en cuenta que para que sus ideales, Beelzebub te lo digo a ti en especial, sean tomados más allá que simples palabreríos entonces es necesario acercarse a la política. Si tienes la oportunidad de influir, entonces deja de oponerte a las opciones que nuestra información te da y toma una decisión.

Durante unos minutos no hubo respuesta. Empero, la atmósfera se liberó de la presión y la escena quedó como una pintura en pausa. Ninguno se movía; como si aquellas frases que Mammon había pronunciado, hubieran creado una sensación de realidad efímera pero ligera.

—Comprendo —al final replicó el líder de los Anti-esclavistas. Su voz había estado cargada de respeto. Prosiguió—: me queda claro que lo único que ustedes desean es mantener la política del reino contra la política de Samael. Descuiden —añadió Beelzebub con complacencia—, no somos enemigos. Leviathan y Samael han dejado en claro su postura; y Belphegor prefiere evitarnos. Dejaré abierto el canal de comunicaciones con ustedes y espero hacer negocios con los mercantes de la Piedra Blanca muy pronto.